domingo, 25 de noviembre de 2012

JESÚS ES LA MÁXIMA AUTORIDAD



Juan 8:12.
“Jesús dijo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”.

Juan 7:46
“¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre!”.

«Estaba en Colombo, en Sri Lanka. Allí me encontré con dos ex monjes budistas que habían vivido mucho tiempo con la cabeza rapada y vestidos con unas largas túnicas anaranjadas. En el monasterio recibieron un Nuevo Testamento y se pusieron a estudiarlo. Rápidamente se sintieron atraídos por la persona de Jesús y quedaron impresionados por la autoridad que emana de sus enseñanzas.

Convencidos de que la autoridad de Jesús está ligada a su naturaleza divina, a su identidad de Hijo de Dios, lo recibieron en sus corazones como su Salvador. Prosiguieron su lectura para ver cómo deben conducirse los discípulos de Jesús. Estudiando los Hechos de los apóstoles llegaron a la conclusión de que debían bautizarse. Ahora esos dos hombres visitan a los monjes budistas para ayudarles a descubrir la persona y las enseñanzas de Jesús, el Maestro vivo».

Cuando Jesús enseñaba, sus auditores sabían que sus lecciones sobrepasaban infinitamente el razonamiento humano, porque venían de Dios. Hoy Jesús continúa hablando y enseñando por medio de la Biblia. Debemos seguirle, pues conduce a la “luz de la vida”. En ningún momento de nuestra vida podemos prescindir de su enseñanza. Sin él no podemos disfrutar lo más importante de la vida, es decir, el perdón de los pecados y una relación con Dios como Padre. Escuchemos cada día a Jesús, para que nos enseñe a vivir y a servirle.

“Gracia y Paz”
La Buena Semilla

CUANDO ENTRA EL TEMOR



Salmo 56:3
“En el día que temo, yo en ti [Dios] confío”.

Cuando mi hija gritó: «¡Mamá, un bicho!», miré hacia donde señalaba y vi, fuera de una tienda de mascotas, la araña más grande que jamás había visto. Tanto la araña como yo sabíamos que no le permitiría entrar a la tienda, ni mucho menos acercarse a mi hija. Sin embargo, cuando la enfrenté, descubrí que no podía dar ni un paso para poner fin a la confrontación. Se me aceleró el pulso, tragué saliva y me dije algunas palabras de aliento. Aun así, el miedo hizo que no pudiera moverme ni un centímetro.

El temor es poderoso, y puede superar la lógica del pensamiento y generar una conducta irracional. Gracias a Dios, los creyentes no tienen por qué permitir que el miedo (a las personas, las situaciones o, incluso, las arañas) gobierne nuestras acciones. Podemos declarar: «En el día que temo, yo en ti [Dios] confío» (Salmo 56:3).

Adoptar esta postura contra el miedo es coherente con la instrucción bíblica que expresa: «Fíate del Señor de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia» (Proverbios 3:5). Nuestra perspectiva puede inducirnos a sobreestimar el objeto que nos asusta y a subestimar el poder de Dios. Cuando tenemos miedo, podemos depender de la perspectiva divina (Isaías 40:28) y confiar en que su amor por nosotros «echa fuera el temor» (1 Juan 4:18). La próxima vez que el miedo trepe a tu vida, no entres en pánico. Dios es confiable aun en la oscuridad.

Confiar en la fidelidad de Dios disipa nuestro temor.

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LEA: Salmo 56

Biblia en un año: 1 Corintios 9–12
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“Gracia y Paz”
Nuestro Pan Diario

SÍGANME, Y LES HARÉ PESCADORES DE HOMBRES



Mateo 4:19
“Y díceles: Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres”.

Jesús andaba en la playa de La Mar de Galilea, cuando llamó a Pedro y Andrés que echaban la red en la mar; porque eran pescadores, y les dijo, “Síganme, y les haré pescadores de hombres”. En aquel momento, ellos no tenían ni una idea de como vivir por Cristo, y menos como ser “pescadores de hombres”. Qué bonito llegar a ser “pescadores de hombres”, e influenciar a la gente venir a Cristo! ¿Pero cómo? ¿Dónde empezar? La respuesta se encuentra en el versículo de hoy. No es algo que podemos hacer nosotros mismos; solamente lo podemos hacer cuando le SEGUIMOS A ÉL. De modo que la preparación principal para servir a Cristo y ser eficaces es SEGUIRLE A ÉL. Fija los ojos en Él; anda con Él; lee su palabra y conócelo como tu Salvador y precioso Señor, hasta que este mundo pierda su atracción y brillo. Aliméntate con su palabra, y anda en dulce compañerismo con Él. Si lo haces, prepárate para algunas sorpresas, porque…  Él te hará pescador de hombres. ¿quién sabe? Tal vez hasta desearás ir a una escuela donde enseñan la Biblia.

“Gracia y Paz”
Un Versículo de la Biblia cada Día