domingo, 1 de julio de 2012

CÓMO VENCER EL DESÁNIMO


Nehemías 2:1-8
“Sucedió en el mes de Nisán, en el año veinte del rey Artajerjes, que estando ya el vino delante de él, tomé el vino y lo serví al rey. Y como yo no había estado antes triste en su presencia, me dijo el rey: ¿Por qué está triste tu rostro? pues no estás enfermo. No es esto sino quebranto de corazón. Entonces temí en gran manera. Y dije al rey: Para siempre viva el rey. ¿Cómo no estará triste mi rostro, cuando la ciudad, casa de los sepulcros de mis padres, está desierta, y sus puertas consumidas por el fuego? Me dijo el rey: ¿Qué cosa pides? Entonces oré al Dios de los cielos, y dije al rey: Si le place al rey, y tu siervo ha hallado gracia delante de ti, envíame a Judá, a la ciudad de los sepulcros de mis padres, y la reedificaré. Entonces el rey me dijo (y la reina estaba sentada junto a él): ¿Cuánto durará tu viaje, y cuándo volverás? Y agradó al rey enviarme, después que yo le señalé tiempo. Además dije al rey: Si le place al rey, que se me den cartas para los gobernadores al otro lado del río, para que me franqueen el paso hasta que llegue a Judá; y carta para Asaf guarda del bosque del rey, para que me dé madera para enmaderar las puertas del palacio de la casa, y para el muro de la ciudad, y la casa en que yo estaré. Y me lo concedió el rey, según la benéfica mano de mi Dios sobre mí”.

El desánimo puede robar la paz, la alegría y el contentamiento. Pero le tengo una gran noticia si se siente desanimado: ¡usted no tiene que seguir así!

He conocido personas que parecían estar en una situación irremediable. Pero unos años más tarde, estaban en una situación excelente, ya fuera en términos de sus circunstancias o de sus emociones. ¿La razón? Nunca se dieron por vencidas. En vez de entregarse a la autocompasión, optaron por creerle a Dios, dar un paso de fe, y salir del foso emocional.

Nehemías es un buen ejemplo. Tenía todas las razones para sentirse derrotado, pues su gente estaba en aprietos. Después de recibir la noticia de que el muro de la ciudad estaba destruido, este varón de Dios se sintió profundamente triste y desanimado. Y aunque el dolor inundaba su alma, clamó a Dios buscando su dirección.

La tristeza en la presencia del rey se castigaba con la muerte. Pero el Señor contestó la oración de Nehemías con un poder grandioso, lo que llevó al rey a notar el semblante triste de su siervo, y a preguntarle después qué podía él hacer para ayudarlo. Este milagro dio lugar a la reconstrucción del muro y a la liberación del pueblo de Dios. El Señor puede tomar una situación irremediable, sea cual sea, y cambiarla de maneras mucho más maravillosas de lo que usted pueda imaginar.

¿Vive usted en una espera ansiosa de lo que el Señor hará? ¿O ha decidido permanecer en las profundidades de la desesperación? Al igual que Nehemías, convierta su desánimo en una petición de ayuda a Dios. Él puede renovar sus esperanzas y evitar que las emociones negativas dominen su vida.

“Gracia y Paz”
Meditación Diaria

¿QUIERES SER LIBRE DEL PECADO?


Romanos 6:16-18
“¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia? Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados; y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia”.

La esclavitud implica sujeción, sometimiento total a alguien o a algo. No hay nada peor que ser esclavo de un pecado. Al igual que una cárcel se construye ladrillo a ladrillo, una prisión espiritual también puede ser construida pecado a pecado sin que la persona apenas lo note. Esta esclavitud se produce lentamente comenzando, generalmente, con un pensamiento. Si este pensamiento no es erradicado de la mente, con el tiempo se va haciendo más fuerte y su presencia cada vez más frecuente. Finalmente llega un momento en que se convierte en acción. A medida que este pecado se repite una y otra vez se va fortaleciendo hasta que logra conquistar la conciencia. Así llega un momento en que el diablo se apodera de la voluntad de esta persona, y ejerce total dominio sobre ella. Una vez este pecado se enseñorea de una persona, es prácticamente imposible escaparse de su efecto destructor.

