martes, 12 de junio de 2012

¡MILAGROS Y FE!

"Es, pues, la fe… la convicción de lo que no se ve". – Hebreos 11:1.
"Bienaventurados los que no vieron, y creyeron". – Juan 20:29.

Al aludir al primer milagro de Jesucristo en unas bodas en Caná (Juan 2:1-11), alguien ironizaba diciendo: –¿Piensa usted que verdaderamente se puede cambiar agua en vino?

El ser humano quisiera comprender y explicar todo, y ante todo no ser tomado por un ingenuo. Pero lo que caracteriza los milagros es precisamente el ser inexplicables.

Los milagros de Jesús demostraban su poder y amor divino. Jesús, quien “sabía lo que había en el hombre”, no se fiaba de los que habían contemplado sus milagros, sin que sus corazones fuesen tocados (Juan 2:23-25). Pero la fe no se apoya en las cosas visibles, aun cuando son sobrenaturales, sino en la Palabra de Dios, en lo que el Señor dice. Los discípulos “creyeron la Escritura y la palabra que Jesús había dicho” (Juan 2:22).

Hoy Jesús quiere cumplir el más grande de los milagros en su vida: la transformación radical de su ser interior. “No seas incrédulo, sino creyente” (Juan 20:27). “Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo” (Romanos 10:9).

Por último tenemos que advertirles que no todos los milagros son de origen divino; existen “señales y prodigios mentirosos”, “por obra de Satanás” (2 Tesalonicenses 2:9). En el día del juicio algunos dirán al Señor: “En tu nombre hicimos muchos milagros. Y entonces les declarará: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad” (Mateo 7:22-23).

"Gracia y Paz"
La Buena Semilla

CUANDO LA EVIDENCIA NO SE HUNDE

Un tripulante era francés; el otro, italiano. El barco era de matrícula yugoslava y el cargamento procedía de Egipto. El mar era el Adriático y la lancha patrullera era de Italia. Y el reflector de la lancha patrullera apuntó al barco, y el francés y el italiano decidieron hundirlo. Llevaban dos toneladas de hachís, en setenta y nueve bolsas plásticas.

Los dos hombres se lanzaron al mar, con la esperanza de que el hundimiento borrara toda evidencia. Sin embargo, para su sorpresa, todas las bolsas flotaron. La lancha patrullera los rescató del mar a ellos y a cada una de las bolsas. Fueron condenados por contrabando de drogas.

Es algo terrible cuando se comete un delito pensando que pueden borrarse todas las pruebas, y éstas aparecen al poco tiempo brillando como luceros. El asesino queda anonadado; el ladrón queda estupefacto; el estafador queda confundido. ¿Y qué del marido?

Hay esposos que piensan que pueden engañar impunemente a su esposa, y quizá lo hagan varias veces sin ser descubiertos. Pero a la postre los delata un cabello rubio en la solapa, o una carta que queda olvidada en un bolsillo, o una factura por joyas que no han sido regalo para la esposa, o una llamada telefónica anónima. Y comienza la tragedia familiar.

Un antiguo proverbio español dice: «El diablo hace las ollas, pero no las tapas.» Tarde o temprano, el delito se descubre; la falta se evidencia; el pecado se delata solo. Y entonces vienen la confusión, la vergüenza, el hundimiento del prestigio, la ruina de la felicidad.

Antes de que las bolsas de evidencia salgan a flote en la superficie, dejemos de hacer lo malo. Esos votos de amor y de fidelidad que se hicieron ante los testigos, ante la novia y ante Dios todavía están vigentes. Además, nadie puede detener el reloj del tiempo, y de aquí a veinte o treinta años será cuando más necesidad habrá del refugio de una compañera que haya sido el deleite de la vida desde el día del matrimonio. No echemos a perder esos últimos años por descuidar los primeros.

Ahora es el tiempo de edificar un hogar sólido. Todo matrimonio puede lograrlo. Sólo hay que dedicar algún tiempo del día para hablar los dos con Dios, haciendo de Él el huésped permanente del hogar.

"Gracia y Paz"
(Hermano Pablo)

VANIDAD DE VANIDADES

“Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. Porque Dios traerá toda obra a juicio” Eclesiastés 12:8, 13-14.

