martes, 11 de diciembre de 2018





"Sean nuestros hijos como plantas crecidas en su juventud, nuestras hijas como esquinas labradas como la de un palacio". (Salmos 144:12).
Nuestra obra por Cristo debe comenzar con la familia, en el hogar… No hay campo misionero más importante que éste.
Dichosos los padres cuya vida es un reflejo fiel de la vida divina, de modo que las promesas y los mandamientos de Dios despierten en los hijos gratitud y reverencia; dichosos los padres cuya ternura, justicia y longanimidad interpreten fielmente para el niño el amor, la justicia y la paciencia de Dios; dichosos los padres que al enseñar a sus hijos a amarlos, a confiar en ellos y a obedecerles, les enseñan a amar a su Padre celestial, a confiar en él y a obedecerle. Los padres que hacen a sus hijos semejante dádiva los enriquecen con un tesoro más precioso que los tesoros de todas las edades, un tesoro tan duradero como la eternidad.
Dios quiere que todo niño de tierna edad sea su hijo, adoptado en su familia. Por muy jóvenes que sean, pueden ser miembros de la familia de la fe, y tener una experiencia muy preciosa. Pueden tener corazones tiernos y dispuestos a recibir impresiones duraderas. Pueden sentir sus corazones atraídos en confianza y amor hacia Jesús, y vivir para el Salvador. Cristo hará de ellos pequeños misioneros. Toda la corriente de sus pensamientos puede cambiarse, de manera que el pecado aparezca, no como cosa que se pueda disfrutar, sino a la cual hay que rehuir y odiar.
Por precepto y por ejemplo, los padres han de enseñar a sus hijos a trabajar por los inconversos. Los niños deben ser educados de tal manera que simpaticen con los ancianos y afligidos y traten de aliviar los sufrimientos de los pobres y angustiados… Desde los primeros años debe inculcárseles la abnegación y el sacrificio en favor del bienestar ajeno y del progreso de la causa de Cristo, a fin de que sean colaboradores con Dios…
Dios quiere que las familias de la tierra sean un símbolo de la familia celestial. Los hogares cristianos, establecidos y dirigidos de acuerdo con el plan de Dios, se cuentan entre sus agentes más eficaces para formar el carácter cristiano y para adelantar su obra.

Gracia y Paz Meditaciones Diarias

jueves, 6 de septiembre de 2018

Salmo 27:14




“Aguarda al Señor; esfuérzate y aliéntese tu corazón; si, espera a Dios” (Salmos 27:14).

¡Espera! ¡Espera! ¡Y que tu espera sea en el Señor! Digno es de ser esperado y jamás confundirá al alma que en Él espera. Mientras esperas, mantente firme. Cuenta con una completa liberación y esté dispuesto a bendecir a Dios por ella. La promesa libertadora se halla en la mitad del versículo: «Aliéntese tu corazón». Esta promesa va directamente dirigida al punto en que necesitas ayuda. Si el corazón está sano, todo el organismo funcionará bien. El corazón necesita calma y tranquilidad, y ambas cosas se lograrán si se encuentra fortalecido.

Un corazón fuerte descansa y se regocija, y envía la fuerza de sus latidos a todos los miembros del cuerpo. Nadie puede penetrar en esta urna secreta de la vida, que es el corazón, para fortalecerlo. Dios está lleno de fortaleza, y, por lo tanto, puede darla a quienes están necesitados de ella. ¡Sé valiente!, porque el Señor te la concederá, y así hallarás calma en la tempestad y gozo en la tristeza.

El autor de estas líneas puede decir con David: «Si, espera al Señor». Lo digo con toda verdad. Por larga y profunda experiencia sé que es bueno esperar en el Señor.

Señor, Gracias por darme la oportunidad de esperar solo en ti y vivir para ti. En el nombre de Jesús, Amén.


¡Gracia y Paz!

