jueves, 31 de julio de 2014

DEVOLVER MAL POR BIEN...




Efesios 5;1-2



ORACIÓN



ORACIÓN:

¡Gracias Padre, porque en ti soy una nueva criatura! Ayúdame a entender que la sangre de Cristo me ha justificado y me ha preparado para recibir tu promesa de pertenecer a un reino de sacerdotes y gente santa. Capacítame para actuar en mi condición de sacerdote y proclamar al mundo las maravillas de la salvación que tú nos ofreces. En el nombre de Jesús, Amén.

¿ESTÁS CONSCIENTE DE LO QUE TÚ ERES PARA DIOS?



¿ESTÁS CONSCIENTE DE LO QUE TÚ ERES PARA DIOS?

1 Pedro 2:9-10
“Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable, vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia”.

Después que el pueblo de Israel fue liberado de la esclavitud en Egipto, Dios les habló por medio de Moisés, y les dijo: “Vosotros visteis lo que hice a los egipcios, y cómo os tomé sobre alas de águilas, y os he traído a mí. Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra. Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa” (Éxodo 19:4-6). El Señor les recuerda a los israelitas lo que él hizo y de donde los sacó, y les expresa sus planes y sus propósitos para con ellos. Si eran obedientes y guardaban el pacto que él les ofrecía, ellos serían su “especial tesoro sobre todos los pueblos”. Precioso privilegio que Dios les concedía, pero esto implicaba una gran responsabilidad: Ellos serían “un reino de sacerdotes, y gente santa”. Tal como el sacerdote era intermediario entre Dios y los hombres, el pueblo de Israel debía ser portavoz de Dios para los demás pueblos del mundo.

Muchos siglos después el apóstol Pedro escribió el pasaje de hoy a “los expatriados de la dispersión”, como llamó a los creyentes (tanto judíos como gentiles) que habían salido al exilio después de la destrucción de Jerusalén. Al haber creído en Jesucristo como el Mesías prometido, pasaron entonces a ser “linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios”. Al igual que aquel pueblo israelita fue liberado de la esclavitud en Egipto, los que hemos creído en Jesucristo como nuestro salvador, hemos sido liberados de la esclavitud del pecado. Cuando la luz del Evangelio de Cristo viene a nuestras vidas nos permite ver de dónde nos ha sacado Dios. Es como si tomáramos conciencia del pecado y la inmundicia que gobernaba nuestras vidas. Pasamos de la esclavitud a la libertad, de las tinieblas a la luz, de la mentira a la verdad poderosa de la Palabra de Dios.

Es necesario entender que todas aquellas cosas viejas pasaron y que todas han sido hechas nuevas, como dice 2 Corintios 5:17. Ahora somos hijos de Dios, y como tales somos “linaje escogido, real sacerdocio”, no personas de baja clase; somos una “nación santa”, es decir apartados para Dios, y un “pueblo adquirido por Dios” a un precio muy elevado: la preciosa sangre de su Hijo derramada en la cruz del Calvario. Este privilegio nos ha sido concedido, no porque lo merezcamos, sino por la gracia y la misericordia de Dios. Esa es nuestra realidad presente, la cual nada ni nadie puede cambiar pues ha sido un decreto de Dios Padre hacia nosotros sus hijos. El tiempo, el mundo y las circunstancias pueden cambiar, pero los atributos de un verdadero sacerdote de Dios permanecen constantes.

Renueva tu mente y disfruta la vida de la manera que el Señor quiere que la disfrutes como parte de su pueblo escogido. Pero no olvides que, como sacerdote, tienes también la responsabilidad de proclamar al mundo el evangelio de salvación a través de Cristo Jesús. Con ese fin debes preparar tu mente, tu corazón y tu espíritu por medio de la lectura diaria de la Biblia y pasando tiempo en oración cada día. A medida que crezcas espiritualmente el Espíritu Santo te usará más y más en tu condición de sacerdote y el nombre de Dios será glorificado a través de ti.

ORACIÓN:
¡Gracias Padre, porque en ti soy una nueva criatura! Ayúdame a entender que la sangre de Cristo me ha justificado y me ha preparado para recibir tu promesa de pertenecer a un reino de sacerdotes y gente santa. Capacítame para actuar en mi condición de sacerdote y proclamar al mundo las maravillas de la salvación que tú nos ofreces. En el nombre de Jesús, Amén.

¡Gracia y Paz!
Dios te Habla
Carlos Martínez M.
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miércoles, 30 de julio de 2014

EL VERDADERO AMOR NO ES UN SENTIMIENTO



EL VERDADERO AMOR NO ES UN SENTIMIENTO

Alguien ha dicho que el verdadero amor es similar a un OVNI (Objeto Volador No Identificable). Todos hablan de él, pero pocos lo han visto realmente.

Por lo general, el mundo considera que el amor es un sentimiento—una emoción fuerte que invade a la persona y ella “se enamora.” Pero los sentimientos son muy variables y una persona puede “desenamorarse” rápidamente. Esta clase de amor (que se basa en sentimientos) es la clase de amor que se ve usualmente en la televisión, en las películas, en libros, en revistas, etc.

Según la Biblia, el verdadero amor incluye cuatro cosas:

1. DECIDIR— Tengo que decidir que amaré a la otra persona (no importa lo que sienta hacia él/ella), sencillamente porque esa persona tiene una necesidad y yo puedo satisfacer esa necesidad. El verdadero amor comienza con un acto de voluntad.

2. DAR—Tengo que darme a mí mismo por el bien de la otra persona. Mi preocupación no es lo que puedo obtener de la otra persona, sino lo que yo puedo darle.

3. SACRIFICIO—Dar siempre involucra un sacrificio y un costo. Mi amor por otra persona me puede costar dinero, puede costar mi tiempo, puede costarme energía. Pero estoy dispuesto a gastarme y ser gastado por el beneficio y bienestar de la persona amada. El costo vale la pena.

4. BUSCAR—Tengo que buscar lo mejor para la persona amada. No quiero nada menos que lo mejor que Dios tiene para esa persona.

Juan 15:12
“Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado”.

