sábado, 4 de agosto de 2012

EL HOMBRE DE DIOS EN EL SANTUARIO


Lucas 24:52, 53
“Ellos, después de haberle adorado, volvieron a Jerusalén con gran gozo; y estaban siempre en el templo, alabando y bendiciendo a Dios. Amén."

La historia de Israel encierra un importante mensaje para la Iglesia de hoy, Dios se ha revelado a través de su trato con el pueblo escogido. La historia sagrada enseña además grandes lecciones morales y espirituales. En este mensaje veremos el secreto de este pueblo a través de los hombres de Dios.

1. EL HOMBRE DE DIOS DEBE SER LLENO DEL ESPÍRITU SANTO

En el tiempo de los jueces se levantaron hombres llenos del Espíritu de Dios que exhortaban al pueblo a buscarle. Pero una vez que moría el juez el pueblo volvía a la decadencia espiritual; esta dejadez los llevó muchas veces a vivir sometidos a sus opresores. Esta decadencia espiritual vino al haber dejado la comunión con el Señor y porque ya no había un líder que fuese una inspiración y que llamara al pueblo a la adoración, al servicio y a la comunión con Dios.

Los jueces procedían de distintos estratos de la sociedad, y hasta hubo entre ellos una mujer (Débora, Jueces 4:4-5:31). Estos fueron especialmente elegidos por Dios para librar a su pueblo y fueron investidos por el Espíritu de Dios para llevar a cabo su misión. Es importante observar que la historia bíblica se repite de manera que podemos asegurar lo importante que son los líderes dentro del pueblo de Dios y con el pueblo inconverso.

Estamos llamados a llevar este Evangelio para alcanzar muchas vidas para su gloria. Si nosotros no fuéramos a predicar cómo se convertirán. El apóstol Pablo escribiendo a los romanos dijo: "¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!" (Romanos 10:15).

Debemos valorar el trabajo de los grandes hombres de Dios como es el caso del apóstol Pablo quien llegó a Asia sin programas radiales, sin programas de televisión, sin los medios de transporte de hoy día, sin la tecnología de hoy; pero sí con lo que realmente se necesitaba, y esa era la llenura del Espíritu Santo, el poder de Dios.

En cada época Dios ha tratado de distintas maneras. Ahora no podemos vivir con Moisés, ni con Elías, ni con aquellos sacerdotes y profetas que Dios usó en otros tiempos. Tenemos que saber que el Moisés, el Elías, el Eliseo ,y el Isaías de hoy somos nosotros.

Isaías vivió una etapa muy triste, porque veía cómo era la condición del pueblo, entonces profundizó su comunión con Dios. Se sentía insuficiente, incapaz de hacer algo. Es posible que en algún momento nos sintamos de igual manera, pero lo maravilloso de esto es que Dios se glorifica y nos usa precisamente cuando reconocemos nuestra insuficiencia, cuando sabemos que nada podemos hacer.

Gedeón tenía mucho ejército, pero Dios sabía que se podía enaltecer y para que no se dañara le redujo el ejército, de manera que tenía que depender del socorro que viene de arriba (Jueces 7:1-9). No podemos trabajar con recursos humanos. Cuando pensamos que con nuestra experiencia, nuestro conocimiento, nuestra habilidad, etc. podemos hacer grandes cosas; entonces Dios no es glorificado, no es alabado, y podemos llegar a exaltar nuestra persona.

La Obra de Dios ha crecido y sigue avanzado porque Dios con su poder maravilloso y sobrenatural ha intervenido y sigue interviniendo. Como único podemos hacer una gran obra que pueda estremecer al mundo es llenándonos de la gloria de Dios.

Muchos se preocupan cómo es que hacemos esta labor, cuál es el método, pero podemos decir dónde está el secreto, pues el secreto está en el libro de los Hechos. Hay que hacer lo que los hombres y las mujeres realizaron, para que el Evangelio se difundiera con poder, como lo describe el libro de los Hechos; en realidad, este libro, es un verdadero manual de evangelización y donde se habla de la manifestación gloriosa del poder del Espíritu Santo.

2. EL HOMBRE DE DIOS ORA SIEMPRE

La Biblia nos describe que los hombres de Dios oraban, ellos deseaban tener una verdadera comunión con el Señor. En la nación de Israel había hombres que mantuvieron la comunión con Dios, hombres que pagaron el precio espiritual, y se llenaron de la gloria del Señor. Estos fueron usados tremendamente de manera que se convirtieron en ejemplos dignos de imitar.

