lunes, 2 de mayo de 2016

1 Corintios 15:33



Indudablemente una de las mayores presiones que tenemos los Hijos de Dios es saber convivir con las personas de nuestro entorno social, incluso con las de nuestro entorno familiar. Dios nos creó para ser sociables, para aprender a relacionarnos unos con otros. De ahí la naturalidad que tenemos para forjar amistades de manera muy rápida. El problema es cuando no sabemos elegir a nuestras amistades, cuando convivimos demasiado tiempo con personas que no aman a Dios.

Desde luego que tampoco debemos ser apáticos con las personas o con los familiares que no comparten nuestra Fe, ni que nos comportemos como unos “aguafiestas” en los lugares de reunión familiar o lugares donde concurrimos. Sin embargo, es muy importante saber controlar el tiempo que compartimos con esas personas y, sobretodo, si no aman al Señor; porque podríamos, sin darnos cuenta, caer en el lazo del enemigo y hacer cosas que a Dios no le agradan.

Jeremías 15:19

Conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos”.