viernes, 5 de julio de 2013

HÁBITOS ESPIRITUALES QUE DEBERÍAS IMPLEMENTAR EN TU VIDA CRISTIANA


Leer la biblia:
La lectura diaria de la palabra de Dios es uno de los hábitos más transformadores que conozco, hasta el día de hoy puedo asegurar con certeza que no conozco a nadie que habiendo leído la Biblia en su totalidad piense igual que como lo hacía antes de haberlo hecho y los cambios en estas personas afortunadamente siempre han sido para bien.

oración constante:
Hay personas que simplemente no saben orar, y esto se da por su falta de constancia al hacerlo, piden mal, lo hacen de mala gana o con pereza, y a la carrera como por cumplir. La oración si bien es cierto que no es una formula escrita, ni se trata de hacerlo de una misma forma o a una misma hora, si se debe tener constancia diaria. Los seres humanos demandamos mucho de Dios pero damos muy poco a cambio y ese momento de intimidad y conversación con nuestro Padre Celestial debe ser la columna vertebral de nuestra vida espiritual.

AsistENCIA a la iglesia:
Este es un habito muy importante, porque el relacionarse con gente de un mismo sentir, de un mismo pensamiento, hace que nuestra vida espiritual se enriquezca constantemente, lo que permite adquirir mucha fortalezca para los momentos de prueba, angustia y lucha. Al mismo tiempo el alimentarnos de las predicaciones y el involucrar a toda la familia en este acto de obediencia a Dios, trae solo cosas positivas a nuestra vida.

Haz la prueba, anímate a cambiar tu vida espiritual y a crear hábitos que te ayuden a crecer como una mejor persona.

Que el Señor te mantenga firme hasta el fin.

"Gracia y Paz"
Vida Cristiana

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¿RENOVAR MI MENTE? ¿CÓMO?


Romanos 12:2
“No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”.

¿Sabes de personas que aceptan a Jesucristo como salvador, pero todavía hablan, piensan, y se comportan de la misma manera que lo hacían antes de ser salvos?

Este escenario es muy común entre creyentes y muchas veces la razón de esto es que no han logrado entender la necesidad de renovar su mente.

La renovación de la mente es la clave para vivir una vida de éxito como cristiano, así como el superar una mentalidad que nos mantiene atados a estilos de vida incorrectos. Vemos muchas personas que luchan con adicciones y toda clase de malos hábitos que en apariencia no se pueden dejar, ellos están en tormento porque saben en su interior que estas cosas son contrarias a la Palabra de Dios, pero simplemente no pueden encontrar los frenos para parar esa situación.

Cada vez que vemos a alguien que ha nacido de nuevo que aun participa activamente en un estilo de vida o hábito que va en contra de la Palabra de Dios, es su forma de pensar el principal problema. Debe haber un cambio en su manera de pensar para alinearse con lo que Dios dice acerca de esa situación. Sin este paso fundamental el proceso de desarrollo personal cristiano se ve truncado pues no hay un cambio genuino y duradero.

La Biblia nos dice algo muy importante que todos debemos entender y aplicar a nuestras vidas a diario “Digo, pues: Andad por el Espíritu, y no cumpliréis el deseo de la carne” (Gálatas 5:16).


¿Andar en el Espíritu?

Caminar en el Espíritu es tener una mentalidad que se alinea con la Palabra de Dios, es un pensamiento que se somete a la manera que Dios hace las cosas. Caminar en la carne es exactamente lo contrario, el caminar en la carne significa tener una forma de pensar basada en lo que yo quiero y en lo que el mundo quiere de mi lo cual va en contra de la Palabra de Dios. Ahora bien nadie dice que sea fácil puesto que nuestra naturaleza humana hace que esto sea un proceso lento y difícil, sin embargo lo que se necesita es constancia y determinación que con la ayuda del Señor es alcanzable y real.

Es fundamental comprender que la mente es el centro de control de nuestras vidas. Nuestros patrones de pensamiento y creencias dominantes forman nuestro comportamiento y desafortunadamente, antes de llegar al conocimiento de Jesucristo, la mayoría de nosotros estuvo expuesto a una gran cantidad de ideas equivocadas de nuestro entorno, ya sea de familiares, amigos o alguna otra fuente que quizás haya influido negativamente en nosotros y se nos hicieron hábitos terribles que cuando llegamos a aceptar a Cristo como nuestro Señor y Salvador nos cuesta dejar.


Transformación Absoluta

Es emocionante saber que la renovación de nuestra mente tiene el poder de transformar absolutamente toda nuestra vida, lo cual quiere decir que podemos romper cualquier hábito o conducta y tomar decisiones de calidad basadas en la Palabra de Dios.

La renovación de la mente no es un evento de una sola vez, sino que es un proceso continuo que debe seguir el resto de nuestras vidas. Podemos renovar nuestras mentes hasta el punto que incluso nuestros pensamientos subconscientes futuros y respuestas automáticas se alineen con la Palabra de Dios, porque lo convertimos en una practica diaria de nuestras vidas.


¿Cómo lo hago?

Tu puedes pensar que tu situación es tan mala que tu simplemente no puedes cambiar. Quiero darte una buena noticia hoy, muchos hemos podido cambiar y hemos salido quizás de situaciones peores que la tuya, por lo tanto si nosotros pudimos con la ayuda de Dios tus también puedes.

En primer lugar, pídele a Dios que te ayude en tu deseo de querer cambiar. Así es, tu tienes que querer cambiar ante todo, no por obligación sino por convicción personal.

