lunes, 20 de abril de 2015

Salmo 121:7-8


Mateo 5:11-12


¡ERES IMPORTANTE PARA DIOS!



Génesis 1:26-27
“Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó”.

Un conocido autor cristiano escribió: “No hay gente corriente. Tú nunca has hablado con un simple mortal”. Es cierto, cada ser humano es una creación especial de Dios. Él nos creó a su imagen y semejanza. Él nos hizo para que pudiéramos disfrutar de su creación, pudiéramos amar, y reír, y conocerle a él personalmente.

¡Ciertamente tú eres especial! Créelo o no, nadie en todo el mundo es exactamente como tú. Tu apariencia física, tu voz, tu personalidad, tu inteligencia, tus gustos, todo esto hace de ti un ser único. Hasta tus huellas digitales te diferencian de cualquier otro ser humano nacido en el presente o en el pasado o en el futuro. Y, ¿qué decir del ADN? Esta es una molécula que contiene la información genética que determina las características hereditarias de los seres vivientes. Muchos consideran su descubrimiento “el acontecimiento biológico más importante de los últimos cien años”.

Sin duda el salmista estaba haciendo referencia a este “descubrimiento” cuando, más de trescientos años antes del nacimiento de Jesucristo, escribió el Salmo 139. Dice el versículo 13: “Porque tú formaste mis entrañas; tú me hiciste en el vientre de mi madre” Y el v.16: “Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas”. ¡Qué maravilla que desde el vientre de tu madre todas tus características habían sido determinadas! ¡Y Dios estaba consciente de todo! No eres el producto casual de alguna línea de ensamblaje en una factoría cósmica. En verdad eres un ser excepcional, creado por la gracia de Dios con un propósito específico. Sobre esto escribió el apóstol Pablo en su carta a los efesios: “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras” (Efesios 2:10). Esta es una razón por la que Dios tiene un profundo interés en ti como persona. Él te hizo, te conoció desde antes de tu nacimiento, y desde entonces tiene planes específicos para ti, planes concebidos en amor para tu bienestar y tu prosperidad, según declara Jeremías 29:11.

A medida que profundizamos en el conocimiento de Dios y en su interés por nuestra felicidad, realmente comenzamos a entender lo terrible que es el pecado. El Señor nos ama entrañablemente, sin embargo con mucha frecuencia desobedecemos sus instrucciones, caminamos en nuestros propios caminos y le volvemos la espalda. Entonces sus planes para nuestras vidas son bloqueados y dejamos de recibir sus bendiciones. Pero aun en estas circunstancias somos especiales para Dios, y él continúa amándonos de la misma manera. Él nos sigue mirando como su preciosa creación que somos, a pesar de habernos alejado de su presencia. Por eso Dios ha provisto la manera de perdonarnos y eliminar los obstáculos que nos separan de él. Dice 1 Juan 1:9 que “si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”.

Dios no es un insensible e indiferente soberano de los cielos. Él comparte nuestras tristezas, se preocupa por nosotros y nos considera suficientemente importantes para darnos su amor. De hecho, nos ama tanto que dio a su único hijo para que muriera por nuestros pecados. ¡Esto es verdadero amor! La Biblia dice: “En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados” (1 Juan 4:9-10).

Como tú y yo somos especiales para Dios, él quiere que nos alejemos del pecado y nos acerquemos a él para darnos una vida llena de paz y felicidad. ¿Puede haber algo más especial? Actúa cada día de tu vida con el deseo de agradar a Aquel para el cual tienes tanto valor.

ORACIÓN:
Gracias, Padre celestial, por haberme hecho una criatura especial por tu infinito amor y misericordia. Por favor, perdona mis pecados y ayúdame a acercarme cada vez más a ti, para poder disfrutar plenamente de los planes que tú tienes para mi vida. En el nombre de Jesús, Amén.

¡Gracia y Paz!

Dios te Habla