miércoles, 22 de mayo de 2013

EL QUE QUITA LA VERGÜENZA



2 Samuel 4:4
“…Jonatán hijo de Saúl tenía un hijo lisiado de los pies. Tenía cinco años de edad cuando llegó de Jezreel la noticia de la muerte de Saúl y de Jonatán; su nodriza lo tomó y huyó, pero mientras huía apresuradamente, se le cayó el niño y quedó cojo. Su nombre era Mefi-boset”.

Mefiboset significa “el que quita la vergüenza”. Para empezar diremos que Mefiboset nos tipifica a todos los cristianos. Solo que hay que ver en qué etapa. Se marcan dos etapas: Primero la del Mefiboset lisiado, luego la del Mefiboset restaurado.

Este hombre llegó a quedar lisiado. De igual manera nuestras vidas llegaron a estar atrofiadas cuando estábamos sin Cristo. La Biblia habla de una “viejo hombre” (Efesios 4:22), cuando señala la manera vacía de vivir que teníamos en su condición de pecadores, pero era la única vida que teníamos. Así como la vida de aquel hombre que lo dejó caer la nodriza y golpeándose los pies llegó a una condición de vida que podríamos llamar “desgraciada”, de igual manera tanta caída, tanta frustración, tanta derrota de una vida normal-natural nos dañó, y nos dejó también a nosotros de alguna manera lisiados. Estoy hablando de nuestra condición delante de Dios. La vida de un hombre puede estar tan bien físicamente, pero tan mal espiritualmente. De igual forma podría darse el caso de alguien que esté físicamente torcido, pero con un alma tan linda delante de Dios. Si el ser físico verdaderamente manifestara la condición real del hombre, creo que quedaríamos asombrados. Llegará el momento en que eso llegue a suceder, pero todavía no. Eso será en el desenlace final de los tiempos.

Mefiboset no lo sabía, pero Dios tenía un propósito para él. Cuando Jonatán, su padre, le pone nombre, quizá él no lo sabía, pero ya le estaba dando un propósito definido en la vida. Cuando lo nombró estaba diciendo acerca del él que se convertiría en aquel que “quita la vergüenza”. Dios también tiene propósito para tu vida, amado hermano. Para Mefiboset, Dios tenía un destino ya trazado. Dios quería que Mefiboset llegara a ser a la manera de un “redentor” para la casa en medio de la cual estaba naciendo. De igual forma, aunque tu mismo no lo sabías, Dios también ha determinado que tu seas a la manera de un “redentor” también en medio de tu casa, de tu familia, de tu trabajo, del círculo social en el cual te desenvuelves. Tu has sido elegido por Dios para “quitar la vergüenza” en cada una de esas esferas.

Nadie escoge en qué familia nacer, en qué lugar nacer, qué padres tener. Dios eligió por todos y cada uno de nosotros, Él sabe por qué y para qué, nacimos en el tiempo, lugar y familia en que nacimos. Nadie eligió llevar el apellido que lleva, o los rasgos físicos con que nació debido a la herencia genética. Nadie escogió su casa paterna. Dios tenía un propósito para con la casa en donde se nos permitió nacer. Quizá sea una familia muy religiosa, quizá sea una familia muy problemática o llena de vicios, de pecado, una familia no muy buena. Pero Dios nos mandó allí porque habría de llamarnos, levantarnos, redimirnos y usarnos para salvación de todos ellos, así como para la gloria suya. Si tu eres el primer “cristiano” en tu familia, es porque Dios tenía ya tenia ese propósito para ti, Dios quiso levantarte como luminar en medio de las tinieblas en que esa familia se encontraba. Dios quiere cambiar la historia de esa familia, quiere cambiar el destino eterno de sus integrantes, Dios quiere salvar a cada uno de sus miembros.

Si tu fuiste el primer creyente, pues allí está el propósito de Dios al hacerte nacer allí en donde naciste. Por alguien empieza Dios a salvar esa familia. Si tu fuiste el primero gózate, pues como Mefiboset, también tu fuiste llamado y elegido por Dios para que seas el que “quite la vergüenza”. Quizá por tu medio Dios alcance a padre, madre, hermanos, hermanas, el tío, la tía, el sobrino, el primo… y lleguen a reconocer a Cristo como Salvador y todo empezó por ti. Aleluya. Bendita misericordia de Dios. Porque Dios te vio a ti y determinó que tu llegaras a ser el instrumento por medio del cual se quitara el oprobio familiar delante de Dios. Aquella trayectoria de “parranderos y jugadores” que cada descendiente tenía, contigo se quebranta. Quizá aquella trayectoria de mujeriegos, quizá de prostitución, quizá de ladrones, quizá de brujos… esas “maldiciones” que la familia está arrastrando, allí contigo la historia cambia, y Dios te levantó para este fin. ¡Qué noble Su llamado, qué perfecta es Su obra!

