miércoles, 29 de junio de 2016

Proverbios 4:26-27



Proverbios 4:26-27
"Examina la senda de tus pies, Y todos tus caminos sean rectos. No te desvíes a la derecha ni a la izquierda; Aparta tu pie del mal".

El corazón influye en nuestro comportamiento. Si guardamos nuestro corazón, podremos mantenernos firmes en el camino y evitaremos caer en la trampa del enemigo.

Guardar el corazón no es fácil ni sencillo, pero como hijos e hijas de Dios, escogidos, llamados y justificados por la sangre de Jesús, debemos mantenerlo limpio para el Señor.  Seamos obedientes en todo tiempo. Concentrémonos en la oración, el estudio de la Palabra de Dios, las buenas obras, y en llevar adelante el evangelio.  Jesús viene pronto ¿Estamos listos?



¡Gracia y Paz!

Proverbios 4:4

Proverbios 4:4
“Y él me enseñaba, y me decía: Retenga tu corazón mis razones, Guarda mis mandamientos, y vivirás”.

Una de las más grandes responsabilidades de los padres es la de alentar a sus hijos a ser sabios. En este proverbio el rey Salomón dice cómo su padre, David, lo alentó a buscar la sabiduría cuando era joven. Esto quizás motivó a que Salomón pidiera a Dios sabiduría por encima de cualquier otra cosa. La sabiduría puede transmitirse de padres a hijos, de generación en generación. Finalmente, por supuesto, toda sabiduría procede de Dios. Los padres solo pueden exhortar a sus hijos para que se vuelvan a Él. Si tus padres nunca te lo enseñaron, la Palabra de Dios actúa como un padre amoroso y compasivo para ti. Puedes aprender de las Escrituras y así crear un legado de sabiduría a medida que enseñes a tus hijos.


¡Gracia y Paz!

Proverbios 4:6



Si quieres sabiduría, debes tomar la decisión de ir en pos de ella. Una vez iniciado el camino, no importan los obstáculos y las dificultades con las que te enfrentes, ten determinación para no abandonar la búsqueda. Este no es un paso más que darás en tu vida, sino un proceso diario de elección entre dos caminos: el del mal y el del bien. Nada debe ser más importante o de mayor valor que esto.

Proverbios 4:24