1 Corintios 13: 4-13
“El amor es sufrido, es benigno; El amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece. No hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor. No se goza de la injusticia, más se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser… Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres. Pero el mayor de ellos es el amor”.


¡Gracia y Paz!

Edificando Matrimonios conforme al Propósito de Dios

EN TU ORACIÓN NUNCA TE OLVIDES DE PEDIRLE A DIOS....


martes, 29 de julio de 2014

ORACIÓN:



ORACIÓN:

Padre santo, te ruego me ayudes a vivir una vida Cristo céntrica, imitando en todo a mi Señor y Salvador, viviendo de acuerdo a los principios y valores que él enseñó y practicó, para que todos los que me rodean puedan ver en mí un ejemplo digno de imitar, para la gloria y la honra de tu nombre. Por Cristo Jesús te lo pido, Amén.

¿ERES UN BUEN EJEMPLO A SEGUIR?



¿ERES UN BUEN EJEMPLO A SEGUIR?

1 Tesalonicenses 1:2-10
“Damos siempre gracias a Dios por todos vosotros, haciendo memoria de vosotros en nuestras oraciones, acordándonos sin cesar delante del Dios y Padre nuestro de la obra de vuestra fe, del trabajo de vuestro amor y de vuestra constancia en la esperanza en nuestro Señor Jesucristo. Porque conocemos, hermanos amados de Dios, vuestra elección; pues nuestro evangelio no llegó a vosotros en palabras solamente, sino también en poder, en el Espíritu Santo y en plena certidumbre, como bien sabéis cuáles fuimos entre vosotros por amor de vosotros. Y vosotros vinisteis a ser imitadores de nosotros y del Señor, recibiendo la palabra en medio de gran tribulación, con gozo del Espíritu Santo, de tal manera que habéis sido ejemplo a todos los de Macedonia y de Acaya que han creído. Porque partiendo de vosotros ha sido divulgada la palabra del Señor, no sólo en Macedonia y Acaya, sino que también en todo lugar vuestra fe en Dios se ha extendido, de modo que nosotros no tenemos necesidad de hablar nada; porque ellos mismos cuentan de nosotros la manera en que nos recibisteis, y cómo os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero, y esperar de los cielos a su Hijo, al cual resucitó de los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera”

Una mamá leopardo les llevó un ciervo joven vivo a sus cachorros de cinco meses de edad y se los soltó. Después que los cachorros hicieron varios ataques infructuosos, la mamá leopardo intervino y les mostró como matarlo. Un agente de seguros, conocido por su habilidad como vendedor, después de explicar las diferentes opciones y los beneficios de las distintas pólizas, solía poner un detallado ejemplo de cómo él había protegido a su propia familia. Esto hacía que sus futuros clientes lograran entender mejor su explicación y se sentían inclinados a comprar el seguro. Aunque ambos casos son de naturaleza muy diferente, existe un factor común entre ellos: el ejemplo práctico fácil de entender y de imitar.

En el pasaje de hoy, después que Pablo les dijo a los cristianos de Tesalónica que ellos habían llegado a ser “imitadores de nosotros y del Señor”, también les dijo que habían sido “ejemplo a todos los de Macedonia y Acaya que han creído”. El liderato por ejemplo es contagioso. La posición de líder es más que un simple título como papá, mamá, maestro, pastor o ministro. Todo el que quiera dirigir y ayudar a otros, debe primero ser ejemplo. Y el mejor ejemplo que existe es el ejemplo de Jesucristo. Debemos tratar de imitar lo que él hizo durante los 33 años que vivió en este mundo. Entonces podremos ser un modelo para aquellos a los que predicamos la palabra de Dios. En su primera carta a los Corintios, a quienes estaba tratando de instruir en lo que debían y no debían hacer, el apóstol Pablo escribió: “Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo” (1 Corintios 11:1).

Si los cristianos queremos enseñar a otros el arte de conocer a Dios, amarle y servirle, no podemos ignorar la importancia y el poder que tiene nuestro ejemplo. Así fue como Jesús y sus discípulos comunicaron el mensaje del Evangelio. Su obediencia a Dios y sus testimonios de amor y de compasión fueron vistos en términos de carne y hueso fácilmente comprensibles, y por eso impactaron a miles de personas en aquella época. Su ejemplo nos ha llegado hasta nuestros tiempos a través de las Escrituras, y el Espíritu Santo se encarga de hacernos entender el mensaje de salvación de Dios. Es nuestro deber propagar ese mensaje, primero con nuestro ejemplo y después usando todos los medios a nuestro alcance.

¿Quieres tener la seguridad de que estás siendo un buen ejemplo? Cada vez que necesites tomar una decisión, o actuar como líder en cualquier aspecto, o simplemente responder a una pregunta importante, hazte esta pregunta: “¿Qué hubiera hecho Jesús en esta situación?” Pide al Espíritu Santo que te conteste la pregunta conforme a la palabra de Dios. Y actúa de acuerdo a su respuesta.

ORACIÓN:
Padre santo, te ruego me ayudes a vivir una vida Cristo céntrica, imitando en todo a mi Señor y Salvador, viviendo de acuerdo a los principios y valores que él enseñó y practicó, para que todos los que me rodean puedan ver en mí un ejemplo digno de imitar, para la gloria y la honra de tu nombre. Por Cristo Jesús te lo pido, Amén.

¡Gracia y Paz!
Dios te Habla
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LA FELICIDAD COMO LA GRIPE...





¿POR QUÉ MI FAMILIA ES MI PRIMER Y MÁS GRANDE MINISTERIO?



¿Por qué mi familia es mi primer y más grande Ministerio?

1) Porque la familia es lo primero que Dios creó; de la cual saldría la civilización. "Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó" (Génesis 1:27). Luego en Génesis 2:24 dice: "Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne." Esto significa el establecimiento de una sociedad basada en las relaciones de matrimonio y de paternidad, reproduciendo el diseño de Dios.

2) Porque la familia es el lugar fundamental de formación y enseñanza. "Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes" (Deuteronomio 6:6:7).

