miércoles, 12 de septiembre de 2012

BUENO Y ABUNDANTE


Salmo 16:2
“…Tú eres mi Señor; no hay para mí bien fuera de ti”.

Debo admitir que soy sumamente goloso. De todos los dulces que me encantan, los Good & Plenty [Bueno y abundante] están entre los primeros de la lista. ¡La vida es buena cuando tengo un puñado de esos exquisitos caramelos recubiertos de azúcar!

La vida está llena de cosas agradables; pero, tal como sucede con un festín de esos dulces, lo bueno se termina pronto. Aun lo mejor de las cosas buenas puede dejarnos una sensación de vacío e, incluso, de remordimiento. Por eso, me llama la atención cuando el salmista declara: «Oh alma mía, dijiste al Señor: tú eres mi Señor; no hay para mí bien fuera de ti» (Salmo 16:2). Todos sabemos que Dios es bueno, pero ¿cuándo fue la última vez que nos aferramos a Él como el bien más preciado de la vida?

El salmista explica hasta qué punto el Señor es bueno: es nuestro guardador (v. 1), nuestro máximo benefactor (v. 2), nuestro consejero y maestro (v. 7), y el que nos muestra «la senda de la vida» y nos llena de gozo en su presencia (v. 11). ¡Esto sí es lo que yo llamo bueno!

Lamentablemente, con suma frecuencia permitimos que «bienes» menores eclipsen la aceptación de la bondad eterna de Dios en nuestra vida. La naturaleza efímera de los beneficios de menor importancia desaparecerá con el tiempo; no tengas dudas de que así será. ¡Solo Dios es verdaderamente bueno! Además, dispone en abundancia de todo lo que necesitas.

Solo Dios es bueno. No te conformes con menos.

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LEA: Salmo 16
Biblia en un año: Ezequiel 28–30
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“Gracia y Paz”
Nuestro Pan Diario

EL GOZO DE LA ETERNIDAD


Salmos 30:5
“Porque un momento será su furor; Mas en su voluntad está la vida: Por la tarde durará el lloró, Y á la mañana vendrá la alegría”.

Cuando Jonathon Edwards predicó el sermón de “Pecadores en las manos de un Dios enojado”,  habían algunos que se desmayaron; fue horrible el cuadro que el pintó. Pero el castigo que viene está reservado para AQUELLOS que rechazan a Cristo, y rehúsan inclinar sus rodillas ante Él.

Para los que se arrepientan de sus pecados y acepten a Cristo, y le sigan, Dios nos corrige como un Padre a sus hijos, para nuestro propio bien. A veces esa disciplina puede parecer dura, pero viene de nuestro Padre Celestial y es para que cambiemos nuestra manera de vivir. Es una aflicción leve y como indica el versículo de hoy, “Por la noche durará el lloro, pero a la mañana vendrá la alegría” Salmos 30:5. Y este gozo durará por toda la eternidad! ¡Ven pronto Señor Jesucristo!

“Gracia y Paz”