viernes, 26 de julio de 2013

ORACIÓN



Mi Eterno y Amado Padre, cuánto anhelo vivir en constante comunión contigo. Por favor ayúdame a retirar todo aquello que me impide dedicar un tiempo cada día a meditar y conversar contigo, y capacítame para hacerlo con un corazón entregado a ti totalmente. En el nombre de Jesús, Amén.

¿CUÁL ES TU ACTITUD AL ORAR?



Mateo 6:5, 6
“Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público".

En este pasaje Jesús nos muestra dos actitudes en la oración completamente opuestas. La primera es la que asumen algunas personas cuyo fin es impresionar a la audiencia, para aparentar que son muy consagrados cuando en realidad su corazón está bien lejos de lo que dice su boca. De nada les vale pues “Dios no puede ser burlado”, dice la Biblia en Gálatas 6:7. Y en Isaías 29:13 dice Dios: “Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí” .Los que actúan de esta manera, afirma Jesús, son hipócritas y la única recompensa que obtendrán será, en todo caso, el halago de los que los escuchan.

La otra actitud es la que el Señor nos aconseja. Él dice que cuando oremos nos vayamos a nuestra habitación y cerremos la puerta, o sea que nos retiremos a un lugar tranquilo, donde nadie pueda interrumpir nuestra conversación con Dios, y allí calladamente entremos en una profunda comunión con él. En este caso la recompensa será, sin duda, completamente diferente a la que produce la primera actitud. Colosenses 3:23-24 dice: “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís”. Cuando nos acercamos al Señor con un corazón agradecido y deseoso de adorarle, él se complace en bendecirnos abundantemente.

Debemos hacer un esfuerzo por encontrar un momento cada día para escapar de las demandas sobre nuestras vidas, y concentrar toda nuestra atención en escuchar la voz de Dios. Jesús estaba muy conciente de esta necesidad de aislamiento. Él mismo solía retirarse a menudo a conversar con su Padre, pues sabía que era vital hacer una pausa en las actividades diarias para tener una verdadera comunión con Dios. En Mateo 14:23 dice: “Despedida la multitud, subió al monte a orar aparte; y cuando llegó la noche, estaba allí solo”. Sobretodo en momentos en que necesitaba tomar alguna decisión muy importante, Jesús buscaba la soledad para escuchar con claridad la voz de Dios. Por ejemplo al escoger los doce apóstoles. Dice Lucas 6:12-13: “En aquellos días él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios. Y cuando era de día, llamó a sus discípulos, y escogió a doce de ellos, a los cuales también llamó apóstoles”.

Esta actitud de entrega y búsqueda sincera del rostro del Señor podemos ponerla en práctica también cuando estemos orando en un grupo. En Mateo 18:20, Jesús dice: “Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”. Es decir, el Señor está presente de igual manera cuando oramos en la soledad de nuestra habitación que cuando lo hacemos en un grupo. Lo importante es la actitud de nuestro corazón. La Biblia nos narra en Hechos capítulo 2 la poderosa manifestación del Espíritu Santo el día de Pentecostés, la cual comenzó de esta manera: “Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos...” Aquel grupo de hombres y mujeres habían perseverado en oración mientras esperaban confiados que se llevara a cabo lo que Jesús les había prometido justo antes de ascender al cielo.

En algún momento del día, apaga el televisor, el celular, la computadora, deja toda actividad y vete a un lugar tranquilo donde puedas comunicarte con el Señor y escuchar claramente su la voz. Quizás no te resulte fácil hacerlo, pero tienes que tomar la decisión de apartar un tiempo diariamente para el Señor. De esto depende en gran parte tu crecimiento espiritual.

ORACIÓN:
Mi Eterno y Amado Padre, cuánto anhelo vivir en constante comunión contigo. Por favor ayúdame a retirar todo aquello que me impide dedicar un tiempo cada día a meditar y conversar contigo, y capacítame para hacerlo con un corazón entregado a ti totalmente. En el nombre de Jesús, Amén.


“Gracia y Paz”
Dios te Habla


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¿TIENES FE?



Mateo 21:22
“Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis”.

Esta promesa es muy extensiva, pero después de todo, Él es el Señor, y con Él todo es posible. “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que a Dios se allega, crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Hebreos 11:6).

La fe es la llave que abre la puerta de las bendiciones que Dios tiene para nosotros. ¡Cuántas batallas se han ganado por la Fe, cuantos problemas resueltos, y cuantas bendiciones recibidas por la oración de Fe!

Jesús dijo: “Si puedes creer, al que cree, todo le es posible” (Marcos 9:23).

¡Anímate! Dios tiene muchas bendiciones para ti y todas las puedes recibir con la mano de la fe. Prepara tu corazón, extiende tu brazo y abre tu mano. Amén.


“Gracia y Paz”
Un Versículo de la Biblia cada Día



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¿SABES QUE ES LA GRACIA Y EL CONOCIMIENTO?



2 Pedro 3:18
“Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén”

Que importante y necesario es mantener en nuestra vida Cristiana el balance de estos dos aspectos. El mandamiento esta dirigido a crecer en la gracia y el conocimiento de Jesucristo.

La gracia es el favor inmerecido que Dios nos ha otorgado por medio de Jesucristo. El conocimiento es el cúmulo de instrucciones, comprensión y luz que se va adquiriendo a medida que leemos las Escrituras. Estos dos conceptos no deben separarse en el proceso de nuestro crecimiento. Utilizar solo la gracia no es suficiente, vendríamos a ser como niños fluctuantes, sin discernimiento y expuestos a cualquier viento de doctrina. Dios nos demanda que seamos obreros diligentes y que utilicemos bien su Palabra (2 Timoteo 2:15).

Tampoco podemos crecer solo con el conocimiento, nos transformaríamos en doctos, pero no expertos; seriamos como aquel Nicodemo que sabía que Jesús era el Hijo de Dios, pero no había experimentado el nuevo nacimiento.

Cuando separamos La gracia del conocimiento, nuestro crecimiento es anormal. La gracia nos permite mantener la cordura y a no tener mas alto el concepto de sí que el que debamos tener (Romanos 12:3). Es la que nos impulsa solo a glorificar a Cristo y su obra en nosotros. El solo conocimiento nos puede envanecer y nos puede transformar en especialistas de púlpitos, pero nulos en cuanto a vivir lo que enseñamos.

Amados, pidamos siempre al Señor que nos ayude a crecer en estos dos aspectos sin separarlos. Cuando esta unidad pierde su equilibrio, los resultados siempre son desastrosos. La sola gracia no alimenta y el solo conocimiento viene a ser como pasto seco. Pero cuando estos dos benditos ingredientes se mantienen juntos, el pasto verde y nutritivo se hace abundante para las ovejas y la gloria será para Cristo.


“Gracia y Paz”



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