martes, 21 de mayo de 2013

¿UN GRAN INGENIERO?



Génesis 1:1
“…Creó Dios los cielos y la tierra”.  

Hebreos 11:3.
“Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía”.

Desde la primera página la Biblia afirma que Dios creó los cielos, la tierra y todo lo que contiene. La ciencia nunca ha podido contradecir esta afirmación.

«Sobre el origen de la vida, no nos queda otro remedio que reconocer que no sabemos nada». Esta declaración del científico Jean Rostand sigue siendo válida hasta hoy.

Cada descubrimiento plantea más problemas de los que resuelve. Las hipótesis de los científicos nos dejan en la duda. La Biblia dice claramente que no somos el producto de la casualidad, sino de la divina y sabia voluntad.

La ciencia llega a conclusiones inciertas e inestables. El biólogo Rémy Chauvain explica que la teoría de la evolución, tan valiosa para Darwin, tuvo mucha aceptación porque era la única solución para sustituir la idea de Dios, que molesta la conciencia de mucha gente. Junto con muchos otros sabios de los más sobresalientes, físicos, biólogos, astrónomos, se pregunta: –¿No habría un gran Ingeniero?

En un lenguaje sencillo, que puede ser comprendido por los hombres de todos los tiempos, la Escritura revela cuál es el origen del hombre y del universo. Ella no nos ha engañado. En cambio, la ciencia evoluciona sin cesar, y las teorías que ayer eran presentadas como certezas, poco a poco son abandonadas.

Volvamos, pues, al Libro de Dios para descubrir en él no sólo nuestro origen, sino las promesas de Dios, quien quiere salvarnos.

“Gracia y Paz”
La Buena Semilla

¿EN TIEMPOS DE PRUEBA, ESPERAS EN EL SEÑOR?



Salmos 27:14
Aguarda á Jehová; Esfuérzate, y aliéntese tu corazón: Sí, espera á Jehová.

En cualquier circunstancia, tiempos de prueba, dificultades o problemas, debemos mirar a Dios y esperar en él. Debemos esperar usando los medios que se nos enseñan en las Sagradas Escrituras:

·      Asistir a la iglesia,
·      Participar en la Santa Cena,
·      Leer la palabra de Dios y meditarla,
·      Orar sin cesar,
·      Convivir y compartir con otros cristianos.

Todo esto nos traerá sin lugar a dudas una comunión intima con nuestro Padre Celestial. Nadie que le busque así dejará de recibir fuerza y bendición. “Aguarda a Jehová; Esfuérzate, y aliéntese tu corazón; Sí, espera a Jehová” (27:14).

“Gracia y Paz”
Un Versículo de la Biblia cada Día

¿ERES UN VERDADERO AMIGO?



Proverbios 17:17
“En todo tiempo ama el amigo, Y es como un hermano en tiempo de angustia”.

Proverbios 18:24
El hombre que tiene amigos ha de mostrarse amigo; Y amigo hay más unido que un hermano”.

Las amistades son unos de los tesoros más valiosos. Mantener a nuestro lado amigos de verdad —esos que reirán con nosotros en los tiempos buenos y que se mantendrán a nuestro lado en las pruebas— requiere un compromiso compartido y una inversión de tiempo y energía. Las buenas relaciones florecen con…

Transparencia. Debemos ser sinceros con los amigos y animarlos a ser veraces con nosotros. Para preservar un vínculo fuerte, no podemos ocultar las heridas que pueden habernos causado. La transparencia puede ayudar a que las personas sean mejores. Una relación sólida permite a cada parte señalar con delicadeza los errores en la vida de la otra persona y ofrecer una amorosa rectificación.

Tiempo y comunicación. La amistad genuina requiere tiempo para desarrollarse. Tenemos que estar dispuestos a dejar de lado otras obligaciones y priorizar el pasar tiempo juntos para compartir nuestras opiniones y deseos, y para hacer preguntas que estimulen a nuestros amigos a hablar de lo que hay en sus mentes y corazones.

Gratitud. A todos nos gusta sentirnos apreciados. Expresar gratitud cuando los amigos son útiles, les permite saber que estamos agradecidos de tenerlos en nuestra vida. Además, confirmamos que les amamos cuando les decimos lo mucho que disfrutamos de cierto aspecto de su personalidad, o recordamos una ocasión que es especial para ellos.

