domingo, 20 de abril de 2014

¡¡EL AMOR GENUINO TAMBIÉN IMPLICA TIERNO CUIDADO!!


¡¡El amor genuino también implica tierno cuidado!!

Efesios 5:28
“Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama”.

Gastamos mucho tiempo y energía teniendo cuidado de nuestros propios cuerpos. Hacemos ejercicio, comemos, vestimos ropa para vernos bien. Cuando estamos enfermos y cansados, descansamos. Cuando nuestro cuerpo es herido, buscamos alivio del dolor. Estamos atentos a nuestro propio cuerpo, preocupados por sus necesidades, sensibles y receptivos a todo lo que desean.

Esta es la clave del amor que Dios nos manda a los maridos que mostremos a nuestra esposa. Toma nota una vez más, las Escrituras no describen al amor solo como una emoción. Esta clase de amor es activa, voluntaria y dinámica. Algo que hacemos, no que pasivamente <<sentimos>>.

Es razonable que un hombre ame a su esposa como ama a su propio cuerpo, porque en el matrimonio los dos se convierten en <<una sola carne>> (Efesios 5:31). Esta es la manera que Dios diseñó el matrimonio. Se aplica universalmente y ha sido así desde el principio (Génesis 2:24). Los maridos deben amar a sus esposas con el mismo cuidado que dan a sus propios cuerpos, ya que, después de todo, los dos son una sola carne.

El matrimonio en sí se consuma de forma literal con la unión corporal de los esposos. A partir de ese momento, el marido debe considerar a la mujer como a su propia carne. Si ella siente dolor, él debe sentir dolor. Si ella tiene necesidades, él debe aceptar esas necesidades como suyas. Debe tratar de sentir lo que ella siente, desear lo que ella desea, y en efecto, darle el mismo cuidado y consideración que le da a su propio cuerpo.

¿De qué maneras prácticas le mostraras el amor a tu conyugue hoy?

“Gracia y Paz”
Edificando Matrimonios Conforme al Propósito de Dios

¡CRISTO HA RESUCITADO! ¿RESUCITÓ JESÚS EN TU VIDA?


¡Cristo ha resucitado!
¿Resucitó Jesús en tu vida?

Lucas 24:5-6
"¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, sino que ha resucitado".

Quienes habían buscado a Jesús para escucharle, para atenderle, para seguirle, ahora lo buscaban para embalsamar su cuerpo. Por eso lo buscaban en el lugar donde unas manos piadosas y amigas lo habían sepultado.

Así fue como el primer día de la semana, muy de mañana, regresaron al sepulcro con las especias. Pero ¿qué vieron? La gran piedra que cerraba la entrada estaba rodada y la tumba vacía. Allí había dos ángeles. Uno de ellos dijo a las mujeres: “Sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, pues ha resucitado” (Mateo 28:5-6). Sin embargo, las palabras del mensajero no son una obviedad sino un evangelio.

El mensajero de Dios dice dónde Jesús no está para que le busquemos y le encontremos donde Él está. ¡Tenemos un Salvador resucitado que se halla en la gloria del cielo!
Juan 16:5-7
“Pero ahora voy al que me envió; y ninguno de vosotros me pregunta: ¿A dónde vas? Antes, porque os he dicho estas cosas, tristeza ha llenado vuestro corazón. Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré”.

Juan 14:15-18
“Si me amáis, guardad mis mandamientos. Y yo rogaré al Padre y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre, el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no lo ve ni lo conoce; pero vosotros lo conocéis, porque vive con vosotros y estará en vosotros.”

Amado Hermano, Amada Hermana, busca a Jesús, y lo hallarás dentro de ti: “Si alguno me ama, guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él, y haremos morada en él” (Juan 14:23).

Busca a Jesús, y lo hallarás en los pobres: “Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber… Cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis” (Mateo 25:34-40).

Busca al Resucitado, y lo encontrarás en su palabra: “¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?” (Lucas 24:32).

¡Cristo ha resucitado! y está a la derecha de Dios en el cielo: “(Esteban), lleno del Espíritu Santo, miró fijamente al cielo y vio la gloria de Dios y a Jesús que estaba en pie a la diestra de Dios; y dijo: «Estoy viendo los cielos abiertos y al Hijo del Hombre que está en pie a la diestra de Dios»” (Hechos 7:55-56).

Nadie piense, sin embargo, que estamos excluidos de este encuentro, pues donde Cristo está, también en la gloria de Dios, allí estamos sus creyentes que henos sido unidos a él por la fe.

Colosenses 3:1-3
“Así pues, si habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Aspirad a las cosas de arriba, no a las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está oculta con Cristo en Dios”.

Efesios 2:4-7
“Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús”.

“No está aquí”, dijo el mensajero. Luego añadió: “ha resucitado”. Y tú ya sabes dónde buscarle para encontrarle: en ti mismo, en tus semejantes que caminan contigo, en la Iglesia a la que perteneces, en las Santas Escrituras por medios de las cuales él te habla.

Si… búscalo en los pobres, en los hambrientos, en los sedientos, en los enfermos, en los humillados, en los esclavizados por el pecado, en los marginados, en los excluidos, etc.

A ti amado hermano, amada hermana, se te ha confiado el testimonio de la resurrección. ¡Se  pues testigo de la resurrección de Cristo! Serás testigo con tu vida: Cristo mirará por tus ojos, curará con tus manos, orará con tus labios, amará con el corazón de tus hijos.

Serás testigo con tu muerte de cada día al pecado que aún mora en ti, la de tu abandono en las manos de nuestro Padre; la del olvido de ti mismo, de ti misma, y vivir para el que amas.

¡CRISTO HA RESUSITADO! ¡Hónralo con tu vida!



“Gracia y Paz”

¡DESPIERTA, DESPIERTA, DÉBORA, DIOS ESTÁ CONTIGO!


¡Despierta, despierta, Débora, Dios está contigo!

Débora es una mujer valiente, en autoridad, en amor y dominio propio. Una mujer con visión y poder, se pudiera comparar en la actualidad con las mujeres que no se dan por vencidas, sino que salen a la guerra para luchar cada día con cada situación que se les presenta y vencen todo obstáculo para salir adelante ellas, sus hijos, sus hijas y triunfar en todas las áreas de su vidas. Son mujeres que aman a Dios, se aman a ellas mismas y aman a su prójimo y todo lo que Dios pone a su alrededor, son mujeres que no se pueden dar el lujo de quedarse dormidas, porque conocen los tiempos, y tienen la sabiduría de Dios para actuar cuando es necesario.


“Gracia y Paz”