jueves, 24 de abril de 2014

¿Sabes cómo andar en el Espíritu de Dios?





¿Sabes cómo andar en el Espíritu de Dios? 

Gálatas 5:16-17
“Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis”.

Cuando aceptamos a Jesucristo como nuestro salvador, el Espíritu Santo viene a morar en nosotros, y somos sellados como propiedad de Dios, dice 2 Corintios 1:21-22. Entonces comienza en nuestras vidas una batalla entre nuestra naturaleza carnal, la cual hasta ese momento hizo siempre su voluntad con el fin de satisfacer sus deseos, y el Espíritu Santo cuya función es hacer cambios profundos en nuestro ser y guiarnos por un nuevo camino haciendo la voluntad de Dios. Así les dijo Jesús a sus discípulos: “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho” (Juan 14:26).

En el pasaje de hoy, parte de la carta del apóstol Pablo a los creyentes de Galacia, dice: “Andad en el Espíritu”. “Andar en el Espíritu” es dejar que el Espíritu Santo dirija nuestras vidas. Es vivir en todo momento dependientes de él, sensibles a su voz y obedeciendo sus instrucciones, las cuales están escritas en la Biblia, que es “la espada del Espíritu” (Efesios 6:17). “Andar en el Espíritu” es, en esencia, “caminar” con él, permitiéndole que guíe nuestros pasos y transforme nuestras mentes y nuestra manera de ser. Entonces se cumplirá el propósito fundamental de nuestra conversión, según dice 2 Corintios 5:17: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”.

Al otro lado de esta batalla está nuestra naturaleza pecaminosa, “la carne”, la cual nos impulsa constantemente hacia el pecado. Por eso Pablo les advierte seguidamente: “…y no satisfagáis los deseos de la carne”, pues invariablemente esta acción traerá malas consecuencias. Contrario a lo que muchos piensan, la expresión “los deseos de la carne” no se refiere exclusivamente al aspecto sexual. Hay muchas otras situaciones en la vida en las que podemos aplicar este término. Por ejemplo, comidas o bebidas que nos gustan, pero no son buenas para la salud, o las ingerimos en exceso. También podemos incluir el consumo de ciertas substancias que crean adicción y son realmente dañinas para nuestro cuerpo. Asimismo nuestra relación con las demás personas, nuestro comportamiento en el orden moral, etc. Resumiendo, todo aquello que pueda afectar negativamente nuestra salud física, mental o espiritual debe ser rechazado, aunque nuestros deseos nos indiquen lo contrario.

Más adelante el Señor es más específico y nos da una lista de unas cuantas de “las obras de la carne”. Y afirma que “los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios”. Por eso el Espíritu Santo se opone a estos deseos. Los planes de Dios para nuestras vidas son de bienestar y de prosperidad, dice Jeremías 29:11. Pero para que estos planes se conviertan en realidad es necesario vivir de acuerdo a la voluntad de Dios. Cuando lo hacemos, entonces el Espíritu produce en nosotros su fruto, el cual es “amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza” (Gálatas 5:22-23). Estos son los ingredientes para una vida victoriosa, la “vida en abundancia” de la que habla Jesús en Juan 10:10. El Señor nos advierte de la siguiente manera: “Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu”.

Lamentablemente la persona del Espíritu Santo es la más ignorada por el pueblo de Dios. No es difícil encontrar cristianos (incluso ministros) que no tienen el hábito de leer la Biblia diariamente, que no consideran importante pasar tiempo en oración y mucho menos tener períodos de ayuno buscando la presencia de Dios. Esto resulta en una condición de debilidad espiritual, la cual no nos ayuda en nuestra lucha contra las tentaciones. Más bien debemos buscar la fortaleza espiritual siguiendo el consejo de Jesús a sus discípulos allí en Getsemaní a pocas horas de su muerte en la cruz: “Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil” (Mateo 26:41).

ORACION:
Padre santo, te ruego me des discernimiento espiritual para identificar las cosas que yo deseo, pero que no están de acuerdo a tu voluntad, y la fuerza para rechazarlas. En el nombre de Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”
Dios te Habla