lunes, 4 de agosto de 2014

Juan 14:21





Juan 14:21
"El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él y haremos morada con él" 

¿Quieres permanecer en el amor de Dios? Guarda Su palabra. Tan sencillo como eso, pero ¡qué difícil se nos hace! pedimos mucho y demandamos más, pero, cuánto nos cuesta hacer lo que nos corresponde. Queremos que Dios nos conteste nuestras peticiones y nos desanimamos cuando no recibimos respuesta, pero, no buscamos la razón por lo cual es esto así. Dios es un Dios de pactos, por lo que Él esta dispuesto a hacer su parte y espera que nosotros hagamos la nuestra. ¿Realmente amas a Dios? Pues para que permanezcas en su amor ... Guarda Su Palabra.

¡Gracia y Paz!

¿CÓMO HAS ESCUCHADO LA VOZ DE DIOS?



¿CÓMO HAS ESCUCHADO LA VOZ DE DIOS?

1 Reyes 19:11-13
“El le dijo: Sal fuera, y ponte en el monte delante de Jehová. Y he aquí Jehová que pasaba, y un grande y poderoso viento que rompía los montes, y quebraba las peñas delante de Jehová; pero Jehová no estaba en el viento. Y tras el viento un terremoto; pero Jehová no estaba en el terremoto. Y tras el terremoto un fuego; pero Jehová no estaba en el fuego. Y tras el fuego un silbo apacible y delicado. Y cuando lo oyó Elías, cubrió su rostro con su manto, y salió, y se puso a la puerta de la cueva. Y he aquí vino a él una voz, diciendo: ¿Qué haces aquí, Elías?”

El capítulo 19 del Primer libro de los Reyes nos muestra al profeta Elías en una situación muy difícil. Había recibido un mensaje de Jezabel, la mujer del rey Acab, amenazándolo de muerte después de que ella se enteró de lo que Elías había hecho con los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal, a los cuales él “había matado a espada” (v.1-2). Elías sintió mucho miedo y huyó para salvar su vida. “Y se metió en una cueva, donde pasó la noche” (v.9). Estando Elías parado en el monte, vio la grandeza y la majestad de Dios en el viento y en el terremoto y en el fuego, pero realmente no descubrió nada hasta que todo estuvo en calma y en silencio. Entonces escuchó la dulce y apacible voz del Señor.

El Aeropuerto Internacional de Denver es el aeropuerto más grande de los Estados Unidos y el tercer aeropuerto más grande del mundo. Este aeropuerto fue inaugurado en febrero de 1995, sustituyendo al viejo Aeropuerto Stapleton, el cual fue clausurado cuando inauguraron el nuevo. Tres meses después de la clausura de este aeropuerto, varios cientos de personas dieron una gran fiesta para celebrar algo que no habían disfrutado durante años: el silencio. Uno de los vecinos dijo: “Tal parece como si nos hubiésemos mudado para otro lugar. Ahora podemos sostener una conversación, escuchar la televisión, y trabajar en el patio sin que los oídos estén a punto de estallar por tanto ruido”.

El mundo actual está lleno de ruidos de todo tipo. Hay demasiados aviones, automóviles, cortadoras de hierba, televisores, teléfonos, etc., etc. Es muy fácil que nos sintamos atormentados en medio del bullicio que nos rodea. En estas condiciones resulta sumamente difícil escuchar la voz de Dios, mucho menos llegar a conocerle íntimamente. El Salmo 46:10 dice: “Estad quietos, y conoced que yo soy Dios”. El Señor nos exhorta a permanecer tranquilos y en silencio si queremos conocerlo. No podremos conocer a nuestro Padre celestial si no acallamos primeramente el escándalo y las distracciones de este mundo, y disponemos el corazón para escuchar la dulce voz de su Espíritu.

Cuando huimos de esos ruidos y nos apartamos para pasar un tiempo de tranquilidad, meditando en la palabra de Dios, buscando su rostro en oración, dejando que el Espíritu Santo nos lleve a niveles espirituales profundos, allí, en silencio, podremos escuchar la voz del Señor y llegar a conocerlo íntimamente. Allí está la respuesta de Dios para ti. Allí está la paz que tú necesitas. Búscala cada día de tu vida.

ORACIÓN:
Padre santo, cuánto anhelo y cuánto necesito escuchar tu voz y sentir tu paz en mi corazón. Ayúdame a encontrar ese momento y ese lugar en el que, en silencio y quietud, yo pueda irte conociendo más y más cada día. Te lo pido en el nombre de Jesús, Amén.

¡Gracia y Paz!

Dios te Habla

¿POR QUÉ TENEMOS LA NECESIDAD DE ORAR SIEMPRE Y NO DESMAYAR?



¿POR QUÉ TENEMOS LA NECESIDAD DE ORAR SIEMPRE Y NO DESMAYAR?

Lucas 18:1-8
“También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar, diciendo: Había en una ciudad un juez, que ni temía a Dios, ni respetaba a hombre. Había también en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él, diciendo: Hazme justicia de mi adversario. Y él no quiso por algún tiempo; pero después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre, sin embargo, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, no sea que viniendo de continuo, me agote la paciencia. Y dijo el Señor: Oíd lo que dijo el juez injusto. ¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles? Os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?”