3) Porque la familia es el primer lugar donde se compromete la vida a Dios. "Pero yo y mi casa serviremos a Jehová" (Josué 24:15b). Casa se refiere no sólo a la familia inmediata, sino a por lo menos tres generaciones (padres, hijos, nietos); no sólo se refiere a un lugar de vivienda, sino a todo lo que una familia tiene como pertenencia.

4) Porque la familia es el lugar donde Cristo quiere posar. "Cuando Jesús llegó a aquel lugar, mirando hacia arriba, le vio, y le dijo: Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa" (Lucas 19:5). "Posar" significaba quedarse por uno o varios días. Jesús quiere morar primero en nuestro corazón, y luego morar en el lugar donde se dan nuestras relaciones más íntimas y significativas: en la familia.

5) Porque Jesús quiere salvar a todos los miembros de nuestra familia. "Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú, y tu casa. Y le hablaron la palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa" (Hechos 16:31-32).

6) Porque Dios nos hace primero responsable de la provisión a los de nuestra familia. "Porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo" (1 Timoteo 5:8). Uno de los efectos de una vida de fe es cumplir con las responsabilidades de provisión espiritual, moral, emocional, relacional y económica para con los miembros de nuestra familia.

7) Porque quien quiera servir a Dios, tiene que comenzar con su casa. "Que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad (pues quien no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?)" (1 Timoteo 3:4-5).

Amados Hermanos y Hermanas, hagamos la mejor inversión de nuestras vidas, invirtamos lo que recibimos de Dios en nuestras familias. Recuerden que: "Todo lo que la persona sembrare, eso también cosechará" (Gálatas 6:7b). Seamos una iglesia de "Familias bendecidas". En el nombre de Jesús Amén.


¡Gracia y Paz!
Edificando Matrimonios conforme el propósito de Dios

Ángel E. Martínez


ORACIÓN



ORACIÓN:

Bendito Dios de amor y misericordia, una vez más te doy gracias por el sacrificio de tu Hijo, cuya sangre me limpia constantemente de todo pecado. Revélame todo aquello que no está de acuerdo a tu voluntad en mi vida, y dame las fuerzas para rechazar todo lo que pueda contaminar mi alma y separarme de ti. En el nombre de Jesús, Amén.

¿QUIERES SER LIBRE DE LA CONTAMINACIÓN DEL PECADO?



¿QUIERES SER LIBRE DE LA CONTAMINACIÓN DEL PECADO?

1 Pedro 1:13-19
“Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado; como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo. Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación; sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación”

Un informe del Departamento de Energía de los Estados Unidos reveló que en los sitios que antes alojaban armas nucleares se han acumulado miles de millones de libras de desperdicios nucleares. Una limpieza en los sitios contaminados costaría más de doscientos mil millones de dólares y se necesitarían 75 años para llevarla a cabo. Pero aun así (advierte el informe), no se eliminaría toda la contaminación existente. Por lo tanto la única solución sería impedir el acceso de las personas a la tierra contaminada. Otros informes indican que situaciones similares y aun peores se están observando alrededor de todo el mundo. Hay muchos países que están arrojando los desperdicios nucleares en el mar. Estos desperdicios radiactivos sólidos no pueden ser degradados o absorbidos por las aguas, por lo que el grado de contaminación que está afectando a la Tierra, es mucho peor de lo que uno puede imaginar, constituyendo un grave peligro para toda vida animal, vegetal o humana en este planeta.

Hay, sin embargo, otra contaminación mucho más destructiva que la producida por los desperdicios nucleares. Es la producida por el pecado. En un mundo cada vez más corrupto y malvado, tenemos que estar conscientes del daño irreparable que puede causar el pecado en el ser humano. El pecado envenena no solamente el cuerpo sino también el alma. Jesús dijo en Mateo 10:28: “No temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno”. Si el pecado no se controla puede dejar una trágica huella de sufrimiento y desolación en el ser humano que se extiende hasta la eternidad.

Mientras andamos en este mundo, naturalmente vamos a estar en contacto con la suciedad y la corrupción, y de una manera u otra, en mayor o menor grado nos vamos a “contaminar”. En ocasiones podemos albergar en nuestras mentes pensamientos pecaminosos, o quizás hacer comentarios que puedan herir, o tal vez actuar de forma contraria a lo que nos dice la Biblia. Pero Dios, en su inmensa misericordia, ha provisto un medio para limpiarnos de esa “contaminación”. Dice 1 Juan 1:9 que “si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”. Es decir, que si reconocemos nuestros pecados y los confesamos y genuinamente nos arrepentimos, entonces la limpieza se manifiesta en nuestros corazones. No importa cuán grande haya sido tu pecado.

El pasaje de hoy nos habla de “la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación”, la cual te limpia de manera perfecta si te arrepientes y vienes a él en busca de perdón. Y para mantenerte lo más libre posible de la contaminación del pecado que te rodea, vive tu vida en la presencia de Dios. Lee la Biblia todos los días, medita en sus enseñanzas, pasa tiempo en oración y pon “la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra”, como nos aconseja Colosenses 3:2.

ORACIÓN:
Bendito Dios de amor y misericordia, una vez más te doy gracias por el sacrificio de tu Hijo, cuya sangre me limpia constantemente de todo pecado. Revélame todo aquello que no está de acuerdo a tu voluntad en mi vida, y dame las fuerzas para rechazar todo lo que pueda contaminar mi alma y separarme de ti. En el nombre de Jesús, Amén.

¡Gracia y Paz!
Dios te Habla
Carlos Martínez M.

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lunes, 28 de julio de 2014

HAZ PAZ CON TU PASADO....




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ORACIÓN



ORACIÓN:

Amante Padre celestial, te doy gracias porque en ti encuentro siempre el socorro que necesito en los momentos difíciles de mi vida. Por favor ayúdame a esperar en ti, sabiendo que tú me darás nuevas fuerzas y, al igual que las águilas, podré elevarme por encima de las circunstancias de esta vida. En el nombre de Jesús, Amén.

¿SIENTES QUE TE FALTAN LAS FUERZAS?



¿SIENTES QUE TE FALTAN LAS FUERZAS?

Isaías 40:30, 31
“Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; mas los que esperan en el Señor tendrán nuevas fuerzas, levantarán alas como las águilas, correrán y no se cansarán, caminarán y no se fatigarán”.

