jueves, 31 de enero de 2013

AMA A TUS HIJOS; ENSÉÑALES A ORAR; LLÉVALES A LA IGLESIA PARA HONRAR Y ADORARLE A DIOS



Proverbios 22:6
“Instruye al niño en su carrera: Aun cuando fuere viejo no se apartará de ella”.

Uno de los problemas más grande de nuestra época es que tenemos jóvenes que son desordenados y que no obedecen ni respetan a sus mayores. Cuando crecen, producen una sociedad de caos, crimen, confusión y desorden. El versículo de hoy debe entenderse por dos lados: Primero es la disciplina. Haz que tu niño te obedezca. Que seas firme y consistente, y cuando le dices que haga una cosa, no le dejes hasta que lo haga, y hasta que forme la costumbre de obedecerte.

La segunda parte consiste en los hábitos que el niño debe formar. Uno de ellos, el principal, es llevarlo a la iglesia donde se predica la palabra de Dios. Déjale ver que tú crees en Dios y le honras. Enséñale a orar y a leer la Biblia. Si tenemos problemas en nuestra sociedad, es porque los padres no son diligentes en instruir y guiar a sus hijos. Ama a tus hijos; enséñales a orar; llévales a la iglesia para honrar y adorarle a Dios. Que Dios bendiga abundantemente a tu familia.

“Gracia y Paz”
Un Versículo de la Biblia cada Día

RESCATADO



Hechos 16:31
“Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo…”

Manuel González fue el primer rescatador que llegó al lugar donde 33 mineros estuvieron atrapados durante 69 días en una mina chilena en 2010. Arriesgó su vida al descender más de 600 metros (2,000 pies) para llevarlos a la superficie. El mundo miraba con asombro mientras un minero tras otro era rescatado y liberado.

La Biblia nos habla de un rescate aun más asombroso. Por la desobediencia de Adán y Eva, toda la humanidad está atrapada en el pecado (Génesis 2:17; 3:6, 19; Romanos 5:12). Incapaz de liberarse, cada ser humano enfrenta la muerte, física y eterna. Pero Dios ha provisto un Rescatador: Jesucristo, el Hijo de Dios. Todo aquel que acepta el regalo de la salvación ofrecido mediante su muerte y resurrección es liberado de las garras del pecado y de la pena de muerte resultante (Romanos 5:8-11; 10:9-11; Efesios 2:1-10). Jesucristo es «primicias de los que durmieron» (1 Corintios 15:20). Fue el primero en resucitar de los muertos, para no volver a morir jamás. Asimismo, todos los que ponen su fe en Él reciben la vida (Romanos 8:11).

¿Sigues atrapado en tus pecados? Acepta el regalo de la salvación que Dios ofrece y disfruta de la libertad en Cristo en esta vida y de la eternidad con Él (Hechos 16:31; Efesios 2:1; Colosenses 2:13).

Mediante su cruz, Jesús rescata y redime.

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LEE: 1 Corintios 15:1-4, 20-25
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“Gracia y Paz”
Nuestro Pan Diario

APOYARSE EN EL SEÑOR



Mateo 14:22-33
“En seguida Jesús hizo a sus discípulos entrar en la barca e ir delante de él a la otra ribera, entre tanto que él despedía a la multitud. Despedida la multitud, subió al monte a orar aparte; y cuando llegó la noche, estaba allí solo. Y ya la barca estaba en medio del mar, azotada por las olas; porque el viento era contrario. Mas a la cuarta vigilia de la noche, Jesús vino a ellos andando sobre el mar. Y los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron, diciendo: ¡Un fantasma! Y dieron voces de miedo. Pero en seguida Jesús les habló, diciendo: ¡Tened ánimo; yo soy, no temáis! Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús. Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame! Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste? Y cuando ellos subieron en la barca, se calmó el viento. Entonces los que estaban en la barca vinieron y le adoraron, diciendo: Verdaderamente eres Hijo de Dios”.

Dios nos está llamando —a sus hijos— a aceptar ciertos riegos. Quiere que dejemos de ir a lo seguro, y dar un paso de obediencia. Aunque hacerlo crea incertidumbre en la vida, hay algunas cosas de las que podemos estar seguros.

Seremos desafiados. Ya sea mediante unas relaciones complejas, un trabajo difícil o unas situaciones que requerirán tener más fe, Dios nos ensanchará espiritualmente. Al aceptar riesgos podemos sentir dudas, indecisión y temores. O, podemos pensar que somos ineptos o incompetentes. Pero no son razones para decir “no” a una tarea que Dios nos dé, sino oportunidades para confiar en el Señor.

