sábado, 30 de junio de 2012

EL PODER DE LA ORACIÓN COLECTIVA


2 Crónicas 20:14-30
“Y estaba allí Jahaziel hijo de Zacarías, hijo de Benaía, hijo de Jeiel, hijo de Matanías, levita de los hijos de Asaf, sobre el cual vino el espíritu de Jehová en medio de la reunión; Y dijo: Oid, Judá todo, y vosotros moradores de Jerusalén, y tú, rey Josafat. Jehová os dice así: No temáis ni os amedrentéis delante de esta multitud tan grande; porque no es vuestra la guerra, sino de Dios. Mañana descenderéis contra ellos; he aquí que ellos subirán por la cuesta de Sis, y los hallaréis junto al arroyo, antes del desierto de Jeruel. No habrá para qué peleéis vosotros en este caso: paraos, estad quedos, y ved la salvación de Jehová con vosotros. Oh Judá y Jerusalén, no temáis ni desmayéis; salid mañana contra ellos, que Jehová estará con vosotros. Entonces Josafat se inclinó rostro a tierra, y asimismo todo Judá y los moradores de Jerusalén  se postraron delante de Jehová, y adoraron a Jehová. Y se levantaron los levitas de los hijos de Coat y de los hijos de Coré, para alabar a Jehová el Dios de Israel con fuerte y alta voz. Y cuando se levantaron por la mañana, salieron por el desierto de Tecoa. Y mientras ellos salían, Josafat estando en pie, dijo: Oidme, Judá y moradores de Jerusalén. Creed en Jehová vuestro Dios, y estaréis seguros; creed a sus profetas, y seréis prosperados. Y habido consejo con el pueblo, puso a algunos que cantasen y alabasen a Jehová, vestidos de ornamentos sagrados, mientras salía la gente armada, y que dijesen: Glorificad a Jehová, porque su misericordia es para siempre. Y cuando comenzaron a entonar cantos de alabanza, Jehová puso contra los hijos de Amón, de Moab, y del monte de Seir, las emboscadas de ellos mismos que venían contra Judá, y se mataron los unos a los otros: Porque los hijos de Amón y Moab se levantaron contra los del monte de Seir, para matarlos y destruirlos; y cuando hubieron acabado con los del monte de Seir, cada cual ayudó a la destrucción de su compañero. Y luego que vino Judá a la torre del desierto, miraron hacia la multitud; y he aquí yacían ellos en tierra muertos, pues ninguno había escapado. Viniendo entonces Josafat y su pueblo a despojarlos, hallaron entre los cadáveres  muchas riquezas, así vestidos como alhajas preciosas, que tomaron para sí, tantos, que no los podían llevar: tres días estuvieron recogiendo el botín, porque era mucho. Y al cuarto día se juntaron en el valle de Beraca; porque allí bendijeron a Jehová, y por esto llamaron el nombre de aquel paraje el valle de Beraca, hasta hoy. Y todo Judá y los de Jerusalén , y Josafat a la cabeza de ellos, volvieron para regresar a Jerusalén  gozosos, porque Jehová les había dado gozo librándolos de sus enemigos. Y vinieron a Jerusalén  con salterios, arpas, y trompetas, a la casa de Jehová. Y el pavor de Dios cayó sobre todos los reinos de aquella tierra, cuando oyeron que Jehová había peleado contra los enemigos de Israel. Y el reino de Josafat tuvo paz; porque su Dios le dio paz de todas partes”.


Cuando surgió la amenaza, lo primero que hizo Josafat fue dirigir su atención a Dios y proclamar un ayuno en toda Judá (2 Crónicas 20:3). De todas partes vino gente para apoyar a su rey en oración (v. 13).

A veces, somos demasiado orgullosos para pedir a otros que oren por nosotros. Josafat era un rey, pero no tan autosuficiente como para no admitir que su ejército era insignificante frente a las tres fuerzas unidas contra él.

Reconoció sus limitaciones y buscó la intervención divina. Aunque Josafat reinaba sobre sus súbditos, pidió que lo apoyaran en oración.

Una de las cosas más sabias que podemos hacer en medio de la dificultad, es buscar la ayuda de alguien que sepa cómo hablar con Dios. El cuerpo de Cristo depende de la cooperación. Cuando el pueblo de Judá comenzó a orar, Dios le dio una solución por medio de un profeta fiel. Josafat fue lo bastante humilde para escuchar, y lo bastante sabio para seguir sus instrucciones (vv. 14-17). Como resultado, su pueblo se salvó. Los ejércitos que avanzaban se enfrentaron entre sí y se destruyeron unos a otros por completo. Sin disparar una flecha o sacar una espada, las fuerzas de Judá no sufrieron ni una sola baja. Gracias a que su humilde rey escuchó, el pueblo fue testigo de la extraordinaria victoria del Señor (vv. 22-30).

