lunes, 22 de abril de 2013

¿PUEDES GOZARTE Y DAR GRACIAS POR TODO?



1 Tesalonicenses 5:16-18
“Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús".

El pasaje de hoy contiene dos instrucciones muy difíciles para la mayoría de nosotros: “Estad siempre gozosos” y “Dad gracias en todo”. El sufrimiento es algo muy natural en la vida de cualquier ser humano. Desde que una persona nace hasta que muere, invariablemente pasará por muchas pruebas, problemas, crisis de todo tipo que ocasionan sentimientos de tristeza y de dolor. Esta es la reacción natural ante esas situaciones. Por eso es tan difícil sentir gozo, y mucho más difícil es dar gracias en medio de estas circunstancias. Entonces, ¿por qué Dios espera que tengamos esta actitud?

Primeramente porque él puede usar el sufrimiento para madurarnos, pulirnos, perfeccionarnos, y llevar a cabo su plan de hacernos conformes a la imagen de su Hijo. Si creemos esto de corazón y confiamos en él seremos capaces de sentir gozo en medio de la prueba. La Palabra de Dios dice en Santiago 1:2-4: “Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna”.

En segundo lugar, Dios tiene un propósito específico por medio de la gratitud. Cuando somos agradecidos, estamos más concientes de su presencia y más motivados a encontrar su propósito en nuestras vidas. La gratitud nos enseña a confiar en Dios, fortalece nuestra fe y aumenta nuestra dependencia de él. ¿Pero cómo es posible dar gracias en todo? Primero debemos aceptar a Jesucristo como Salvador. Entonces el Espíritu Santo viene a morar en nosotros, y nos capacita para hacer todo lo que Dios quiere que hagamos.

Es el Espíritu Santo quien nos dirige y nos mueve a buscar el poder del Señor por medio de la oración constante. Y aquí se pone de manifiesto la exhortación del pasaje de hoy: “Orad sin cesar”. ¿Y esto cómo es posible? Evidentemente el apóstol Pablo no quiso decir que orar requiere estar siempre en una postura de cabeza inclinada y con los ojos cerrados. Se puede vivir en un estado permanente de conciencia de la presencia de Dios. Esto es orar, y es posible hacerlo en cualquier momento y en cualquier lugar. La oración en este sentido, más que hablar, es estar interiormente en comunión constante con el Señor, de manera que cada pensamiento esté accesible a la presencia de Dios.

Cuando nos enfocamos totalmente en Dios seremos capaces de sentir gratitud, y podremos estar por encima de nuestros problemas. Cada vez que le damos gracias al Señor y nos gozamos en él, su gloria se manifestará en nosotros y recibiremos su fortaleza y su poder para vencer las circunstancias negativas. “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4:6-7). Cuando en medio de la prueba oramos, y damos gracias a Dios, una paz indescriptible nos envuelve.

Debemos ser agradecidos porque Dios nos ha dado todo lo que tenemos. 1 Corintios 4:7 dice: “¿Qué tienes que no hayas recibido?” Pero sobre todas las cosas debemos ser agradecidos porque “esta es la voluntad de Dios”, declara el pasaje de hoy. También Colosenses 3:15 nos anima a ser agradecidos. Dice así: “Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos”.

Y si todavía te resulta difícil sentir gozo y ser agradecido, piensa por un momento en la cruz del Calvario, en el dolor y el sufrimiento tan terribles que Jesús soportó por ti y por mí. Todo con el fin de librarnos de la condenación y darnos vida eterna junto a él en el cielo.

¿Crees que puedes dar gracias a Dios en este momento?

ORACIÓN:
Amante Padre celestial, reconozco que para mí es imposible sentir gozo y gratitud en medio de las pruebas y las situaciones difíciles que tengo que atravesar. Te pido que sea tu Espíritu Santo produciendo en mí su fruto de gozo y de paz, para que yo pueda darte gracias cualesquiera sean las circunstancias que me rodeen, confiando que todo obrará para bien. En el nombre de Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”
Dios te Habla

¿ESTÁS BUSCANDO LA VOLUNTAD DE DIOS?



Salmo 25:4-5
“Muéstrame, oh Jehová, tus caminos; enséñame tus sendas. Encamíname en tu verdad, y enséñame, porque tú eres el Dios de mi salvación; en ti he esperado todo el día”.