Después de estas palabras desesperanzadoras del Eclesiastés, Jesucristo vino y se ofreció para reconciliarnos con Dios y darnos una esperanza. Todo cambia para los que reciben esta gracia divina. Su vida cobra sentido y la ponen al servicio del Dios vivo, con quien cultivan una relación real y feliz.

Pero, ¿cómo experimentar esto si dejamos de lado la Biblia, la cual nos revela el plan de Dios para nosotros? Es imprescindible aferrarse a su Palabra, pues ella nos presenta todas las enseñanzas que necesitamos. A partir de ahí podremos servir a Dios y él dará un sentido a nuestra vida. La Palabra de Dios crea, confirma y enriquece nuestra fe; al mismo tiempo despierta nuestra esperanza y nos hace capaces de amar.

Es muy peligroso crearse un dios según sus propias ideas. Empecemos por el principio, abriendo nuestras Biblias con un corazón humilde y sincero. De este modo, poco a poco comprenderemos los pensamientos de paz que Dios tiene para nosotros, su plan de amor y sus bendiciones reservadas a todos los que le aman.

La Biblia nos enseña cada día respecto a las incertidumbres de la vida, nos ofrece soluciones concretas cuando estamos desanimados, solos o con dudas. También nos enseña a conducirnos en la vida activa, en los períodos de prueba. Sí, la Biblia siempre responde a la circunstancia por la que estamos pasando.

“Gracia y Paz”
La Buena Semilla

DERRUMBE MORAL



En el libro de Judas, leemos de un día futuro tan malvado y vil, y que Dios vendrá con sus santas decenas de millares para hacer juicio por todas las obras impías. Judas profetizó que los hombres se entregarán a sus deseos sucios de lujuria, siendo burladores, sensuales, “que espuman su propia vergüenza” (Judas 13).  Esto se refiere a una sociedad de fornicadores corruptos que van “en pos de vicios contra naturaleza”, lo cual se refiere a la rampante homosexualidad.

Hoy día, América no es la única nación que ha quitado los límites morales. El derrumbe moral está en todo el mundo, y se está volviendo muy evidente que Satanás está vomitando las abominaciones del infierno sobre la humanidad. Este es un tiempo, se nos advierte en las Escrituras, cuando el diablo tratará de seducir a los elegidos de Dios.

Judas miró hacia adelante, en esos tiempos viles, malvados, y vio algo más, algo muy inspirante y milagroso. En medio de toda la inmoralidad y degradación en aumento, él vio un pueblo “llamados, santificados en Dios Padre, y guardados en Jesucristo” (Judas 1).

No importa cuán corrupto se vuelve este mundo en los días venideros – no importa cuán demoniacos sean los medios de comunicación, TV y películas, no importa cuánto aumenta la adoración a los diablos, no importa cuánto tratan de forzar su agenda los homosexuales en la sociedad, no importa si el mismo diablo camina por las calles – Dios va a preservar a sus hijos. Él va a preservar para sí mismo un pueblo santificado, santo. El los cuidará del malvado, y ellos se fortalecerán en fe y devoción, mientras los impíos corren hacia la destrucción.

Escuchen la palabra del Señor: “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es el que os llama, el cual también lo hará” (1 Tesalonicenses 5:23-24).

David dijo, “Porque Jehová…no desampara a sus santos. Para siempre serán guardados” (Salmo 37:28). “Cercando andan los malos…Tú Jehová, los guardarás; de esta generación los preservarás para siempre” (Salmo 12:7-8).

Que esta oración del apóstol Pablo sea su oración y mía en los tiempos malos y turbulentos que tenemos por delante: “El Señor  me librará de toda obra mala, y me preservará para su reino celestial” (2 Timoteo 4:18).

¡Regocíjese! Dios ha pactado guardar y preservar a todos aquellos que confían plenamente en él.

“Gracia y Paz”
(David Wilkerson)

¿BONDAD O MISERICORDIA?



 Tito 3:4-5
“Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna."

A veces creemos que la bondad de Dios y su misericordia son la misma cosa. Realmente ambas son atributos de nuestro Padre celestial, pero entre ellas existe una diferencia. ¿Qué es, pues, la bondad y qué es la misericordia? Primero veamos lo que dice el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española:

BONDAD: Natural inclinación a hacer el bien.

MISERICORDIA: Atributo de Dios, en cuya virtud perdona los pecados y miserias de sus criaturas.

