domingo, 11 de enero de 2015

Salmo 52:9



Salmo 52:9

Te alabaré para siempre por lo que has hecho; y esperaré en tu nombre, porque es bueno, delante de tus santos.

¿CÓMO ES TU VIDA DE ORACIÓN?


¿CÓMO ES TU VIDA DE ORACIÓN?

Salmo 5:1-3
“Escucha, oh Señor, mis palabras; considera mi gemir. Está atento a la voz de mi clamor, Rey mío y Dios mío, porque a ti oraré. Oh Señor, de mañana oirás mi voz; de mañana me presentaré delante de ti, y esperaré”

En toda la Biblia hay una constante exhortación a que busquemos a Dios por medio de la oración. Por ejemplo, en 2 Crónicas 7:14 Dios le dice al rey Salomón: “Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra”. Y en Jeremías 29:12 el Señor dice: “Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré”. En 1 Tesalonicenses 5:17 nos exhorta de la siguiente manera: “Orad sin cesar”. En su carta a los efesios, el apóstol Pablo los anima a leer la palabra de Dios, “orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos” (Efesios 6:18). Y a los colosenses les aconseja: “Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias” (Colosenses 4:2). Y el ejemplo supremo lo encontramos en Marcos 1:35. Allí dice: “Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, Jesús salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba”. Jesús oraba constantemente, se levantaba muy temprano a orar y muchas veces pasaba la noche en oración, como dice Lucas 6:12-13: “En aquellos días él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios”. Si Jesús, siendo Dios hecho hombre, sentía la necesidad de orar, ¡cuánto más nosotros, débiles y miserables mortales debemos orar constantemente!

La oración profundiza nuestra relación con Dios y nos ayuda a conocer su carácter y a experimentar el amor tan grande que él siente por nosotros. Entonces disfrutamos plenamente nuestro tiempo en la presencia del Señor y recibimos muchas bendiciones. Así dice el Salmo 37:4: “Deléitate asimismo en el Señor, y él te concederá las peticiones de tu corazón”. La oración también purifica nuestras vidas. Al confesar nuestros pecados y traerlos a los pies del Señor, nuestras mentes y corazones pueden ser liberados de culpas y ataduras del pasado que afectan nuestra vida presente.

La oración nos ayuda a confiar en Dios como nuestro proveedor. Al igual que sólo confiamos las cosas verdaderamente importantes a aquellos amigos con los que tenemos una relación íntima y un trato frecuente y profundo, en el aspecto espiritual mientras más conocemos a Dios más confianza tenemos en él, y más creemos en sus promesas, y más bendiciones recibimos de él, como lo dice Mateo 21:22: “Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis”.

Indudablemente, la oración constante nos llevará a crecer y a madurar espiritualmente. Mientras más tiempo estemos en comunión con Dios, más preparados estaremos para enfrentar las tormentas que azotan nuestras vidas y también para ayudar a los que no conocen la fuente de amor y de poder que es nuestro Señor.

¿Cómo te sientes sobre tu vida de oración? ¿Tienes separado un tiempo todos los días para orar? ¿Es algo que haces apresuradamente o realmente disfrutas el conversar con tu Padre celestial?

Si tú reconoces en este momento que tu vida de oración es mediocre, pídele a nuestro Abba Padre que ponga en tu corazón fervor y pasión por buscar su rostro diariamente y deleitarte en su presencia. Entonces haz tú el esfuerzo de separar un tiempo todos los días, preferiblemente temprano en la mañana, para leer la Biblia y orar. Pronto experimentarás el precioso beneficio espiritual de estar compartiendo en la intimidad con tu Padre celestial.

Oración:
Amoroso Padre, reconozco cuanta frialdad e indiferencia tengo en mantener una comunicación frecuente contigo. Te ruego pongas en mí el deseo de buscar tu rostro cada día y de disfrutar plenamente ese tiempo en tu santa presencia. En el nombre de Jesús, Amén.

¡Gracia y Paz!

Dios te Habla

¿ERES CULPABLE DE NEGLIGENCIA?


¿ERES CULPABLE DE NEGLIGENCIA?

Isaías 5:20
“¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!”

(Lee: Isaías 5:8-30)

En todos los ámbitos sociales vemos como cada quien entiende las cosas a su manera. La honradez y la integridad que existían en otras épocas han quedado en el olvido. Ejemplos hay muchos: Alguien se puede encontrar una cartera llena de documentos, identificaciones  y dinero y en lugar de devolverlos, como es correcto, se ufanan de “su buena suerte”. Se sabe de muchas mujeres que en las loncheras de sus hijos les colocan pastillas o condones para planificar, porque es mejor que estén “prevenidos” para que no vayan a traer un hijo al mundo. Incluso, si las niñas quedan embarazadas, el consejo que les dan es abortar, “porque un hijo les dañará la vida y ellas todavía no están para eso”. Es tan ladrón quien roba una aguja como quien asalta un banco. Es tan asesino quien practica el aborto como quien comete una masacre. La moral y la ética parece que en estos tiempos son mitos o leyendas, y quienes aún la practicamos nos tildan de retrasados o tontos.

Lamentablemente como estos ejemplos hay muchos y no acabaríamos de citarlos. Lo que sí es de vital importancia es que nosotros los cristianos, seamos auténticos e íntegros y enseñemos justamente lo que dice la Santa Palabra de Dios. Nosotros somos la luz del mundo y la sal de la tierra y es nuestro deber compartir y llevar las Buenas Nuevas del Evangelio a los necesitados y extraviados.

“Ahora bien, ¿cómo invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán si no hay quien les predique?  ¿Y quién predicará sin ser enviado? Así está escrito: ¡Qué hermoso es recibir al mensajero que trae buenas nuevas!” (Romanos 10:14-15).

“Entonces oí la voz del Señor que decía: —¿A quién enviaré? ¿Quién irá por nosotros? Y respondí: —Aquí estoy. ¡Envíame a mí!” (Isaías 6:8).

¡Ardua tarea la que Dios nos ha encomendado!

Amado Padre ¿Hasta dónde soy culpable de un mundo torcido y violento, de un mundo que a lo malo le dicen bueno, y a lo bueno malo? Por favor te ruego me des sabiduría y denuedo para hablar sin temor ni vergüenza de lo que me has dado, para que los que se encuentran en la oscuridad te conozcan. ¡Atráelos a ti como lo has hecho con tanto siervo tuyo! Gracias Señor, en el nombre poderoso de Jesús, Amen.

¡Gracia y Paz!
Editado por Carlos Martínez M.


Dora C.

Jeremías 7:23


Jeremías 7:23
"Lo que si les ordené fue lo siguiente: Obedézcanme. Así yo seré su Dios, y ustedes serán mi pueblo. Compórtense de acuerdo a todo lo que yo les ordene, a fin de que les vaya bien”.

Siervos inútiles somos cuando hacemos solamente lo que debemos: Hay que dar más para que los demás vean la Gloria de Dios en nuestras vidas.


¡Gracia y Paz!