jueves, 12 de junio de 2014

1 Corintios 1:27






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¿SIENTES CELOS O ENVIDIA DE ALGUIEN?



¿Sientes celos o envidia de alguien?

Hechos 13:42-46
“Cuando salieron ellos de la sinagoga de los judíos, los gentiles les rogaron que el siguiente día de reposo les hablasen de estas cosas. Y despedida la congregación, muchos de los judíos y de los prosélitos piadosos siguieron a Pablo y a Bernabé, quienes hablándoles, les persuadían a que perseverasen en la gracia de Dios. El siguiente día de reposo se juntó casi toda la ciudad para oír la palabra de Dios. Pero viendo los judíos la muchedumbre, se llenaron de celos, y rebatían lo que Pablo decía, contradiciendo y blasfemando. Entonces Pablo y Bernabé, hablando con denuedo, dijeron: A vosotros a la verdad era necesario que se os hablase primero la palabra de Dios; mas puesto que la desecháis, y no os juzgáis dignos de la vida eterna, he aquí, nos volvemos a los gentiles”.

Este pasaje nos cuenta que los judíos se opusieron a la predicación de Pablo porque “se llenaron de celos” al ver la muchedumbre que se reunió “para oír la palabra de Dios”. En Génesis 30:1 leemos que “viendo Raquel que no daba hijos a Jacob, tuvo envidia de su hermana”. Entonces le pidió a Jacob que se llegara a su sierva Bilha, la cual concibió y dio a luz un hijo a Jacob. También los hermanos de José “le tenían envidia” (Génesis 37:11) porque su padre mostraba favoritismo hacia él, y por esa razón lo vendieron como esclavo a unos mercaderes. Poncio Pilato les preguntó a los judíos si querían que soltara al criminal Barrabás o a Jesús, “porque sabía que por envidia le habían entregado”, dice Mateo 27:18. Poco después se cometió la mayor injusticia de la historia de la humanidad. Estos ejemplos nos muestran la maldad que se desprende de la envidia o de los celos.

Los celos y la envidia son sinónimos. Cualquier ventaja que una persona tenga sobre otra en algún área específica puede dar lugar a ese sentimiento, ya sea una buena posición económica, o la inteligencia, la buena apariencia, la popularidad, un buen empleo, etc. La envidia es un resentimiento que surge por el deseo de tener esas y otras cosas. El diccionario define “envidia” de la siguiente manera: “Tristeza o pesar del bien ajeno. Sentimiento de hostilidad contra el que posee una cosa que nosotros no poseemos”. La envidia produce tristeza, pesar, infelicidad; afecta el estado espiritual y a la larga afecta también la salud física y mental. Proverbios 14:30 dice: “El corazón apacible es vida de la carne; mas la envidia es carcoma de los huesos”.

El apóstol Pablo, en su carta a los gálatas, les dice: “Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne” (Gálatas 5:16). Entonces menciona una larga lista de “las obras de la carne”, entre las cuales incluye “los celos y la envidia”. Ciertamente estos sentimientos pueden traer muy malas consecuencias en la persona que los siente y en aquellos que le rodean. Debemos estar muy alertas, pues ni el cristiano más consagrado es inmune a la sutil tentación de la envidia.

Medita en esta enseñanza, mira bien dentro de ti, y contesta esta pregunta: “¿Sientes envidia de alguien?” Si la respuesta es “sí”, debes confesarla ante el Señor con un corazón arrepentido, y empezar a orar por esa persona. Sabrás que estás arrancando de ti la envidia cuando comiences a regocijarte en el éxito y las buenas cualidades de esa persona.

ORACIÓN:
Padre santo, arranca de mi corazón todo sentimiento de celos o envidia, que sin duda afectan mi relación contigo. Ayúdame a gozarme en lo bueno que sucede a los demás, sabiendo que todo lo bueno proviene de ti. En el nombre de Jesús, Amén.

¡Gracia y Paz!

Dios te Habla