martes, 6 de mayo de 2014

ABIGAIL


ABIGAIL

1 Samuel 25:3
“Aquel varón se llamaba Nabal, y su mujer Abigail. Era aquella mujer de buen entendimiento y de hermosa apariencia, pero el hombre era duro y de malas obras; y era del linaje de Caleb”.

[Leer 1 Samuel 25:2-42]

Abigail, una mujer hermosa casada con un hombre necio. Una mujer que demostró valor, sabiduría y un corazón dispuesto al servicio, cualidades que salvaron la vida de muchas personas.

Parece que también en otras épocas se concertaban matrimonios de personas sumamente dispares. Tenemos un ejemplo de ello en el matrimonio de Nabal con Abigail. Nabal era un hombre muy rico, pero sumamente burdo y zafio (salvaje), de poco discernimiento y dado a toda clase de excesos. Ella era una mujer juiciosa y de buen parecer y con un recto sentido moral.

Es posible que tú te preguntes cómo pudo aceptar esta mujer a un hombre así. Para comprenderlo nos basta recordar que en aquellos tiempos la mujer no era consultada para ser dada en matrimonio. Nos basta hacer mención de Lea en su matrimonio con Jacob. Podemos suponer que el caso de Abigail fue semejante.

No es muy probable que Abigail tuviera una vida muy plácida con este hombre, o que hubiera mucha comprensión por parte de él en los asuntos de la casa o en sus relaciones personales. Este hombre sólo se preciaba de sus posesiones materiales y su mayor satisfacción era correrse juergas mayúsculas con sus compinches. Nabal había tomado la parte de Saúl, el rey, en la contienda de éste con David según se nos hace evidente en la respuesta que da a los mensajeros de David: “Hay muchos siervos hoy que huyen de sus señores”. Como veremos, Abigail tenía mucha más comprensión y es evidente que por su parte, estaba decididamente del lado de David, pues lo demuestran también sus palabras: “Y acontecerá que cuando Jehová haga con mi señor conforme a todo el bien que ha hablado de ti, y te establezca por príncipe sobre la tierra...”

La historia se puede relatar rápidamente: David se hallaba con sus hombres en la montaña y envió a Nabal un destacamento para pedirle vituallas (abastecimientos). David consideraba que tenía derecho a ello porque había protegido a los pastores de Nabal. Pero Nabal odiaba a David; por ello trató rudamente a sus enviados y los despidió con las manos vacías.

La reacción de David al enterarse del ultraje es comprensible: “Cíñase cada uno su espada…” Cuatrocientos soldados iban a caer sobre la casa de Nabal y ningún hombre habría quedado vivo en ella. Pero, Abigail intervino y dio órdenes de cargar varios asnos con panes, cueros de vino, ovejas, grano y fruta. Los envió a David y ella misma siguió a sus siervos para asegurarse de ver aplacado a David. El discurso de Abigail a David es un modelo de diplomacia, y consiguió lo que deseaba. Se echó a los pies de David, tan pronto como le vio, y disculpó la insensatez de su marido con palabras elocuentes. Luego pidió misericordia a David en nombre de Jehová, y al final le hace ver que cuando llegue el día que David vea reconocidos sus derechos estará contento de no haber derramado sangre sin causa “o de haberse vengado por sí mismo”. Las palabras con que se despide son: “Acuérdese mi señor de su sierva”.

No sólo aplacó la ira de David, sino que cuando al poco Nabal murió, después de una espantosa borrachera, y Abigail quedó viuda, David “se acordó”, le mandó una embajada diciéndole que deseaba tomarla por mujer. Oigamos la respuesta de Abigail: “He aquí tu sierva será una sierva para lavar los pies de los siervos de mi señor”. Su discreción no la había abandonado. Hemos de tener en cuenta que éste era el estilo de lenguaje de aquellos tiempos.

Abigail mostró prudencia en difíciles circunstancias. Dio muestras de fe al decir a David, el escogido de Dios en oposición al rey Saúl: “Aunque alguien se haya levantado para perseguirte y atentar contra tu vida, con todo, la vida de mi señor (David) será ligada en la faz de los que viven delante de Jehová tu Dios, y Él arrojará la vida de tus enemigos como de en medio del hueco de una honda”.

Abigail vio cumplidas estas palabras.


“Gracia y Paz”
Editado por: Carlos Martínez M.
Beatriz C. González

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¿No sabes cómo batallar con tus preocupaciones?


¿No sabes cómo batallar con tus preocupaciones?