La bondad es una de las características de Dios. Dios es bueno. De hecho, él es el único bueno. En Mateo 19:17, Jesús le dice al joven rico: “¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno sino uno: Dios.” La bondad de Dios afecta a todos los seres humanos. Como Dios es amor (1 Juan 4:8), es natural que desee hacer bien a todo el mundo. El sol sale para todos (creyentes y no creyentes). De igual manera la lluvia, y todas las cosas necesarias que provienen de la naturaleza. Ahora bien, la misericordia de Dios, aunque es una manifestación de su bondad, se aplica sólo a aquellos que la buscan a través del sacrificio de Cristo.

El pasaje de hoy nos habla de la bondad de Dios y de su misericordia, y también de su gracia. Dice que la bondad de Dios se manifestó para salvarnos por medio de su misericordia en Cristo Jesús. O sea, somos salvos por la misericordia de Dios. Sin embargo, aunque Dios es bueno, es su justicia la que se aplica sobre todos aquellos que, al no aceptar a Jesucristo como Salvador, se han condenado a sí mismos (Juan 3:18). Dios sigue siendo bueno, pero en este caso no se manifiesta su misericordia sino su justicia. Se puede definir también la misericordia de Dios como la acción de no darnos lo que merecemos. La gracia, por el contrario es darnos lo que no merecemos. Cuando aceptamos a Jesucristo como Salvador, Dios en su inmensa misericordia no nos da el castigo que merecíamos. Por otro lado, por su gracia nos da la vida eterna, la cual no merecíamos.

En Nehemías 13:22 dice este siervo de Dios: “También por esto acuérdate de mí, Dios mío, y perdóname según la grandeza de tu misericordia.” Cuando hemos hecho algo malo con lo cual hemos ofendido al Señor, oramos: “Padre, ten misericordia de mí”, no decimos: “Padre, sé bueno conmigo”. En este caso necesitamos de su misericordia. Cuando tenemos alguna necesidad, ya sea dinero para pagar la renta, o un carro o alguna otra cosa ya sea material, física o espiritual entonces acudimos a su bondad. No es siempre fácil diferenciar una de la otra, pues ambas son parte intrínseca del carácter de Dios, pero en estos casos se puede notar una diferencia. Hay otros casos en que es más difícil diferenciar una de la otra. Por ejemplo, en el Salmo 25:7, el salmista habla de ambas indiferentemente: “De los pecados de mi juventud, y de mis rebeliones, no te acuerdes; conforme a tu misericordia acuérdate de mí, por tu bondad, oh Jehová.”

Pero, por sobre todas las cosas, lo más importante es que podemos estar seguros de que tenemos un Dios bueno y de infinita misericordia, al cual podemos acudir en busca de perdón y restauración cuando hemos caído en pecado, si hemos aceptado el sacrificio propiciatorio de Jesucristo en la cruz del Calvario. Por eso debemos vivir agradecidos de él, y corresponderle con nuestra obediencia y nuestro servicio cada día de nuestras vidas.

ORACIÓN:
Amante Padre celestial, te doy gracias de todo corazón por tu bondad y tu misericordia. Porque a través de tu misericordia me has perdonado, y por tu bondad recibo día tras día tantas y tantas bendiciones. Ayúdame a corresponderte siendo obediente a tu Palabra y agradándote con mi testimonio. En el nombre de Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”
Dios te Habla

EL AGUACATE


Propiedades del Aguacate como protector cardiaco.

Es una fruta de origen tropical que contiene minerales, vitaminas, ácidos, aminoácidos, más que cualquier otra, por lo que resulta curativa para varios padecimientos. Tiene una gran cantidad de vitamina E, la cual sirve para proteger contra las enfermedades cardiacas.

El alimento como curación

Desde siempre se utilizó a los alimentos como método de curación. Acontece que en esta época por los grandes adelantos tecnológicos, científicos y médicos, todo se ha modificado. Pero como siempre, todo vuelve. Hipócrates, el padre de todas las medicinas, decía: “Que tu medicina sea tu alimento, que tu alimento sea tu medicina”.

Aquí conoceremos las propiedades curativas que tiene el aguacate (aunque debemos entender que no actúa como los fármacos de acción directa e instantánea). Éste, además de ser sabroso, en su pulpa contiene gran cantidad de ácidos grasos monoinsaturados, muy apropiados para el control de colesterol y de los trigliceridos; además aporta vitaminas del grupo B que también ayudan a tener un efecto protector sobre el músculo cardíaco, para lo cual conviene consumir dos aguacates por semana.

