viernes, 2 de noviembre de 2012

EL QUE PRACTICA EL PECADO ES DEL DIABLO



"El que practica el pecado es del diablo, porque el diablo ha pecado desde el principio" (Juan 8:44)

ESTOS SON LOS PECADOS QUE MAS SE DESTACAN EN LA BIBLIA:

1. Pecados de Impureza (sexuales)

- Adulterio
- Fornicación
- Inmundicia (SEXO LESBIANO, HOMOSEXUAL, Y CON ANIMALES)
- Lascivia

2. Pecados Religiosos (que van contra la verdadera adoración)

Idolatría
Hechicerías

3. Pecados Sociales (que van contra el amor)

- Enemistades
- Pleitos
- Celos
- Iras
- Contiendas
- Disensiones
- Herejías
- Envidias
- Homicidios

4. Pecados por Falta de Control Propio

- Borracheras
- Orgías.
(Gálatas 5:19-21) (1 Corintios 6:9)


"Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro" (Romanos 6:11).

"Gracia y Paz"

PERMANECIENDO FIELES A LOS PROPÓSITOS DE DIOS

 

2 Samuel 5:10 
“Y David iba adelantando y engrandeciéndose, y Jehová Dios de los ejércitos estaba con él”.

2 Samuel 7:8-9
“Ahora, pues, dirás así a mi siervo David: Así ha dicho Jehová de los ejércitos. Yo te tomé del redil, de detrás de las ovejas, para que fueses príncipe sobre mi pueblo… y he estado contigo en todo cuanto has andado, y delante de ti he destruido a todos tus enemigos, y te he dado nombre grande, como el nombre de los grandes que hay en la tierra”.

Este es un tiempo de grandes responsabilidades, un tiempo de gloria, pero también un tiempo de tomar las cosas con sensatez, con sabiduría y prudencia dentro de la dirección y del programa de Dios. Hacer lo recto, sin importar las circunstancias difíciles, no es siempre agradable ni tampoco es fácil. Esto se debe a que, cuando estamos decididos a hacer lo correcto delante de Dios, vamos a confrontar un sin número de dificultades, de obstáculos, de montañas que tendremos que cruzar para llevar a cabo los propósitos de Dios.

Para no fallar, se requiere la ayuda permanente de Dios, la dependencia de Él, pero también se requiere de nuestra parte madurez espiritual, de carácter y de personalidad. Se requiere tener principios claros, definidos, y saber hacia dónde vamos, qué queremos y qué buscamos, a quién queremos agradar, y cuáles son nuestras metas en la vida. Tenemos que tener estos puntos bien claros si no queremos fallarle a Dios. Ahora bien, para no fallar, necesitamos haber nacido de nuevo, haber tenido un encuentro real y personal con Dios; también tenemos que vivir una vida santa, de oración, de devoción, de estudio y de meditación de la Palabra.

La Sagrada Escritura nos narra que el Señor le habló a Josué de éxitos, de prosperidad y de victorias incomparables; pero todo aquello estaba supeditado a la obediencia, fidelidad, humildad, y de cumplir a cabalidad con los propósitos que Dios le había revelado. Dios le dijo: “Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien” (Josué 1:8).

Al cumplir con esto, Josué tenía por seguro la victoria contra sus enemigos. No obstante, Josué cometió un grave error, y comenzó a desgranarse su testimonio como líder, y fue cuando vinieron los gabaonitas, Josué no consultó a Dios, sino que tomó determinaciones apresuradas (Josué 9). Si hubiese orado, Dios le hubiera revelado que los gabaonitas eran enemigos del pueblo de Israel. Mas pensó que era una persona experimentada, que lo sabía todo, que no tenía por qué orar cuando algo le parecía evidente e insignificante. Pero esto no es así, por muy insignificante que nos parezca una decisión en nuestra vida, no podemos prescindir de consultar a Dios. Las decisiones que tomamos hoy tendrán repercusiones en nuestro futuro.