Podemos contar con la presencia del Señor. Es imposible que los creyentes vivan siquiera un día sin la presencia de Dios (He 13:5). La relación que tenemos con Él por medio de Jesucristo es permanente. El amor que nos tiene nuestro Padre celestial es firme y profundo, y sus promesas son seguras. Cuando Él nos pide que nos aventuremos a salir de nuestra agradable rutina, podemos obedecer porque Él está a nuestro lado.

El poder del Espíritu Santo está con nosotros. El Espíritu de Dios vive dentro de cada creyente, y nos da el poder para tener la victoria. Cuando desmayamos, Él nos fortalece. Cuando tropezamos, Él nos sostiene. Y cuando caemos, Él nos levanta.

¿Qué le estás pidiendo Dios que haga, que representa un desafío para ti? Recuerda que cuando Él nos invita a que demos un paso de fe en medio de la incertidumbre y aceptamos los riesgos, podemos confiar en su presencia y en su poder para prepararnos.

“Gracia y Paz”
Meditación Diaria

¿CUÁL DE LOS DOS YUGOS PREFIERES?



Gálatas 5:1
“Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud”.

Muchos cristianos no disfrutan la libertad espiritual que hemos recibido por medio del sacrificio de Cristo. Les pasa como a aquel hombre que estuvo preso 30 años, y al salir de la cárcel se encontró tantos cambios afuera que no pudo adaptarse a la vida de libertad y pidió que lo pusieran de nuevo en la cárcel. Por eso el apóstol Pablo, cuando se dio cuenta que esta situación existía en la iglesia de Galacia, les recordó que en realidad ellos eran libres de la esclavitud en que habían vivido, y les exhortó a que se mantuvieran firmes en la fe y el amor de Cristo, y no volvieran a someterse a los preceptos y tradiciones de la ley, es decir "al yugo de esclavitud".

Jesús vino a liberar a un pueblo que estaba esclavo de los reglamentos de la ley. Estaban cansados de tratar de cumplir algo que resultaba imposible de cumplir. Muchos desistían de tratar de “agradar” a Dios, pues no podían llevar a cabo los estatutos de la ley por mucho que se esforzaran. En ese tiempo vino Jesús al mundo. Dice Gálatas 4:4-5: “Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos”. Redimir significa “comprar la libertad de alguien pagando un precio”. Esto hizo Jesús en la cruz del Calvario. Con su sangre pagó por nuestra libertad del yugo de la ley y el pecado.

La ley se escribió para dar a conocer el pecado, no para librarnos del pecado, “ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado” (Romanos 3:20). Es decir, la ley enseña lo que es bueno y lo que es malo delante de los ojos de Dios. El propósito de la ley era que el hombre reconociera que por sus propios esfuerzos no podían justificarse ante Dios y por lo tanto necesitaban un salvador. Pero muchos no entendían este principio y se empeñaban infructuosamente en tratar de cumplir la ley, permaneciendo esclavos del pecado.

Cuando aceptamos a Jesucristo como salvador somos liberados del yugo del pecado. Esto es un hecho. Pero debemos no solamente creerlo, sino actuar de acuerdo a nuestro nuevo estado de libertad. Esto es posible solamente cuando vivimos conforme al Espíritu. Andar conforme al Espíritu es pensar y actuar de acuerdo a la voluntad de Dios; es tener una permanente actitud de sumisión y obediencia a la Palabra de Dios. Jesús les dijo a un grupo de judíos que habían creído en él: “Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:31-32).

Esta libertad es completa cuando no solamente dejamos de estar sometidos al yugo del pecado, sino cuando además nos sometemos al yugo de Jesús. El Señor nos hace la siguiente invitación: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas, porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mateo 11:28-30). Jesús dio su vida en la cruz para liberarnos del yugo de esclavitud del pecado. Y además nos ofrece que llevemos su yugo para guiarnos en nuestro camino y ayudarnos con nuestras cargas, de la misma manera que el buey experimentado actúa con el joven buey con el cual es enyugado.

En esta vida tenemos dos opciones: Servimos al mundo o servimos a Dios; nos sometemos al dominio del pecado o a la autoridad de la justicia divina. “¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia?” (Romanos 6:16). El resultado del pecado es muerte y destrucción. El resultado de someternos a Dios es paz y victoria. Escoge tú cual de los dos yugos prefieres.

ORACIÓN:
Amante Padre celestial, te doy gracias por la libertad que me has dado a través de Jesucristo. Ayúdame a vivir de acuerdo a esa libertad, permaneciendo firmemente en tu Palabra y obedeciéndote cada día de mi vida. En el nombre de Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”
Dios te Habla