Hace un tiempo escuchamos una noticia acerca de una niña de once años la cual murió de un tipo de diabetes relativamente simple que, según los médicos, pudo haber sido exitosamente tratado con medicinas, pero sus padres prefirieron poner la enfermedad de la niña en oración, esperando sanidad divina en lugar de acudir a la ciencia médica. Ellos declararon que creen en la Biblia, y que la sanidad viene de Dios, y atribuyeron la muerte de la niña a que, aparentemente, ellos no oraron con suficiente fe. Ciertamente es muy bueno creer lo que dice la Biblia, y es también cierto que la sanidad, al igual que todo lo bueno, viene de Dios. Sin embargo, es sumamente importante que entendamos que no siempre la voluntad de Dios se manifiesta de la manera que nosotros esperamos. Él tiene sus planes, los cuales son “planes de bienestar y de esperanza” (Jeremías 29:11), y contestará nuestra oración de manera que esos planes se lleven a cabo.

Cuando Lázaro de Betania, el hermano de Marta y Maria y amigo de Jesús, enfermó de gravedad, sus hermanas inmediatamente le enviaron mensaje al Señor (Juan 11:3). Con seguridad ellas pensaban que Jesús, tan pronto recibiera la noticia, acudiría al lado de Lázaro y lo sanaría. Ellas tenían fe en el poder de sanidad del Maestro, ellas sabían que Jesús amaba a su hermano, por lo tanto era lógico pensar que muy pronto Jesús vendría y pondría sus manos sobre Lázaro y este seria sanado de su enfermedad. Lo cierto es que el Señor no actuó de esa manera, sino que “cuando oyó, pues, que estaba enfermo, se quedó dos días más en el lugar donde estaba” (Juan 11:6). ¿Acaso no le importaba a Jesús la enfermedad de su amigo, y la tristeza y preocupación de Marta y María? Por supuesto que sí le importaba, pero el Señor tenía otros planes, imposibles de ver por el ojo humano. Por eso les dijo a sus discípulos: “Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella”.

Todos sabemos el resto de la historia: Cuando Jesús llegó a la aldea, Lázaro había muerto, y ya hacía cuatro días que estaba en el sepulcro. Tanto Marta como María “reprocharon” a Jesús su tardanza: “Señor, si hubieses estado aquí, no habría muerto mi hermano” (vv. 21 y 32). En otras palabras: “¿Por qué no viniste enseguida que recibiste el mensaje? Ahora ya es demasiado tarde”. Muchas veces oramos, acudimos al Señor en busca de la solución a nuestro problema, y entonces esperamos que las cosas se solucionen de la manera que nosotros consideramos es la correcta y en el tiempo que pensamos es el correcto, y actuamos conforme a este concepto. Jesús hizo algo muy por encima de lo que estas mujeres podían siquiera imaginar: levantó a Lázaro de los muertos, y el nombre de Dios fue glorificado y “muchos de los judíos que habían venido para acompañar a María, y vieron lo que hizo Jesús, creyeron en él” (v.45).

Si los padres de esa niña de once años, en lugar de simplemente esperar la sanidad de su hija a través de la oración, hubieran pedido también que Dios les mostrara cual era su voluntad, quizás hubieran entendido que lo que Dios quería es que ellos acudieran al médico. Ellos nunca entendieron que Dios pudo haber usado a ese médico para glorificar su nombre y para llevar a cabo algún plan que envolviera a otras personas cuyos corazones él quería ministrar. No sabemos, no somos capaces de entender los planes de Dios, por lo que nuestra fe debe movernos a dejar todo en sus manos, pero pedirle también que nos muestre cual es nuestra parte en su plan.

Si te encuentras en estos momentos en una situación difícil, haces muy bien en orar, clamando a Dios por la solución, pero es muy importante que sobre todas las cosas busques su voluntad. Al igual que el salmista en el pasaje de hoy, pide al Señor que te muestre sus caminos, que te revele lo que tú debes hacer mientras esperas en él.

ORACIÓN:
Padre amado, te ruego me reveles tus planes en mi vida, y me des la fuerza y el valor para unirme a ellos sin tratar de modificarlos. Por favor, haz tu voluntad en mi vida, porque yo sé que es agradable y perfecta. En el nombre de Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”
Dios te Habla

¿TIENES VALOR PARA OBEDECER A DIOS?