Charles Spurgeon.

miércoles, 8 de agosto de 2018

Hebreos 12:4-15




“Busquen la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. Asegúrense de que nadie deje de alcanzar la gracia de Dios; de que ninguna raíz amarga brote y cause dificultades y corrompa a muchos” (Hebreos 12:4-15).

La amargura nace en nuestro corazón por la falta de perdón o la falta de fe para superar alguna situación, es cuando nos dejamos arrastrar por las heridas o la desilusión. Si tienes recuerdos constantes de situaciones pasadas, como heridas emocionales, frustraciones, o si acostumbras a decir palabras pesimistas, es porque tienes una raíz de amargura. No podrás avanzar en la vida, no podrás alcanzar grandes cosas, no podrás dejar fluir las bendiciones, ni el poder del Espíritu Santo, si dejas que la amargura esté presente en tu corazón. Hoy Dios te dice, renuncia a vivir amargado porque te ayudaré a superar los problemas para vivir libre y feliz.

Oración:
“Padre hoy decido renunciar a toda clase de amargura en mi corazón, perdono y dejo atrás las frustraciones, las heridas y la desilusión, para darle lugar a tu presencia en todas las áreas de mi corazón. Lléname con tu amor y con tu Espíritu Santo para poder mirar el futuro con fe y esperanza en el nombre de Jesús, Amén”.


“Gracia y Paz”

Esteban Correa

miércoles, 1 de agosto de 2018

No hay texto alternativo automático disponible.

1 Tesalonicenses 5:23
"Y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible…" 
Dios desea sanar nuestro cuerpo, sanar nuestras emociones. Quiere que nuestro cuerpo, alma y espíritu, sean una unidad íntegra. El pecado viene para deteriorar y destruir esa integridad, no sólo en nosotros, sino también en los seres a quienes amamos. La iniquidad puede causar enfermedades y aflicciones en el espíritu, alma y cuerpo. Solamente Dios puede limpiar del pecado estas tres partes de nuestra vida (Espíritu, Alma y Cuerpo).

¡Qué esperanza y fortaleza le da Jesús a nuestra apesadumbrada alma cuando nos dice: "Tu fe te ha salvado, ve en paz" (Lucas 7:50; 8:48)!

De esta forma Dios quiere sanar nuestra existencia. El Espíritu Santo quiere que cada parte de nuestra vida sea salva, pura y saludable. Desea darnos vida y poder para que nuestro cuerpo, alma y espíritu funcione perfectamente. 

1 Corintios 6:19
“¿O no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?”

¡Gracia y Paz!


jueves, 15 de febrero de 2018

24 RAZONES POR LAS QUE EL INFIERNO ES UN LUGAR REAL.


24 Razones por las que el Infierno es un Lugar Real.

Como cristianos, creemos que Jesús es Dios encarnado. Si Él resucitó realmente de entre los muertos, entonces esto constituye un ratificación y confirmación de que, lo que dijo en vida, era VERDAD. Es interesante como muchos cristianos gustan de leer exclusivamente de los pasajes de Jesús donde se muestra amoroso, compasivo, paciente y tolerante, pero como dice Frank Turek, “¡¡Jesús no era Barnie!!”

Jesús tuvo también palabras de advertencia y palabras de juicio. Confirmó la existencia del infierno en numerosas ocasiones. Siendo Dios, creo que sería prudente escuchar sus sabias palabras. He aquí 24 razones por las que el infierno es un lugar real y Dios no quiere que estés ahí:

1.- Jesús dijo ser Dios (Juan 1:1,17-5; Mateo 11:27; Col. 1:15-19; Col. 2:9; Heb. 1:1-3; Apocalipsis 1:8) en vida.

2.- Jesús resucitó de entre los muertos, siendo así confirmado por Dios mismo. Por lo tanto Jesús es Dios.

3.- Todo lo que dice Dios es verdad y debemos creerlo.

4.- Jesús hizo del arrepentimiento y la fe requisitos para el perdón de pecados: “Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente” (Lc. 13:3 RV60). “diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio” (Mr. 1:15).

