jueves, 27 de septiembre de 2012

GUARDADOS PARA UN PROPÓSITO


David oró, “Guárdame, Dios, porque en ti he confiado” (Salmo 16:1). La palabra Hebrea que David usa para guardar en este verso, está llena de significado. Dice en esencia, “Pon un cerco alrededor mío, una pared de espinas que me protejan. Guárdame y cuídame. Observa todos mis movimientos, mis entrar y mis salir”.

David plenamente creyó que Dios guarda a los justos. Y las Escrituras dicen que David fue ayudado y cuidado en todos sus caminos. Este hombre bendecido manifesto, “Por cierto no se adormecerá ni se dormirá el que guarda a Israel. Jehová es tu guardador, Jehová es tu sombra a tu mano derecha. El sol no te fatigará de día ni la luna de noche. Jehová te guardará de todo mal, él guardará tu alma” (Salmo 121:4-7).

La misma palabra Hebrea para guardar aparece en este pasaje también. Una vez más, David está hablando de un cerco divino de Dios, la pared de protección sobrenatural. Él nos está asegurando, “Dios tiene su ojo sobre ti dondequiera que vayas”.

Verdaderamente, el Señor está con nosotros en todo lugar: en el trabajo, en la iglesia, mientras estamos de compras. Él está con nosotros en nuestros carros, en los autobuses, en los trenes subterráneos. Y mientras hace eso, David dice, Dios nos guarda de todo mal. En corto, Dios está cuidando todo. Él ha prometido inutilizar cualquier arma que posiblemente se forme contra sus hijos.

Tiempo tras tiempo Dios ha probado que es un guardador de su pueblo. Pero, ¿para qué propósito? ¿Por qué está tan empeñado el Señor en guardarnos? Encontramos una idea en las palabras de Moisés: “Jehová nos mandó que cumplamos todos estos estatutos, y que temamos a Jehová nuestro Dios, para que nos vaya bien todos los días y para que nos conserve la vida, como hasta hoy” (Deuteronomio 6:24). Moisés dice que Dios les dio los mandamientos con una razón: para guardarlos y cuidarlos. Pero, ¿para qué? Por la misma razón que Dios quiere salvarnos y protegernos a nosotros.

Piense en todas las maneras que Dios guardó a Israel, su pueblo escogido. Él los guardó de las diez plagas en Egipto. Él los libró del ejército de Faraón en el Mar Rojo. Él los sanó de las mordidas mortales de las serpientes en el desierto. Y las personas testificaron del poder guardador de Dios a sus hijos y a sus nietos. “El Señor nos libró de todos nuestros enemigos. Él nos dio comida y agua, y mantuvo nuestras ropas sin que se gastaran. Él guardó a Israel en todo”. 

¿Pero ese era todo el testimonio de Israel? ¿Fueron esas personas guardadas y protegidas para terminar muriéndose en el desierto? Moisés testificó, “Y nos sacó de allá para traernos y darnos la tierra que prometió a nuestros padres” (Deuteronomio 6:23). Moisés le estaba diciendo a Israel, “Miren a todas las maneras milagrosas que Dios usó para sacarlos de la esclavitud. ¿Por qué creen que hizo todo eso? ¿Por qué creen que él los eligió y les puso marca de especial desde la fundación del mundo? ¿Por qué él los libró de la esclavitud? ¿Por qué los bendijo cuando merecían ser abandonados?”.

El Señor lo ha preservado a usted para poder llevarlo a un lugar. Él quiere lograr algo en su vida que va más allá de los milagros. El Señor guardó a los Israelitas y les puso una muralla alrededor para un propósito específico: Para llevarlos a un lugar donde serían usados. Él los estaba guiando a la Tierra Prometida, un lugar de destino.