Hechos 4:5-13
“Aconteció al día siguiente, que se reunieron en Jerusalén los gobernantes, los ancianos y los escribas, y el sumo sacerdote Anás, y Caifás y Juan y Alejandro, y todos los que eran de la familia de los sumos sacerdotes; y poniéndoles en medio, les preguntaron: ¿Con qué potestad, o en qué nombre, habéis hecho vosotros esto? Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: Gobernantes del pueblo, y ancianos de Israel: Puesto que hoy se nos interroga acerca del beneficio hecho a un hombre enfermo, de qué manera éste haya sido sanado, sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos, por él este hombre está en vuestra presencia sano. Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos. Entonces viendo el denuedo de Pedro y de Juan, y sabiendo que eran hombres sin letras y del vulgo, se maravillaban; y les reconocían que habían estado con Jesús”.

Pedro y Juan habían sanado a un hombre cojo de nacimiento. Esto irritó a las autoridades religiosas, las cuales se reunieron y los mandaron a buscar para interrogarlos. Lo primero que les preguntaron fue: “¿Con qué potestad, o en qué nombre, habéis hecho vosotros esto?” Esto dio oportunidad a Pedro para testificar de Jesucristo ante aquellos mismos hombres que habían sentenciado al Señor. ¿Acaso no sabía Pedro que su vida estaba en peligro al actuar de esa manera? Por supuesto que sí. Pero estaba dispuesto a enfrentarse a la misma muerte con el fin de llevar adelante la misión de predicar el evangelio a toda criatura, como les había encomendado Jesús después de la resurrección. Y dice este pasaje que “viendo el denuedo de Pedro y de Juan… se maravillaban; y les reconocían que habían estado con Jesús”.

“Denuedo” significa valor, intrepidez, determinación. Aquellos mismos hombres que huyeron despavoridos cuando fueron a arrestar a Jesús en el huerto de Getsemani y que se escondieron de los judíos por miedo a que les pasara lo mismo que a su líder, de pronto tuvieron el valor para enfrentarse a todos ellos, y hasta dar sus vidas por la causa de Cristo. ¿A que se debió tan increíble transformación en la vida de estos hombres? Antes de ascender al cielo, Jesús no sólo les dio a ellos instrucciones de lo que debían hacer, sino que les dejó la promesa de que recibirían poder cuando hubiese venido sobre ellos el Espíritu Santo (Hechos 1:8). Y esta promesa se hizo realidad el día de Pentecostés, llenando a los apóstoles de poder y de valor para llevar a cabo tan difícil misión.

En el Antiguo Testamento leemos acerca de un joven llamado Josué, el cual se convirtió en un hombre de un valor a toda prueba. Dios le asignó la tarea de tomar el lugar de Moisés, el único líder que los israelitas habían conocido y le pidió que tomara el mando de un pueblo con muy poca experiencia militar e invadiera una región de naciones enemigas con ejércitos poderosos. Y aún más difícil, Dios esperaba de él que hiciera lo que Moisés no pudo hacer: establecer al rebelde pueblo de Israel en la Tierra Prometida a la que ellos se negaron a entrar 40 años antes. ¿Qué le dio Dios a Josué que lo llenó del valor que necesitaba? Le dio instrucciones precisas y sobretodo la promesa de su santa y poderosa presencia. Dice Josué 1:9: "Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas".

Nosotros también tenemos las instrucciones que la palabra de Dios nos da para vivir una vida victoriosa, y tenemos el Espíritu Santo, que mora en nosotros, el cual nos da el poder, la sabiduría y el valor para llevar a cabo estas instrucciones. Sólo tenemos que establecer una íntima comunión con Dios por medio de la lectura de la Biblia y la oración diariamente. Entonces el Espíritu Santo tomará el control de nuestras vidas y podremos enfrentarnos con valor a toda situación difícil que se presente.

ORACIÓN:
Bendito Señor y Dios, te doy gracias porque puedo acudir a ti en los momentos en que el temor y la duda tambalean mi vida y se me dificulta obedecerte. Aumenta mi fe, y dame el valor para cumplir siempre tu palabra de manera que tu nombre sea glorificado en mi vida. En el nombre de Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”
Dios te Habla

EL PODER DEL PERDÓN



Mateo 5:44-45
(Jesús dijo:) Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos”.

