lunes, 4 de noviembre de 2013

NO TE PERMITAS DISTRACCIONES



Nehemías 6:3
“Y les envié mensajeros diciendo: Yo hago una gran obra, y no puedo ir; porque cesaría la obra, dejándola yo para ir a vosotros”.

Todo ser humano que decide emprender una carrera siempre encuentra obstáculos que debe librar. Son muchas las adversidades que deben enfrentarse los hombres y mujeres que caminan rumbo a una meta trazada. Nunca nadie que inició algo lo hizo sin haber atravesado muchas dificultades. Tal es el caso de Nehemías, un hombre de Dios que sirvió como copero del rey Artajerjes I en tiempos posteriores al exilio del pueblo judío y quien juntamente con Esdras y Zorobabel fueron de los precursores de la reconstrucción del templo Jerusalén. Luego que el pueblo judío fue cautivo a Babilonia, las condiciones en las que se encontraba aquella ciudad eran deplorables. Era grande la ruina de Jerusalén y todo la región de Judá. Las guerras que se habían librado años atrás habían borrado completamente la majestuosidad que por muchos años deslumbró a otras naciones. La grandeza que el pueblo tuvo había desaparecido completamente, no quedaban mas que ruinas y escombros.

Años atrás el templo de Dios había sido reconstruido por Esdras y Zorobabel, pero aun estaba sin muros la ciudad, estaban expuestos a saqueadores y enemigos que quisieran atacarlos. Esto provoca un gran dolor en Nehemías, a tal grado que cuando recibe la noticia de las condiciones en las que se encontraba la gran Jerusalén y las condiciones de vida de sus hermanos, lloró amargamente, hizo duelo, luego ayunó y oró a Jehová por algunos días. Es a partir de esa gran precariedad que Nehemías emprende la enorme tarea de reconstruir los muros de Jerusalén, mejorar las condiciones de sus hermanos y restablecer el orden dentro de la sociedad. Bajo ningún punto de vista fue fácil todo lo que debió enfrentar Nehemías para alcanzar sus metas. Primero porque no era un hombre libre, él fungía como copero del rey y por lo tanto no decidía en ningún momento lo que a él le satisficiera. Además la distancia entre una ciudad y otra era considerable, también, el camino hacia Jerusalén estaba rodeado de enemigos que podían matarlo por lo tanto necesitaba cartas que lo autorizaran para poder transitar libremente sin correr riesgo alguno. Así mismo debía conseguir los materiales para la obra que habría de realizar. Nehemías también necesitaba reclutar al personal necesario para llevar a cabo la reconstrucción de los muros. Pero no solo eso sino que sumado a todo lo anterior existían tres hombres, Sanbalat, Tobías, y Gesém, el árabe, quienes se convirtieron en los principales enemigos de Nehemías y buscaban la manera de hacerlo desistir de su misión. Estos hombres lo amenazaron, lo acechaban constantemente, buscaban interrumpir la obra que Nehemías realizaba. Hicieron lo imposible porque no terminara la reconstrucción de aquellos muros. Fueron necesarios ciento cincuenta días para terminar la reconstrucción de los muros. Ninguno de los anteriores obstáculos descritos impidieron que Nehemías terminara lo que había empezado.

Entonces surge la pregunta: ¿cuál fue la clave de todo esto? La clave fue que: Nehemías en ningún momento se permitió caer en ninguna distracción de las que se le presentaron. Tampoco dejó que ninguna de las adversidades que enfrentó lo desviaran de la meta que se había trazado. Nunca vio como demasiado grandes los obstáculos que aparecían en su camino, porque siempre estuvo puesta su mirada en la meta que debía alcanzar. Para ello, todo hombre necesita tener convicciones firmes. Quien no las tiene lo mas seguro es que nunca logre nada en su vida. En este pasaje se pueden apreciar esas convicciones en la persona de Nehemías. El debía terminar la reconstrucción. Cuando lo mandan a llamar para reunirse con sus enemigos, la respuesta fue tan convincente, tan clara y tan firme que no permitió nada que lo moviera de sus metas.

Esta respuesta, además nos permite entender que somos nosotros los que decidimos finalmente si nos detenemos o continuamos haciendo lo que anhelamos. Pero nuestro gran conflicto hoy, en pleno siglo XXI, es que vivimos en una sociedad donde existen múltiples distractores. Los distractores son todas aquellas actividades que realizamos y que interfieren entre nosotros y nuestras metas. Uno de los distractores mas habituales de hoy día son las redes sociales, la juventud actual y aun los no tan jóvenes, cuentan con al menos una de las tres redes sociales mas famosas que existen en internet. Muchos incumplen con tareas del colegio y algunas otras responsabilidades por dedicar gran parte de su tiempo a las redes sociales. Otros por ejemplo ponen su mirada en los obstáculos y los problemas que les suceden mientras se encaminan hacia lo que están buscando. Cabe repetir una vez mas que detractores u opositores siempre van a existir. Nehemías los tuvo, Jesús los tuvo, el apóstol Pablo los tuvo, y así puede continuar la lista de personajes importantes que tuvieron que enfrentar a personas que intentaron hacerlos desistir.

Pero Nehemías lo consiguió porque estaba firme, seguro, no dudó, no permitió que las distracciones lo desviaran de lo que se había trazado. Se propuso reconstruir los muros y lo logró. Debemos entender entonces que mientras trabajamos en la obra de Dios menos debemos distraernos, porque el enemigo siempre anda buscando la manera de hacernos dudar de nuestras capacidades. Nos anda poniendo trampas para que caigamos y no continuemos haciendo el ministerio que desarrollamos. Mas dramático es aun saber que dentro de la misma milicia de Dios existen personas que buscan oponerse a lo que tu emprendes. Se les olvida que batallamos para el mismo ejercito y peleamos la misma guerra. Pero nada de eso debería importar porque Dios no permite que desmayemos. No lo hizo Nehemías, no debemos hacerlo nosotros. Porque cuando alcanzamos lo que nos hemos propuesto los resultados son tan descomunales que muchos reconocerán que Dios todo el tiempo estuvo con nosotros y que fue gracias a Él que pudimos lograrlo. Si lo que emprendes es para honrar a Dios, Él va proveer los recursos necesarios, y también va remover a cualquiera que intente interponerse. Solamente no te permitas distraerte, porque la obra de Dios no se detendrá solo tendrá a otros personajes haciéndolo. Así que has tu lo posible y deja que Dios haga lo imposible.


“Gracia y Paz”

Percy Palacios


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