Hay, sin embargo, una manera de evitar la esclavitud espiritual. El primer paso es reconocer dos verdades básicas: todo pecado puede esclavizar y la esclavitud comienza en la mente. No podemos mantener una buena relación con el Señor si permitimos el pecado en nuestras vidas. Cuando un pensamiento pecaminoso llega a nuestra mente, tenemos la opción de expulsarlo o de darle albergue. Por medio del poder del Espíritu Santo, todo creyente posee el poder de controlar su mente.

El segundo paso es preguntarnos a nosotros mismos, ¿acaso el placer que puedo recibir de este pecado amerita sufrir las consecuencias de la esclavitud? Con seguridad, la respuesta es no. ¿Puede un alcohólico comparar el disfrute del próximo trago con la angustia y el dolor de su impotencia frente a la botella?

Tercero, hagámonos el firme propósito de ordenar nuestras vidas de acuerdo a la Palabra de Dios. En el Salmo 119:133 el salmista clama a Dios: “Ordena mis pasos con tu palabra, y ninguna iniquidad se enseñoree de mí.” Si elegimos buscar día a día una íntima comunión con Dios, encontraremos en él la verdadera libertad. Su palabra nos capacita para reconocer el pecado y nos enseña la manera de rechazarlo. La palabra de Dios es como un filtro para nuestros pensamientos y un antídoto para el pecado, y es poderosa para romper las cadenas espirituales. Jesús, dirigiéndose a un grupo de judíos que habían creído en él, les dijo: “Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. Le respondieron: Linaje de Abraham somos, y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Seréis libres? Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado.” (Juan 8:31-34).

El pecado no puede dominar a un creyente que se ha sumergido en la palabra de Dios, y permite ser guiado por ella. Tan pronto reconozcamos cualquier atadura espiritual en nuestras vidas, debemos confesarla, porque la negación bloquea la sanidad interior y la libertad que Dios nos ofrece. Cualquiera sea el tipo de pecado, su fundamento es siempre espiritual no una simple desviación moral o social. Un tratamiento psicológico puede aliviar el aspecto emocional o mental de la situación, pero no será totalmente efectivo hasta que reconozcamos y confesemos el aspecto espiritual del problema.

¿Quieres ser libre del pecado, y convertirte en siervo de la justicia? Dedica tiempo a orar pidiendo a Dios que te hable a través de la Biblia, y escucha atentamente lo que él te revela de tu vida. Entonces, hazte el propósito de seguir sus instrucciones al pie de la letra.

ORACIÓN:
Padre santo, yo deseo ser totalmente libre de pecado. Te ruego me des discernimiento para escucharte claramente a través de tu santa Palabra. Ayúdame a descubrir esas áreas que no están del todo limpias y que afectan mi relación contigo, y capacítame para eliminarlas de mi vida. En el nombre de Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”
Dios Te Habla

JESÚS LLORO


Juan 11:35
“Y lloró Jesús”.

El versículo más corto en la Biblia. ¿Qué habrá causado las lagrimas de Jesús? Tal vez la muerte de Lázaro le recordó de la caída trágica de toda la raza humana en pecado y rebelión contra Dios. Ante sus ojos estaba el resultado del pecado y la destrucción que traía como consecuencia. La segunda vez que la Biblia menciona que Jesús lloró fue cuando él descendía del Monte de Olivas poco antes de la traición de Judas y su crucifixión.

¡Qué ternura y lastima nos viene a la mente cuando leemos sus palabras, “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste!” Lucas 13:37.

Tal vez hay otra ocasión en la que Jesús llora, tal vez en esta ocasión llora por ti.

“Gracia y Paz”
Un Versículo de la Biblia cada Día