Este pasaje nos muestra al águila como un símbolo de los que esperan y confían en el Señor. Esta ave es interesante desde su origen. Un pollo está listo para ser vendido en el mercado en nueve semanas; un águila no. Las águilas necesitan (como es el caso del águila real) hasta un año para volar solas. Los verdaderos cristianos, al igual que las águilas, necesitan tiempo para madurar. Una vez que el águila madura, es capaz de elevarse hasta donde ninguna otra ave puede llegar. Allá en las alturas vuela majestuosamente, generalmente sola. El cristiano muchas veces queda solo por causa de sus principios, pues generalmente anda en contra de las corrientes del mundo. Este mundo, con sus valores y conceptos, no es la residencia ideal para el pueblo de Dios. Realmente estamos aquí de paso. Así que no tengas miedo de quedar solo. Vuela bien alto en el mundo espiritual, lo más cerca posible de Dios.

¿Has pensado alguna vez adónde van las águilas cuando llega la tormenta? ¿Dónde se esconden? Bueno, lo cierto es que no se esconden. Abren sus alas, y emprenden el vuelo hacia lo alto a una velocidad de más de 60 millas (unos 100 kilómetros) por hora. Ellas saben que las nubes oscuras, la tempestad y las descargas eléctricas pueden tener una extensión de 100 a 160 pies aproximadamente (entre 30 a 50 metros), pero por encima de ellas brilla el sol. En medio de ese esfuerzo y esa lucha con los vientos pueden perder plumas, herirse, agotarse, pero insisten y siguen adelante siempre hacia lo alto. Después, mientras todo el mundo queda a oscuras allá abajo, ellas vuelan victoriosas, en paz, allá arriba.

El apóstol Pablo nos exhorta a poner siempre nuestros ojos en lo Alto. Él nos dice en Colosenses 3:1, 2: “Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra”. Y el autor de la epístola a los Hebreos compara la vida en este mundo y sus dificultades con una carrera. Y escribe lo siguiente: “Corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe” (Hebreos 12:1-2). Poner los ojos en Jesús es hacerlo a él el foco central de nuestras vidas. Es mirarlo a él y no a las circunstancias que nos rodean. Si nos concentramos en las circunstancias, entonces ellas van a controlar la situación y van a dirigir nuestra manera de actuar. Pero si ponemos nuestros ojos en Jesús él se encarga de ellas. Si nos concentramos en el Señor, entonces él toma el control y todo se resuelve. No importa cuán imposible sea para nosotros.

Busca el rostro del Señor en oración, espera confiadamente en él, y sentirás como milagrosamente surgen en ti fuerzas y valor que antes no tenías. Cuando el salmista se sintió solo y desamparado en medio de una prueba, escribió en el Salmo 121 lo siguiente: “Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra”. Al igual que el salmista, mira hacia el cielo en busca de socorro, de paz y de protección. Como las águilas, concéntrate en elevarte hacia lo alto buscando el rostro del Señor.

¿Estás en medio de una tormenta? ¿Sientes que te faltan las fuerzas? Como cristianos, nosotros tenemos recursos divinos para enfrentar los tiempos de prueba y salir victoriosos. El pasaje de hoy nos dice que los que esperan al Señor “tendrán nuevas fuerzas”, es decir recibirán renovación interior que los capacitará para seguir hacia delante.

Tal vez por todas estas cosas el profeta Isaías comparó a los que confían en el Señor con las águilas. Quizás hoy tengas delante de ti un día lleno de desafíos. Algunos de ellos pueden parecer imposibles de vencer, pero recuerda: descansa en el Señor, pasa tiempo con él y después enfrenta la batalla, sabiendo que más allá de la tormenta brilla el sol.

ORACIÓN:
Amante Padre celestial, te doy gracias porque en ti encuentro siempre el socorro que necesito en los momentos difíciles de mi vida. Por favor ayúdame a esperar en ti, sabiendo que tú me darás nuevas fuerzas y, al igual que las águilas, podré elevarme por encima de las circunstancias de esta vida. En el nombre de Jesús, Amén.

¡Gracia y Paz!
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viernes, 25 de julio de 2014

ORACIÓN



ORACIÓN

Padre santo, te pido me des sabiduría y discernimiento espiritual para que mis palabras y mis acciones puedan influir positivamente y ser de bendición para los hijos que tú me has dado y, de igual manera, para todos los niños que están a mi alrededor. En el nombre de Jesús, Amén.

¿ESTÁS EDUCANDO CORRECTAMENTE A TUS HIJOS?





¿ESTÁS EDUCANDO CORRECTAMENTE A TUS HIJOS?

Proverbios 22:6
“Instruye al niño en el camino correcto, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él.”

En diciembre de 1989, el gobierno de China lanzó una campaña nacional contra la pornografía. Toda fotografía indecente debía ser confiscada. Pronto, a las escuelas de Beijing empezaron a llegar muchas fotografías. Las llevaban los niños mismos, que con vergüenza y temor las depositaban en el escritorio de la maestra, después de lo cual regresaban rápidamente a sus asientos. Eran sus fotos de cuando eran bebés, muchos de ellos desnuditos o en pañales, las cuales sacaron de los álbumes familiares y las llevaron a sus escuelas. Taeko Lin Pao, una maestra de Beijing, después confesó: “Yo no sabía si reírme o llorar. Ciertamente esta manera de actuar de los niños refleja la inocencia de sus corazones. No pueden esconder nada indecente en la mente”.

La mente infantil es una hoja en blanco, por eso los padres y las madres deben poner especial cuidado en lo que se escribe en esa hoja. Hay un viejo dicho que dice: “El niño es el padre del hombre”. Esto significa que el adulto actúa de acuerdo a lo que se “escribió” en esa “hoja de papel” cuando era niño. Las impresiones (buenas o malas) que recibió en su niñez le seguirán hasta que sea un hombre o una mujer. Un reconocido ministro y reformador social, escribió al respecto: “No es difícil hacer que un árbol crezca recto si lo enderezas muy temprano en su vida, pero querer enderezarlo después de haber crecido es tarea sumamente difícil. Exactamente igual sucede con los niños”.