5.- El “agua de vida” está disponible para todos, pero no todos la reciben o aun la desean. “Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente” (Ap. 22:17).

6.- La Escritura afirma claramente que habrá un día de juicio después de la muerte física. “Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio” (Heb. 9:27).

7.- Todos aquellos que no han experimentado una conversión real experimentarán el justo juicio debido a su maldad que la Escritura define como “la muerte segunda.” “Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda (Ap. 21:8).

8.- Jesús enseña que la mayor parte de la humanidad lleva un camino que va a la perdición. “Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán. Después que el padre de familia se haya levantado y cerrado la puerta, y estando fuera empecéis a llamar a la puerta, diciendo: Señor, Señor, ábrenos, él respondiendo os dirá: No sé de dónde sois…Pero os dirá: Os digo que no sé de dónde sois; apartaos de mí todos vosotros, hacedores de maldad” (Lc. 13:24-27).

9.- Jesús habló de un lugar de juicio para aquellos que practican la maldad: “…y a los que hacen iniquidad, y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes” (Mat. 13:41-42).

10.- La Biblia enseña que Dios es amor, pero también que castiga la maldad con juicio justo. Sin embargo Jesús pago con su propia vida por nuestra maldad para eliminar nuestra deuda. Simplemente hay que confiarle nuestra vida: “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira” (Rom. 5:8-9).

11.- En uno de los más grandes ejemplos de amor en la Escritura, Jesús nos da una salida para evitar el justo juicio que merecemos: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Jn. 3:16).

12.- La Escritura enseña que existe un juicio eterno para aquellos que no conocen a Dios y rechazan su oferta salvadora: “…cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder, en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo; los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder” (2 Tes. 1:7-9).

13.- Jesús enseñó que es necesario que la persona experimente un nuevo nacimiento para poder entrar al reino de los cielos: “Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Jn. 3:3).

14.- Pablo claramente estipula lo que hay que hacer para ser salvo: “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo” (Hech. 16:31).

15.- Jesús nunca dio indicación de que hay muchos caminos para llegar a Dios. De hecho afirmo sin lugar a equivocarse que El es el único camino: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Jn. 14:6).

16.- Los discípulos de Jesús predicaron que Cristo es el único camino para la salvación: “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hech. 4:12; ver también 1 Tim. 2:5; Heb. 2:3-4; 1 Ped. 1:3-5).

17.- De acuerdo a la Escritura, no todos son hijos de Dios sino solo los que le reciben y creen en él: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios: (Jn. 1:12).

18.- El evangelio es poder de Dios para salvación a todo el que cree. “Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego” (Rom. 1:16; Ver también 10:9).

19.- Solo aquellos cuyos nombres están en el Libro de la Vida del Cordero tienen acceso a la vida eterna: “Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego” (Ap. 20:15; ver también 21:27).

20.- El hombre no es declarado como “justo” automáticamente. Solo aquellos que depositan su confianza en Cristo son declarados como “justos”: “Sin embargo, al que no trabaja, sino que cree en el que justifica al malvado, se le toma en cuenta la fe como justicia” (Rom. 4:5).

21.- La vida eterna viene por medio de una relación con Dios. No podemos conocer al Padre al menos que conozcamos al Hijo: “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Jn. 17:3).

22.- La cruz de Cristo es donde el pago de nuestros pecados fue saldado. Solamente creyendo en esto podemos ser salvos: “Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Jn. 3:14-15).

23.- Solo a los que tienen al Hijo de Dios tienen vida eterna: “Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida” (1 Jn. 5:11-12).

24.- Dios te ama y quiere que vengas al arrepentimiento. El es paciente y está esperándote. No le dejes con los brazos abiertos: “¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento?” (Rom. 2:4).

“El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” 2 Pedro 3:9.


