miércoles, 14 de noviembre de 2012

¡MUCHO CUIDADO CON UN CORAZÓN HOSTIL!



Proverbios 29:11
“El necio da rienda suelta a toda su ira, pero el sabio conteniéndose la apacigua”.

El Dr. Redford Williams, experto en estrés del Centro de Investigaciones de Medicina de la Conducta, de la Universidad de Duke, declaró en una conferencia médica que una personalidad hostil nos puede matar, la mayoría de las veces por enfermedades del corazón, pero también por lesiones y accidentes. La palabra “hostil” está íntimamente relacionada con contienda, agresión, ira, discordia, es decir todo lo contrario a paz y armonía. Según el Dr. Williams la ira aumenta el nivel de adrenalina, lo cual acelera los latidos del corazón, eleva la presión sanguínea y afecta las arterias coronarias. La ira también lleva a las personas a actuar de forma irracional, lo cual no harían en un estado de calma y sosiego. La hostilidad y agresividad no solamente son obstáculos para una vida de paz y felicidad, sino que son elementos que pueden acortar la vida.

Algunas características de una personalidad hostil son la impaciencia ante los retrasos, reacciones agresivas en el tráfico (ya sea con los que manejan muy lento o con los que manejan muy rápido), fastidio o falta de tolerancia por los hábitos de familiares y amigos, una persistente necesidad de decir la última palabra en las discusiones, o lo que es aún peor, deseo de vengarnos cuando alguien nos ofende o nos hace daño. Todas estas reacciones pueden resultar en las consecuencias de que nos habla el Dr. Williams. Él terminó su presentación con esta advertencia: “¡Mucho cuidado con un corazón hostil!”

Más de ochocientos años antes del nacimiento de Jesucristo, el sabio Salomón, pensando precisamente en las reacciones hostiles, escribió el pasaje de hoy en el cual afirma que aquel que da rienda suelta a su ira es un necio, mientras que el que es sabio se contiene y apacigua su ira. Y en Proverbios 4:20-24, Salomón advierte acerca de la relación de esas reacciones negativas y el estado del corazón: “Hijo mío, está atento a mis palabras; inclina tu oído a mis razones. No se aparten de tus ojos; guárdalas en medio de tu corazón; porque son vida a los que las hallan, y medicina a todo su cuerpo. Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida. Aparta de ti la perversidad de la boca, y aleja de ti la iniquidad de los labios”. ¡Cuánta sabiduría encierran estas palabras! Todo aquel que las guarda en su corazón, dice este pasaje, está recibiendo vida e inyectando “medicina a todo su cuerpo”.

Jesús también se refirió a la extraordinaria importancia del contenido del corazón en la manera de actuar de una persona. Él dice en Lucas 6:45: “El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca”. Y en Marcos 7:21-23 declara: “Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre”. ¡Cuán importante es el estado de nuestro corazón! De su contenido dependen nuestras acciones, las palabras que salen por nuestras bocas, nuestra felicidad o nuestra desgracia y la de los que nos rodean, y hasta nuestra vida. Si tienes un corazón hostil, es necesario cambiarlo.

La transformación de un corazón hostil comienza cuando pasamos tiempo con el Señor diariamente, oramos, leemos su Palabra y meditamos en ella, y permitimos que el Espíritu Santo haga su obra de transformación interior alterando nuestra conducta y nuestra manera de hablar y de actuar. Esta debe ser nuestra constante oración y enfoque. A medida que profundices en tu relación con el Señor, su paz irá llenando tu corazón y tus reacciones serán un testimonio que glorifique su nombre.

ORACIÓN:
Padre celestial, confieso delante de ti que estoy harto de mis reacciones agresivas, de mi impaciencia, de mi falta de tolerancia y de mi hostilidad hacia los demás. Por favor, reprende de mí todo espíritu de ira y agresividad, y pon en mí el carácter de Cristo, quien es manso y humilde de corazón. En el nombre de Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”
Dios te Habla

VICTORIA SOBRE LA CULPA



Juan 3:16-17
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él”.

A veces, las personas son prisioneras de la culpa, mucho tiempo después de que este sentimiento debería haber sido quitado. Algunas viven, con razón, con ese sentimiento porque se niegan a abandonar el pecado que lo ocasionó. Mientras tanto, otras sufren el peso de la falsa culpa porque albergan un sentimiento que no pertenece a ellas. Cualquiera que sea la causa fundamental de la condena, el plan de batalla sigue siendo el mismo.

