miércoles, 19 de febrero de 2014

PLATÍCA CON DIOS



Para platicar con Dios y saber qué quiere decirnos, invariablemente debemos de leer su Santa Palabra.

Jesús dijo: “Ustedes estudian con diligencia las Escrituras porque piensan que en ellas hallan la vida eterna. ¡Y son ellas las que dan testimonio en mi favor!” (Juan 5:39).

· Sin Jesús, no hubiese historia que contar.
· Las profecías del Antiguo Testamento se cumplen en Él.
· Él es el plan de redención.
· Él es quién salva.
· Es a través de Él que Dios retomará posesión de la Tierra que creó.

Por lo tanto, la mejor manera de leer la Biblia es conociendo la persona de Jesús – personal y contextualmente. Es por esta razón que te recomiendo que comieses a leer y estudiar la Biblia en los Evangelios (Mateo, Marcos, Lucas y Juan).

¡Toma nota!
· Siempre ora antes de leer la Biblia y exponerte a la Palabra de Dios.
· Pídele a Dios que abra tu corazón y agudice tu mente para que puedas aprender lo que Él te quiere enseñar a través de Su Palabra.
· Siempre ora DESPUÉS de leer la Biblia.
· Agradece el tiempo que estuviste con Él y pídele que grabe en tu mente y en tu corazón lo que leíste, pero, lo más importante, pídele que te recuerde vivir lo que leas diariamente.


“Gracia y Paz”

LA PACIENCIA, UNA CUALIDAD ADMIRABLE



Santiago 1:2-4
“Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Más tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna”.

De acuerdo a la Palabra de Dios, la vida de todo cristiano se debe caracterizar por la paciencia, porque es importante para desarrollar el carácter maduro y estable que el Señor desea que se produzca en Su pueblo. “El amor es sufrido, es benigno…no se irrita” (1 Corintios 13:4-5).

La paciencia es la capacidad de absorber problemas y tensiones sin quejarse, y no verse afectado por los obstáculos, los retrasos y los fracasos.

Dios permite que tengamos dificultades, inconvenientes e incluso sufrimientos, con un fin específico: nos ayudan a desarrollar la actitud apropiada para que crezca nuestra paciencia. Cuando el cristiano ve que esas pruebas se resuelven en su provecho, permitiéndole alcanzar resultados convenientes y de refuerzo para su carácter, se prepara el escenario para el desarrollo de un espíritu paciente.

A continuación, el Espíritu Santo de Dios podrá desarrollar el fruto de la paciencia en su vida. “Pero el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia…” (Gálatas 5:22).

Sobre la falta de paciencia que caracteriza a nuestra generación, Billy Graham comentó: “Esta es una época altiva, neurótica y llena de impaciencia. Nos apresuramos cuando no hay necesidad – sólo por apresurarnos. Esta época acelerada ha producido más problemas y menos moralidad que las generaciones anteriores, y nos ha provocado males nerviosos. La impaciencia ha producido una secuela de hogares destruidos, úlceras, etc., y ha preparado la escena para más guerras mundiales”.

Un poco de introspección y análisis de la impaciencia por nuestra parte puede ser conveniente y útil. ¿Qué me hace ser impaciente? ¿Soy inmaduro? ¿Soy quisquilloso? “Pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y el mal” (Hebreos 5:14).

¿Soy egoísta, legalista o exigente? ¿Soy capaz de dejar margen para las equivocaciones y las imperfecciones de los demás, recordando que Dios está actuando también sobre ellos? “…Que seáis pacientes para con todos. Mirad que ninguno pague a otro mal por mal; antes seguid siempre lo bueno unos para con otros, y para con todos” (1 Tesalonicenses 5:14-15).

¿Me irrito con facilidad “porque alguien se está saliendo con la suya”? “No te impacientes a causa de los malignos” (Salmo 37:1)

¿Soy envidioso o celoso? “Tened también vosotros paciencia, y afirmad vuestros corazones. Hermanos, no os quejéis unos contra otros, para que no seáis condenados” (Santiago 5:8-9).

¿Soy materialista? ¿Estoy dominado por el espíritu de este mundo? “Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba…” (Colosenses 3:1) ¿He superado realmente la “mentalidad secular”? “…pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación” (Filipenses 4:11)

¿Estoy siendo insensible a los esfuerzos de Dios para ocuparse de mí, permitiendo que sufra circunstancias adversas, irritaciones y tensiones, con el fin de que, por medio de Su gracia, aprenda a trascender el yo y a crecer en amor y estatura espiritual?