La Palabra de Dios nos dice: “Cree en el Señor Jesucristo y será salvo, tú y tu casa” (Hechos 16:31). Claro que no es automático, pero ya señala el hermoso propósito de Dios. Y todo empieza con uno. Por medio de uno, Dios comienza a hacer una obra en medio de la familia. Al tiempo ya son dos, luego tres, cuatro, cinco… hasta que toda la casa sea alcanzada. Pero Dios, se hace primero de un instrumento, seas tu el instrumento en las manos de Dios, para que su propósito de salvación se cumpla en la familia a la cual te envió. Seas un Mefiboset en medio de tu casa y tu familia. Seas el vaso a través del cual, Dios “quitará la vergüenza” de  oprobio que por tanto tiempo tu familia ha arrastrado.

Déjate usar por Dios, créele a Dios y seguramente verás el cumplimiento de lo que hoy aquí te compartimos.


“Gracia y Paz”
Palabra de Miel

¿ENTIENDES TU EL PLAN DE DIOS?



Salmo 119:17-24
“Haz bien a tu siervo; que viva, Y guarde tu palabra. Abre mis ojos, y miraré Las maravillas de tu ley. Forastero soy yo en la tierra; No encubras de mí tus mandamientos. Quebrantada está mi alma de desear Tus juicios en todo tiempo. Reprendiste a los soberbios, los malditos, Que se desvían de tus mandamientos. Aparta de mí el oprobio y el menosprecio, Porque tus testimonios he guardado. Príncipes también se sentaron y hablaron contra mí; Mas tu siervo meditaba en tus estatutos, Pues tus testimonios son mis delicias Y mis consejeros”.

¿Cómo describiría usted la voluntad de Dios? ¿La llamaría…

·      Fantasía (“No creo que Dios tenga un plan para áreas específicas de mi vida”)?
·      Misterio (“Dios tiene un plan, pero es tan difícil de entenderlo”)?
·      Biografía (“Sé que la Biblia dice quién es Dios y cuáles son sus planes, pero a veces me siento confundido”)?

Veamos algunas de las causas que pueden impedir que entendamos sus planes.

El manejo incorrecto de la Palabra de Dios. Cuando nuestros días están repletos de compromisos y actividades, nos resulta difícil alimentarnos regularmente de la Biblia. Si no dedicamos suficiente tiempo a la Palabra de Dios, tendemos a olvidar lo que le importa a Él, mezclar las mentiras del mundo con la verdad del Padre, utilizar incorrectamente las Escrituras para reforzar las decisiones que ya hayamos tomado. O bien, rechazarla y hacer las cosas a nuestra manera.

Escoger consejeros equivocados. A la hora de tomar decisiones, a veces confiamos demasiado en las opiniones de otras personas. Creemos que la manera más fácil y rápida de obtener respuestas, es pedirlas a amigos cristianos o a no creyentes que parecen ser “sabios”. Es decir, utilizamos el estilo de vida de nuestros amigos como una medida para discernir la voluntad de Dios: decidimos que si ellos pueden actuar de una manera determinada, nosotros también podremos hacerlo.

La mejor manera de no errar en cuanto a la voluntad de Dios, es hacer de la Biblia nuestra compañera diaria. Alístese para dedicar tiempo a su lectura, y para escuchar lo que le enseñe el Espíritu Santo sobre la voluntad de Dios para su vida.

“Gracia y Paz”
Meditación Diaria

¿PORQUÉ DUDAS?



Mateo 14:28-31
“Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús. Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame! Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?”

La Biblia nos relata que en una ocasión una gran tormenta sorprendió a los discípulos en medio del mar. Los vientos eran tan fuertes que amenazaban con hundir la barca. En ese momento “Jesús vino a ellos andando sobre el mar”, y les habló con el fin de animarlos. En la oscuridad de la noche, los discípulos no reconocieron a Jesús. Fue entonces que el impetuoso Pedro le respondió al Señor de la manera que nos cuenta el pasaje de hoy. Cuando Jesús le dijo: “Ven”, Pedro descendió de la barca y “andaba sobre las aguas para ir a Jesús”. Pero tuvo miedo y comenzó a hundirse. Entonces el Señor le dijo: “¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?”