El aguacate es una fruta que mejora la calidad de vida al contar con la mayoría de elementos requeridos para una dieta saludable, previniendo enfermedades y, en algunos casos, sanándolas.

El aguacate es un fruto de origen tropical, proviene de un árbol lauráceo de gran tamaño, frondosidad y verdor. Oficialmente se dice que su origen es en América Central, aunque también hay quien acredita su nacimiento en las Antillas o, incluso, como sugiere su nombre científico (Persea gratissima), en la remota Persia.

Por su forma, similar a una pera de corteza verde intenso y con un hueso ováceo en el centro, los aztecas le dieron el nombre de ahuacatl, que significa testículo (así sentaron las bases de su leyenda afrodisíaca).

Componentes que posee

Esta fruta contiene una serie de vitaminas, ácidos, aminoácidos y minerales que lo hacen sumamente saludable, e incluso una buena opción para los problemas cardiacos (entre otros). Tiene diez vitaminas, entre las que se destacan la vitamina E, el ácido fólico y el glutatión. Asimismo, diez ácidos grasos, de los cuales cinco son mono y poli-insaturados, destacándose los Omega-9, Omega-7, Omega-6 y Omega-3. Este último forma parte de la protección contra el cáncer. Así también contiene β-Sitosterol, el cual previene la acumulación de colesterol.

Posee, además, diez aminoácidos esenciales (Arginina, Fenilalanina, Histidina, Isoleucina, Leucina, Lisina, Metionina, Treonina, Triptófano, Valina) los cuales son requeridos en la síntesis de proteínas y para un mejor metabolismo celular.

Está compuesto por diez elementos minerales: Calcio, Cobre, Fósforo, Hierro, Magnesio, Manganeso, Potasio, Selenio, Sodio y Zinc. Todos ellos empleados para el buen funcionamiento del metabolismo celular y la circulación sanguínea.

Todos estos compuestos, en conjunto, al consumirse en una sola fruta de aguacate, promueven una vida sana, vitalizan el sistema inmunológico, mejoran la visión, protegen a las células de los daños por estrés, previenen las enfermedades cancerigenas y del hígado, mejoran la digestión de alimentos y protegen el músculo cardiaco.

Por qué aliado del corazón

Contiene ácido oleico, el cual es un tipo de grasa que ayuda a reducir los niveles de colesterol. Su consumo, debido a la calidad de su grasa, está especialmente recomendado en dietas de control de colesterol, aunque por su elevado aporte calórico se debe cuidar la cantidad a ingerir.

Según un nuevo estudio, el aguacate tiene casi el doble de vitamina E de lo que se pensaba. A esta vitamina se la conoce por retrasar el proceso de envejecimiento y proteger contra las enfermedades cardiacas y los tipos comunes de cáncer. Después del aguacate, las frutas con mayor contenido de vitamina E son el kiwi, la nectarina, las uvas y el durazno.

De acuerdo con este mismo estudio, entre los fitoquímicos hallados en los aguacates se encuentra el glutatión, que funciona como un antioxidante similar a la vitamina E. La fruta también contiene cuatro veces más beta sitosterol que cualquier otra, lo cual ayuda a reducir el colesterol.

Otros beneficios que aporta

Según cuenta el médico nutricionista brasileño Paulo Eiró Gonsalves, en su Libro dos alimentos, “terapéuticamente hablando, el aguacate es una verdadera farmacia”. Sus hojas en infusión son buenas para la vesícula, son digestivas, antiflatulentas, diuréticas, antirreumáticas y resulta ser un alivio seguro para la bronquitis, los ronquidos y los dolores menstruales. En aplicación local, tienen cierto poder antiinflamatorio y calman el dolor de cabeza. El aceite que se obtiene de su pulpa se lo emplea para dar masajes contra la gota y el reumatismo o como loción para combatir la caspa o la caída del pelo.

También tiene otras virtudes dermatológicas. Sirve de base a numerosos productos cosméticos: cremas, jabones, emulsiones hidratantes. Su pulpa carnosa contribuye a la regeneración de los tejidos. Por último, el corazón de la fruta, tostado y molido hasta convertirse en harina, combate la diarrea.

Por su bajo contenido en hidratos de carbono, puede ser ingerida (con moderación) por los diabéticos.