Josué pactó con los gabaonitas antes de haber consultado a Dios, y de haber investigado sobre ellos. Lo hizo por su cuenta y, al día siguiente, se dieron cuenta de que habían hecho alianza con los próximos enemigos que tenían que eliminar. Tuvieron que perdonarlos, y los gabaonitas se convirtieron en un problema para Israel. Los gabaonitas, en efecto, introdujeron la disensión entre los jefes de las tribus. Por eso, mis queridos hermanos, antes de apresurarnos a hablar, a tomar decisiones aunque éstas parezcan insignificantes, vayamos y consultemos a Dios. Si lo hiciéramos, nos evitaríamos problemas y dolores de cabeza, es más, evitaríamos ser una piedra de tropiezo para otros. A veces nuestra impaciencia, la falta de una verdadera vida espiritual y de una relación genuina con Dios nos llevan de cabeza al fracaso.

Muchas personas viven de experiencias pasadas, y se creen que con ellas han adquirido la suficiente madurez como para prescindir de consultar a Dios. Lo que nos salió bien ayer no nos saldrá forzosamente bien esta vez, si no le pedimos consejo a Dios. A veces, Dios permite situaciones y se queda sin actuar, para probar nuestra paciencia y nuestro grado de espiritualidad. De esta forma, pesa nuestra fidelidad, nuestra limpieza y nuestra lealtad ante su presencia.

Hay personas que parecen como si volvieran a empezar de cero, terminan vacíos, sin unción, sin Palabra, sin vida, sin nada. Se basan en experiencias de veinte o treinta años atrás, pero son incapaces de contarle una experiencia actual. Tenemos que enterrar las experiencias pasadas, y recobrar ese verdor de las experiencias recientes.
Hemos de atrevernos a volver a tomar lo que Dios tiene para nosotros hoy. Para esto, necesitamos ser hombres de visión, ver lo que otros no ven y hacer lo que otros no hacen o han dejado de hacer. De esta forma, lograremos hacer lo que Dios nos ha encomendado. Pablo decía: “Pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Filipenses 3:13-14). En otras palabras, me olvido de ayer y me proyecto hacia el mañana, para ver si logro aquello para lo cual he sido llamado. Necesitamos tener la mirada puesta en el futuro. Todavía queda camino que recorrer, todavía hay trabajo para nosotros, y Dios quiere saber si puede contar con nuestras vidas.

Dios dice: “Yo honraré a los que me honran, y los que me desprecian serán tenidos en poco” (1 Samuel 2:30). A veces, los hijos de los líderes empiezan a vivir fuera de las normas, y sus padres se dejan llevar por la pereza, como Elí. Sin embargo, cuando el líder pierde la autoridad con sus hijos, esto significa que ha perdido también la comunión con Dios. Cuando vivimos una vida de sometimiento y de obediencia, no perdemos la autoridad que Dios nos ha delegado. Elí le tenía miedo a sus hijos, y era incapaz de detenerlos, de excluirlos del sacerdocio, de sacarlos de la casa de Dios y hacer respetar el tabernáculo. Claro que el servicio a Dios no es algo obligatorio para nuestros hijos, pero sí podemos estorbar el pecado en la casa de Dios, incluso la participación en la Iglesia si éstos no viven una vida santa y agradable a los ojos de Dios.

Siempre me inspira el personaje de David, humilde pastor de ovejas, al que nadie le hubiese ofrecido nada, que hasta su padre lo menospreció y lo hizo venir porque Samuel se lo exigió. Cuando el profeta le ungió, el Espíritu de Dios vino sobre David y nunca se apartó de él (1 Samuel 16:1-13). Este joven tuvo la oportunidad de ser el paje de armas de Saúl, pero se mantenía prudente (1 Samuel 16:21). Tuvo el privilegio de estar en la corte, en el palacio, de codearse con las altas esferas, pero llegó el momento cuando el rey se fue a la guerra, y David, pues, se fue de nuevo a apacentar las ovejas de su padre en Belén.

“Y los tres hijos mayores de Isaí habían ido para seguir a Saúl en la guerra… Pero David había ido y vuelto, dejando a Saúl, para apacentar las ovejas de su padre en Belén” (1 Samuel 17:13-15). A David no le perjudicó el haber estado en la corte, sino que, como si nada hubiese pasado, volvió tranquilamente a su antigua ocupación. Aquel joven con principios claros en su vida; que se había curado contra el orgullo, la soberbia y la arrogancia, demostró no con palabras, sino con hechos, que no le importaba su posición mientras servía en palacio. Hay quienes cualquier nombramiento los dañan, los tambalean y los sacan de la voluntad de Dios.