Mientras Pedro mantuvo su mirada fija en Jesús pudo caminar perfectamente sobre las aguas. Pero tan pronto dudó y apartó su mirada del Maestro, comenzó a hundirse. Eso es exactamente lo que nos pasa a nosotros en muchas ocasiones; apartamos la mirada del Señor, nuestra fe flaquea, dudamos y nos hundimos en la desesperación. La duda es un sentimiento destructivo. Nos llena de incertidumbre, hace que actuemos con inseguridad, y afecta nuestra capacidad de acercarnos a Dios y recibir su sabiduría y su poder para actuar en circunstancias difíciles. ¿Cómo, pues, podemos eliminar las dudas? Las dudas desaparecen de nuestras vidas cuando creemos de todo corazón las siguientes verdades:

Primera: Dios nos ama siempre, en todas las circunstancias. Nos resulta fácil creer esto cuando pensamos que nos estamos “portando bien”, pero no cuando estamos concientes de que hemos sido desobedientes. Sin embargo, debemos estar seguros que el amor de Dios es incondicional, pues aun cuando estábamos muertos en nuestros pecados, Cristo dio su vida por nosotros. Esto afirma Romanos 5:8: “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”.

Segunda: Los que hemos aceptado a Jesucristo como nuestro salvador, hemos recibido “la adopción de hijos de Dios”, dice Gálatas 4:5. ¡Qué maravilloso que el Dios de todo poder nos considere sus hijos y que podamos contar con su infinito amor siempre! Así continúa diciendo Romanos 5:9: “Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira”. Dios ha perdonado nuestra desobediencia. El sacrificio de Cristo en la cruz del Calvario nos justificó y nos reconcilió con nuestro Padre celestial. Y aun cuando fallamos y caemos, “si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”, dice 1 Juan 1:9.

Tercera: Mientras estemos en este mundo Cristo es el intermediario perfecto para llevar todas nuestras cargas y necesidades al único que puede suplirlas plenamente. Si él sufrió horriblemente en la cruz al dar su vida por nosotros, no debemos tener la más mínima duda de que cuando nos llegamos a él humildemente, nos recibirá y suplirá nuestras necesidades de todo tipo, y llenará nuestra alma de esa preciosa paz “que sobrepasa todo entendimiento”. Hebreos 4:15-16 nos anima de la siguiente manera: “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro”.

Por todo esto debemos tener la completa seguridad de que podemos llegarnos a nuestro Padre celestial con toda confianza, sin temor, sin dudas de ningún tipo y clamar a él por su ayuda en medio de nuestra necesidad. Jesús advirtió a sus discípulos: “En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo” (Juan 16:33). No podemos evitar los problemas y las aflicciones, pero si confiamos en el Señor, él nos ayudará a salir victoriosos. Tengamos siempre presente lo que dice su Palabra: “Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho” (Juan 15:7).

Hazte el propósito de leer la Biblia todos los días, medita en ella, ora. Rechaza toda duda. Mantén tus ojos fijos en el Señor y recuerda siempre que él estará contigo todos los días hasta el fin del mundo.

ORACIÓN:
Bendito Dios, te ruego aumentes mi fe, y me ayudes a echar de mí toda duda que intente robarme la paz y la seguridad de que tú estás en control. Te lo pido en el nombre de Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”
Dios te Habla

“EL QUE NO AMA A SU HERMANO, PERMANECE EN MUERTE”



Juan 13:35
“En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros”.

1 Juan 4:8
“El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor”.

Juan 3:16
“De tal manera amó Dios al mundo, que dió a su Hijo para morir en la cruz por nuestros pecados”.

Juan 13:1
“…Sabiendo Jesús que su hora había llegado para que pasase de este mundo al Padre, como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin”.

La verdadera marca y sello de un cristiano es el amor, y cuando un verdadero cristiano encuentra a otro, siempre hay amor fraternal. Si parece que esto no es el caso con nosotros, debemos examinarnos para ver si en verdad somos salvos. Y si en verdad nos amos uno a otros, “sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos.


“Gracia y Paz”
Un Versículo de la Biblia cada Día