El pasaje de hoy es un valioso consejo para padres, abuelos, maestros, y todos aquellos que de una manera u otra pueden influir en la mente de un niño. El sabio Salomón dejó escrita para siempre la clave de una perfecta educación: la sabiduría y el amor que encontramos en la palabra de Dios. Jesús siempre mostró un especial cuidado y preocupación por los niños. En ocasiones en que, estando rodeado de una multitud, le traían niños para que los bendijese, aun por encima de las quejas de sus discípulos Jesús se tomaba el tiempo para hablarles y bendecirlos. En Mateo 19:14, por ejemplo, él dijo: “Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos”.

Lamentablemente muchos padres buscan soluciones fáciles para distraer a sus hijos, como por ejemplo dejarlos frente al televisor encendido. “Con la televisión se entretienen”, dicen despreocupadamente, y no se dan cuenta de que la televisión mal usada llena las sensibles mentes de los niños de un torrente de crimen, de violencia y de sexo. Son hojas de papel en blanco, donde los mercaderes del mal escriben sus propias aberraciones morales y sensuales. En los últimos años, sobretodo, el enemigo ha estado dirigiendo una sutil campaña usando los medios de comunicación, la cual tiene como objetivo saturar la mente de los niños de conceptos mundanos relativos a sexo, homosexualidad, pornografía y todo tipo de inmoralidades.

¿Qué podemos hacer nosotros para evitar que la mente de un niño sea corrompida a través de la propaganda diabólica que tanto abunda en este mundo? Si bien es imposible detener todo ese caudal de material indecente, es posible controlar lo que entra a nuestra casa. Podemos cambiar el canal de televisión, quemar la revista dañina y controlar las amistades de nuestros niños. Y, lo más importante, preocupémonos en instruirlos con la palabra de Dios, guiémoslos en el camino del Señor y estaremos creando en ellos una base moral y espiritual, que será el fundamento de sus acciones por el resto de sus vidas.

Por lo tanto, conscientes de que la mente de nuestros niños es un papel en blanco, hagámonos el propósito de escribir sólo lo que contribuya a levantar el nivel de su educación, su moralidad y su espiritualidad. ¿Y qué mejor que la palabra de Dios la cual, según 2 Timoteo 3:16, es “útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”?

ORACIÓN
Padre santo, te pido me des sabiduría y discernimiento espiritual para que mis palabras y mis acciones puedan influir positivamente y ser de bendición para los hijos que tú me has dado y, de igual manera, para todos los niños que están a mi alrededor. En el nombre de Jesús, Amén.

¡Gracia y Paz!

Dios te Habla

miércoles, 23 de julio de 2014

¿CREES QUE NO DEBISTE HACERLO…?



¿Crees que no debiste hacerlo…?

Abdías 1:12-14
“No debiste tú haber estado mirando en el día de tu hermano, en el día de su infortunio; no debiste haberte alegrado de los hijos de Judá en el día en que se perdieron, ni debiste haberte jactado en el día de la angustia. No debiste haber entrado por la puerta de mi pueblo en el día de su quebrantamiento; no, no debiste haber mirado su mal en el día de su quebranto, ni haber echado mano a sus bienes en el día de su calamidad. Tampoco debiste haberte parado en las encrucijadas para matar a los que de ellos escapasen; ni debiste haber entregado a los que quedaban en el día de angustia. Porque cercano está el día de Jehová sobre todas las naciones; como tú hiciste se hará contigo; tu recompensa volverá sobre tu cabeza”.

Este pasaje es una reprimenda de Dios al pueblo de Edom. Este pueblo, descendientes de Esaú, eran vecinos y enemigos de Judá; y eran arrogantes, amargados y resentidos. Esta amonestación del Señor ha estado vigente durante siglos, y aun hasta nuestros tiempos, sobre una humanidad que con demasiada frecuencia ha rechazado o ignorado las enseñanzas y los consejos de un Dios de amor y misericordia. En nuestra relación con las demás personas muchas veces actuamos de maneras en que no debimos haber actuado. Hemos herido a alguien, o hemos sido indiferentes a su dolor, o incluso nos hemos alegrado de su desgracia. Muy profundo en el corazón de Dios hay un fuerte reproche ante esta actitud.

“No debiste” es el regaño de Dios para los edomitas. Primero les dice: “No debiste tú haber estado mirando en el día de tu hermano, en el día de su infortunio”. ¡Cuántas veces nos limitamos a mirar insensiblemente a nuestro prójimo que está en desgracia! Somos simples espectadores del mal ajeno, pero no somos movidos a compasión. Algo así como la actitud del sacerdote y del levita en la parábola del “Buen samaritano” (Lucas 10:25-37). Dice que ambos “vieron” al hombre herido y “pasaron de largo”. Simplemente, no se conmovieron ante el infortunio de aquel hombre y no hicieron nada por ayudarlo.

Después Dios les dice: “No debiste haberte alegrado de los hijos de Judá en el día en que se perdieron”. ¡Aún peor! No sólo no ayudaron al que estaba en desgracia, sino que se alegraron de su mal. Sentimientos tales como la envidia o los celos pueden producir en nosotros este tipo de actitud. Los próximos “no debiste” son progresivamente peores. Nos hablan de sacar ventajas personales de la persona caída, de robar, y por último del homicidio. Realmente da la impresión que este pasaje se refiere a los tiempos actuales. Cuando miramos a nuestro alrededor, o cuando vemos las noticias por la televisión o leemos los periódicos podemos aplicar estas palabras de Dios a través del profeta Abdías a nuestras propias vidas y la vida de los que nos rodean.

El pasaje termina con una fuerte advertencia: “Porque cercano está el día de Jehová sobre todas las naciones; como tú hiciste se hará contigo; tu recompensa volverá sobre tu cabeza”. Sin lugar a dudas algún día recogeremos el producto de nuestras acciones. Un dicho popular advierte: “Con la vara que midas serás medido”. Y la Biblia lo dice claramente en Gálatas 6:7: “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará”. ¿Cómo, pues, debemos actuar con los que nos rodean? El apóstol Pablo nos dice: “Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo” (Filipenses 2:3) ¿Es así como tratas siempre a los demás? ¿O crees que no debiste tratar a esa persona como lo hiciste?

