jueves, 16 de mayo de 2013

CUIDADO CON EL DERRUMBE MORAL



Romanos 1:26-27
“Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío”.

También en el libro de Judas leemos de un día futuro tan malvado y vil en el cual Dios vendrá con sus santas decenas de millares para hacer juicio por todas las obras impías. Judas profetizó que los hombres se entregarán a sus deseos sucios de lujuria, siendo burladores, sensuales, “que espuman su propia vergüenza” (Judas 13). Esto se refiere a una sociedad de fornicadores corruptos que van “en pos de vicios contra naturaleza”, lo cual se refiere a la rampante homosexualidad.

Hoy día, América no es la única nación que ha quitado los límites morales. El derrumbe moral está en todo el mundo, y se está volviendo muy evidente que Satanás está vomitando las abominaciones del infierno sobre la humanidad. Este es un tiempo, se nos advierte en las Escrituras, cuando el diablo tratará de seducir a los elegidos de Dios.

Judas miró hacia adelante, en esos tiempos viles, malvados, y vio algo más, algo muy inspirante y milagroso. En medio de toda la inmoralidad y degradación en aumento, él vio un pueblo “llamados, santificados en Dios Padre, y guardados en Jesucristo” (Judas 1).

No importa cuán corrupto se vuelve este mundo en los días venideros – no importa cuán demoniacos sean los medios de comunicación, TV y películas, no importa cuánto aumenta la adoración a los diablos, no importa cuánto tratan de forzar su agenda los homosexuales en la sociedad, no importa si el mismo diablo camina por las calles – Dios va a preservar a sus hijos. Él va a preservar para sí mismo un pueblo santificado. El los cuidará del malvado, y ellos se fortalecerán en fe y devoción, mientras los impíos corren hacia la destrucción.

Escuchen la palabra del Señor: “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es el que os llama, el cual también lo hará” (1 Tesalonicenses 5:23-24).

David dijo, “Porque Jehová…no desampara a sus santos. Para siempre serán guardados” (Salmo 37:28). “Cercando andan los malos…Tú Jehová, los guardarás; de esta generación los preservarás para siempre” (Salmo 12:7-8).

Que esta oración del apóstol Pablo sea nuestra oración en los tiempos malos y turbulentos que tenemos por delante: “El Señor me librará de toda obra mala, y me preservará para su reino celestial” (2 Timoteo 4:18).

¡Regocíjate! Dios ha pactado guardar y preservar a todos aquellos que confían plenamente en él.

“Gracia y Paz”
Para Meditar y Compartir

¿TU FE ESTA ANCLADA EN LAS SAGRADAS ESCRITURAS?



1 Corintios 2:5
“Para que vuestra fe no esté fundada en sabiduría de hombres, mas en poder de Dios”.

La vida es breve, y la muerte es segura. Estamos en un precipicio, y miramos abajo un abismo de incertidumbre. El único puente que se extiende a lo largo de este abismo es la Cruz de Cristo. “En la cruz de Cristo, me confío”. Te apremio que abandones los sistemas de creencias que provienen de los hombres y que acudas a Jesucristo, quien es el único refugio de la tempestad que se acerca.

Si yo, con palabras elocuentes o argumentos astutos, te pudiera convencer a creer en Dios, entonces, la fe tuya se basaría en la sabiduría de los hombres. Pero predicamos a Cristo, te referimos a las Santas Escrituras para que tu fe se ancle en el poder y a la sabiduría de Dios. Ve a las Escrituras porque no hay nada como ellas, pues enseñan a Cristo crucificado, que es la sabiduría y el poder de Dios. Si pones tu ancla en las Escrituras, entonces tu fe estará basada en la sabiduría y el poder de Dios y no en los hombres.

“Gracia y Paz”
Un Versículo de la Biblia cada Día

¿TE ATORMENTAN LAS PREOCUPACIONES?



Filipenses 4:6-7
“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”.

Refiriéndose a las preocupaciones, el famoso novelista y humorista norteamericano Mark Twain escribió en uno de sus libros que muchas veces se preocupó por tragedias en su vida, la mayoría de las cuales nunca sucedieron. Quizás su declaración nos haga sonreír, pero lo cierto es que esta es una realidad en la vida de la mayor parte de la humanidad. Y es lamentable, pues la preocupación afecta nuestra paz, gozo, salud física y mental, y en el aspecto espiritual perturba nuestra relación con Dios.

Un pastor contó que en una ocasión aprendió una valiosa lección acerca de cómo vencer la preocupación. Así dijo: “Yo había salido en un viaje misionero a un remoto país a pesar de que sabia que en mi ausencia se iba a llevar a cabo una reunión sumamente importante. Durante el viaje me sentí constantemente preocupado acerca de los resultados de la reunión. Pensé que yo había cometido un error al decidir viajar, pues estaba seguro que mi presencia en esa reunión era de vital importancia. Mi mente estaba terriblemente atormentada. Aunque había una diferencia de ocho horas entre las dos ciudades, decidí hablar con el Señor en el preciso momento en que la reunión se estaba llevando a cabo. Mientras yo oraba en la habitación del hotel en la noche, Dios habló claramente a mi atribulado espíritu y me dijo: “¿Quién tú prefieres que esté presente en la reunión, tú o yo?” En ese momento me reí a carcajadas, mientras mi ansiedad y mi autosuficiencia desaparecían como por arte de magia”.

El pasaje de hoy nos exhorta a no estar afanosos sino a orar. La oración nos recuerda que Dios está constantemente en control y que su poder, sabiduría y amor se manifiestan en cualquier problema en nuestras vidas por difícil que este sea. Cuando oramos, estamos involucrando a nuestro Padre celestial en nuestras circunstancias y poniendo los resultados en sus manos soberanas. Entonces debemos estar atentos a lo que Dios tiene que decirnos. Escuchar la voz de Dios de la manera en que lo describió el pastor de la historia no sucede con mucha frecuencia, pero nosotros podemos aprender a mantener nuestros oídos espirituales en sintonía con el Espíritu de Dios, por medio de la constante oración y la diaria lectura de la Biblia.

El Señor se comunica con nosotros a través de su Palabra. Cuando la leemos como si estuviésemos escuchando su voz, podremos concentrarnos más en lo que el Padre nos está diciendo. Podemos preguntarnos, “¿Qué me estará diciendo este pasaje?” o “¿Qué debo hacer, Señor?” A medida que pasemos tiempo diario con Dios, nuestra relación con él se irá fortaleciendo, y será cada vez más íntima. Él se deleita en nuestro diálogo porque él quiere revelarse a nosotros.

El Salmo 37:7 dice: “Guarda silencio ante Jehová, y espera en él”. Dios se manifestará en las circunstancias de aquellos que esperan confiadamente en él. No permitas que la preocupación te controle y te mueva a actuar precipitadamente. Espera el tiempo del Señor. El apóstol Pedro, tan conocido por su impulsividad, aprendió muy bien este principio, y siendo un anciano escribió a “los expatriados de la dispersión”, exhortándolos a echar todas sus preocupaciones y afanes en los brazos del Señor, y esperar pacientemente. Así dice 1 Pedro 5:6-7: “Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo; echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros”.

ORACIÓN:
Padre amado, me postro humildemente ante tu trono de gracia para depositar en tus manos todas mis cargas, mis afanes y mis preocupaciones. Ayúdame a descansar en ti y a esperar en ti, y lléname de esa paz que sobrepasa todo entendimiento. En el nombre de Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”
Dios te Habla