“Gracia y Paz”
Edición: Carlos Martínez M.

Vida Mujer

¿ERES TÚ UNA MUJER VIRTUOSA?



Proverbios 18:22
"El que halla esposa halla el bien, y alcanza la benevolencia de Jehová".

Desde el principio de la creación el Señor estableció esta verdad: "No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él" (Génesis 2:18).

Pero eres mucho más que una compañera idónea, “eres la que con tus manos edificas la casa, mientras que la necia con las suyas la derriba” (Proverbios 14:1). El perfume embriagante de tu presencia, llena de gracia y frescura el hogar.

Ese lugar que puede estar adornado con los más exquisitos adornos que el dinero permite comprar, si no estás tú, pasa a ser un frío y lúgubre mausoleo donde todo palidece. Y ese modesto hogar donde el Soberano Dios te puso a ti, aún lo más simple brilla con inusitada gracia y esplendor.

Dichoso el hombre que después de una agotadora jornada pueda llegar a su hogar, y encontrar a su esposa afanada en agradar a su amado y transformar ese lugar en un manantial, donde ella se mueve como entre alelíes y las abejas revolotean con un beso de miel. Eres el sol, la luz y el viento que vuelan por ese lírico paisaje de amor.

Pero eres mucho más, eres la sabia administradora que puede multiplicar con gracia y sabiduría el escaso presupuesto que dispones, en delicados manjares que llenan de satisfacción a aquellos que con amor deseas agradar.

Eres la madre, y en esta condición tan especial, me hundo en un mar profundo sin poder tocar fondo para encontrar palabras y describir la grandeza de tu amor, lleno de un perfume enervante de tu núbil candor.

Con cuanta dedicación y desvelos cuidas a los retoños que Dios te da. Creo que no existe otra labor más fatigante y abrumadora, que esa que el Creador te encomendó, de guiar a los tuyos como un faro en medio del tortuoso mar.

No deja de maravillarme el hecho que cuando rendida y extenuada caes en un sueño profundo, que ni el rugir de los poderosos motores de un avión te pueden despertar, pero basta un simple quejido de tu niño para levantarte de un brinco y correr a su lado para derramar en libación tu amor.

Te admiro mujer, por tu fortaleza y dedicación. Cuanta paciencia y consagración te ha otorgado el Creador, que sabes sostener la arquitectura del silencio y del olvido en los agrestes caminos de la ruta estival.

El mundo es un mercado donde los hombres compran honores, voluntades y conciencias. Pero tú, mujer cristiana, eres como un manantial de aguas cristalinas y espumeantes sobre los pedregales, que se van suavizando en sus aristas con tu gracia tan especial.

Pero sabe que este mundo un día estará en mies en un granero celestial. Y allí, cuando los ángeles recojan los frutos de la cruz y el Señor nos traslade a Su gloria divinal.

Entonces muchos grandes predicadores se apresurarán a buscar las mejores coronas que el Rey de reyes repartirá. Pero seguramente escucharán avergonzados por su falta de humildad: "No, ésta, la más especial, es para la mujer que supo ser esposa, madre y arquitecta de su propio hogar.

Sí, mujer cristiana, tú que has llevado tu cruz en silencio y sin publicidad, te está aguardada una corona muy especial.

Ya viene el día, porque el Señor así lo prometió, que todas las cosas habrán de salir a la luz. Y tu abnegación, consagración y santidad, no serán olvidadas por el Creador.

¡Oh! Mujer cristiana cuan hermosas recompensas te esperan en la gloria. Eres un lirio del alba donde el rocío de la gracia divina brilla como cristalinas diademas y eres la tenue brisa que refresca el mustio camino de este mundo.

Amado Hermano: Tú que has sido bendecido con la compañía de una esposa, regocíjate con ella en tu juventud y en tu vejez, "como cierva amada y graciosa gacela. Sus caricias te satisfagan en todo tiempo, y en su amor recréate siempre" (Proverbios 5:19). Porque esto es lo que agrada al Señor en verdad y eternamente.

“Gracia y Paz”

Edición: Carlos Martínez M.


Jack Fleming

"EL CRISTIANO Y EL PSEUDO-CRISTIANO"



1 Juan 3:4-10
“Cualquiera que hace pecado, traspasa también la ley; pues el pecado es transgresión de la ley. Y sabéis que él apareció para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en él. Cualquiera que permanece en él, no peca; cualquiera que peca, no le ha visto, ni le ha conocido. Hijitos, no os engañe ninguno: el que hace justicia, es justo, como él también es justo. El que hace pecado, es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo. Cualquiera que es nacido de Dios, no hace pecado, porque su simiente está en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios. En esto son manifiestos los hijos de Dios, y los hijos del diablo: cualquiera que no hace justicia, y que no ama á su hermano, no es de Dios”.