Haz un compromiso con el proceso de cambio. No te rindas en esos días de desanimo, sigue adelante.

Busca escrituras en la Biblia que traten de tu situación, analízalas y conviértelas en una prioridad de meditación.

Habla con Dios a diario, Él te ayudará a encontrar respuestas.

Cuando tu comiences a pensar, hablar, comer y respirar la Palabra de Dios, tu comenzarás a vivir el cambio y cuando te veas tomando decisiones alineadas con la Palabra de Dios y hablando y pensando diferente, te darás cuenta de que la renovación de tu mente está dando sus frutos.


“Gracia y Paz”


Juan Carlos Sancho



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¿TE ESTÁS PREPARANDO PARA EL CIELO?


Efesios 2:10
"Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas".

Inmediatamente después que aceptamos a Jesucristo como nuestro Salvador, comienza el proceso de santificación que el Espíritu Santo lleva a cabo en nuestras vidas. Es la voluntad de Dios que, una vez somos salvos, caminemos en santidad junto a él y que le sirvamos de alguna manera. Por supuesto que el propósito de Dios no es salvarnos para que nos quedemos sentemos lo más cómodamente posible sin hacer absolutamente nada.

La escritura de hoy dice que hemos sido “creados en Cristo Jesús para buenas obras”. Esas “buenas obras” son el producto de nuestro servicio a Dios. Nosotros podemos hacer muchas obras, pero las “buenas obras” se originan cuando servimos al Señor conforme a su voluntad. Hay muchas maneras en las que podemos servir a Dios, pero lo más importante es que por simple que nos parezca el servicio, lo hagamos tratando de agradar al Señor. Dice Colosenses 3:23-24: “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís”.

Los años inevitablemente pasarán y llegará el día en el que habremos de enfrentarnos cara a cara con nuestro Señor. Y en ese momento cada uno de nosotros dará cuenta por lo que hizo con su vida, y dependiendo de ello recibirá su recompensa. Así dice el Señor en Apocalipsis 22:12: “He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra”. Los que somos salvos no tendremos que pasar por un juicio de condenación. Pero aquí la Biblia habla de un juicio de retribución, en el que cada uno será recompensado de acuerdo a las obras que hizo en su vida. Y esa recompensa estará basada en las oportunidades que tuvimos de servir a Dios y lo que hicimos con cada una de esas oportunidades.

El propósito de Dios durante nuestra vida en este mundo es prepararnos para vivir la eternidad junto a él. Él nos capacita a cada uno de nosotros para disfrutar del cielo en la medida en que cada uno hemos respondido a su llamado de santificación y servicio. Habrá pérdida de esa capacidad para quienes no respondieron adecuadamente, dice 1 Corintios 3:14-15. ¿Significa esto que algunos sufrirán en el cielo? ¡NO! En el cielo no habrá tristeza, ni dolor, ni sufrimientos, dice Apocalipsis 21:4. Lo que significa es que no todos tendremos la misma capacidad de disfrutar de las maravillas de los lugares celestiales.

¿Cómo entendemos esto? Digamos que tú vas a un concierto de música sinfónica. A ti te encanta la música sinfónica. Te fascina escucharla. Conoces la historia del compositor, cómo compuso la música, conoces los instrumentos, cada pieza de la orquesta. Mientras escuchas estás disfrutando de aquella música de una manera tan maravillosa que te sientes extasiado. Ahora llego yo y me siento al lado tuyo. Yo no sé nada de música sinfónica, ni de orquesta, ni de instrumentos. Y al igual que tú, estoy allí sentado escuchando. Ahora bien, ¿quién disfruta más del concierto? ¿Quién sale de allí lleno y quién sale vacío?

Algún día cada uno de nosotros estará frente a frente a nuestro Señor Jesucristo. No sabemos cuando, pero ese momento habrá de llegar. ¿Te imaginas qué vas a sentir en ese instante? Lo que sientas dependerá principalmente de cuan íntimamente le hayas conocido aquí, de cuanto hayas entendido lo que él hizo por ti en la cruz del Calvario, de cuanto hayas mostrado tu amor y tu agradecimiento obedeciéndole y sirviéndole. Lo que cada uno de nosotros va a sentir en ese momento y por la eternidad se construye aquí, mientras estemos en este mundo.

Dios nos ha llamado para salvación de nuestras almas por medio de Jesucristo. También Dios nos ha llamado a vivir vidas santificadas. Y nos ha llamado a servirle. A que seamos, de alguna manera, instrumentos de él en su plan de salvación para este mundo; a que llevemos a cabo las buenas obras que él espera de cada uno de nosotros. Entonces, algún día, Jesús llevará a cabo su promesa de “recompensar a cada uno según sea su obra”.

ORACIÓN:
Padre santo, te doy gracias por tu promesa de una eternidad junto a ti, sin sufrimientos, ni tristeza, ni dolor. Te ruego me ayudes a ser obediente a la dirección de tu Santo Espíritu, y vivir una vida de santidad y servicio que honre y glorifique tu nombre. En el nombre de Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”
Dios te Habla


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Salmo 51:10-11


¿Hay algún pecado que te agobie, que no te permita sentir la paz que solo el amor de Dios nos da? Clama como el Salmista y pide a Dios que te perdone, que llene de Amor y de su Santo Espíritu.

El Rey David estaba arrepentido de su pecado, pero el verdadero avivamiento, el verdadero y genuino amor, no contaminado, le provocó reconocer su pobreza espiritual, su desesperada necesidad del Amor Sobrenatural que perdona todos los pecados a través del Perfecto Sacrificio de Jesús.


“Gracia y Paz”