Si deseamos agradar a Dios con nuestro testimonio, debemos guardar esta enseñanza en nuestros corazones, y ponerla en práctica cada vez que se presente la oportunidad. Nunca debemos dejar de tratar con amor a todos los que nos rodean, aún a los que nos han ofendido. Recuerda que “como tú hiciste se hará contigo; tu recompensa volverá sobre tu cabeza”. De ti depende recibir abundantes bendiciones de Dios.

ORACIÓN
Bendito Dios, yo deseo tratar a los demás con el amor y la compasión que te caracteriza. Renuncio a los celos, la indiferencia, el rencor y cualquier otro sentimiento negativo. Por favor, lléname de tu amor para poder dar amor a los que me rodean y tratarlos conforme a tus deseos. En el nombre de Jesús, Amén.

¡Gracia y Paz!
Dios te Habla

martes, 22 de julio de 2014

DEBEMOS OBEDECER Y VIVIR A LA LUZ DE SU PALABRA



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¿QUÉ CAMINO ESCOGES TÚ?



¿Qué camino escoges tú?

Génesis 2:15-17
“Tomó, pues, Yahweh Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase. Y mandó Yahweh Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás”.

La Biblia cuenta que en el principio Yahweh Dios creó los cielos y la tierra, los mares, los ríos, los árboles, los animales, etc. (Génesis 1). Y después de haber preparado todas las condiciones ideales, entonces creó a Adán y a Eva. Era el deseo del Señor tener una relación personal con ellos y derramar sobre ellos su amor y sus bendiciones. Allí Dios les reveló que ellos podrían disfrutar plenamente de toda aquella creación, podrían comer de todo árbol del huerto, pero les advirtió que había una excepción. Dice el pasaje de hoy que Yahweh Dios mandó al hombre, diciendo: “del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.” Desde un principio, Dios quiso establecer que al igual que ellos podían esperar de él todo tipo de bendiciones, él esperaba que ellos fueran obedientes, y respetaran esta regla.

Más tarde, la serpiente se acercó a Eva y puso ante ella la tentación de comer del árbol prohibido. Eva lo pensó por unos momentos, y entonces tomó una decisión. Dice la Biblia que “vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella” (Génesis 3:6). Eva escogió desobedecer a Dios. Después Adán hizo lo mismo. Como consecuencia de esta acción ambos murieron, no físicamente, sino espiritualmente, pues Dios los echó del paraíso. Ambos tuvieron la oportunidad de continuar disfrutando las bendiciones de Dios, pero optaron por desobedecer y las perdieron.

Desde el principio Dios ha mostrado su deseo de bendecir al hombre, pero al mismo tiempo ha dejado claro que es necesario obedecer sus instrucciones para que sus planes se lleven a cabo. A través de toda la historia de la humanidad hasta nuestros tiempos, la decisión de obedecer o no siempre ha dependido del ser humano. Por ejemplo, en Deuteronomio 30:19, Moisés les dice a los israelitas: “A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia”. A través de Moisés, Dios expone con toda claridad dos opciones totalmente opuestas al pueblo de Israel: la vida o la muerte; la bendición o la maldición. Y les exhorta a que escojan la vida, por supuesto. Pero al final, el que tomaría la decisión sería el pueblo de Israel.

En el Nuevo Testamento también encontramos una exhortación similar, esta vez de parte de Jesús. En Mateo 7:13-14 dice: “Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan”. Dos puertas, una ancha, la otra estrecha. Jesús aconseja que entremos por la estrecha. ¿Quién decide por cual va a entrar? Cada uno de nosotros. También habla de dos caminos: uno ancho y espacioso, que lleva a la perdición. Y otro estrecho, pero este lleva a la vida eterna. Es más difícil, pero los resultados son infinitamente mejores.

La invitación de Jesús a la vida eterna continúa vigente en la actualidad. El dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6). La palabra de Dios continúa siendo tan clara y específica como al principio de la creación. Todavía hay dos caminos que podemos tomar: la obediencia o la desobediencia, la vida o la muerte, el camino ancho o el camino estrecho, el primero lleva a la condenación, el segundo a la vida eterna. Es nuestra la decisión de tomar un camino o el otro. ¿Cuál escoges tú?

Si ya has aceptado a Jesucristo como salvador, ¡Gloria a Dios! Si no lo has hecho, eleva una oración ahora mismo y pídele que venga a morar a tu corazón por siempre. Al hacerlo, su sangre derramada en la cruz te limpia de todo pecado y recibes la vida eterna.

ORACIÓN:
Padre santo, gracias por tu Hijo Jesucristo y por la salvación que a través de él nos ofreces. Yo decido tomar el camino que lleva a la vida eterna sabiendo que moraré por siempre junto a ti. En el nombre de Jesús, Amén.

¡Gracia y Paz!

Dios te Habla

Lamentaciones 3:22-24



Lamentaciones 3:22-24
"Que las misericordias del SEÑOR jamás terminan, pues nunca fallan sus bondades; son nuevas cada mañana; ¡grande es tu fidelidad! El SEÑOR es mi porción--dice mi alma-- por eso en El espero.…"

lunes, 21 de julio de 2014

VALORA LO QUE TIENES....



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YAHWEH EXHORTA A ISRAEL Y A JUDÁ AL ARREPENTIMIENTO



Yahweh exhorta a Israel y a Judá al arrepentimiento

Jeremías 3:6-11
“Me dijo Jehová en días del rey Josías: ¿Has visto lo que ha hecho la rebelde Israel? Ella se va sobre todo monte alto y debajo de todo árbol frondoso, y allí fornica. Y dije: Después de hacer todo esto, se volverá a mí; pero no se volvió, y lo vio su hermana la rebelde Judá. Ella vio que por haber fornicado la rebelde Israel, yo la había despedido y dado carta de repudio; pero no tuvo temor la rebelde Judá su hermana, sino que también fue ella y fornicó. Y sucedió que por juzgar ella cosa liviana su fornicación, la tierra fue contaminada, y adulteró con la piedra y con el leño. Con todo esto, su hermana la rebelde Judá no se volvió a mí de todo corazón, sino fingidamente, dice Jehová. Y me dijo Jehová: Ha resultado justa la rebelde Israel en comparación con la desleal Judá.