“Gracia y Paz”
(David Wilkerson)

TRAER A OTROS A JESÚS


Juan 1:35-42
“El siguiente día otra vez estaba Juan, y dos de sus discípulos. Y mirando a Jesús que andaba por allí, dijo: He aquí el Cordero de Dios. Le oyeron hablar los dos discípulos, y siguieron a Jesús. Y volviéndose Jesús, y viendo que le seguían, les dijo: ¿Qué buscáis? Ellos le dijeron: Rabí (que traducido es, Maestro), ¿dónde moras? Les dijo: Venid y ved. Fueron, y vieron donde moraba, y se quedaron con él aquel día; porque era como la hora décima. Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan, y habían seguido a Jesús. Este halló primero a su hermano Simón, y le dijo: Hemos hallado al Mesías (que traducido es, el Cristo). Y le trajo a Jesús. Y mirándole Jesús, dijo: Tú eres Simón, hijo de Jonás; tú serás llamado Cefas (que quiere decir, Pedro)”.

Andrés es el discípulo conocido por traer personas a Jesús. Inmediatamente después de encontrarse con el Señor, presentó al Mesías a su hermano Simón. En otra ocasión, cuando una gran multitud tenía hambre, encontró a un muchacho que tenía cinco panes y dos peces, y lo trajo a Jesús (Juan 6:8-9). Cuando unos griegos quisieron conocer a Cristo, Andrés y Felipe lo presentaron a ellos (12:20-22). Este discípulo nunca perdió su entusiasmo por el Salvador.

La experiencia de conversión de Andrés lo motivó a dejar que otros conocieron a Aquel que había cambiado su vida (1:36-37). ¿Qué me dice de usted? Si su vida espiritual se ha vuelto oxidada y lánguida, es el momento de recordar lo que Cristo ha hecho por usted, y para pedirle que renueve su entusiasmo.

Asimismo, Andrés deseaba conocer al Salvador y pasar tiempo con Él (vv. 38, 39). El ejemplo del discípulo es un buen recordatorio de que la dulce comunión con el Señor no se supone que termina con el tiempo devocional. También debe estimular el deseo de compartir con otros el gozo que encontramos en nuestra relación con Cristo.

Por último, Andrés era motivado por su convicción de que Jesús era el Mesías (v. 41). Había encontrado la respuesta para un mundo perdido, y quería que los demás lo supieran.

Jesús le dijo a Andrés que sería “pescador de hombres” en vez de peces (Lucas 5:10). Como nosotros somos, también, seguidores de Cristo, tenemos la misma tarea. Nuestras oportunidades son diferentes, pero todos tenemos la responsabilidad de desarrollar el hábito permanente de traer a otros a Jesús.

“Gracia y Paz”
Meditación Diaria

HASTA LO ÚLTIMO


Hechos 1:8
“… me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra”.

Era el primer día de clases en el Instituto Bíblico de Moscú, donde estaba enseñando a pastores rusos. Empecé pidiendo a los alumnos que dijeran sus nombres y dónde servían, pero uno de ellos me dejó estupefacto cuando declaró abiertamente: «¡De todos los pastores, yo soy el más fiel a la Gran Comisión!». Por un instante, quedé desconcertado, hasta que él, sonriendo, agregó: «La Gran Comisión dice que debemos llevar el evangelio hasta lo último de la tierra. ¡Pastoreo una iglesia al norte del Círculo Ártico, en una aldea llamada “Lo Último de la Tierra”!». Todos nos reímos, y continuamos con la clase.

Las palabras de aquel pastor, que servía en la Península de Yamal (que significa «lo último de la tierra»), transmiten un importante mensaje. En el último mensaje de Jesús a sus discípulos, dijo: «… y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra» (Hechos 1:8). Cada rincón de nuestro mundo, por más remoto que sea, debe ser alcanzado con el mensaje de la cruz. El Salvador murió por el mundo, y esto incluye personas que están cerca y lejos.

Cada uno de nosotros tiene la oportunidad de llevar el evangelio a las personas de «lo último de la tierra» donde vivimos. Independientemente de dónde estés, puedes hablar a alguien sobre el amor de Cristo. 