La razón por la cual el Señor les dijo esta parábola era por la necesidad de orar siempre y no desmayar. Es probable que algunos de nosotros tengamos peticiones que no han sido respondidas aún, y debido a eso es posible que nos sintamos cansados y desmotivados – puede que hayamos desmayado. La petición de la viuda no era mala. Por el contrario, era buena y justa. Como ella, muchos de nosotros a lo mejor tenemos peticiones buenas y justas a la cuales aun no hemos recibido respuesta. ¿Qué es lo que la Palabra de Dios nos dice que hagamos? Que sigamos yendo al Señor con esas peticiones, que no desmayemos ni nos desmotivemos sino que sigamos acudiendo a Él en oración.

No digo que todas las peticiones por las que estamos orando nos serán concedidas – deben estar de acuerdo a Su voluntad - ni tampoco digo que alguien debe acudir al Señor con peticiones las cuales Él ya ha respondido negativamente. Sin embargo, no debes desmayar y debes continuar orando por aquellas peticiones que sabes, por la Palabra de Dios, que en general están de acuerdo a Su voluntad. Como dice el Señor:

Mateo 7:7-11
“Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?”

El Señor dará cosas buenas a los que se las pidan. Se les abrirá a aquellos que llamen a la puerta. Aquellos que buscan encontrarán. Se les dará a aquellos que piden.

Todo esto nos demuestra que siempre esta una puerta abierta para acudir a Dios confiadamente y presentarle todas nuestras peticiones. Es posible que algunos de nosotros ya hayamos llamado a la puerta dos, tres veces o más, y aún sigue cerrada. Puede que nos sintamos frustrados debido a eso y posiblemente escondamos amargura. “Si Dios en verdad me ama, porqué...” No podemos decir que amamos a Dios si le escondemos muchas cosas– nuestro dolor por ejemplo. Cuando Job fue probado, no estaba contento sino herido. Y lo que hizo no fue ocultar su tristeza y sus preguntas, sino que las expresó abiertamente:

Job 23:3-5
“¡Quién me diera el saber dónde hallar a Dios! Yo iría hasta su silla. Expondría mi causa delante de él, Y llenaría mi boca de argumentos. Yo sabría lo que él me respondiese, Y entendería lo que me dijera”.

 Job estaba muy abierto a Dios y aun así sus tres amigos estaban tratando de persuadirle que era su error lo que había causado todo eso, al final el Señor dijo: “porque no habéis hablado de mí lo recto, como mi siervo Job” (Job 42:7). En 2 de Corintios 5:18 Dios nos dice que hemos sido reconciliados con Él. Si hemos sido reconciliados con Dios; Si Dios es nuestro amigo, ¿es correcto que le escondamos cosas en nuestro corazón y no abrirnos completamente a Él? “En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor” (1 de Juan 4:18).

Esto es definitivo, si tenemos miedo de hablar abiertamente con el Señor es porque no lo amamos verdaderamente. Sí él es nuestro creador. Sí él es el Dios Todopoderoso. Pero también es nuestro Padre. Él es el Dios que tanto nos ama, no porque éramos muy buenos o porque hicimos muchas cosas buenas, sino porque estábamos muertos en pecados y delitos (Efesios 2:1-10).

Amado hermano, amada hermana, no dudes que DIOS TE AMA. La puerta que dejaste de tocar, deberías tocarla de nuevo confiadamente. Para obtener un ejemplo de la confianza con la que debes de llamar a la puerta, vayamos a Lucas 11, a las palabras del Señor que preceden al llamado de “pide y te será dado”:

Lucas 11:5-9
“Les dijo también: ¿Quién de vosotros que tenga un amigo, va a él a medianoche y le dice: Amigo, préstame tres panes, porque un amigo mío ha venido a mí de viaje, y no tengo qué ponerle delante; y aquél, respondiendo desde adentro, le dice: No me molestes; la puerta ya está cerrada, y mis niños están conmigo en cama; no puedo levantarme, y dártelos? Os digo, que aunque no se levante a dárselos por ser su amigo, sin embargo por su importunidad se levantará y le dará todo lo que necesite. Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá”.

El Señor usa dos ejemplos extremos – la viuda y el amigo- para decirnos, que debemos de insistir y no desmayar al llamar a la puerta. La viuda sabía que al juez no le importaba nada. Sabía que “no le temía a Dios ni al hombre”. Y aún así, NO DESMAYÓ. Cada mañana se levantaba para ir allá con su petición. Para ella, el juez era el único que podía proveerle una solución. El Señor nos da lo anterior como un ejemplo que debemos de seguir: acudir al JUEZ JUSTO sin desmayar, y Él de seguro juzgará nuestras peticiones.

En otro ejemplo, vemos a alguien llamando a la puerta de su amigo, no por la tarde, sino a media noche. No tenía muchas opciones. O tocaba la puerta de su amigo o no “lograba nada”. Y la tocó. No dijo “no voy a lograr nada”. No dijo “No voy a tocar porque es media noche”. Sino que llamó y se le abrió. “Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá”.

Abre tu corazón completamente al Señor, sin esconder nada. EL TE AMA y desea tremendamente el tener una relación abierta contigo – como la relación que tendrías con tu mejor amigo. Por eso, no te quedes ahí de pie dudando, llama a Su puerta y hazlo confiadamente.


¡Gracia y Paz!