En Lucas 12 Jesús se refiere al tema de la preocupación con sus discípulos. Me consuela saber que ellos también tenían batallas en este aspecto. Aquellos que caminaron con Jesús, que comieron con él, y aprendieron directamente de él, también batallaban con confiarle a Dios  su futuro y la suplencia de todas sus necesidades. Yo no soy diferente, y ¡menos ahora que me siento como pasando por un desierto!

“Por eso les digo que no se preocupen por la vida diaria, si tendrán suficiente para comer o suficiente ropa para vestirse. Pues la vida es más que la comida y el cuerpo es más que la ropa” (Lucas 12:22-23).

“¿Acaso con todas sus preocupaciones pueden añadir una hora más a su vida?” (Lucas 12:25).

A medida que leo estos versículos me imagino a un padre que abraza a su hija y amorosamente le dice “no te preocupes mi dulce niña. Amo a mis hijos más que cualquier cosa que haya creado. Búscame y confía en mí. Estoy aquí para suplir todas tus necesidades”.

Jesús no dice no planees o no te prepares para el futuro, pero no dejes que  esos planes o sueños se conviertan en preocupaciones o temores. Confía en Dios y deja tu futuro en sus amorosas manos. Preocuparnos no le agrega nada a nuestras vidas.

Descubre que las preocupaciones son oportunidades escondidas para aprender a confiar en Dios.


4 maneras de Combatir la Preocupación

1. Orar- convierte tus preocupaciones en oraciones. Se honesto(a) y dile a Dios por que estas preocupado(a). Háblale como lo harías a tu mejor amigo(a). Usa esta oportunidad para acercarte y hacer más fuerte la relación con nuestro Padre Celestial. Convierte lo negativo de las preocupaciones en un positivo de oraciones.

2. Memoriza la Palabra- ten la palabra de Dios en tu mente y tu Corazón cuando comiences a preocuparte, repite los versículos y reclama estas verdades.

3. Alaba- concéntrate en agradecer y alabar a Dios por todo lo que él HA HECHO en tu vida. Alábale por su Santidad, por su Bondad, por su amor por nosotros, por su sacrificio. Alábale por la belleza de la naturaleza a nuestro alrededor, por los amigos y la familia que ha puesto en nuestra vida y por todos los regalos que nos ha dado. Convierte tus preocupaciones en alabanza. cántale canciones de alabanza.

4. Muévete- algunas veces hay una medida que debemos tomar y esta medida puede ser comenzar a moverse, por ejemplo hacer ejercicio para aliviar un poco el stress, salir a correr, llevar los chicos al parque o salir en una caminata. Algunas veces esta medida es hacer algo con respecto a aquello que te está preocupando, quizás es tener un plan para no gastar tanto dinero. Quizás la medida es comenzar a comer saludablemente.

¡En lugar de preocuparte… búscalo a Él y a Su Reino!

En vez de concentrarnos en “qué tal si” las cosas se ponen peor en nuestras vidas, concentrémonos en Cristo. Busca Su Reino, ama y valora lo que Dios ama y valora. Invierte en la vida de otros, ayuda a aquellos que lo necesitan, busca a quien aun se encuentra viviendo en las tinieblas, al que está perdido, se un amigo para aquel que no tiene amigos. Busca lo que nunca te podrá ser arrebatado. ¡Invierte el Tesoro de tu vida sabiamente!

¡En vez de Preocuparte… se una persona generosa!

En vez de preocuparte sobre lo que comerás o vestirás, Jesús nos dice que seamos generosos con lo que se nos ha dado. Se generoso como Dios es generoso. Me gusta mucho el versículo 32 donde Jesús dice “…tu Padre está encantado de darte el reino” ¿Lo entendiste? A Dios le complace darnos. Tenemos que reflejar la generosidad de Dios y ser generosos con los regalos que no han sido dados.

Si eres un papá o una mamá con hijos pequeños, piensa en la grandiosa oportunidad que Dios ha puesto en tu vida, aprovecha la oportunidad de liderar a tus hijos, de ser un ejemplo para ellos en la manera que manejas las preocupaciones, buscando a Jesús y viviendo tu Fe para que ellos lo puedan ver a través de ti.

Hoy ataca la preocupación con uno de estos cuatro pasos. Concéntrate en ser generoso con lo que Dios ya te ha dado, en vez de preocuparte con lo que no tienes o lo que podrías perder. Pídele a Dios que te ayude a buscar primero su reino y veras que todo lo demás llegará por añadidura.

¡Ama a Dios Grandemente!

Filipenses 4:6-7
“No se preocupen por nada; en cambio, oren por todo. Díganle a Dios lo que necesitan y denle gracias por todo lo que él ha hecho. Así experimentarán la paz de Dios, que supera todo lo que podemos entender. La paz de Dios cuidará su corazón y su mente mientras vivan en Cristo Jesús.

