martes, 7 de octubre de 2014

Hebreos 12:14



La Santidad se alcanza a través de la presencia de Dios en nuestras vidas y se manifiesta a través de las obras que Él ha preparado de antemano para que nosotros las hagamos. El Espíritu Santo se manifiestan a través de nosotros cambiando nuestros pensamientos y en consecuencia nuestras acciones.

La Santidad es una condición espiritual que tenemos en Cristo junto con la salvación, la justicia, el sacerdocio, la realeza. La presencia de Dios en nosotros crea una separación de lo que había antes en nuestra vida y lo que ahora somos.

En Cristo somos santos y esta nueva naturaleza nos empuja a buscar las cosas que pertenecen a Dios y a progresar en la santidad.

La palabra santo se deriva del latín (secto) y significa separado o cortado. Entonces se puede decir que los que pertenecemos a Dios debemos ser santos y vivir para Dios, buscando y haciendo su Voluntad en todos los aspectos de la vida.

¡Gracia y Paz!


Apocalipsis 3:11




Apocalipsis 3:10-12
"…Porque has guardado la palabra de mi perseverancia, yo también te guardaré de la hora de la prueba, esa hora que está por venir sobre todo el mundo para poner a prueba a los que habitan sobre la tierra. Vengo pronto; retén firme lo que tienes, para que nadie tome tu corona. Al vencedor le haré una columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, que desciende del cielo de mi Dios, y mi nombre nuevo.…"

ORACIÓN

¿Qué haría falta para que fueras un hombre o una mujer “conforme al corazón de Dios”? ¿De qué actividades debes apartarte? ¿Qué prácticas debes añadir a tu vida diaria? Pídele a Dios que te ayude a hacer los cambios necesarios, de manera que puedas conformarte a los deseos de su corazón. Busca su rostro en oración cada día de tu vida, lee su palabra, medita en ella y el Espíritu Santo poco a poco irá llevando a cabo en ti esa transformación.


¿QUÉ SIGNIFICA SER “CONFORME AL CORAZÓN DE DIOS”?



¿QUÉ SIGNIFICA SER “CONFORME AL CORAZÓN DE DIOS”?

Hechos 13:21-22
“Luego pidieron rey, y Dios les dio a Saúl hijo de Cis, varón de la tribu de Benjamín, por cuarenta años. Quitado éste, les levantó por rey a David, de quien dio también testimonio diciendo: He hallado a David hijo de Isaí, varón conforme a mi corazón, quien hará todo lo que yo quiero”.

El apóstol Pablo se estaba dirigiendo a un grupo que era básicamente judío, y en medio de su discurso les habló de David, quien, por supuesto, era bien conocido por el auditorio. David puede ser recordado como un gran guerrero o como un rey conquistador o como un gran salmista, pero Pablo prefirió llamarlo de la manera en que Dios le llamó cuando decidió desechar al rey Saúl por su desobediencia, y reemplazarlo con David. Así le dijo a Saúl el profeta Samuel: “Yahweh se ha buscado un varón conforme a su corazón, al cual ha designado para que sea príncipe sobre su pueblo, por cuanto tú no has guardado lo que Yahweh te mandó” (1 Samuel 13:14).

¿Qué significa ser “conforme al corazón de Dios”? Para David significaba mantener una relación íntima con Dios en todas las circunstancias, y amarle por sobre todas las cosas. Estando en el desierto de Judá, huyendo del rey Saúl y sus ejércitos que lo buscaban para matarlo, David escribió el Salmo 63, donde derramó su amor por Dios y el profundo deseo de su alma de vivir en íntima comunión con el Señor. Dice el versículo 1: "Dios, Dios mío eres tú; de madrugada te buscaré; mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela...” Y en el Salmo 42:1, David dice: “Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía”. Esto significa mucho más que simplemente una rutina regular de oraciones memorizadas. Este clamor del espíritu de David estaba fundado en un anhelo muy profundo de caminar lo más cerca posible del Señor.

Cuando Dios ordenó al profeta Samuel que fuera a casa de Isaí de Belén, pues había decidido elegir como el próximo rey de Israel a uno de sus ocho hijos (1 Samuel 16), le advirtió lo siguiente: “No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Yahweh no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Yahweh mira el corazón”. Y aquel día, Samuel ungió al menor de todos ellos, el joven pastor de ovejas David, quien tiempo después fue coronado rey de Israel donde reinó por cuarenta años. Muchos años más tarde Dios reprendió al rey Jeroboam quien había sido desobediente construyendo altares y ofreciendo sacrificios a dioses falsos, diciéndole: “Tú no has sido como David mi siervo, que guardó mis mandamientos y anduvo en pos de mí con todo su corazón” (1 Reyes 14:8).

El anhelo intenso de David era vivir de manera que Dios se agradara de él. Su vida, descrita a través de los Salmos que escribió, reflejan un corazón dispuesto a la adoración (Salmo 29), una fe absoluta en su pastor, el cual le proveía de todo (Salmo 23), y en quien confiaba plenamente aún mientras dormía (Salmo 4). Ciertamente David era un hombre conforme al corazón de Dios. Buscaba al Señor cada día muy temprano para adorarle de todo corazón, confiaba plenamente en él en todas las circunstancias, le alababa constantemente, le adoraba y le obedecía en todo. Por eso, el Señor dice en el pasaje de hoy, refiriéndose a David, “quien hará todo lo que yo quiero”.

Sin duda David no era perfecto, como no lo es ningún ser humano. Él cayó en pecado de adulterio al acostarse con Betsabé, y más tarde fue culpable de homicidio al planear la muerte del marido de ésta, pero después reconoció su pecado y con corazón contrito y sinceramente arrepentido se postró ante Dios clamando por su perdón. Y Dios lo perdonó y lo restauró. Fue entonces que escribió el Salmo 51, en el cual mostró su quebrantamiento.

¿Qué haría falta para que te describieran a ti como un hombre o una mujer “conforme al corazón de Dios”? ¿De qué actividades debes apartarte? ¿Qué prácticas debes añadir a tu vida diaria? Pídele a Dios que te ayude a hacer los cambios necesarios, de manera que puedas conformarte a los deseos de su corazón. Busca su rostro en oración cada día de tu vida, lee su palabra, medita en ella y el Espíritu Santo poco a poco irá llevando a cabo en ti esa transformación.

¡Gracia y Paz!

Dios te Habla