lunes, 12 de noviembre de 2012

¿CUÁL ES TU META EN LA VIDA?



1 Juan 2:15-17
”No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre”.

El mundo en que vivimos tiene tanto para ofrecernos que corremos el riesgo de pasar nuestra vida persiguiendo objetivos mundanos tratando de satisfacer nuestros deseos. Aquí se puede aplicar la advertencia del sabio Salomón cuando escribió en Eclesiastés capítulo 1: “Vanidad de vanidades, todo es vanidad. ¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo con que se afana debajo del sol?” Ciertamente los bienes materiales, las riquezas, la popularidad, la fama y la posición social no deberían ser la meta de nuestra vida. Estos supuestos “valores” son superficiales, y además son temporales como es el mundo mismo. El pasaje de hoy dice que “el mundo pasa, y sus deseos”. Y el apóstol Santiago afirma que la vida es “neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece” (Santiago 4:14). Esto es lo que espera a aquellos que se concentran en buscar la felicidad por sus propios medios.

Un ejemplo de la ineptitud del ser humano para conseguir su propia felicidad lo tenemos en el que fuera ídolo de multitudes en el campo de la música rock en las décadas de los cincuenta y sesenta. Su nombre: Elvis Presley, "el rey del rock and roll". Elvis llegó a la cúspide de la popularidad y la fama mundial en plena juventud. Acumuló cientos de millones de dólares. Tenía casas, automóviles, joyas; con sus millones podía conseguir todo lo material que se le antojaba. En el aspecto sentimental, las mujeres se rendían a sus pies. Ante los ojos humanos aquel hombre estaba absolutamente completo en cuanto a felicidad se trataba. Sin embargo, él mismo declaró que no era feliz y que en él había un vacío muy grande. Buscando llenar ese vacío comenzó a probar con las drogas y por años vivió en el mundo esclavo de la drogadicción hasta que finalmente murió a los 42 años producto de una sobredosis de drogas, sin haber encontrado jamás la tan ansiada felicidad. Ese vacío que Elvis Presley trató de llenar de tantas maneras diferentes, sólo puede ser llenado por Dios.

Detengámonos, pues, un momento para evaluar nuestra situación y formularnos las preguntas correctas: ¿Qué buscamos? ¿Cuál es nuestra meta en esta vida? Primeramente acordémonos de las palabras de Jesús: “Donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (Mateo 6:21). Lo que amamos, es decir nuestro tesoro, nos controla y nos dirige. Si amamos al mundo y sus placeres, eso es lo que buscaremos. Ahora bien, el pasaje de hoy dice que “si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él”. Quizás en algunas ocasiones todo marche bien por un tiempo, pero nuestra sed de felicidad no estará verdaderamente satisfecha y poco a poco el bienestar irá desapareciendo dando lugar a un vacío que no sabremos como llenar, pues la perfecta y completa felicidad reside solamente en una íntima comunión con nuestro Padre celestial. Él es el único que puede darnos la paz, el gozo y la esperanza que todo lo supera, aun la misma muerte. Por eso debemos ponerlo a él en primer lugar en nuestras vidas. Jesús dijo: “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:33). Cuando el Señor ocupa el primer lugar, su paz y su gozo llenarán nuestros corazones, y además él suplirá todas las cosas que necesitemos en esta vida.

Hazte el firme propósito de dejar a un lado todo aquello que es vano y efímero, y concéntrate por el resto de tu vida en buscar la única, verdadera y eterna felicidad, que sólo Dios puede darte. Como dijo el apóstol Pablo: “Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Filipenses 3:13-14). Esta debe ser nuestra meta. ¿Es esta tu meta?

ORACIÓN:
Padre santo, yo deseo sentir la verdadera felicidad que es la que viene de ti. Ayúdame a concentrarme en la búsqueda de tu presencia cada día de mi vida, y echar a un lado cualquier otra cosa que el mundo me ofrezca. En el nombre de Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”
Dios te Habla

ARRIESGARSE POR JESÚS



Filipenses 2:29-30
“…tened en estima a los que son como él; porque por la obra de Cristo estuvo próximo a la muerte…”

Durante su entrenamiento, Desmond Doss irritó a su instructor y a los demás soldados. Pacifista por convicción, se negó a llevar un arma a la batalla, y esto hizo que sus compañeros dudaran de su valentía. Medico de oficio, el joven creyente no dudó en enfrentar el combate, pero su meta era salvar vidas.