Después de que David venciera al gigante, llegaron los problemas y hasta despertaron celos en el rey Saúl, quien intentó matarlo. Saúl entendió que David era quien le quitaría el reino. Pero, en vez de pedirle misericordia a Dios, Saúl se llenó de celos y de resentimientos. No dejó que Dios le limpiara.

David, se mantenía sujeto, le seguía respetando y reconocía su posición a pesar de lo impío que Saúl se había vuelto. Al principio, Saúl puso a David entre los generales, pero también empezó a temerle y le degradó, haciéndolo pasar de general a jefe de miles. Luego, le quitaron su esposa, dándosela a otro. No obstante, Jehová seguía con David, y no se sintió afectado por los cambios de parecer del rey, y se mantenía humilde ante Dios. Sin embargo, aunque David tuvo varias veces la ocasión de matar a Saúl, nunca se atrevió a levantar la mano contra él. David no quería violentar la autoridad establecida por Dios, sino que dejaba que Dios actuara.

Esta es la gente que Dios busca: temerosa, que no se mueva ni ceda ante las presiones, sino que permanezca en la limpieza de sus manos. Saúl lo perdió todo por ser un impaciente, no esperó a que llegara el profeta, sino que, de su propia iniciativa, sacrificó los holocaustos. Saúl se preocupaba porque el pueblo se estaba impacientando y querían desertar. Por no haber esperado tres horas. El rey Saúl perdió la afirmación de su reino para siempre. No creía que Dios era quien lo había llevado allí y que, aunque todo el pueblo le dejara, Dios permanecería a su lado.

Amado, no se mueva de la posición que Dios le ha dado, espere en Él, y Él hará. Sea fiel en medio de las pruebas, de la adversidad y de la tentación. No importa lo que el enemigo diga de su persona, o que los demás le tengan en poco. Su recompensa está de camino, espere un poco más, aunque el camino le parezca duro, no se rinda, antes permanezca fiel a los propósitos de Dios. Amén.

“Gracia y Paz”
Aprendiendo la Sana Doctrina

¿HAS REEMPLAZADO A DIOS CON ALGO?



Jeremías 2:4-8
“Oíd la palabra del Señor, casa de Jacob, y todas las familias de la casa de Israel. Así dijo el Señor: ¿Qué maldad hallaron en mí vuestros padres, que se alejaron de mí, y se fueron tras la vanidad y se hicieron vanos? Y no dijeron: ¿Dónde está el Señor, que nos hizo subir de la tierra de Egipto, que nos condujo por el desierto, por una tierra desierta y despoblada, por tierra seca y de sombra de muerte, por una tierra por la cual no pasó varón, ni allí habitó hombre? Y os introduje en tierra de abundancia, para que comieseis su fruto y su bien; pero entrasteis y contaminasteis mi tierra, e hicisteis abominable mi heredad. Los sacerdotes no dijeron: ¿Dónde está el Señor? y los que tenían la ley no me conocieron; y los pastores se rebelaron contra mí, y los profetas profetizaron en nombre de Baal, y anduvieron tras lo que no aprovecha”.

En este pasaje, Dios lamenta la actitud del pueblo de Israel a los que él bendijo tan abundantemente. Empezando con la liberación de la esclavitud en Egipto, donde por muchos años sufrieron y clamaron a Dios. Después los condujo por el desierto donde los protegió, los alimentó, los mantuvo saludables y suplió todas sus necesidades durante cuarenta años hasta llevarlos a una tierra de abundancia, para que comiesen “su fruto y su bien”. ¿Y como respondió aquel pueblo rebelde y malagradecido? Se alejaron de Dios y “se fueron tras la vanidad y se hicieron vanos”, dice el Señor. Contaminaron la tierra buena e hicieron abominable su heredad. Y aún los sacerdotes los pastores y los profetas se rebelaron contra Dios y se inclinaron ante dioses falsos y “anduvieron tras lo que no aprovecha”.