«Déméter fue una persona detenida por la policía de Rumania debido a su fe en Cristo. Cuando estaba en la cárcel, un guardia lo golpeó varias veces con un martillo en la columna vertebral. El resultado fue que Déméter quedó lisiado. Hace veinte años que está en cama sin poder moverse.

Al cambiar el régimen político, el oficial de la policía secreta que había destrozado la vida de Déméter, vino a llamar a la puerta de su casa y le dijo: –Sé que no puedo ser perdonado, pues lo que hice es demasiado horrendo. Simplemente escuche mis disculpas y me iré. Déméter le respondió: –He orado por usted durante veinte años. Lo estaba esperando. Está perdonado.

Hermanos y amigos, nos sentimos muy pequeños comparados a Déméter. Aprendamos, al igual que él, a orar por todos aquellos que nos han ofendido. Jesús mismo, cuando estaba en la cruz, oró por sus verdugos: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34). Y enseñó a sus discípulos a hacerlo (Mateo 5:44). Al orar recibimos la fuerza para perdonar, y al perdonar experimentamos más el perdón que Dios nos da. Nuestro corazón se funde y encuentra la fuerza para amar. El resentimiento deja paso a la compasión hacia aquellos que nos han hecho daño. Entonces tal vez sean ganados por el amor de Cristo. ¡Esa es la única “venganza” del creyente!

“Gracia y Paz”
La Buena Semilla

¿PUEDE UN CRISTIANO SER POSEÍDO POR UN DEMONIO?



No, los cristianos no pueden ser poseídos por demonios. La posesión implica señorío, y los cristianos no son poseídos por el demonio. Lo contrario, hemos sido comprados por un precio: La sangre de Jesucristo (1 Corintios 6:20; 7:23). Además, un demonio no puede habitar en la casa del Señor por la grandeza de Su gloria y pureza. Como cristianos somos templo del Espíritu Santo (1 Corintios 6:19): “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?”. cuando Dios habita en nosotros al recibir a Cristo (Juan 14:23): “Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él”. Aún más, 1 Juan 4:4, dice: “Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo”. Por lo tanto, no tiene sentido afirmar que alguna presencia demoníaca pudiera habitar una persona en la cual Dios habita.

Aún más, Jesús nos enseñó una parábola acerca de echar fuera demonios que puede arrojar cierta luz sobre el tema:

Mateo 12:43-45: “Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda por lugares secos, buscando reposo, y no lo halla. Entonces dice: Volveré a mi casa de donde salí; y cuando llega, la halla desocupada, barrida y adornada. Entonces va, y toma consigo otros siete espíritus peores que él, y entrados, moran allí; y el postrer estado de aquel hombre viene a ser peor que el primero. Así también acontecerá a esta mala generación.”

Como puedes ver, cuando alguien es poseído y el demonio es echado fuera, el espíritu inmundo trata de regresar más tarde. Date cuenta que Jesús dice que en este caso, la casa se encuentra desocupada. Esto significa que la persona no es cristiana, ya que la casa está desocupada; o sea, en ella no existe la presencia de Dios, el Espíritu Santo no esta habitando en ella. Una casa vacía permite que entren otros espíritus en la persona y su condición es peor que la anterior.

Por lo tanto, es bastante claro en la Escritura que un verdadero cristiano, un seguidor de Jesucristo, no puede ser poseído por los demonios.


Ver video: ¿Cristianos endemoniados? - Pastor Chuy Olivares.

Dar Click aquí: >>> http://vimeo.com/64321924


“Gracia y Paz”
Verdades Bíblicas

By: Matt Slick

ALIENTO PARA TODAS LAS TEMPORADAS



Deuteronomio 7:7-9
“No por ser vosotros más que todos los pueblos os ha querido Jehová y os ha escogido, pues vosotros erais el más insignificante de todos los pueblos; sino por cuanto Jehová os amó, y quiso guardar el juramento que juró a vuestros padres, os ha sacado Jehová con mano poderosa, y os ha rescatado de servidumbre, de la mano de Faraón rey de Egipto. Conoce, pues, que Jehová tu Dios es Dios, Dios fiel, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta mil generaciones”.

Al igual que el año, la vida tiene sus temporadas. Algunas están llenas de alegría, mientras que otras se caracterizan por las dificultades. Pero no te desanimes, porque hay un precepto bíblico que puede alentarte y sostenerte en cada temporada: NUESTRO DIOS ES FIEL.