Estas escrituras revelan el nivel de rebeldía y desobediencia del pueblo elegido de Dios, sin embargo, por la Gracia y Misericordia infinitas de Dios este pueblo es llamado, una vez más, al arrepentimiento. Sabemos que desde el éxodo hasta la época actual Dios siempre ha exhortado a su pueblo a que se vuelvan a Él.

Obviamente esta exhortación no es solo para el pueblo judío literal, es decir, para los nacidos en Israel, sino que en el corazón de Dios está que “todos procedamos al arrepentimiento”. Al decir “todos” estamos hablando de los judíos literales, los que nacieron en Israel y de los gentiles los que no nacimos en aquella nación.

Quiero hacer mucho énfasis en que esta exhortación no fue solo para los israelitas y judíos de aquella época. Esta exhortación es aplicada también a los tiempos actuales, vuelvo a decir, tanto a los judíos literales no creyentes, como a nosotros los judíos espirituales que decimos ser cristianos, pero que vivimos en desobediencia.

Romanos 9:6-8
“No que la palabra de Dios haya fallado; porque no todos los que descienden de Israel son israelitas, ni por ser descendientes de Abraham, son todos hijos; sino: En Isaac te será llamada descendencia. Esto es: No los que son hijos según la carne son los hijos de Dios, sino que los que son hijos según la promesa son contados como descendientes”.

Aquí, el Apóstol Pablo está diciendo que los hijos de Abraham son los que creemos en el Señor Jesucristo y no los judíos literales y físicos. Y lo mismo, pero en otras palabras, les repite a los de Galaxia:

Gálatas 3:28-29
“Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa”.

No puede ser más claro, para con Dios no existe ningún favoritismo en cuanto a la raza, ya que todos somos una sola raza, porque todos venimos de Adán. Los judíos literales no tienen ningún favoritismo de parte de Dios, están en la misma condición que todos los que no nacimos en Israel: sin Cristo están bajo la condenación; en Cristo, son parte del verdadero Israel porque  son parte de la verdadera Iglesia de Cristo. De hecho, el verdadero Israel es la iglesia, los verdaderos hijos de Abraham son los creyentes, el verdadero Judío es el creyente y la verdadera Jerusalén no es la que existe allá en el medio oriente, sobre la cual los judíos y los musulmanes se estas peleando desde tiempos ancestrales.

No es judío el que lo es exteriormente, sino el que lo es interiormente. El verdadero judío es el verdadero cristiano.

Veamos ahora la siguiente escritura:

Romanos 2:25-29
“Pues en verdad la circuncisión aprovecha, si guardas la ley; pero si eres transgresor de la ley, tu circuncisión viene a ser incircuncisión. Si, pues, el incircunciso guardare las ordenanzas de la ley, ¿no será tenida su incircuncisión como circuncisión? Y el que físicamente es incircunciso, pero guarda perfectamente la ley, te condenará a ti, que con la letra de la ley y con la circuncisión eres transgresor de la ley. Pues no es judío el que lo es exteriormente, ni es la circuncisión la que se hace exteriormente en la carne; sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en letra; la alabanza del cual no viene de los hombres, sino de Dios”.

La Iglesia cristiana es el verdadero Israel, es decir, los que hemos sido circuncidados del corazón, los creyentes en Cristo Jesús, somos los verdaderos judíos, la nación santa, el verdadero pueblo de Dios. En la actualidad, los judíos literales, los que por su nacionalidad se dicen ser Judíos, pero que no creen en Jesús, ellos son incircuncisos y por lo tanto, aunque crean ser el “pueblo verdadero de Dios”, lamentablemente no lo son. Ellos verán la ira de Dios.

Los verdaderos hijos de Dios no son los que nacen de carne ni de sangre, ni de voluntad de varón, sino de Dios.

Solo los que han nacido de nuevo y tienen fe en Cristo serán salvos y heredarán las promesas de Dios.


¡Gracia y Paz!

ÉXODO 30:9



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ÉXODO 23:25



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¿HAY DESEOS DE VENGANZA EN TU VIDA?



¿HAY DESEOS DE venganza EN TU VIDA? 

1 Samuel 26:5-9
“Y se levantó David, y vino al sitio donde Saúl había acampado; y miró David el lugar donde dormían Saúl y Abner hijo de Ner, general de su ejército. Y estaba Saúl durmiendo en el campamento, y el pueblo estaba acampado en derredor de él. Entonces David dijo a Ahimelec heteo y a Abisai hijo de Sarvia, hermano de Joab: ¿Quién descenderá conmigo a Saúl en el campamento? Y dijo Abisai: Yo descenderé contigo. David, pues, y Abisai fueron de noche al ejército; y he aquí que Saúl estaba tendido durmiendo en el campamento, y su lanza clavada en tierra a su cabecera; y Abner y el ejército estaban tendidos alrededor de él. Entonces dijo Abisai a David: Hoy ha entregado Dios a tu enemigo en tu mano; ahora, pues, déjame que le hiera con la lanza, y lo enclavaré en la tierra de un golpe, y no le daré segundo golpe. Y David respondió a Abisai: No le mates; porque ¿quién extenderá su mano contra el ungido de Jehová, y será inocente?”

El rey Saúl había escogido tres mil hombres de su ejército, y había salido a buscar a David con el fin de matarlo. Este pasaje nos cuenta que una noche David y uno de sus hombres, Abisai, se llegaron hasta el lugar donde Saúl había acampado, y descubrieron que el rey y sus hombres dormían. Viendo que estaban totalmente indefensos, Abisai pidió permiso a David para matar a Saúl, diciendo que esta oportunidad había venido de Dios. David pudo haber consentido fácilmente. Lo cierto es que Saúl lo estaba buscando a él para matarlo, así que perfectamente podía considerar el acto como defensa propia. Pero no sólo eso, sino que ya David en una ocasión anterior había perdonado la vida a Saúl cuando pudo haberlo matado (1 Samuel 24). En aquel momento Saúl lloró cuando se enteró de la misericordia de David, y decidió abandonar la persecución, y hasta dijo que David era apto para ser el próximo rey de Israel.