Bien pudieran estas palabras estar dirigidas a la generación actual. Es muy común ver personas que le dan la espalda a Dios, y se alejan de él, y se van en busca de cosas que no pueden llenar el vacío que queda sin la presencia de Dios. En el hombre hay un vacío que sólo puede ser llenado por Dios. El ser humano fue creado para adorar a Dios. Cuando una persona se aleja del Señor, experimenta un vacío que intenta llenar de alguna manera e inevitablemente recurre a un sustituto de Dios. Puede ser el trabajo, los deportes, el arte, o quizás las drogas, el alcohol, el sexo, la televisión o incluso otra persona. Joseph Goebbels, Ministro de Propaganda en la Alemania Nazi, menospreció la enseñanza cristiana en la que fue educado y se convirtió en uno de los más fieros defensores de la ideología nazi. En una ocasión declaró: “No importa lo que creamos con tal de que creamos en algo”. Para Goebbels ese “algo” fue nada menos que el dictador y asesino Adolfo Hitler. Cuando Hitler finalmente cayó derrotado, Goebbels mató a su familia y después se mató él mismo.

Dios declara en Jeremías 2:11: “Mi pueblo ha trocado su gloria por lo que no aprovecha”. Es inconcebible como una persona puede estar disfrutando de la presencia de Dios, de su paz, de su gozo, de sus bendiciones, y que decida alejarse de esa preciosa fuente de felicidad, y dirigir sus pasos hacia la orilla opuesta donde la desgracia y la infelicidad esperan. No tiene sentido, pero lamentablemente sucede con mucha frecuencia. La semilla de pecado y rebeldía que traemos dentro de nosotros nos hace tomar estas decisiones tan absurdas.

Continúa diciendo el Señor a través del profeta Jeremías: “Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua.” (v.13). El primer mal es dejar a Dios, el segundo mal es reemplazarlo con algo que, inevitablemente, traerá malas consecuencias. Abandonar a Dios significa cambiar la felicidad verdadera por algo que, en principio puede parecer muy atractivo, pero que siempre terminará en desdicha y tristeza.

Busca cada día de tu vida una relación íntima con Dios, lee la Biblia, medita, ora. No te alejes del Señor. Rechaza toda tentación que te impulse a ello y más bien acércate a la fuente de agua viva. No cambies Su gloria por algo que te traerá desgracia y sufrimiento.

ORACIÓN:
Padre santo, te ruego me ayudes a acercarme más a ti cada día en busca de tu amor y tu misericordia. Ayúdame a rechazar toda tentación de alejarme de tu presencia, sabiendo que solamente en ti puedo encontrar una vida llena de paz y esperanza. En el nombre de Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”
Dios te Habla

SED SOBRIOS... Y VELAD



1 Pedro 5:8
“Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar”.

Una mañana de otoño, antes del amanecer, iba en mi automóvil a trabajar. De pronto, me sobresaltó un destello pardo frente a las luces delanteras, seguido del ruido de algo que golpeó contra el capó. ¡Había rozado un ciervo a unos 110 km (70 millas) por hora! Fue solo un golpe de refilón, y el coche no se dañó (tampoco el ciervo, hasta donde pude observar), pero sin duda, me impresionó. Como de costumbre, conducía en «piloto automático» por el conocido camino a la oficina, pero la conmoción del incidente hizo que prestara más atención. Seguí más alerta y tratando de calmar los acelerados latidos de mi corazón. Fue un servicio de despertador sumamente desagradable.

El apóstol Pedro nos ofrece una clase diferente de advertencia; bastante desagradable, pero necesaria. Nos alerta sobre una batalla espiritual que libramos contra un enemigo poderoso. Advierte: «Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar» (1 Pedro 5:8). ¡Nos llama a despertarnos, a ver el peligro y a estar preparados para sus ataques!

Solo al tomar conciencia del peligro que enfrentamos cada día, buscaremos intencionalmente la ayuda necesaria. Y solamente si estamos alertas, nos apoyaremos en la fortaleza de nuestro Señor, el cual es más fuerte que nuestro enemigo espiritual.

La vida cristiana es un campo de batalla.

