sábado, 26 de enero de 2013

HISTORIAS DE VIDA



2 Corintios 3:3
“… sois carta de Cristo expedida por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo…”

Cuando era niño, me encantaba que mi mamá me leyera cuentos. Me sentaba sobre sus rodillas y escuchaba cada palabra. Mientras ella leía, yo examinaba los detalles de cada dibujo y esperaba con ansias oír lo que diría la página siguiente.

¿Alguna vez has pensado que nuestra vida narra una historia? En cada situación (buena, mala o indiferente), aquellos que nos rodean están observando y escuchando lo que les relatamos. Nuestra historia no solo se comunica con palabras, sino también mediante la actitud y las reacciones frente a los golpes y las bendiciones de la vida. Nuestros hijos, nietos, cónyuges, vecinos y compañeros de trabajo observan la historia que les narramos.

Pablo nos recuerda que, como seguidores de Cristo, nuestras vidas son como cartas «conocidas y leídas por todos los hombres; […] carta de Cristo […] escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo» (2 Corintios 3:2-3).

En la carta de nuestra vida ¿qué historia leen aquellos que nos ven de cerca? ¿Relatos de perdón, compasión, generosidad, paciencia, amor?

Si experimentas el gozo de una vida llena de gracia por el Espíritu Santo que mora en ti, ¡disfruta de ser uno de los grandes narradores divinos de historias!

Reflexión: Cuéntale al mundo con tu vida la historia del amor y la misericordia de Cristo.

-----------------------------
LEA: 2 Corintios 3:1-11
-----------------------------

“Gracia y Paz”
Nuestro Pan Diario

LA MINA TERRESTRE DEL TEMOR



Isaías 41:10-13
“No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia. He aquí que todos los que se enojan contra ti serán avergonzados y confundidos; serán como nada y perecerán los que contienden contigo. Buscarás a los que tienen contienda contigo, y no los hallarás; serán como nada, y como cosa que no es, aquellos que te hacen la guerra. Porque yo Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha, y te dice: No temas, yo te ayudo”.

Los seres humanos tenemos razones legítimas para tener miedos, pues nuestro mundo tiene muchos peligros. Pero, aunque nuestras circunstancias sean amedrentadoras, los cristianos no debemos vivir con temor. Pues las maravillosas promesas de Dios nos permiten vivir sosegadamente en medio de lo que nos rodea.

Para nuestra protección, Dios ha infundido en nosotros algunos temores naturales, propios de nuestro instinto de preservación, como el miedo a las serpientes o las aguas profundas. Además, el Creador nos dio también un sistema de advertencia para que reaccionemos con rapidez ante el peligro. Por ejemplo, si un automóvil viene a alta velocidad hacia nosotros, una reacción instantánea de alarma puede salvarnos la vida.

En otras palabras, algunos temores nos protegen. Pero el miedo constante y absorbente es dañino. Si bien, nos preocupamos por los riesgos que pudiéramos enfrentar o nuestros seres queridos, debemos confiar en Dios, en lugar de sentir angustia por todo lo malo que podría ocurrir.

A medida que crece la ansiedad, aumenta también la incertidumbre, hasta que ésta obstaculiza nuestra relación con Dios. Los temores son resultados de nuestras dudas en cuanto al auxilio del Señor. Eso hace que centremos nuestra atención en nuestras preocupaciones, en vez de Aquel que ha prometido sostenernos en su mano.

El Señor nos brinda fortaleza porque sabe cómo puede atormentarnos el temor. No permita que las preocupaciones le cieguen a sus promesas y le priven de la ayuda que Él siempre pone a nuestra disposición. La Biblia nos recuerda: “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús” (Filipenses 4:19).

“Gracia y Paz”
Meditación Diaria

VIVIENDO Y ANDANDO EN EL ESPÍRITU



2 Tesalonicenses 3:13
“Y vosotros, hermanos, no os canséis de hacer bien”.

Siempre han habido dificultades, burlas, y oposición a los cristianos que de veras tratan de servir a Jesús y agradarle. Esto es la naturaleza del mundo que está en rebelión contra Dios y su reino. Jesús nos dice de antemano en Juan 16:33, “En el mundo tendréis aflicción: pero confiad, yo he vencido al mundo”. Pablo dice que todos los que obedecen a Cristo y viven por Él, sufrirán persecución. Eso no es nada nuevo. ¿Entonces cual debe ser nuestra reacción? ¿Acaso debemos desanimarnos y dejar de hacer las buenas obras? ¿Dejar de servirle a Él? ¡De ninguna manera! Debemos redoblar nuestros esfuerzos y dejar que la paz y el gozo de Dios reine en nuestro corazón, mientras que vivimos por Él, y andamos en el Espíritu, con una nueva visión del Calvario y el amor que condujo a Cristo a sacrificarse por nosotros.

“Gracia y Paz”
Un Versículo de la Biblia cada Día