“Gracia y Paz”

¿CUAL ES EL VERDADERO PROBLEMA CON LA TENTACIÓN?



La tentación no tiene favoritismos de ninguna clase. De hecho, la tentación es común para todos: niños, adolescentes, adultos, hombres o mujeres. La tentación no mira estatus social, económico o espiritual. De manera que no te sorprendas cuando seas tentado.

Es importante señalar que la tentación no es pecado. Jesús fue tentado varias veces y no significa que haya pecado. Mientras te corra sangre por las venas ten por seguro que vas a ser tentado así que no te sientas culpable por eso.

El problema con la tentación es que atrapa tu mente, imaginación, sentimientos, y voluntad. Una vez que los atrapa; determinas que entablarás en ella. Es como si tu cuerpo te dijera “hazlo”… Y por lo regular al principio las consecuencias de la tentación no se manifiestan inmediatamente; y llegas a creer que te has salido con la tuya. Comienzas ha engañarte con frases como: “Ves, no me pasó nada”.

Empiezas a creer que eres más inteligente que los demás, porque aparentemente no te pasó nada, llegas a pensar que puedes empujar los límites un poquito más. Pero al final terminarás destruyéndote; ¿Sabes por qué? Porque el pecado siempre mata.
En Alaska las personas tienen una forma muy peculiar de cazar lobos. Lo que hacen es tomar un cuchillo de cacería sumergir la navaja en sangre y después la dejan congelarse. Repiten este proceso varias veces hasta que crean una paleta/helado de sangre, pero dentro de la paleta está la navaja del cuchillo. Entierran el mango del cuchillo en el hielo. Y como la nariz del lobo es 10,000 veces más poderosa que la del ser humano; desde kilómetros de lejos el lobo puede olfatear sangre congelada. El lobo llega al cuchillo cubierto con sangre y comienza a lamerlo, y la sangre congelada le sabe tan rica, sabrosa y es tan agradable que desea más y más, y la primera vez que la navaja corta su lengua, apenas si se da cuenta, pero el lobo continúa lamiendo y lamiendo hasta que comienza a tomarse su propia sangre y muere desangrado.

El pecado es así… comienza tan dulce, divertido y placentero, pero terminas una muerte física, emocional o espiritual.

¿Entonces que debemos hacer?, cada uno de nosotros nos conocemos muy bien, sabemos a que cosas somos débiles, sabemos que cosas pueden provocar que caigamos o que cosas hacen que seamos mas sensibles a acceder, por ello como dice la Palabra: “…ninguno se crea mejor de lo que realmente es. Sean realistas al evaluarse a ustedes mismos, háganlo según la medida de fe que Dios les haya dado” (Romanos 12:3 NTV).

A veces creemos que esta vez seremos fuerte para no caer y jugamos con fuego, creyendo que “ya lo superamos” o que “lo vamos a superar”, pero Dios no necesita que le demuestres que puede superarlo enfrentándote a esa tentación, al contrario, su Palabra nos motiva a huir de la tentación: “Huye de las malas pasiones de la juventud, y esmérate en seguir la justicia, la fe, el amor y la paz, junto con los que invocan al Señor con un corazón limpio” (2 Timoteo 2:22).

El pecado siempre te llevará más lejos de donde quisieras ir, te costará más de lo que estés dispuesto a pagar y de sus consecuencias te lamentaras por el resto de tu vida.


“Gracia y Paz”
Edición: Carlos Martínez M. 
Jorge Cota. 

ORACIÓN



Padre santo, perdóname si con mis actitudes y mi silencio ante los demás he negado a tu Hijo en tantas ocasiones. Yo deseo ser un fiel seguidor de Cristo y vivir para Él de manera evidente. Te ruego me ayudes a reconocer cuando estoy actuando de esa manera, cuando quiero que nadie sepa que soy cristiano. Por favor dame la fuerza y el valor para testificar y confesar a mi Señor, bajo cualquier circunstancia, delante de todo el mundo. En el nombre de Jesús, Amén.

¿HABRÁS TÚ NEGADO A JESÚS EN ALGUNA OCASIÓN?