Tenemos que afinar nuestros oídos a la voz de Dios para escucharlo. A veces, Él habla a través de personas que preferiríamos no seguir, y a menudo dice cosas que no esperamos escuchar. Pero Él nos dará la solución a nuestros problemas, si estamos dispuestos a escucharlo.

“Gracia y Paz”
Meditación Diaria

EL HIJO DE DIOS ES VIDA


1 Timoteo 6:6
“Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento” (RV60).

¿Es posible estar contento en este mundo sin conocer al Señor? La Biblia dice que Esaú fue “una persona profana”. Sin embargo él dijo a su hermano Jacob, “Yo tengo suficiente” Génesis 33:11. Pero también es posible ser cristiano y vivir con justicia y honestidad, y a la vez estar descontento. Pero si llevas una vida dedicada a Dios, y a la misma vez tienes el contentamiento, eso sí es ganancia o bendición. En tal caso, lo tienes todo. Tienes contentamiento ahora y una eternidad de bendiciones que Jesús nos está preparando en el cielo. “Como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han entrado en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman” 1 Corintios 2:9. La plenitud y el colmo de todas estas bendiciones se encuentra en Cristo.

“El que tiene al Hijo, tiene la vida: y el que no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida”. 1 Juan 5:12.

“Gracia y Paz”
Un Versículo de la Biblia cada Día

¿TE VESTISTE HOY CON LA ARMADURA DE DIOS?


Efesios 6:10-18
"Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos."

Uno de los aspectos más importantes en toda guerra es conocer quién es el enemigo, cuan fuertemente está armado, dónde está situado, etc. Si el enemigo logra esconderse y pasar desapercibido, si logra desviar nuestra atención lejos de él, entonces puede actuar con impunidad y toma ventaja sobre nosotros. El pasaje de hoy nos habla de una lucha que tenemos contra un enemigo que no es de carne y hueso. No se trata de un enemigo que pueda ser localizado por medio de radares o sofisticados instrumentos electrónicos. Tampoco se pueden usar contra él las poderosas bombas o la moderna tecnología con que cuentan los ejércitos de las superpotencias.

Esta guerra es "contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes". Es una guerra que se desarrolla en el mundo espiritual. Es un enemigo al cual no podemos ver pero podemos sentir los efectos de sus acciones. Es un enemigo real cuyo objetivo principal es destruir nuestras vidas en todos los aspectos. En su primera carta, el apóstol Pedro nos habla de él y nos aconseja estar muy alertas. Dice 1 Pedro 5:8: "Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar".

Entonces si no vemos al adversario, si no sabemos dónde está ni cuándo va a atacarnos, ¿cómo podemos defendernos? En el pasaje de hoy, la palabra de Dios nos ofrece los medios de enfrentarnos a este enemigo y salir victoriosos. Lo primero que dice es: "Fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza". Dios es nuestra fortaleza, y nos provee del poder para mantenernos firmes en medio del más fiero ataque. Habrá tiempos cuando seremos golpeados por el enemigo, pero Dios nos da la fuerza para resistir cada ataque, cada prueba que llegue a nuestras vidas y obtener la victoria.

Después nos exhorta a "vestirnos con la armadura de Dios" y nos muestra los diferentes componentes espirituales de la misma: la verdad y la justicia del Señor, la disposición para predicar el evangelio de la paz, el escudo de la fe, el yelmo de la salvación, la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios y la constante oración. Ante una guerra espiritual, una protección espiritual. Esta armadura se establece en nuestras vidas por medio de la lectura diaria de la Biblia y la oración, buscando el rostro del Señor en cada momento y tratando de agradarle en todo. Nos confortará saber que no estamos solos. Dios va con nosotros ayudándonos a caminar por el terreno minado del enemigo. Si nos agarramos de él, no permitirá que seamos derrotados. El apóstol Pablo nos recuerda en su carta a los Romanos que no debemos temer a nada porque tenemos un Dios todopoderoso que cuida de nosotros. "¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?" (Romanos 8:31).

No olvides cada día al levantarte, antes de comenzar la batalla diaria, vestirte con la armadura de Dios.

ORACION:
Padre santo, gracias te doy por la seguridad que tu palabra me ofrece de que puedo acudir a ti en busca de fortaleza para pelear esta batalla espiritual. Ayúdame a ser constante buscando tu rostro día tras día de manera que el poder de tu armadura espiritual se establezca y se manifieste en mí y así vivir una vida de victoria. Por Cristo Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”
Dios Te Habla