Sin embargo, las dudas sobre Doss desaparecieron cuando su unidad militar entró en combate. Durante la Segunda Guerra Mundial, en la Batalla de Okinawa, eludió el fuego de las ametralladoras, para poner a salvo a los heridos. Oraba: «Señor, dame fuerza para salvar a otro soldado herido». A la larga, llevó al pie de una colina más de 70 hombres heridos, para una mejor atención médica. Por sus esfuerzos, le otorgaron la Medalla de Honor: el máximo reconocimiento en su país.

Las Escrituras hablan de otro cristiano que se arriesgó muchísimo para ayudar a los demás. Pablo escribió sobre Epafrodito: «… tened en estima a los que son como él; porque por la obra de Cristo estuvo próximo a la muerte, exponiendo su vida…» (Filipenses 2:29-30).

Actualmente, muchos creyentes en el mundo entero arriesgan su vida por la causa de Cristo. Oremos para que Dios los proteja mientras lo sirven en medio de circunstancias peligrosas.

La valentía no es tener fuerzas para continuar, sino continuar cuando ya no quedan fuerzas.

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LEA: Filipenses 2:25-30

Biblia en un año: Hechos 13–14
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“Gracia y Paz”
Nuestro Pan Diario

LA VICTORIA SOBRE LA FALTA DE PERDÓN



Inmediatamente después de enseñar a sus discípulos cómo orar, el Señor Jesús hizo una advertencia en cuanto a no dejar que la falta de perdón se anide en el corazón. Dijo que quienes se niegan a perdonar a otros, no serán perdonados por el Padre.

Los creyentes no pierden su salvación cuando rehúsan perdonar pero interrumpen su relación con Dios. La actitud contumaz estorba la confesión y el arrepentimiento. El Señor no puede pasar por alto el pecado, y su Espíritu le hará saber al creyente cuando exhibe una conducta pecaminosa, hasta que se ocupe de ella.

El perdón es un acto de la voluntad más que del corazón. Muchas veces, las personas no sienten que deben tener misericordia con quienes las han agraviado. Pero un espíritu rencoroso se convierte en una carga terrible. El Señor sabe que el perdón es lo mejor, aun cuando sea difícil.

Usted no se encargará de un pecado hasta que lo vea como Dios lo ve. Por tanto, acepte toda la responsabilidad por su actitud, y reconozca que eso es una violación de su Palabra. Acoja la misericordia divina, y pídale que le dé fuerzas para despojarse de la ira y el resentimiento. Como parte de su decisión de seguir siendo compasivo, desarrolle el hábito de orar por quienes le hirieron. Y si el Señor lo impulsa a hacerlo, busque el perdón de esas personas por la actitud pecaminosa.

Un espíritu de amargura y resentimiento no cuadra con lo que somos en Cristo. Ni tampoco es saludable andar con una actitud amargada. Por eso es tan importante perdonar. Decida verse libre de su carga; el Señor prometió hacernos libres si le entregamos nuestros pecados (Juan 8:36).

Lea: Daniel 6:1-28


“Gracia Y Paz”
Meditación Diaria

QUÍTATE EL YUGO PESADO Y MISERABLE DE ESTE MUNDO



Mateo 11:29
Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas.

En el versículo previo, Jesús había extendido la invitación más hermosa jamás ofrecida; “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, que yo os haré descansar”. Lo único que los discípulos sabían de religión fue la ley Mosaica, con los interminables y monótonos sacrificios y purificaciones de los sacerdotes Levíticos. El yugo de Cristo fue en contraste completo a eso. Él dijo, “mi yugo es fácil, y ligera mi carga”.

El primer paso que das hacia Cristo será el más bendito y el más grato que jamás darás. Una vida de llevar el yugo de él, seguirle a él, y servirle a él, es la más agradable y satisfactoria forma de vivir que puedas tener. Proverbios 3:17 dice que todas las sendas de él son sendas amenas y agradables. Y esto es el mero principio. Luego viene la próxima vida, de la cual Pablo dice que “el ojo no vió, ni la oreja oyó, ni han entrado al corazón de hombre las cosas que Dios ha preparado para los que le aman” (1 Corintios 2:9).

Si tú estás luchando con el yugo pesado y miserable de este mundo de problemas, ¿por qué no lo cambias por el yugo y el servicio de Jesús, Él Príncipe de la paz?

“Gracia y Paz”
Un Versículo de la Biblia cada Día