jueves, 20 de febrero de 2014

¿ESTÁS ESCUCHANDO A DIOS?



Hechos 9:3-9
"Mas yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo; y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? El dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón. El, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer. Y los hombres que iban con Saulo se pararon atónitos, oyendo a la verdad la voz, mas sin ver a nadie. Entonces Saulo se levantó de tierra, y abriendo los ojos, no veía a nadie; así que, llevándole por la mano, le metieron en Damasco, donde estuvo tres días sin ver, y no comió ni bebió".

La Biblia nos enseña que Dios desea hablarnos. Él desea que conozcamos el plan que tiene para la vida de cada uno de nosotros. La manera en que él nos hable dependerá de las circunstancias. Por ejemplo, después de la muerte de Moisés, Dios encomendó al joven Josué la tarea de guiar al pueblo de Israel a tomar posesión de la tierra prometida. Con este fin le dio instrucciones, y Josué escuchó atentamente. Así le dijo Dios: “Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas” (Josué 1:7).

Hay ocasiones en las que Dios tiene que lidiar con corazones rebeldes, como fue el caso de Saulo de Tarso, fariseo y perseguidor de cristianos. En el pasaje de hoy vemos como Dios llamó la atención de Saulo en el camino a Damasco tirándole a tierra y dejándole temporalmente ciego. Claro que esta es una situación única en la Biblia, pero nos demuestra que cuando el Señor necesita comunicar algo, él lo hará de una manera u otra. Desde aquel momento la vida de Saulo de Tarso cambió radicalmente y llegó a ser el gran evangelista que ahora conocemos como el apóstol Pablo.

En Números capítulo 22, Dios hizo que el asna de Balaan le hablara a su amo cuando fue necesario reprenderlo (vv.28-30). Y cuando los fariseos se quejaron con Jesús porque sus discípulos le alababan mientras él hacia su entrada triunfal en Jerusalén, el Señor les respondió: “Os digo que si éstos callaran, las piedras clamarían” (Lucas 19:40). Ciertamente tenemos que entender que Dios está muy interesado en hablarnos, y que lo mejor que hacemos es tratar de escucharlo. Alguien dijo que hay dos maneras en que Dios nos habla: con un susurro o con un grito. Con seguridad ninguno de nosotros escogería el “grito” como la manera en que Dios nos hable, pero a veces nuestra insensibilidad a su voz obliga al Señor a usar métodos que demandan nuestra total atención.

Principalmente Dios nos habla por medio de su Palabra, y a través de ella nos comunica su voluntad. El Espíritu Santo entonces la usa para hablar a nuestro corazón. Dios también usa a otras personas para bendecirnos y dirigirnos. Y aún en nuestras decepciones, Dios nos comunica que nuestros aparentes fracasos de hoy pueden hacernos triunfar mañana. Así dijo el apóstol Pablo en su carta a los Romanos: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” (Romanos 8:28).

Como un hijo o hija de Dios, vive con la seguridad de que en cada situación el Señor te hablará para guiarte (Juan 16:13), para consolarte (Juan 14:16), para protegerte (Génesis 19:17-26), o para expresarte su infinito amor (1 Juan 3:1-2). No permitas que las voces del mundo te impidan escuchar la voz del Señor. Busca su rostro diariamente por medio de la oración y la lectura de su Palabra. Pide a Dios que te de un oído fino para escuchar su voz, y discernimiento espiritual para entender y aceptar su verdad, sabiendo que este es el primer paso para llegar a ser un instrumento en los planes que él tiene para tu vida, los cuales redundarán en bendiciones para ti y tu familia. Cuando fallamos en escuchar su suave susurro, Dios tiene otras formas para atraer nuestra atención. ¿Le estás escuchando?

ORACIÓN:
Padre mío, yo anhelo escucharte claramente cada vez que tú me hables. Por favor dame un oído espiritual afinado de manera que me resulte fácil distinguir tu voz aunque me hables con un susurro. En el nombre de Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”
Dios te Habla

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