¿A quién podrías testificarle hoy?

Cualquier lugar puede ser apropiado para testificar de Cristo.

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LEA: Hechos 1:1-8

Biblia en un año: Joel 1–3
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“Gracia y Paz”
Nuestro Pan Diario

VIDA ESPIRITUAL ABUNDANTE

Romanos 12:11
“En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor”.

Nuestra sociedad está obsesionada con cosas como los deportes, la recreación, el entretenimiento y la gratificación emocional, y está pagando las consecuencias de esa inclinación desequilibrada. Cuando tales afanes exceden sus funciones razonables, se convierten en marcas evidentes de la sociedad frívola. “El ejercicio corporal para poco aprovecha, pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera” (1 Timoteo 4:8)

La única vida productiva, que además es la única vida que satisface en verdad al ser humano, es la vida autodisciplinada. Esto también es cierto en la vida cristiana. Aunque nuestra dirección y poder espirituales vienen del Señor, Él solo puede obrar en la raza humana con eficacia por medio de vidas que estén sujetas a Él (1 Corintios 9:25-27).

La primera disciplina que refleja una vida abundante es la diligencia: NO SER PEREZOSOS SINO DILIGENTES (v.11). En el contexto de Romanos 12, diligencia se aplica a todo lo que los cristianos hagan en su vida espiritual. Todo lo que sea digno de hacerse en el servicio del Señor merece que sea hecho con entusiasmo, cuidado e interés. Jesús dijo a sus discípulos: “Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando puede trabajar” (Juan 9:4). No existe lugar alguno para la ociosidad y la indolencia en el trabajo para el Señor. “Todo lo que te viniera a la mano hacer”, aconsejó el sabio Salomón, “hazlo según tus fuerzas”. Todo lo que hagamos para el Señor debe hacerse para esta vida presente (Eclesiastés 9:10).

El Señor recompensa a quienes sirven con diligencia. “Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún (Hebreos 6:10-12). ¡Para que el yuyal prospere en un jardín, el jardinero solo tiene que dejarlo de atender!

FERVIENTES EN ESPIRITU (v.11): Mientras que la diligencia tiene que ver más que todo con acciones, el ser fervientes en espíritu está relacionado con las actitudes. Fervientes viene de la palabra “hervir”. Habla no de ser fervoroso hasta el descontrol, sino más bien algo similar al motor a vapor que genera el calor suficiente para producir energía. Debemos tener entusiasmo, eso habla de compromiso con la obra. El fervor es una actitud que requiere aplomo y persistencia, no solo buenas intenciones.

SIRVIENDO AL SEÑOR (v.11): Así como el ser fervientes al Señor, mantenerse sirviendo al Señor es algo que tiene que ver con perspectivas y prioridades. Todas las cosas que hacemos deberían, primero que todo, ser consecuentes con la Palabra de Dios, y en segundo lugar, realizadas de verdad en su servicio y para su gloria. La devoción estricta al Señor elimina por completo toda clase de actividades infructuosas en las iglesias. Pablo nunca perdió de vista esa misión fundamental. El apóstol empieza su carta con la afirmación de que sería a Dios “en su espíritu en el evangelio de su Hijo” (Romanos 1:9). En Romanos 12, Pablo emplea tres palabras distintas para describir el servicio cristiano. En el versículo 1 utiliza latreia, que se traduce: “culto de adoración” y hace énfasis en su aspecto de un temor reverente. La segunda palabra es diakonia, que se aplica al servicio práctico. En el versículo 11 el apóstol emplea “douleuo”, que se refiere al servicio de un siervo o esclavo, cuya razón de existir consiste en hacer la voluntad de su amo.

Por encima de todo lo demás, Pablo se consideraba a sí mismo un siervo de Jesucristo. Esa es la descripción con la cual se identifica a sí mismo en esta carta (Romanos 1:1), así como en Filipenses 1:1; Tito 1:1.

