martes, 27 de noviembre de 2012

MÁS Y MÁS



1 Tesalonicenses 3:12
“Y el Señor os haga crecer y abundar en amor unos para con otros y para con todos…”

Un eslogan que suele oírse en la actualidad en este mundo económicamente inestable es «menos y menos». Se insta a los gobiernos a equilibrar sus presupuestos, y a la gente se le pide que disminuya el uso de energía eléctrica y de los limitados recursos. Todos deberíamos prestar atención a este buen consejo. Sin embargo, en la esfera de la fe, el amor, la gracia y la fortaleza no escasean. Por eso, como seguidores de Cristo, se nos exhorta a demostrar su amor cada vez más.

En la primera carta a los creyentes de Tesalónica, Pablo los insta a abundar «más y más» en las cualidades que le agradan a Dios, en el amor mutuo y en el fraternal (4:1, 10).

Esta clase de amor expansivo solo se logra porque proviene de los recursos ilimitados de Dios, no de un suministro que disminuye. Recuerde: Su amor no termina, su gracia no acaba; No hay limite para el poder de Jesús. Pues de sus inmensas riquezas en gloria, abundan sus dones, abunda su amor.

El apóstol Pablo expresó lo que deseaba para los creyentes: «Y el Señor os haga crecer y abundar en amor unos para con otros y para con todos, como también lo hacemos nosotros para con vosotros» (1 Tesalonicenses 3:12).

¿Cuánto debemos amar a Dios y a los demás? ¡Más y más!

Mis limitaciones no cambian el poder ilimitado de Dios para amar a través de mí.

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LEA: 1 Tesalonicenses 3:12–4:10

Biblia en un año: 2 Corintios 1–3
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“Gracia y Paz”
Nuestro Pan Diario

LA TUMBA VACÍA



Apocalipsis 1:18.
“(Jesús dijo:) …Estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte…”

La esperanza cristiana no sería nada si no fuésemos conscientes de que Cristo está vivo. Nuestra fe en Jesús no se limita a la apreciación de su ministerio de bondad, ni siquiera a sus sufrimientos y muerte en la cruz. Si el Señor Jesús no hubiese resucitado, nuestra fe sería vana (1ª Corintios 15:14).

Algunas mujeres fieles siguieron al Señor a lo largo de su ministerio. Incluso asistieron de lejos y con gran dolor a la escena de la crucifixión. Al atardecer de ese día pudieron ver dónde dos hombres ricos, José de Arimatea y Nicodemo, colocaban el cuerpo de Jesús. Después del sábado se dieron prisa para ir a la tumba y embalsamar el cuerpo de su Señor. Salieron de casa muy temprano, cuando aún era oscuro, y llegaron a la tumba cuando salía el sol. Pero otra luz, más brillante que la del sol, iba a iluminar todo su ser. La vida triunfó sobre la muerte, así como la luz triunfó sobre las tinieblas. La tumba estaba vacía, ¡Jesús había resucitado! Luego se apareció a sus discípulos y les mostró las heridas de la cruz. “¡Señor mío, y Dios mío!”, dijo Tomás al reconocerle (Juan 20:28).

Desde ese momento todo cambió para los discípulos: la tristeza se convirtió en gozo, el temor en valentía y la duda en seguridad. Un nuevo día había nacido para la humanidad: el día de la buena nueva, proclamada aún hoy. Jesús nos dice: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá” (Juan 11:25).

“Gracia y Paz”
La Buena Semilla

CÓMO VENCER EL DESÁNIMO



Salmo 42:5-11
“¿Por qué te abates, oh alma mía, Y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío. Dios mío, mi alma está abatida en mí; Me acordaré, por tanto, de ti desde la tierra del Jordán, Y de los hermonitas, desde el monte de Mizar. Un abismo llama a otro a la voz de tus cascadas; Todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mí. Pero de día mandará Jehová su misericordia, Y de noche su cántico estará conmigo, Y mi oración al Dios de mi vida. Diré a Dios: Roca mía, ¿por qué te has olvidado de mí? ¿Por qué andaré yo enlutado por la opresión del enemigo? Como quien hiere mis huesos, mis enemigos me afrentan, Diciéndome cada día: ¿Dónde está tu Dios? ¿Por qué te abates, oh alma mía, Y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío”.

Siempre que se sienta decaído, lo mejor que puede hacer es ir al libro de Salmos. En el pasaje de hoy, el escritor pregunta: “¿Por qué te abates, oh alma mía? (v. 5). Sorprendentemente, esta pregunta es el primer paso para vencer el desánimo.

Mire hacia adentro. Antes de enfrentar el desaliento, necesita saber qué lo está causando. Si no está seguro, pídale al Señor que le ayude a entender qué está pasando dentro de usted.

Mire hacia arriba. El paso siguiente es levantar sus ojos al Señor y poner su esperanza en Él. Recuerde que el desánimo es común para todos, en algún momento, pero no tiene que alojarse en nosotros. Después de un tiempo, volverá a alabar a Dios por la ayuda de su presencia (v. 5).

Mire hacia atrás. El desaliento es capaz de borrar de nuestra memoria todo lo bueno que el Señor ha sido con nosotros a lo largo de los años. Por eso, en vez de regodearnos en nuestro malestar presente, debemos hacer el esfuerzo de recordar el cuidado y la provisión de Dios en el pasado. Entonces, nuestra fe vencerá al desánimo (v. 6).

Mire hacia adelante. Los planes de Dios son buenos y podemos aguardar con esperanza lo que Él va a hacer en el futuro. Su misericordia nos ayudará en el día y traerá consuelo en la noche. Confíe en que Él hará que todo obre para nuestro bien (v. 8).

Si su enfoque es correcto, usted responderá bien al desánimo. Las circunstancias pueden hacerle pensar que Él se ha olvidado de usted (v. 9), pero su Palabra promete que Él le ayudará y vendrá en su auxilio en el valle del desánimo. Aunque se sienta solo, usted jamás está solo.

“Gracia y Paz”
Meditación Diaria

CRISTO, NUESTRA FORTALEZA Y ESPERANZA



2 Reyes 6:16
“Y él le dijo: No hayas miedo: porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos”.

El siervo de Eliseo veía a los ejércitos de los Siros y todos los hombres que le buscaban a Eliseo para matarlo; pero el siervo no podía ver a los ángeles protectores que Dios había mandado, y por eso tenía mucho miedo. “Y oró Eliseo, y dijo: Ruégote, oh Jehová, que abras sus ojos para que vea. Entonces Jehová abrió los ojos del mozo, y miró: y he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo”.

Que nosotros no seamos como el siervo de Eliseo, que lo único que veamos sea el mundo físico, con sus problemas, guerras y conflictos, porque hay una realidad más profunda en medio de todo esto que no vemos. Porque cuando tengamos un verdadero encuentro con Jesús y le permitamos vivir en nuestro corazón, Él nos quitará la venda de los ojos y veremos la realidad espiritual y fundamental detrás del escenario de nuestra vida. De esa manera veremos que Dios si es verdadero y que le hemos ofendido con nuestra manera de vivir; y que nuestra culpabilidad nos empuja hacia abajo a una eternidad de vergüenza, desprecio, y castigo.

Gracias a Dios, porque Él nos enseña a nuestro Salvador Jesucristo, resucitado de los muertos y fuerte para salvarnos de nuestra condición de muerte. Así es que oremos como Eliseo: “Te ruego oh Jehová, que abras sus ojos para que vean”. Amén.

“Gracia y Paz”
Un Versículo de la Biblia cada Día