Sabemos de este atributo del Señor por pasajes tales como 1 Corintios 1:9, en el que Pablo dice: “Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor”. Decir que Dios es fiel, significa que Él siempre hace exactamente lo que dice que hará.

Qué tranquilizador es saber que Él cumplirá sus promesas y nunca se apartará de nuestro lado cualquiera que sea la “estación” de la vida en que nos encontremos. No importa qué tan profundas, lóbregas, deprimentes, desesperadas o buenas puedan parecer las cosas, sus hijos podemos contar con la constante presencia del Padre celestial.

Así que, independientemente de nuestras pruebas o triunfos, recordemos estas tres verdades:

1. Dios será fiel porque eso es parte de su naturaleza intrínseca (Salmo 36:5).
2. Dios lo sabe todo acerca de nuestra situación; jamás estamos solos en la vida (Salmo 139:7-12).
3. Dios es omnipotente; por eso es poderoso para satisfacer cada necesidad, y sabe cómo animarnos en las diversas estaciones de la vida (Romanos 8:28).

Sin embargo, Dios quiere que vivamos conforme a su palabra: “Si anduviereis en mis decretos y guardareis mis mandamientos, y los pusiereis por obra, yo daré vuestra lluvia en su tiempo, y la tierra rendirá sus productos, y el árbol del campo dará su fruto. Vuestra trilla alcanzará a la vendimia, y la vendimia alcanzará a la sementera, y comeréis vuestro pan hasta saciaros, y habitaréis seguros en vuestra tierra” (Levítico 26:3-5).

Aférrate a la realidad de que tu y las estaciones cambiarán, pero nuestro maravilloso Dios siempre será el mismo. Eso significa que no te fallará, que no titubeará para ayudarte, y que no cambiará; por eso puedes confiar plenamente en Él. Cumple con su pacto y él Señor jamás se olvidará de ti, pues está a tu lado, siempre. ¡Grande es su fidelidad!

“Gracia y Paz”
Meditación Diaria

¿CONOCES A NUESTRO SUMO SACERDOTE?



Hebreos 3:1-6
“Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, considerad al apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús; el cual es fiel al que le constituyó, como también lo fue Moisés en toda la casa de Dios. Porque de tanto mayor gloria que Moisés es estimado digno éste, cuanto tiene mayor honra que la casa el que la hizo. Porque toda casa es hecha por alguno; pero el que hizo todas las cosas es Dios. Y Moisés a la verdad fue fiel en toda la casa de Dios, como siervo, para testimonio de lo que se iba a decir; pero Cristo como hijo sobre su casa, la cual casa somos nosotros, si retenemos firme hasta el fin la confianza y el gloriarnos en la esperanza”.

El concepto del sacerdocio era extremadamente alto en el Antiguo Testamento. El sacerdote era el intermediario entre Dios y el pueblo. En latín la palabra que define a un "sacerdote" es “pontifex” que significa "constructor de puentes". El sacerdote es la persona que tiende un puente entre el hombre y Dios. Para esto debe conocer tanto al hombre como a Dios, debe ser capaz de hablar a Dios en nombre de los hombres y a los hombres en nombre de Dios. En el Antiguo Testamento solamente el sumo sacerdote podía ofrecer los sacrificios por el perdón de los pecados del pueblo; pero tenía que ofrecer sacrificio por sus pecados también. Dice Hebreos 5:1-3: “Porque todo sumo sacerdote tomado de entre los hombres es constituido a favor de los hombres en lo que a Dios se refiere, para que presente ofrendas y sacrificios por los pecados; para que se muestre paciente con los ignorantes y extraviados, puesto que él también está rodeado de debilidad; y por causa de ella debe ofrecer por los pecados, tanto por sí mismo como también por el pueblo”.

Jesús nunca pecó (1 Pedro 2:22). Por eso cerró para siempre el abismo que existía entre Dios y los hombres desde la caída en el huerto del Edén, y se estableció como nuestro Sumo Sacerdote, quien no sólo perdonó nuestros pecados sino también nos dio poder para tener nuestra propia relación con Dios. Así dice el pasaje de hoy: “Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, considerad al apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús...” Jesús es el sumo sacerdote perfecto porque es perfectamente hombre y Dios; porque puede representar a los hombres ante Dios y a Dios ante los hombres. En él, Dios se acerca al hombre y el hombre se acerca a Dios. A través de su muerte en la cruz, Jesucristo pagó por nuestros pecados reconciliándonos con Dios, y nos dio acceso al trono celestial. Él es nuestro Salvador y nuestro constante intercesor delante de Dios Padre.