Además, nosotros no servimos al Señor en nuestras fuerzas propias, así como tampoco venimos a él por nuestro poder. El propósito supremo que tenemos en nuestra vida es servir al Señor Jesucristo, y nuestro poder para cumplir con ese servicio también proviene de él; “para lo cual también trabajo, luchando según la potencia de él, la cual actúa poderosamente en mí (Colosenses 1:29).

Si Dios te ha dado la salvación y te ha dado el poder para servirle, ya no tienes excusa en ofrecer tu vida misma al servicio de tu amo, tu Rey y Salvador, no debes ser perezoso en el servicio, siendo diligente y ferviente, para dar honra al que vive y reina en nuestra vida.

“Gracia y Paz”
(Juan Carlos Estigarribia)

¿HAY UN MEDICO EN LA SALA?


Isaías 63:9
“En toda angustia de ellos él (el Señor) fue angustiado, y el ángel de su faz los salvó; en su amor y en su clemencia los redimió, y los trajo, y los levantó todos los días de la antigüedad”.  

El espectáculo fue interrumpido bruscamente y alguien preguntó: ¿Hay un médico en la sala? El breve silencio que siguió tradujo la conmoción de los asistentes. Luego continuó el espectáculo, borrando muy pronto el malestar que esta interrupción había causado. La mayoría, sin duda, se preguntó qué había sucedido, pero rápidamente la presentación volvió a comenzar y el incidente fue olvidado. Sin embargo la enfermedad, o quizá la muerte, se habían presentado en ese teatro. ¡Pero eso sólo concernía a otro, no a mí!

Estamos tan centrados en nosotros mismos que a menudo los problemas de los demás nos son indiferentes. Pero eso no debería ser así, sobre todo en los creyentes. Jesucristo nunca fue indiferente ante la miseria. Si leemos los primeros capítulos del evangelio según Marcos, lo vemos alimentar a las multitudes hambrientas, sanar a los enfermos, sin tomarse nunca un momento de descanso; siempre estaba disponible para llevar el consuelo a quienes encontraba a su paso.

Si usted se halla en un estado de malestar físico o espiritual, sepa que Jesús también se interesa en usted y que ninguna circunstancia de su vida le es indiferente. Así como pudo responder a todas las tristezas cuando vivía en la tierra, ese médico divino también puede hacerlo hoy desde el cielo. Dígale simplemente, en oración, que lo necesita. ¡Él jamás dejará de responderle!

“Gracia y Paz”
La Buena Semilla

SIN FE ES IMPOSIBLE AGRADAR A DIOS


Hebreos 11:6
"Empero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es menester que el que a Dios se allega, crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan".

En el capítulo 11 de Hebreos encontramos una lista de los fieles y las hazañas que lograron por la fe. Es muy provechoso leer el capítulo entero. Creo que 18 veces se dice que alguien hizo algo por la fe. Cuéntalos por favor, y dime si estoy correcto o no.

Ahora bien, en primer lugar, tenemos que creer que Él existe. El puro materialista o ateo no puede agradarle a Dios porque al ignorar toda la evidencia de la creación, demuestra una determinación grande de eliminarlo de su mente para que pueda vivir tranquilamente en el pecado sin reproches.

En segundo lugar, se necesita un concepto muy bajo de Dios para pensar que los mentirosos, los mujeriegos, los sucios y los que no honran y obedecen a Él tendrán el mismo destino que los que son obedientes, buenos, honorables, misericordiosos, y que han respondido a la llamada de su Hijo precioso que dijo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, que yo os haré descansar” Mateo 11:28.

La invitación de Dios es que diariamente ejercemos la fe en Él, y este capitulo 11 de Hebreos nos enseña que Él siempre recompensa a los que le buscan en Espíritu y en Verdad.

“Gracia y Paz”
Un Versículo de la Biblia cada Día