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LEA: 1 Pedro 5:1-9

Biblia en un año: Juan 1–3
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“Gracia y Paz”
Nuestro Pan Diario

DOS CLASES DE PROMESAS



Salmo 119:57-59
“Mi porción es Yahweh; He dicho que guardaré tus palabras. Tu presencia supliqué de todo corazón; Ten misericordia de mí según tu palabra. Consideré mis caminos, Y volví mis pies a tus testimonios”.

La Biblia contiene dos clases de promesas de Dios: las incondicionales y las condicionales. Una promesa incondicional es aquella cuyo cumplimiento le incumbe solamente al Señor; su compromiso no está sujeto a las personas ni a las situaciones. Un ejemplo sería la garantía de Dios de no enviar jamás otro diluvio para destruir a toda la Tierra (Génesis 9:11). No importa cómo se comporte el mundo, Él no tomará de nuevo esa acción.

La segunda clase de promesa divinas es la condicional. En otras palabras, el Señor está dispuesto a actuar bajo ciertas circunstancias. Es, por lo general, una declaración de “si… entonces”, e implica nuestra participación. Veamos algunas promesas condicionales que tienen que ver con la salvación, el perdón y la sabiduría.

Romanos 10:10 nos dice que la promesa de salvación es para quienes confiesen con su boca y crean en su corazón que Jeshua es el Señor. Si venimos al Señor con una sincera confesión de pecado, tenemos la garantía de la limpieza y el perdón divinos (1 Juan 1:9). El cumplimiento de esta promesa por el Señor depende de que procedamos de manera obediente.

Santiago 1:5-6 nos dice que pidamos a Dios sabiduría, sin dudar de que la recibiremos. Si nos acercamos al Señor con fe, Él nos dará entendimiento. Dios hará exactamente lo que ha prometido. Pero Él exige nuestra obediente cooperación antes de cumplir sus promesas incondicionales. Para recibir la bendición formulada, debemos satisfacer las condiciones que Él ha puesto.

Si espera que el Señor cumpla su promesa, cumpla con su parte.

“Gracia y Paz”
Meditación Diaria

LA FIDELIDAD DE DIOS



Salmos 105:8
“Acordóse para siempre de su alianza; De la palabra que mandó para mil generaciones”.

No puedo expresar el significado de la fidelidad de Dios a su pacto de Gracia; su fidelidad para conmigo, y para todo cristiano nacido de nuevo. ¡Cuántas veces he fracasado, he resbalado, y me he rebelado contra mi bondadoso, tierno, Padre Celestial; y aun con esto, Él me guarda y preserva como suyo por el precio que pagó su hijo por nuestros pecados.

Dios es fiel. Cuando nos entregamos a Cristo arrepintiéndonos de nuestros pecados, Dios entró en un pacto eterno con nosotros, de manera que nuestra seguridad y salvación depende de la fidelidad de Él a su Pacto. A Dios sea el honor, la alabanza, y la gloria para siempre. Amén.

“Gracia y Paz”
Un Versículo de la Biblia cada Día

¿ES CORRECTO JUZGAR…?



Hay realidades lamentables que debemos aceptar. Si las iglesias están con un testimonio no grato a Dios y a los hombres, se debe actuar de acuerdo a la sabiduría del Señor, cabeza de la iglesia. Y para actuar, se deberá primeramente, juzgar. Juzgar siervos, manifestaciones, maneras de proceder, y todo lo necesario, para luego tomar las medidas que Dios quiere, hasta lograr recuperar el buen testimonio, tan necesario.

La gran mayoría no puede actuar porque antes, debe juzgar, y el problema es que se ha implantado una doctrina o enseñanza que considera, el juzgar, prohibido por Dios.

Actualmente, en casi todas las iglesias, es incorrecta la enseñanza sobre el tema “el juzgar”, la cual es muy importante para que los predicadores, misioneros, pastores, y demás servidores se conduzcan bien y logren corregir de manera efectiva, las excesivas malas conductas actuales de los cristianos.

Dios en su Palabra nos enseña cómo juzgar.

Examinemos según las escrituras este tema, ya que Mateo 7:1-5, es una porción bíblica muy mal empleada.