¡Gracia y Paz!
Chris Du Pond 

domingo, 28 de enero de 2018

Salmo 92:4


Creo que ya estoy viviendo la temporada del «invierno» de la tercera edad. Ahora siento que los años pasan volando y, a veces, me gustaría frenarlos, pero tengo un gozo que me sostiene. Cada día es una nueva jornada que Dios me da. Con el salmista, puedo decir: «Bueno es alabarte, oh Señor […]; anunciar por la mañana tu misericordia, y tu fidelidad cada noche» (Salmo 92:1-2).

He tenido muchas luchas en mi vida; he vivido las consecuencias de mis errores y malas decisiones;  me abruman el dolor y las dificultades que vive mi familia, sin embargo Dios permite que me una al salmista, gozándome «en las obras de [sus] manos» (v. 4). Gozo por las bendiciones recibidas: mi familia, mis amigos y el trabajo que tengo. Gozo por la maravillosa creación de Dios y por su Palabra inspirada. Gozo porque Jesús nos amó tanto que murió por nuestros pecados. Y gozo porque nos dio su Espíritu, la fuente del gozo verdadero (Romanos 15:13). El Señor es la razón de que todo creyente «florecerá como la palmera» y «aun en la vejez [fructificará]» (Salmo 92:12, 14).

¿Qué fruto es ese? Independientemente de las circunstancias o las etapas de la vida, podemos ser ejemplos de su amor con la vida que llevamos y las palabras que decimos. Hay gozo en conocer al Señor, en vivir para Él y en testificar a otros de su Persona.

¡Gracia y Paz!



Alyson Kieda

miércoles, 24 de enero de 2018

Sana Doctrina


Gálatas 5:22-23


Gálatas 5:22-23
“La clase de fruto que el Espíritu Santo produce en nuestra vida es: amor, alegría, paz, paciencia, gentileza, bondad, fidelidad, humildad y control propio. ¡No existen leyes contra esas cosas!”.

Una vida espiritual madura y verdadera es aquella que da los frutos que el Espíritu Santo produce. Nuestra meta diaria de búsqueda de Dios tiene que ver con vivir llenos y de acuerdo a estos frutos. El fruto es algo que se produce naturalmente cuando permanecemos unidos a la fuente de vida y poder que es Jesús. Y Él dijo en Juan 14:16 que no nos dejaría huérfanos, o solos, sino que enviaría a otro consolador, al Espíritu Santo, para que esté siempre con nosotros.

Si queremos experimentar todo este fruto del Espíritu Santo, lo único que necesitamos es rendirnos a Dios, renunciar a todo lo que no le agrada, y tendremos la manifestación de su gloria.

Él Espíritu Santo nos provee de poder, que es lo que necesitamos para vivir la vida cristiana victoriosa de milagros, prodigios, dones, sabiduría de Dios y frutos que llenan todo nuestro ser. Buscando su presencia con hambre, y estando enfocados en experimentar su poderosa comunión, es que nos transformará a la imagen de Cristo. Nuestra mayor fuente de poder es el Espíritu Santo, nuestro más grande aliado. Él nos habla lo que el Padre y el Hijo dicen y nos trae el reino de Dios a nuestra vida. Tu amistad con Él, producirá todo tipo de frutos gloriosos en ti, y que bendecirán a muchos.

¡Gracia y Paz!


Esteban Correa

martes, 16 de enero de 2018

Salmo 4:1


David conocía perfectamente que Dios es justo y que él nos hace justicia frente a las situaciones injustas que nos tocan vivir, sobre todo cuando otras personas nos afligen injustamente. Es una buena oración para realizar cuando estamos siendo hostigados, calumniados o atacados injustamente: “Señor hazme justicia”, algo injusto es algo en lo que Dios actuará a favor de la vida de los que creen y esperan en Él. No tengas dudas que el Señor te hará justicia, si actúas en obediencia y con buena conciencia, el Señor te hará justicia ante tus adversarios. David pide misericordia sabiendo que el Señor ya lo ha librado muchas veces de sus angustias, el Señor desea ayudarnos y librarnos por eso David clama con fe y certeza. Así debemos clamar, confiando y esperando en la justicia y la misericordia de Dios.


¡Gracia y Paz!