Ser un buen amigo es una manera de servir a Dios. Él nos creó para relacionarnos con los demás, y por eso debemos dar lo mejor de nosotros a cada amigo que Él haya puesto en nuestra vida.

Eclesiastés 4:9-10
“Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo. Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante”.


“Gracia y Paz”
Meditación Diaria


¿CÓMO ESTÁS CORRIENDO TU CARRERA?



Hebreos 12:1-2a
“Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe”.

La vida es una carrera que comienza al nacer y dura un cierto número de años. ¿Cuántos? Sólo Dios lo sabe. Ninguno de nosotros sabe cuánto tiempo falta para el final de su propia carrera, pero de algo si podemos estar seguros: invariablemente ese final llegará. El pasaje de hoy nos habla de esa “carrera que tenemos por delante”, y nos indica cómo debemos correrla. Dice que la “corramos con paciencia”. La palabra griega que se utiliza aquí para definir paciencia significa “persistencia firme”. No se trata, pues, de la paciencia que se sienta y acepta las cosas resignadamente; se trata de una paciencia activa, dominante, que soporta todo pero no se detiene, sino que marcha adelante con firmeza, hacia la meta, con absoluta certeza en la victoria.

Esta es la manera de vivir una vida victoriosa, pero ¿podemos hacerlo por nosotros mismos? Imposible. ¿Cómo entonces? Poniendo “los ojos en Jesús, autor y consumador de la fe”. Poner los ojos en Jesús es hacerlo a él el foco central de nuestras vidas. Es mirarlo a él y no a las circunstancias que nos rodean. Claro que esto es más fácil decirlo que hacerlo. Se requiere una preparación especial para lograr este nivel espiritual. En su carta a los Corintios, el apóstol Pablo escribe: “¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible” (1 Corintios 9:24, 25).

Se nos exhorta a prepararnos espiritualmente de la misma manera que el atleta que quiere ganar la medalla de oro se prepara físicamente. Esto implica abstenernos de ciertas cosas que afectan nuestra vida espiritual. Implica dedicación, perseverancia, persistencia firme. Implica una buena alimentación espiritual diaria que sólo podemos obtener de la lectura de la Biblia y la oración. Implica aplicar esta palabra a nuestras vidas de manera que produzca cambios internos que otros puedan ver externamente. Implica una comunión con nuestro Señor y una búsqueda constante de su presencia, pues solos no podemos, como dice Jesús en Juan 15:5: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer”.

Nuestras intenciones pueden ser muy buenas, pero llevarlas a cabo requiere la ayuda del Señor. Él es quien nos capacita, nos da la fuerza, la sabiduría, el valor y la persistencia para correr esta carrera exitosamente. Separados de él, dice Jesús, nada podemos hacer, y cuando hemos tratado por nosotros mismos, hemos sufrido muchas caídas y golpes, algunos muy dolorosos. Sólo una profunda comunión con Dios garantiza una victoria al final de la carrera.

Cuando el famoso cantante y actor americano Frank Sinatra llegó al final de su carrera, después de una larga vida de fama, riquezas y placeres de todo tipo, sus últimas palabras fueron: “I’m losing” (“Estoy perdiendo”). Unos segundos después cerró sus ojos para siempre. Bien pudo entonces haber conjugado el verbo en pasado: “Yo perdí.” Por otro lado, el apóstol Pablo describió así su carrera: “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida” (2 Timoteo 4:7-8). Dos carreras diferentes, dos maneras diferentes de correrlas, dos finales diferentes. Uno terminó en derrota, el otro en victoria.

Ojalá cada uno de nosotros, al llegar al final de la carrera, pueda proclamar con gozo la victoria de la misma manera que lo hizo Pablo. Pero eso depende de cómo corramos nuestra carrera. Eso depende de la decisión de cada uno de nosotros de aplicar esta enseñanza a nuestras vidas.

ORACIÓN:
Padre santo, confieso delante de ti que soy totalmente incapaz de correr mi carrera con éxito, si no es con el poder y la dirección de tu Santo Espíritu. Por favor capacítame para mantener mis ojos fijos en Jesús, haciéndolo el Señor de mi vida. En su santo nombre te lo pido, Amén.

“Gracia y Paz”
Dios Te Habla