En el libro de 2 Crónicas 6:19-21, la Palabra de Dios nos dice que el rey Salomón en la dedicación del templo hizo una oración, leemos: "Mas tú mirarás a la oración de tu siervo, y a su ruego, oh Jehová Dios mío, para oír el clamor y la oración con que tu siervo ora delante de ti. Que tus ojos estén abiertos sobre esta casa de día y de noche, sobre el lugar del cual dijiste: Mi nombre estará allí; que oigas la oración con que tu siervo ora en este lugar. Asimismo que oigas el ruego de tu siervo, y de tu pueblo Israel, cuando en este lugar hicieren oración, que tú oirás desde los cielos, desde el lugar de tu morada; que oigas y perdones".

Luego que Jesús ascendió, sus discípulos perseveraban en el aposento alto en oración y ruego. En el Evangelio según San Lucas 24:52 y 53, leemos: "Ellos después de haberle adorado, volvieron a Jerusalén con gran gozo; y estaban siempre en el templo, alabando y bendiciendo a Dios".

En Hechos 1:14 las Escrituras nos dice: "Todos éstos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos". Aquí encontramos a los discípulos obedeciendo, orando, buscando la llenura del Espíritu Santo.

También observamos que el lugar de reunión, el templo, estaba abierto a cualquier hora del día y el pueblo podía ir a la casa de Dios a orar. Mateo 21:13 dice: "Mi casa, casa de oración será llamada; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones"; el templo es el lugar de oración. Es bueno orar en el hogar, en el monte, a la orilla del río; pero hay un lugar que Dios ha designado para orar. El templo es el lugar más indicado porque este se ha dedicado para el culto, la adoración, la alabanza y servicio a Dios.

En el tiempo de los sacerdotes siempre había quien recibiese la ofrenda del pueblo y a cualquier hora se encontraba un sacerdote en el servicio a Dios. Que maravilloso sería si nosotros también pudiésemos mantener el templo abierto para que cualquiera que quisiera fuera a orar.

Los apóstoles comenzaron a orar y alabar a Dios en el templo, sus copas rebosaron, comenzaron a gemir y a llorar. La oración nos lleva al quebrantamiento, a la adoración, a la alabanza y a profundidades espirituales con Dios.

No podemos engañarnos al ir de rodillas sin tener la verdadera comunión con Dios. No debemos ministrar sin tener la unción del Espíritu Santo. Nosotros como ministros estamos llamados a ir de rodillas a pedirle a Dios el mensaje que el pueblo necesita cada día. Eso se busca y se recibe en la intimidad, en la humillación y entrega a Dios.

3. EL HOMBRE DE DIOS ES UN EJEMPLO DIGNO DE IMITAR

En 1 Timoteo 4:12-16 encontramos que la Biblia nos dice: "Sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza… Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues habiendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren".

Amado, tenemos una Iglesia que nos observa y alrededor nuestro muchas vidas, el Cielo, Dios, el Hijo, el Espíritu Santo, ángeles, pero también el diablo, los demonios, los vecinos, los religiosos. Satanás se da cuenta de nuestra condición, cuando nos descuidamos, él lo sabe.

En 1 Samuel 2:22 la Biblia dice: "Pero Elí era muy viejo; y oía de todo lo que sus hijos hacían con todo Israel, y cómo dormían con las mujeres que velaban a la puerta del tabernáculo de reunión". Los hijos de Elí eran sacerdotes, pero eran impíos y cometían adulterio en el templo. Ahora sabemos que no es solo estar en el templo, sino cumplir la función para la cual fuimos llamados. Se puede tener un tremendo mensaje, pero cuando se busca el testimonio este no respalda el mensaje.

Amado ministro, Dios le demandará por el rebaño que le ha entregado en sus manos. Dios muestra y revela a sus siervos la condición del pueblo, los dones del Espíritu Santo son muy necesarios para mantener el rebaño. "Procurad los dones espirituales…" (1 Corintios 14:1).

Ministro de Jesucristo no permitas que tu corazón se cargue de los afanes de esta vida, que matan la vida espiritual y no nos permite hacer una buena labor como líderes, ministros y obreros del Señor Jesucristo. "Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús" (Filipenses 4:6, 7).

Tenemos que ser ejemplo en todo tiempo, busca al Señor en ayuno y oración y tendremos su respaldo. "Sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza" (1 Timoteo 4:12)

“Gracia y Paz”
Impacto Evangelístico

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