Mateo 26:69-75
“Pedro estaba sentado fuera en el patio; y se le acercó una criada, diciendo: Tú también estabas con Jesús el galileo. Mas él negó delante de todos, diciendo: No sé lo que dices. Saliendo él a la puerta, le vio otra, y dijo a los que estaban allí: También éste estaba con Jesús el nazareno. Pero él negó otra vez con juramento: No conozco al hombre. Un poco después, acercándose los que por allí estaban, dijeron a Pedro: Verdaderamente también tú eres de ellos, porque aun tu manera de hablar te descubre. Entonces él comenzó a maldecir, y a jurar: No conozco al hombre. Y en seguida cantó el gallo. Entonces Pedro se acordó de las palabras de Jesús, que le había dicho: Antes que cante el gallo, me negarás tres veces. Y saliendo fuera, lloró amargamente”.

La actitud de Pedro negando a Jesús ha sido, a través de los siglos, el clásico ejemplo de deslealtad a un amigo. Sin embargo, Pedro no fue el único que traicionó el amor y la lealtad del Señor. Otro de los discípulos, Judas Iscariote, hizo algo aun peor: lo entregó a sus enemigos por unas cuantas monedas. Dice Mateo 26:14-16: “Entonces uno de los doce, que se llamaba Judas Iscariote, fue a los principales sacerdotes, y les dijo: ¿Qué me queréis dar, y yo os lo entregaré? Y ellos le asignaron treinta piezas de plata. Y desde entonces buscaba oportunidad para entregarle”. Pero la negación y la deslealtad entre los discípulos de Jesús no se limitan a estos dos. Allí en el huerto de Getsemaní, cuando se llevaban arrestado a Jesús, dice la Biblia que “todos los discípulos, dejándole, huyeron” (Mateo 26:56).

El evangelista Billy Sunday solía contar una historia acerca de un cristiano que consiguió un empleo en un aserradero cuyos trabajadores tenían la reputación de ser ateos y blasfemos. Un amigo, al oír que el hombre iba a trabajar allí le dijo: “Si esos leñadores se enteran de que eres cristiano, te van a hacer la vida imposible”. Después de un año, el hombre regresó a casa de visita. Mientras caminaba por la ciudad se encontró con el amigo que le había dicho que los trabajadores del aserradero lo ridiculizarían y lo perseguirían. “¿Y qué? – le preguntó el amigo - ¿Te molestaron mucho por ser cristiano?” “En absoluto – contestó el hombre – no me han dado ningún problema. Ni siquiera se imaginan que soy cristiano”.

Esta es una manera de negar a Jesús tal y como lo negaron sus discípulos. También nosotros negamos a Jesús cuando no testificamos ante los demás lo que él ha hecho en nuestras vidas. Lo negamos cuando participamos en conversaciones o chistes de doble sentido, o cuando vemos programas en la televisión que contaminan nuestros espíritus, o cuando decimos una mentira. Negamos al Señor cuando tenemos la oportunidad de visitar a un enfermo o de consolar a alguien en desgracia, y no lo hacemos. Lo negamos cuando no hablamos a los inconversos de su sacrificio en la cruz del Calvario y la vida eterna que él nos ofrece. En fin, negamos a Jesús cuando no actuamos de acuerdo al ejemplo que él nos legó y a las instrucciones que nos dejó en la Palabra de Dios.

El Señor desea que no seas solo un Creyente, sino que seas un genuino Seguidor y que vivas para él de manera evidente; que no te avergüences de confesarlo delante de todos los que te rodean. De aquí su declaración: “A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 10:32-33).

Piensa por un momento. ¿Habrás tú negado a Jesús en alguna ocasión? Si la respuesta es SÍ, ahora mismo arrepiéntete y confiesa ante Dios tu pecado, y él te perdonará, según dice 1 Juan 1:9. Entonces esfuérzate en conocer cada vez más al Señor por medio de la lectura de la Biblia y la oración diariamente. Y cada vez que tengas una oportunidad háblales de él a los que te rodean.

ORACIÓN:
Padre santo, perdóname si con mis actitudes y mi silencio ante los demás he negado a tu Hijo en tantas ocasiones. Yo deseo ser un fiel seguidor de Cristo y vivir para Él de manera evidente. Te ruego me ayudes a reconocer cuando estoy actuando de esa manera, cuando quiero que nadie sepa que soy cristiano. Por favor dame la fuerza y el valor para testificar y confesar a mi Señor, bajo cualquier circunstancia, delante de todo el mundo. En el nombre de Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”

Dios te Habla