En su carta a los Romanos el apóstol Pablo escribió: “Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros” (Romanos 8:34). Y en su primera carta a Timoteo, Pablo dice: “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos” (1 Timoteo 2:5-6). Por medio de su sacrificio magnánimo y su posterior resurrección, Jesús completó el perfecto plan de Dios para nuestra salvación. Él es el camino para entrar al Trono de Dios y vivir en la libertad del perdón por toda la eternidad. Y mientras estemos en este mundo él es el intermediario perfecto para llevar todas nuestras necesidades al único que puede suplirlas plenamente. Dice Hebreos 4:15-16: “Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro”.

Acércate con toda confianza a tu sumo sacerdote, adórale como él merece y trae ante él tus cargas y necesidades. Y encontrarás paz y descanso para tu alma.

ORACIÓN:
Gracias Dios mío, por tu Hijo Jesucristo quien es mi Salvador y mi Sumo Sacerdote. Gracias porque en su santo nombre puedo acercarme a ti, y porque él intercede por mí ante tu trono de gracia. Ayúdame a corresponder a tu amor y al precioso privilegio de comunicarme contigo. En el nombre de Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”
Dios te Habla

ORACIÓN



Gracias Dios mío, por tu Hijo Jesucristo quien es mi Salvador y mi Sumo Sacerdote. Gracias porque en su santo nombre puedo acercarme a ti, y porque él intercede por mí ante tu trono de gracia. Ayúdame a corresponder a tu amor y al precioso privilegio de comunicarme contigo. En el nombre de Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”

DESPIÉRTATE, TÚ QUE DUERMES



Efesios 5:14
“Por lo cual dice: Despiértate, tú que duermes, y levántate de los muertos, y te alumbrará Cristo”.

Muchos viven su vida como si este mundo fuera todo lo que hay, y como si fuéramos a estar aquí para siempre. Enfocarnos completamente en este presente mundo e ignorar las realidades eternas, la Biblia compara a uno que está dormido. ¡Pero que pronto se acabará el sueño! ¡Que pronto cada uno de nosotros tendrá que estar delante de Dios, y darle cuenta de nuestra vida aquí en la tierra! Tendremos que explicarle porque escogimos el mundo, la carne, y al diablo, y rechazamos al Hijo de Dios que murió por nuestros pecados. Conociendo el terror del juicio cuando le rindamos cuentas a Dios. La Biblia nos anima a despertar de este sueño de muerte, y acudir a Cristo nuestro Salvador, para recibir la vida verdadera que Él nos ofrece. “Por lo cual dice: Despiértate, tú que duermes, Y levántate de los muertos, Y te alumbrará Cristo” (Efesios 5:14).

“Gracia y Paz”
Un Versículo de la Biblia cada Día

EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA



Juan 14:6
“Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”.

Jesús es el camino. Recordemos que en el huerto de Edén, Adán y Eva estaban en perfecta relación con Dios. Conforme a su bondad Dios les había preparado ese huerto, y vivían felices en la presencia de su creador. Por lo tanto no necesitaban un camino para ir a él. Su desobediencia a Dios rompió la feliz relación que tenían con él. Después de esto el hombre tuvo miedo de Dios. Ya no podía haber comunión entre el Dios santo y el hombre pecador. Mas Jesús vino al mundo para ser el camino hacia Dios y restablecer esa comunión. Sufrió el castigo por nuestros pecados, los cuales nos separaban de Dios.

Jesús es la verdad. Cuando Satanás se presentó ante el hombre bajo la forma de una serpiente astuta, empleó la mentira haciéndole creer que podía desobedecer sin riesgo y que el juicio pronunciado no sería ejecutado. En la cruz, Jesús restableció totalmente la verdad. Probó que Dios no podía pasar por alto el pecado. Su santidad y su justicia exigían el castigo por la desobediencia y por toda manifestación de maldad.

Jesús es la vida. Satanás, haciendo desobedecer a Adán, condujo los hombres a la muerte: “Como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres” (Romanos 5:12). Jesús, mediante su sacrificio en la cruz, libera de la muerte a todo creyente y le da la vida eterna. “La paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 6:23).


“Gracia y Paz”
La Buena Semilla