viernes, 5 de octubre de 2012

LA LECCIÓN DEL HIJO PRÓDIGO


Lucas 15:20
“Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó”.

Yo creo que el hijo pródigo volvió a casa por lo que había vivido con su padre, por la historia que tenían. Este joven conocía el carácter de su padre - y aparentemente había recibido un gran amor de él. Él debió de haber sabido que si retornaba, él no sería condenado por sus pecados ni les serían echados en cara.

Note cómo el padre del hijo pródigo lo recibió en tal lamentable estado. El joven tenía intención en ofrecer una confesión de todo corazón a su padre. Pero cuando él vio a su padre, él no tuvo la oportunidad de confesar completamente. Su padre lo interrumpió corriendo hacia él y lo abrazó.

El joven sólo pudo pronunciar el comienzo de su disculpa, diciendo, “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo” (v. 21). Pero su padre no esperó a que terminara. Para él, el pecado del joven ya había sido saldado. La única respuesta del padre fue dar una orden a sus siervos: “Pónganle el mejor vestido a mi hijo y anillos en sus dedos. Preparen un festín, porque vamos a celebrar. Regocíjense todos – mi hijo está en casa”.  Él conocía el corazón de su hijo. Él sabía que se había arrepentido completamente.

El pecado no era el tema para este padre. El único tema en su mente era el amor. Él quería que su muchacho supiera que fue aceptado aún antes de que él pudiese pronunciar una confesión. Y ese es el punto que Dios quiere mostrarnos a todos: Su amor es más grande que todos nuestros pecados. “Su benignidad te guía al arrepentimiento” (Romanos 2:4).

“Gracia y Paz”
David Wilkerson

¿QUÉ ESTÁS HACIENDO TÚ?


Nehemías 1:1-4
“Palabras de Nehemías hijo de Hacalías. Aconteció en el mes de Quisleu, en el año veinte, estando yo en Susa, capital del reino, que vino Hanani, uno de mis hermanos, con algunos varones de Judá, y les pregunté por los judíos que habían escapado, que habían quedado de la cautividad, y por Jerusalén. Y me dijeron: El remanente, los que quedaron de la cautividad, allí en la provincia, están en gran mal y afrenta, y el muro de Jerusalén derribado, y sus puertas quemadas a fuego. Cuando oí estas palabras me senté y lloré, e hice duelo por algunos días, y ayuné y oré delante del Dios de los cielos”.

Nehemías había nacido en el exilio y allí llegó a ser copero de Artajerjes rey de Persia, posición muy privilegiada y de gran influencia en el reino. Sin embargo, cuando Nehemías supo como se encontraban los judíos en la tierra de Judá, y del estado de ruina en que estaba Jerusalén, y su muro derribado y sus puertas quemadas sintió gran tristeza en su alma e inmediatamente se puso en ayuno y oración, haciendo duelo y clamando al Dios de los cielos. Así comenzó una de las historias más edificantes de la Biblia, acerca de un hombre que no se limitó a lamentarse por aquella triste situación que estaban viviendo sus hermanos judíos, sino que, a pesar de los enormes obstáculos decidió actuar con el fin de reedificar los muros de Jerusalén.

Las oraciones de Nehemías fueron contestadas y pronto Dios comenzó a mover las circunstancias. Un día estando Nehemías sirviendo el vino al rey, este se dio cuenta de que algo no andaba bien y le preguntó: “¿Por qué está triste tu rostro? pues no estás enfermo. No es esto sino quebranto de corazón” (Nehemías 2:2). Esto dio oportunidad a Nehemías de exponerle al rey el motivo de su tristeza, e incluso se llenó de valor y le pidió permiso para ir a Judá a resolver el problema. Dios le dio gracia ante los ojos del rey, y este le concedió lo que pedía con creces, pues además lo nombró gobernador de Judá, y le dio cartas para facilitarle conseguir la madera y otros materiales necesarios para la obra de reconstrucción.

Así partió Nehemías con rumbo a Jerusalén, y al llegar lo primero que hizo fue dar un recorrido por toda la ciudad con el fin de tener una buena idea de la magnitud del trabajo que tenían que realizar. Y como si fueran pocas las dificultades e inconvenientes que tenían frente a ellos, comenzaron a aparecer enemigos de las ciudades cercanas que se oponían vehementemente a la reconstrucción del muro, el cual haría de Jerusalén nuevamente una ciudad fortificada y segura. Entonces Nehemías se dirigió a aquellos que participarían en la obra de construcción y les dijo: “Vosotros veis el mal en que estamos, que Jerusalén está desierta, y sus puertas consumidas por el fuego; venid, y edifiquemos el muro de Jerusalén, y no estemos más en oprobio. Entonces les declaré cómo la mano de mi Dios había sido buena sobre mí, y asimismo las palabras que el rey me había dicho” (Nehemías 2:17-18). Entusiasmados por la exhortación de Nehemías, aquellos hombres se levantaron decididos a derrotar todos los obstáculos que había ante ellos, y dijeron: “Levantémonos y edifiquemos. Así esforzaron sus manos para bien”. Y comenzaron la obra de reedificación del muro. De esta manera, con la ayuda de Dios, terminaron la obra de reconstrucción. Y dice la Biblia que dedicaron el muro en una gran fiesta en la que todo el pueblo celebró la victoria “con alabanzas y con cánticos, con címbalos, salterios y cítaras” (Nehemías 12:27).