Mateo 7:1 dice: “No juzguéis, para que no seáis juzgados”. Significaría, no juzgar. Y así a nadie juzgaríamos ni nadie nos juzgaría. Pero, si seguimos leyendo, en los versículos del 2 al 5 del mismo capítulo, podemos darnos cuenta que el versículo 1 se refiere a un juicio incorrecto e hipócrita. El hermano que tiene una viga (un pecado mayor) en su propio ojo, no debe juzgar a otro que tiene una paja (un pecado menor) en el suyo. No puede juzgar a otro de su pecado si él no está limpio para ver bien y luego poder juzgar correctamente.

Dios nos quiere mostrar la necesidad de examinarnos, juzgarnos, y corregirnos a nosotros mismos. Y una vez que estemos bien delante de sus ojos, recién entonces, podremos juzgar, exhortar, enseñar, o corregir a los demás.

Queda en claro que si una persona tiene buen testimonio, puede juzgar a otro. Y si no está bien delante de Dios y de los demás, es probable que su juicio no sea justo.

Los pastores, siervos, y hermanos, debemos juzgar de acuerdo a la Palabra de Dios, así advertimos a las “ovejas” de los lobos rapaces.

A través de toda la palabra, encontramos la enseñanza de que debemos identificar a los malos o falsos pastores, obreros o hermanos, y delatarlos.

También es clara, la enseñanza de Dios respecto a dar sus nombres específicamente, aclarando concretamente sus errores doctrinales o pecados que están cometiendo.

“Por sus frutos los conoceréis…” (Mateo 7:16-17). Aquí el Señor simboliza con árboles, los servidores. Nos manda juzgar el árbol (persona), por el fruto de su vida y su doctrina.

Por lo tanto Jesús nos manda conocer a los servidores, juzgando lo que hacen, teniendo en cuenta su palabra para juzgar, y no las enseñanzas del mundo o nuestro parecer o sentir, sino el del Señor. Por eso dice: ”No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio” (Juan 7:24).

Entonces “… juzguemos con justo juicio”.

1 Corintios 5:1-13. Pablo “juzgó” (versículo 3) al hombre (inmoral, malvado – versículos 1 y 13.) a pesar de que estaba ausente, y dijo a la iglesia de Corinto que deberían “juzgar” (versículo 12) a los que estaban dentro.

Se tiene madurez espiritual cuando se es capaz de discernir entre el bien y mal. ”Pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal” (Hebreos 5:14).

Tenemos que darnos cuenta que al enseñar que no se debe juzgar, los falsos maestros, falsos apóstoles, falsos profetas, falsos hermanos, entran en las congregaciones con sus doctrinas del enemigo para inundar de levadura y maldad a los hermanos, y como se enseñó a “no juzgar”, nadie corrige, y nadie se opone a los lobos con vestidos de ovejas que no tienen ningún reparo para saquear el rebaño, y así, en plena libertad, destruyen a muchos.

¿Conoces a Jesús…? ¿Es mundano…? ¿Es simpático con los mentirosos, con los amantes del dinero, con los inmorales, con los que se creen dioses y se idolatran…? ¿Acaso todo lo permitió en el templo…?

Jesús es el mismo ayer, hoy y siempre. Su lenguaje es claro, directo  y duro. No espera para tomar medidas contra los burladores, los mercaderes del templo o los mentirosos.

Podemos comprobar que no fue manso y humilde con los falsos maestros. Les decía “hipócritas”, “guías ciegos”, “sepulcros blanqueados”, “serpientes”, y “generación de víboras” (Mateo 23:23-34). Cuando halló en el templo a los que vendían, haciendo un azote de cuerdas, echó fuera del templo a todos, con todo lo que tenían para vender, y esparció las monedas, y volcó las mesas; y dijo a los que vendían: “Quitad de aquí esto, y no hagáis de la casa de mi Padre casa de mercado” (Juan 2:13-16)”. Y les enseñaba, diciendo: ¿No está escrito: Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones? Mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones” (Marcos 11:17).

Pablo dijo señalando… “Porque éstos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo” (2 Corintios 11:13). Pablo explica en versículos 14-15 que estos predicadores son ministros de Satanás.

En estos días puedes comprobar que los siervos contaminados, y algunos, a los que se le debe llamar falsos, hasta predican con una Biblia “deportista” mundana. La divulgan como la mejor. Hacen nula la enseñanza de la santidad que debe tener un hijo de Dios. Venden sus libros, su música, sus imágenes, su asistencia sicológica-diabólica, sus coberturas y sus seminarios para hacer discípulos iguales a ellos.

