martes, 14 de agosto de 2012

EL BAUTISMO: EL PRIMER PASO COMO SEGUIDORES


Mateo 3:11-17
“Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego. Su aventador está en su mano, y limpiará su era; y recogerá su trigo en el granero, y quemará la paja en fuego que nunca se apagará. Entonces Jesús vino de Galilea a Juan al Jordán, para ser bautizado por él. Mas Juan se le oponía, diciendo: Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí? Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó. Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él. Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia”.

Cristo comenzó su ministerio público con el bautismo. En esos días, Juan el Bautista estaba llamando a la gente a confesar sus pecados y a demostrar su arrepentimiento mediante la inmersión en el río. ¿Por qué, entonces, el inmaculado Jesús pidió ser bautizado? Al comienzo, Juan rehusó bautizarlo sabiendo que Cristo era "el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo" (Juan 1:29). Pero Jesús no estaba demostrando arrepentimiento, sino que se estaba identificando sacrificialmente con la humanidad pecaminosa.

Como cristianos, estamos llamados a seguir su ejemplo en todas las cosas. Es por eso que el bautismo es el primer paso como seguidores de Jesús. Así como Él estuvo dispuesto a identificarse con nosotros, nos identificamos públicamente con Él cuando somos bautizados y declaramos simbólicamente que: "He puesto mi fe en Jesucristo como mi Salvador y creo que la deuda por mi pecado fue pagada en su totalidad por su sacrificio. Creo que así como Él resucitó de entre los muertos, yo también seré resucitado por medio de Él. Caminaré en la voluntad de Dios mientras esté en este mundo y viviré con Él por toda la eternidad. Porque me amó lo suficiente como para identificarse conmigo en mi pecado, le demostraré mi amor a Él siguiendo su ejemplo ahora, y durante el resto de mis días".

El bautismo demuestra nuestra conexión no solo con Cristo, sino también con nuestros hermanos espirituales —pasados, presentes y futuros. Nos unimos a todos los que caminaron antes de nosotros en la fe, declarando que somos miembros de un mismo cuerpo, redimidos y resucitados por el mismo Señor.

“Gracia y Paz”
Meditación Diaria

EL PRIMER DEBER


Si Dios no ocupa el primer lugar en nuestros esfuerzos y pensamientos por la mañana, ocupará el último lugar en lo restante del día.

Mi deber es orar antes de ver a alguna persona. A menudo, cuando duermo hasta muy tarde, o recibo visitas en las primeras horas de la mañana, no puedo empezar mi oración antes de las once o las doce. Este es un mal sistema. Es contrario a la Escritura. Cristo se levantaba antes de que amaneciera e iba a un lugar solitario. David dice: “De mañana mi oración te previno”. “Oh Jehová, de mañana oirás mi voz”.

La oración familiar pierde mucho de su poder y dulzura y me siento incapaz de hacer algún bien a los que me buscan. La conciencia se siente culpable, el alma insatisfecha, la lámpara no está arreglada. La oración secreta resulta fuera de tono. Creo que es mucho mejor comenzar el día con Dios, buscar su rostro, poner mi alma cerca de Él antes que de ningún otro.

Los hombres que han hecho para Dios una buena obra en el mundo, son los que han estado desde temprano sobre sus rodillas. El que desperdicia lo mejor de la mañana, su oportunidad y frescura, en otras ocupaciones que en buscar a Dios, hará pocos progresos para acercarse a Él en el resto del día. Si Dios no ocupa el primer lugar en nuestros esfuerzos y pensamientos por la mañana, ocupará el último lugar en lo restante del día.

Detrás de este levantarse temprano para orar, se encuentra el deseo ardiente que nos impulsa a comunicarnos con Dios. El descuido demostrado por la mañana es indicio de un corazón indiferente. El corazón que se retrasa para buscar a Dios por la mañana ha perdido su agrado en él. David tenía hambre y sed de Dios y por esto lo buscaba temprano, antes del alba. El lecho y el sueño no encadenaban su alma en su afán de buscar a Dios. Cristo ansiaba la comunión con el Padre, y por eso antes de que amaneciera se iba al monte a orar. Los discípulos, cuando despertaban avergonzados por su negligencia, sabían dónde encontrarlo. Si recorremos los nombres de los que han conmovido al mundo a favor de las causas piadosas, encontramos que buscaron a Dios muy de mañana.

Un deseo por Dios que no pueda romper las cadenas del sueño, es algo débil que hará poco que realmente valga para Dios.

No es simplemente el levantarse temprano lo que pone a los hombres al frente y los hace generales en jefe de las huestes de Dios, sino el deseo ardiente que agita y rompe las cadenas de la condescendencia consigo mismo. El saltar temprano del lecho da salida y aumento y fuerza al deseo, de otra manera éste se apaga. El deseo los despierta, y esta tensión por Dios, este cuidado de apresurarse a la llamada hace que la fe se afiance en Dios y que el corazón obtenga la más dulce y completa revelación.

La fuerza de esta fe y la plenitud de esta revelación hacen santos eminentes, cuya aureola de santidad llega hasta nosotros para que participemos del gozo de sus conquistas. Pero sólo nos contentamos con disfrutarlas pero no con reproducirlas. Edificamos sus tumbas y escribimos sus epitafios, pero ponemos mucho cuidado en no seguir su ejemplo.

Necesitamos una generación de predicadores que busquen a Dios de mañana, que den a Dios la frescura y el rocío de su esfuerzo para que tengan en recompensa la abundancia de su poder que les dará gozo y fortaleza en medio del calor y el trabajo del día. Nuestra pereza en los asuntos de Dios es el pecado de que adolecemos. Los hijos de este mundo son más sabios que nosotros. Están en sus negocios desde que amanece hasta que anochece. Nosotros no buscamos a Dios con ardor y diligencia. Ningún hombre ni alguna alma se afianzan en Dios si no lo sigue con tesón desde las primeras horas del día.

“Gracia y Paz”
Impacto Evangelístico

EL TESTIMONIO DEL ESPÍRITU SANTO


Romanos 8:16
Porque el mismo Espíritu da testimonio á nuestro espíritu que somos hijos de Dios.

Tenemos el cielo aquí en la tierra cuando El Espíritu Santo da testimonio a nuestro espíritu que somos hijos de Dios y que vamos rumbo al cielo, sin ninguna nube ni barrera entre nosotros y nuestro Dios. Es gozo, paz, y alegría, y es el fin por el cual fuiste creado.

¡Qué gozo y paz cuando puedes cantar las palabras de la canción de los niños, “Cristo me ama, esto sé, su palabra dice así. Si Cristo me ama, Si Cristo me ama, Si Cristo me ama, La Biblia dice así”.

“Gracia y Paz”
Un Versículo de la Biblia cada Día