miércoles, 16 de mayo de 2012


EN PRIMERA FILA
Eclesiastés 11:3
“Si el árbol cayere al sur, o al norte, en el lugar que el árbol cayere, allí quedará”.
Lucas 5:24
“El Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados”.
 
 
Nunca lo había visto en una iglesia. Jamás, ni siquiera con motivo del entierro de sus amigos, entraba en el lugar donde se presentaba la Palabra de Dios, sino que se iba al bar más cercano y esperaba que la ceremonia terminase. Pero hoy entró sin poner resistencia alguna, y está en primera fila. ¿Le parece raro? Si usted comparte su misma incredulidad, tal vez le parezca una debilidad de su parte. Sin embargo este hombre nunca más tendrá la posibilidad de entrar, pues su cuerpo yace ahí, acostado en un ataúd de madera de roble. ¿Y dónde está su alma?
 
 
La Palabra de Dios es clara y nos enseña que mientras la vida está en el hombre, la salvación está a su alcance y puede aceptarla por la fe en el Hijo de Dios, muerto por él en la cruz. No obstante, en el momento en que el espíritu deja el cuerpo, todo se acaba; ya no hay más posibilidad de arrepentimiento ni fe, y como consecuencia, no hay más salvación. Es demasiado tarde; el incrédulo resucitará con sus pecados para ser juzgado. Pueden recubrir su ataúd con flores, coronas, y añadir discursos piadosos, pero “en el lugar que el árbol cayere, allí quedará” (Eclesiastés 11:3).
 
 
“El Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados” (Lucas 5:24). Pero fijémonos bien que dice “en la tierra”, es decir, ¡mientras todavía respiramos!
 
 
“Gracia y Paz”
La Buena Semilla

Una fe preciosa como legado

2 Timoteo 1:3-5
“Doy gracias a Dios, al cual sirvo desde mis mayores con limpia conciencia, de que sin cesar me acuerdo de ti en mis oraciones noche y día; deseando verte, al acordarme de tus lágrimas, para llenarme de gozo; trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también”.

El mejor legado que le podemos dejar a los hijos es nuestra fe —la convicción de que Dios es quien dice ser, y que hará todo lo que ha prometido. La gran relación de Timoteo con Cristo no se materializó de la nada: se desarrolló como resultado del ejemplo de su madre y su abuela.

He aquí algunas maneras de cómo podemos dejar un rico legado:

1. Enseñar principios bíblicos prácticos. Los niños necesitan saber qué piensa Dios sobre la riqueza (Salmo 24:1), cómo suple nuestras necesidades (Filipenses 4:19), y cómo tener dirección para la vida (Proverbios 3:5-6).

2. Modelar el carácter por medio del estilo de vida. La manera como vivimos, ya sea con transparencia y tranquilidad; o con temor, ansiedad y autosuficiencia, comunican lo que creemos acerca de Dios.

3. Servir a Dios sirviendo a los demás. Las acciones muestran que nuestra fe es real (Santiago 2:26). Si queremos que nuestros hijos no desarrollen un modo de pensar egocéntrico, el servicio a los demás es la clave.

4. Interceder por ellos. Nunca olvidarán cuando orábamos por ellos regularmente.

5. Comunicar amor. Ellos necesitan saber que los amamos, así como Dios nos ama a nosotros. Las palabras dichas con amor comunican vida a sus corazones. Cuando les manifestamos aprecio por confiar en Dios, ellos ven que valoramos su crecimiento espiritual.

Como padres, debemos tener el propósito deliberado de guiar e inspirar a nuestros hijos a seguir a Cristo. Incluso, quienes no tienen hijos, pueden dejar un legado. El ejemplo a seguir es Pablo: aunque no se casó ni tuvo hijos biológicos, fue padre espiritual para muchos (1 Corintios 4:14-16).

“Gracia y Paz”
Meditación Diaria


PONTE LA ARMADURA

Job 31:22
“Mi espalda se caiga de mi hombro, Y el hueso de mi brazo sea quebrado.”

¡Ay! Eso debe de doler ¿Por qué Job quería que se le cayeran los brazos? Te cuento. Job quería estar tan cerca de Dios que prefería que su cuerpo se cayera antes que pecar contra él. ¡Eso sí que es amar a Dios!

El versículo de hoy habla de los hombros. ¿Sabes para qué sirven los hombros? Una de sus funciones es permitirte mover tus brazos en todas direcciones. Los hombros también te permiten levantar cargas pesadas y practicar deportes. Cuando me quito mis botas de explorador y me pongo mis patines de hockey sobre hielo, uso una gran cantidad de equipo para practicar este deporte. Por ejemplo: uso unas hombreras para no hacerme daño en los hombros si me caigo en el hielo.

Así como tengo mi «armadura» para jugar hockey que me protege de sufrir cualquier daño. En Efesios 6 se nos dice que tenemos que ponernos la armadura de Dios que nos protegerá del daño que puede causarnos Satanás. Lee Efesios 6 y sabrás cuál es esa armadura. Cuando lo sepas, colócatela. La armadura de Dios es la única manera que tenemos de protegí nos de nuestro enemigo el diablo. Esta nos ayudará a estar tan cerca de Dios como lo estuvo nuestro amigo Job.

“Gracia y Paz”
(Jim Feldbush)

Apocalipsis 4:8
“Y los cuatro animales tenían cada uno por sí seis alas alrededor, y de dentro estaban llenos de ojos; y no tenían reposo día ni noche, diciendo: Santo, santo, santo el Señor Dios Todopoderoso, que era, y que es, y que ha de venir”.

Cualquier cosa que es mala, fea, o perversa es contraria a la naturaleza de Dios, al cambio Él es todo lo que es puro, verdadero, y hermoso. En 1ª Pedro 1:16 nos dice la razón que nosotros debemos ser santificados: “Porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo”. ¡Imagínate! Estos ángeles no descansan en su alabanza día y noche! ¡Que contraste a la escena aquí en la tierra donde se profana y blasfemia su nombre constantemente para dar énfasis a sus maldiciones.

Si tan solo pudiéramos tener una mirada breve de la justicia, la magnificencia y la santidad de Dios, eso nos impulsaría a nuestras rodillas como lo hizo Job, quien dijo, “De oídas te había oído; pero ahora mis ojos te ven. Por tanto me aborrezco, y me arrepiento en el polvo y en la ceniza.” Job 42:5,6. Algún día tú y yo tendremos que aparecer en la presencia pavorosa de Dios para ser juzgados, y para rendir cuenta de lo que hemos hecho aquí en la tierra. O enfrentas este juicio solo, o tendrás a Jesús a tu lado como tu abogado y redentor. Sin Cristo, somos irremediablemente perdidos. Necesitamos una justicia y una pureza que es mas allá de nosotros; una justicia no propia, sino una que nos es dada gratuitamente a nosotros por Jesucristo. Él es nuestra justicia. Su justicia se coloca en nosotros, así como nuestros pecados fueron puestos en Él. “Más de Él sois vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, y justificación, y santificación, y redención” 1 Corintios1:30. ¿De veras tendrás a Cristo como tu Redentor?

“Gracia y Paz”
Un Versículo de La Biblia cada Día