A tal punto ha llegado la confusión en el testimonio de los cristianos, que la gente ya no sabe distinguir quien es verdadero cristiano y quien no.

Los pastores deben discernir todo lo que llega a la iglesia. Es correcto que los pastores no permitan falsos maestros y que enseñen quiénes son y cómo evitarlos, puesto que Jesús así lo enseña.

La iglesia de Efeso tuvo el buen testimonio de haber “probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos” (Apocalipsis 2:2). La iglesia de Pérgamo fue reprendida porque “toleraba a los que tenían la doctrina de Balaam y la doctrina de los Nicolaítas, la que yo aborrezco” (Apocalipsis 2:14-15).

Muchos pastores, predicadores y profetas se manifiestan en programas de televisión para que se pacte con Dios dando una suma de dinero a cambio de una bendición. En la Palabra de Dios esa enseñanza no es aprobada (3 Juan 9 – Judas 11).

Existe la creencia de que los considerados “muy poderosos” no pueden ser denunciados o nombrados, como los pastores de iglesias gigantescas, o aquéllos con grandes audiencias en radio y televisión. Cualquier cosa que digan o hagan, no importa que tan contraria de la Biblia sea, debe tomarse por correcta.

Sin embargo, David era un siervo de Dios, ungido, reconocido como uno de los de mayor autoridad en el pueblo de Dios, pero era un adúltero en lo secreto, y según las prácticas de hoy, no podía ser reprendido por un simple profeta. Pero Natán fue a la presencia de David, reveló el pecado, y le dijo al enfurecido David, “Tu eres aquel hombre…” (2 Samuel 12:7; 2 Samuel 12:7) Entonces dijo Natán a David: --Tú eres ese hombre. Así ha dicho Jehová, Dios de Israel: “Yo te ungí como rey de Israel y te libré de manos de Saúl.

Es correcto “contender ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos” (Judas 3). Debemos cuidarnos de los “falsos maestros que introducen encubiertamente doctrinas destructoras” (2 Pedro 2:1) y se debe juzgar con justo juicio (Juan 7:24) a los que están adentro. A los del mundo los juzgará Dios.

Rescatando, (en tanto se pueda), a quienes han caído en el error y en las mentiras de los falsos apóstoles modernos. “Hermanos, si alguno de entre vosotros se ha extraviado de la verdad, y alguno le hace volver, sepa que el que haga volver al pecador del error de su camino, salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados” (Santiago 5:19.20).

Ejemplos donde se debió juzgar y otros referentes al tema.

Romanos 16:17
Tito 1:10-16
2 Tesalonicenses 3:6-15.18
1 Timoteo 6:3.5
1 Timoteo 1:18.20
2 Timoteo 4:10.14.15
2 Timoteo 2:15-18
2 Corintios 11:4.13
Gálatas 2:11-14
3 Juan 9
2 Pedro 2:15-21.22
Números (capítulos 22 al 25)
Judas 11
Apocalipsis 2:2.14

¿Tú crees que el Señor Jesús permitiría que los que alaban a Dios, comercien su música, vendan sus libros, que vendan sus propias imágenes, que se hagan propaganda, que vendan entradas en las iglesias, o que se enseñe psicología y mundanalidad como Palabra de Dios…?

El pueblo de Dios debe salir de la apostasía, el error y las falsas doctrinas, pero para ello es necesario que cada uno vuelva al estudio de las escrituras, que mantenga una “VERDADERA” relación con Dios, y que guarde, por sobre todas las cosas, su corazón. Es necesario volver una vez mas a las sendas antiguas que transitaron los grandes hombres de Dios, y a predicar el verdadero evangelio, el cual es uno solo, y  es el evangelio de la cruz, del arrepentimiento, del perdón de nuestros pecados a través de la fe en el unigénito Hijo de Dios, y de morir a nosotros mismos, cargar nuestra cruz, y seguirle solo a El

“Así que, hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría. Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado. Y estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor; y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios” (1 Corintios 2:1-5).

“Gracia y Paz”
Aprendiendo la Sana Doctrina
Sal y Luz