lunes, 1 de abril de 2013

EL PROPÓSITO DE NUESTRA ADORACIÓN



Romanos 1:21—2:4
“Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles. Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén. Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío. Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen; estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades; murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia; quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican. Por lo cual eres inexcusable, oh hombre, quienquiera que seas tú que juzgas; pues en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo; porque tú que juzgas haces lo mismo. Mas sabemos que el juicio de Dios contra los que practican tales cosas es según verdad. ¿Y piensas esto, oh hombre, tú que juzgas a los que tal hacen, y haces lo mismo, que tú escaparás del juicio de Dios? ¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento?”.

Dios nos creó para adorarlo a Él. Puesto que fuimos hechos con este propósito, adoraremos algo, incluso si decidimos adorar algo que no sea el Creador. Podemos llegar a dedicar nuestras vidas al dinero, la fama, la popularidad, la inmoralidad, o a alguna otra cosa que pueda convertirse en un dios falso. Pero no importa cuántas cosas terrenales intentemos adorar, ninguna de ellas nos podrá satisfacer como el Dios vivo.

En Romanos 1, el apóstol Pablo ilustra este punto en términos de un pecado particular: la perversión sexual. Usted puede pensar que no está pecando si esta iniquidad no forma parte de su vida, pero cualquier indulgencia pecaminosa -ya sea con acciones o actitudes- que tenga prioridad sobre la adoración al Señor, es mala y destructiva. A menos que dejemos que el Señor Jesús nos salve de nuestra naturaleza egoísta, seguiremos descendiendo y cayendo en la depravación.

Al actuar como si Dios no existiera, excluyéndolo de nuestra vida, perdemos de vista el propósito de nuestra existencia. Al pasar por alto el hecho de que Él quiere relacionarse de manera personal con nosotros, estamos rechazando el regalo de su gracia y deshonrándolo. Sin Él, nuestra manera de pensar se vuelve cada vez más vana, llevándonos a elegir sustitutos falsos al tratar de llenar el vacío que solo Dios puede llenar.

Negar a Cristo su legítimo lugar como Señor de nuestra vida, provocará finalmente a la ira de Dios. Pero el Señor, por su gran amor a toda la humanidad, no quiere que nadie pase la eternidad sin Él (2 Pedro 3:9). Por tanto, sigue ofreciéndonos “las riquezas de su benignidad, paciencia y nobleza” y llamándonos al arrepentimiento.

“Gracia y Paz”
Meditación Diaria

NUESTRO DIOS ES TIERNO Y MISERICORDIOSO Y SANA A LOS QUEBRANTADOS



Salmos 147:3
“El sana á los quebrantados de corazón, Y liga sus heridas”.

Dios mira a los orgullosos de una distancia; no se acerca a ellos; Pero se compadece de los humildes. Antes de entrar en nuestras vidas y salvarnos de los pecados, Él nos enseña que somos pecadores, y que tenemos completa necesidad de limpieza y purificación. El Espíritu Santo nos enseña que somos malos y equivocados, y que nosotros merecíamos el castigo que Cristo sufrió en la cruz.

¿Tienes un corazón roto? Dios te dará un corazón nuevo. ¿Lamentas los años perdidos? Dios restaurará los años malgastados. ¿Sufres al darte cuenta que tu vida ha sido inútil y sin valor? Nuestro Dios, lleno de gracia y misericordia, verá tu tristeza, tu arrepentimiento, y tus lágrimas, y se cumplirán en tu vida las promesas de nuestro versículo de hoy: “El sana a los quebrantados de corazón, Y venda sus heridas” (Salmo 147:3).

Nuestro Dios es tierno y misericordioso y sanará a los quebrantados. En tu vida Cristiana cuando estás apenado y sufriendo por la pérdida de alguien que quieres, o tienes cualquier clase de pérdida o dolor, Dios te mandará El Consolador, El Espíritu Santo para darte paz y consuelo en tus aflicciones.

“Gracia y Paz”
Un Versículo de la Biblia cada Día