Pero ahora Saúl había reanudado su inflexible acoso. Y de nuevo David lo tenía indefenso frente a él. Bien pudo haber razonado: “Lo perdoné una vez. Dios me está dando esta segunda oportunidad”. Además, Abisai insistía en matarlo. ¡Qué fantástica oportunidad de librarse de aquel que tanto lo odiaba! Sin embargo, David rechazó esos pensamientos porque creía firmemente que no estaba bien matar al hombre que Dios había ungido para que fuese rey de Israel. Y le respondió a Abisai: “No le mates; porque ¿quién extenderá su mano contra el ungido de Jehová, y será inocente?”

Cuando nos tratan injustamente, nos ofenden o nos causan daño, es fácil aprovechar cualquier oportunidad para vengarnos de alguna manera, y después tratar de justificar la acción sobre la base de ese maltrato de que fuimos víctimas, e incluso hasta aseguramos que Dios fue el que facilitó la oportunidad. Sin embargo, estos no son los principios que deben guiar a un hijo de Dios que verdaderamente desea agradar a su Padre celestial. En el Sermón del Monte, Jesús dijo a sus discípulos: “Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen” (Mateo 5:43-44).

Es muy difícil poner en práctica esta enseñanza, pues nuestra naturaleza carnal nos impulsa a hacer lo contrario, como quería Abisai. Pero, al igual que David, nosotros podremos lograrlo si deseamos agradar al Señor. Lo más importante es poner en primer lugar, antes que nuestros sentimientos y nuestros impulsos carnales, los principios de la palabra de Dios, y nuestra disposición a obedecer su voluntad. El apóstol Pablo nos dejó este consejo en su carta a los romanos: “No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor” (Romanos 12:19).

Si estás luchando con un sentimiento de venganza en relación a alguien que te ha hecho daño, haz tuya esta enseñanza, y glorifica el nombre de Dios siguiendo sus preceptos y obedeciendo su voluntad. Déjalo en manos del Señor. Ten la completa seguridad de que él recompensará con creces tu obediencia.

ORACIÓN:
Padre amado, es mi anhelo agradarte siempre, pero cuando se trata de controlar los deseos de vengarme de alguien que me ha herido, me resulta muy difícil obedecer tu palabra. Por favor dame las fuerzas para sobreponerme a estos sentimientos y mostrar tu amor y tu misericordia. En el nombre de Jesús, Amén.

¡Gracia y Paz!

Dios te Habla

sábado, 19 de julio de 2014

ESPARCE AMOR EN EL TRAYECTO DE TU VIDA...



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¿QUÉ SON LA MISERICORDIA Y LA GRACIA DE DIOS?




¿Qué son la Misericordia y la Gracia de Dios?

Efesios 2:4-9
“Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe”.

El amor de Dios es tan grande que no tuvo en cuenta que estábamos “muertos en pecados” y que le habíamos dado la espalda, y derramó su gracia sobre nuestras vidas enviando a su Hijo a morir por nosotros. Romanos 6:23 dice que “la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro”. Aquí vemos dos características fundamentales de la personalidad de Dios: su misericordia y su gracia. La misericordia de Dios se manifiesta cuando él no nos da lo que merecemos: la muerte espiritual y el castigo eterno. Su gracia se pone de manifiesto cuando nos da lo que no merecemos: el perdón y la vida eterna a través de Cristo. Esta pequeña historia ilustra estos dos conceptos:

Agustín de Hipona fue un hombre nacido en el norte de Africa a mediados del siglo IV. Durante su juventud vivió una vida lujuriosa e inmoral, la cual narra con vergüenza en su libro “Confesiones”. Este libro es un relato autobiográfico de su jornada espiritual; es una obra maestra de investigación psicológica del corazón del hombre ante Dios. En su libro, Agustín narra que en medio de aquella vida de placeres sexuales y codicia había un constante vacío imposible de llenar. Un día conoció a Jesús, abrió su corazón al Señor y su vida cambió totalmente. Después de su conversión, Agustín renunció a todas sus posesiones, fundó un monasterio y se retiró por tres años a orar y meditar en la Palabra de Dios. Allí escribió varios libros y algunos poemas. A continuación un párrafo de uno de sus libros:

"Alabado y glorificado seas, Dios mío, fuente inagotable de gracia y misericordia. Yo cada día me iba haciendo más miserable y tú cada día te ibas acercando más a mí. Ya tu mano diestra y poderosa me iba a asir para sacarme del lodo y lavar todas las manchas, y yo no lo sabía. Ninguna cosa me estimulaba más para salir de los deleites carnales en que estaba atrapado, que el miedo a la muerte y a tu juicio final".

El siguiente poema fue escrito por este hombre de Dios:

Busqué al Señor y luego supe
que él movía mi alma para buscarlo,
buscándome él a mí.
No fui yo quien te encontró, oh Salvador verdadero,
no... yo fui encontrado por ti.

Tú extendiste tu mano y tomaste la mía;
caminé y no me hundí en el furioso mar de la tormenta.
No fue tanto que yo me asiera de ti,
como que tú, amado Señor, me asiste a mí.

Ahora siento una infinita paz
y sólo amor es mi respuesta a ti, Señor;
aunque la espalda te di, tú me salvaste
porque siempre me amaste, Señor.

¿Alguna vez has sentido lo mismo que este hombre?

Así se manifiesta la misericordia de Dios, al no darnos lo que merecemos. La gracia de Dios, por el contrario se revela al darnos lo que no merecemos. Todo por su infinito amor. Así dice Romanos 5:8: “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”.

¡A él sea la gloria y el imperio por los siglos de los siglos!

ORACIÓN:
Alabado seas, Dios de eterna bondad. Te doy gracias en este día porque no tuviste en cuenta mis miserias y mis pecados para derramar sobre mí tu misericordia y tu divina gracia. Por favor, ayúdame a corresponder a tu infinito amor, por medio de mi entrega y mi obediencia a ti. En el nombre de Jesús, Amén.


¡Gracia y Paz!

Dios te Habla