1 Pedro 5:7
“Pongan todas sus preocupaciones y ansiedades en las manos de Dios, porque él cuida de ustedes”.

Juan 14:27
“Les dejo un regalo: paz en la mente y en el corazón. Y la paz que yo doy es un regalo que el mundo no puede dar. Así que no se angustien ni tengan miedo”.

Salmo 55:22
“Entrégale tus cargas al Señor, y él cuidará de ti; no permitirá que los justos tropiecen y caigan”.

Romanos 15:13
“Le pido a Dios, fuente de esperanza, que los llene completamente de alegría y paz, porque confían en él. Entonces rebosarán de una esperanza segura mediante el poder del Espíritu Santo”.

Salmo 37:25
“Una vez fui joven, ahora soy anciano, sin embargo, nunca he visto abandonado al justo ni a sus hijos mendigando pan”.


¡Gracia y Paz!
Editado por Carlos Martínez M.

Angela

¿ERES UNA PERSONA ORGULLOSA Y SOBERBIA?


¿Eres una persona orgullosa y soberbia?

Proverbios 16:18
“Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez de espíritu”.

En casi todo lugar donde vayamos nos encontraremos con personas orgullosas, altivas y soberbias. Estas tres palabras se escriben diferentes pero tienen un significado similar. Las personas que tienen esta conducta de vida actúan como si fueran superiores a todos los demás y como si todo se lo merecieran. Por regla general se consideran a sí mismos el centro de atención. A simple vista estas personas pueden parecer grandes triunfadores, pero la realidad es que son personas fracasadas y con un alto grado de frustración. Una persona orgullosa y soberbia, generalmente expresa superioridad sobre los demás y se exalta a sí misma con el fin de impresionar a quienes les escuchan. Pero, como dice Jesús en Mateo 6:5 refiriéndose a los fariseos, “ya tienen su recompensa”. Esto es, una satisfacción superficial y pasajera, nada más. Después sufrirán las consecuencias de su orgullo, porque “cualquiera que se enaltece, será humillado…” (Lucas 14:11a). La característica opuesta al orgullo y la soberbia es la humildad. Y los resultados de una y otra actitud son totalmente opuestos. Conforme a lo que nos dice la Biblia, el que se humilla, el de corazón humilde, éste será enaltecido, es decir será exaltado. Continúa Lucas 14:11b: “... y el que se humilla, será enaltecido”.

El ejemplo máximo de humildad lo dio Jesús, “el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Filipenses 2:6-8). Por eso “Dios le exaltó hasta lo sumo” (Filipenses 2:9). En el extremo opuesto está Satanás, cuyo orgullo y soberbia al querer ser semejante a Dios, lo llevó a su caída de los lugares celestiales. El profeta Isaías habla de este evento en Isaías 14:13-15, y le dice al diablo: “Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo. Mas tú derribado eres hasta el Seol, a los lados del abismo”. Ciertamente se cumplió lo que dice el pasaje de hoy: “Antes de la caída la altivez de espíritu”.

La característica del cristiano debe ser la humildad de espíritu si queremos imitar a Jesús y llegar a crecer espiritualmente hasta “la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” (Efesios 4:13). Si deseamos llegar a este estado espiritual en la vida, debemos aprender a despojarnos de toda forma de soberbia, orgullo y altivez. Debemos pedir a Dios el discernimiento espiritual que nos revele cuando estamos actuando con soberbia. Muchas veces nos resulta difícil identificar en nosotros mismos una actitud de este tipo, y más difícil aún reconocerla y confesarla. Pero es necesario hacerlo. Es imprescindible humillarnos delante de Dios y de aquellos ante los cuales hemos actuado con orgullo, si queremos profundizar en nuestra relación con el Señor. El orgullo y la soberbia crean una barrera entre nosotros y Dios; la humildad nos acerca a él. Este contraste lo expresa Proverbios 29:23 de la siguiente manera: "El orgullo del hombre lo humillará, pero el de espíritu humilde obtendrá honores".

Acércate hoy al trono de la gracia de Dios en oración. Pide al Señor que te revele esa área en la que estás actuando con orgullo y soberbia, y reconoce esta actitud como un verdadero pecado ante los ojos de Dios. Renuncia a ella en el nombre de Jesús, y pídele al Señor que la presencia de su Espíritu Santo coloque en su lugar un espíritu de humildad.

ORACION:
Padre Santo, escudriña lo profundo de mi corazón y quita de mí toda altivez, soberbia y orgullo que sólo pueden conducir a la destrucción. Ayúdame a caminar en humildad para agradarte a ti. En el nombre de Jesús, Amén.

¡Gracia y Paz!

Dios te Habla