La victoria sobre la culpa comienza cuando se entiende que Jesucristo llevó nuestra vergüenza a la cruz, y recibió nuestro castigo. No hay manera de que podamos pagar el precio de nuestro pecado. Pero sí necesitamos honestamente identificar la fuente de nuestra culpa y confesarla delante de Dios. Eso significa aceptar nuestro pecado. El arrepentimiento da un paso más: nos aparta de lo que está mal, y nos ayuda a hacer lo bueno.

Confrontar la culpa de esta manera quita el peso de la vergüenza en nuestro corazón, y pone paz y gozo. Además nos  brinda sabiduría para compartir. La franqueza en cuanto a nuestros errores del pasado, las consecuencias de nuestros errores, las cargas de culpabilidad, y el perdón, revelan al Señor a quienes están a nuestro alrededor. Dios puede llegar a otros que necesitan que sus cadenas de culpabilidad sean rotas, por medio nuestro.

La batalla para vencer la culpa no debe aplazarse. La culpa no se irá por sí sola. Ya sea que su sentimiento de condena sea verdadero o falso, necesita ser enfrentado rápidamente. Deje de huir, y enfrente el origen de su culpa. Póngale fin a su cautiverio, y comience a andar en el gozo.

“Gracia y Paz”
Meditación Diaria

IMPOSIBLE ESCONDERSE



Apocalipsis 1:5
“… Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre”.

Sentí olor a quemado, así que, fui corriendo a la cocina. No había nada en las hornillas ni en el horno. Mi nariz me guió por toda la casa. Recorrí todos los cuartos hasta que, finalmente, bajé las escaleras. El olfato me llevó a mi oficina y, después, a mi escritorio. Miré hacia abajo y allí, mirándome fijamente con sus ojos grandes que pedían ayuda, estaba Maggie, nuestra perra, nuestra terriblemente «fragante» mascota. Lo que olía a quemado desde arriba era ahora un inconfundible olor a zorrino. Maggie seguramente había peleado con un zorrillo y ahora había ido hasta el rincón más escondido de nuestra casa para huir del olor nauseabundo, pero no podía alejarse de ella misma.

El dilema de Maggie me hizo pensar en la gran cantidad de veces que he tratado de huir de circunstancias desagradables, para descubrir que el problema no era la situación, sino yo mismo. Desde que Adán y Eva se escondieron después de haber pecado (Génesis 3:8), todos hemos seguido su ejemplo. Huimos de las situaciones pensando que podemos escapar de lo desagradable, pero luego nos damos cuenta de que el problema somos nosotros.

La única manera de escapar de nosotros mismos es dejar de escondernos, reconocer nuestra perversidad y permitir que Jesús nos limpie (Apocalipsis 1:5). Doy gracias porque aún estamos viviendo un periodo de gracia y, cuando pecamos, Jesucristo está dispuesto a darnos una nueva oportunidad de empezar.
La contaminación del pecado exige la purificación del Salvador.


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LEA: Génesis 3:6-13, 22-24

Biblia en un año: Hechos 17–18
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“Gracia y Paz”
Nuestro Pan Diario

¿COMO AÑADIR VIDA A TUS AÑOS?



Proverbios 9:11
“Porque por mí se aumentarán tus días, Y años de vida se te añadirán”.

Los capítulos 8 y 9 de Proverbios se llaman los capítulos de “Sabiduría”, porque en ellos la Sabiduría es personificada y nos habla directamente. Muchas personas creen que “La Sabiduría” que se habla en este capítulo es en realidad Jesucristo mismo. Sea como sea, tenemos una definición de la sabiduría en el versículo antes de nuestro texto: “El temor de Jehová es el principio de la sabiduría”. A pesar de la educación que una persona tenga, la cantidad de diplomas y bachilleratos que pudiera tener, si no tiene una reverencia para Dios, y si no tiene temor de Dios, ni tiene el mero principio de la sabiduría; ni ha completado el kindergarden espiritual.

La verdadera sabiduría consiste en reconocer que somos responsables de nuestros hechos en esta vida, que somos sumamente culpables por nuestros pecados y rebeliones contra Dios, y que Jesucristo pagó toda nuestra deuda de pecado por su muerte en la cruz del Calvario; y que si te entregas a Cristo y le das el honor, respeto y el amor que Él merece, vas a añadir años a tu vida, y vida a tus años, mientras que esperas una eternidad en el cielo; ¡ETERNIDAD! ¡Piénsalo! ¡Esto sí es “aumentar tus días, y multiplicar tus años! ¡Que tengas feliz eternidad!

“Gracia y Paz”