¿Cómo aplicamos esta enseñanza en nuestras vidas? Al igual que usó a Nehemías, Dios puede usarnos a nosotros. Estamos viviendo en un mundo perdido, cada vez más corrupto e inmoral en el que una gran cantidad de personas, muchas de ellas conocidas nuestras, viven en tinieblas caminando ciegamente hacia la condenación eterna. A muchos de nosotros nos duele esta situación, pero la pregunta es: ¿Qué estamos haciendo? ¿Nos limitamos a lamentarnos y a orar por esas almas perdidas, o seguimos el ejemplo de Nehemías y ponemos manos a la obra? Pídele a Dios que te capacite y te use como instrumento para llevar a cabo su plan de salvación para esta humanidad.

ORACIÓN:
Bendito Dios, te ruego me ayudes a dejar de ser insensible ante la maldad y el pecado de este mundo, y de alguna manera ser instrumento tuyo para hablarle a los demás de la salvación que tú ofreces. En el nombre de Jesús. Amén.

“Gracia y Paz”
Dios te Habla

UNA ORACIÓN PARA TODOS


Colosenses 1:9-14
“Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual, para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios; fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su gloria, para toda paciencia y longanimidad; con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz; el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados”.

Si alguna vez ha estado usted confundido en cuanto a cómo debe interceder por alguien, la oración de Pablo en Colosenses es apropiada para toda persona y toda situación. Porque encaja a la perfección con la voluntad de Dios, usted puede hacer uso de estas peticiones con mucha confianza, tanto a favor de usted como de los demás:

Ser llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual. No sólo necesitamos conocer el plan de Dios para nuestras vidas; también se requiere discernimiento para distinguir su voz.

·     Andar como es digno del Señor, agradándole en todo. Nuestras vidas deben tener como modelo a Aquel que seguimos, para agradarle y darle gloria.

·     Llevar fruto en toda buena obra. En vez de encerrarnos en nuestro trabajo, posesiones, placeres y planes, debemos contribuir por el bien de los demás.

·     Crecer en el conocimiento de Dios. Al leer su Palabra, aplicarla a nuestras vidas, y obedecer sus caminos, tendremos una compresión más profunda del Señor.

·     Fortalecidos con todo poder, para mantenernos firmes. Solo con el poder del Espíritu Santo es posible vivir la vida cristiana.

·     Dar gracias con gozo al Padre por todo lo que ha hecho por usted. Los creyentes deben caracterizarse por el gozo y la gratitud.

A menudo, centramos nuestras peticiones en necesidades temporales, pero dejamos de ver la obra espiritual más profunda que Dios quiere hacer. Sus oraciones serán efectivas si cambia el énfasis de las peticiones, a los deseos y la voluntad del Señor. Él le transformará a usted y a las personas por quienes interceda.

“Gracia y Paz”
Meditación Diaria

GRACIA Y PAZ


1 Corintios 1:3
“Gracia y paz de Dios nuestro Padre, y del Señor Jesucristo”.







La gracia es el favor y la bendición que no merecemos, pero Dios nos la da solamente porque conocemos a su hijo, Jesucristo. La gracia y la salvación fluye de nuestra posición en Cristo. Gracia, y Paz. También la paz fluye de la misma fuente. La paz es la tranquilidad y la seguridad que tenemos porque nos hemos rendido a Cristo, y él vive en nuestro corazón. Tenemos paz, porque nos hemos sometido al Príncipe de la Paz, es decir, a Jesucristo.

Por otro lado, La Biblia dice de la persona que sigue en sus caminos sin arrepentirse, “El que no pone su fe en el Hijo, no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él (Juan 3:36). “La maldición de Jehová está en la casa del impío” (Proverbios 3:33) y “El que no toma su cruz, y sigue en pos de mí, no es digno de mí” (Mateo 10:38).

Mi deseo para ti es el mismo que dice Pablo aquí, “Gracia y paz de Dios nuestro Padre, y del Señor Jesucristo”. Amén.

“Gracia y Paz”
Un Versículo de la Biblia cada Día