SIEMPRE CONSULTA A TU MEDICO, para que mantengas tu cuerpo sano; “He aquí Yo les traeré sanidad y medicina; y los curaré y les revelaré abundancia de paz y de verdad” (Jeremías 33:6), ¿o ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? (1 corintios 6:19). Y dijo Dios: He aquí que os he dado toda planta que da semilla, que está sobre toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os serán para comer (Génesis 1:29).

“Gracia y Paz”
Fuente: Gastronomía, Salud.

MORIR PARA PODER SERVIR: UNA PARÁBOLA


 Juan 12:23-26
“Jesús les respondió diciendo: Ha llegado la hora para que el Hijo del Hombre sea glorificado. De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto. El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará. Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará”

Había una vez dos granos de trigo que estaban en el piso de un cálido y acogedor granero. Pero un día, el granjero entró y les dijo: "Quiero sacarlos de este cómodo granero y plantarlos en tierra. Voy a ponerlos en el terreno frío y a cubrirlos con tierra. Será algo tenebroso, y ustedes morirán. Pero les aseguro que se multiplicarán y se volverán muy fructíferos".

El primer grano de trigo rechazó la sugerencia. "¡De ninguna manera!", dijo. "No cuentes conmigo. Me gusta mi comodidad, y no quiero morir cubierto de tierra". Pero el segundo, después de considerar cuidadosamente el dolor y angustia de la muerte, decidió que la promesa de una cosecha futura valía la pena el sacrificio. Así pues, el agricultor lo llevó afuera y lo plantó en la tierra, y dejó al otro grano dentro del granero.

Unos días más tarde, apareció un pequeño brote verde en el lugar donde había sido plantada la semilla. Tiempo después creció y se convirtió en un gran tallo de trigo que produjo cien granos más. Durante los siguientes cuarenta años, el agricultor plantó todas las semillas que se habían originado del primer grano de trigo, y año tras año, la cosecha era cada vez mayor. En cambio, el grano de trigo que se quedó en el granero se mantuvo allí solo, sin multiplicarse jamás --pero muy cómodo.

¿Cuál grano de trigo es usted? ¿No corre riesgos, o ha dejado que Cristo lo plante en el mundo? La única manera de llegar a ser útil y fructífero en el reino de Dios es abandonar los deseos egoístas, salir del cascarón y servir al Señor sirviendo a los demás.

“Gracia y Paz”
Meditación Diaria

VIVIENDO CON INTEGRIDAD Y TESTIMONIO




Hechos 10:1-2
“Había en Cesarea un hombre llamado Cornelio, centurión de la compañía llamada la Italiana, piadoso y temeroso de Dios con toda su casa, y que hacía muchas limosnas al pueblo, y oraba a Dios siempre”.


Este hombre, Cornelio, era de reputación y renombre, era piadoso y temeroso de Dios, él y toda su casa, es decir, que tenía su casa en orden y sujeción, eran una familia de testimonio público y eran temerosos de Dios. El hacía buenas obras, ayudaba a los demás, ayudaba al pueblo. Según el texto él era justo, hacía y daba limosnas, ayudaba al necesitado, en todo lo que podía ayudaba al pueblo. Era un hombre de oración. Su habitación como dice Salmos 91, era estar en la presencia del Altísimo (El Señor) siempre.

No importan la posición en la que nos encontremos:

-Debemos ser piadosos, de testimonio, amar a Dios por sobre todas las cosas.

-Buscar siempre hacer la voluntad de Dios, amar Su Palabra y obedecerla, sabiendo que es mejor obedecer a Dios antes que a los hombres.

-No buscar el bien propio sino el de los demás.

-Procurar tener una casa ordenada y que la familia a la que pertenecemos si tenemos una familia, sea temerosa de Dios y sujeta a La Palabra. Si no tenemos familia y estamos solos, aun así procurar estar firme en el Señor, hacer Su Voluntad. Dar testimonio a los que nos rodean y enseñar a los que nos rodean que Dios es más que suficiente.

-Debemos hacer el bien. Restituir a quienes tenemos que restituir devolviendo el bien a los demás. Dar a los demás de lo que tenemos, dar limosnas, dar apoyo, dar amor a los necesitados, dar de nuestro tiempo. Los que están en eminencia deben dar a los pobres, deben dar al pueblo. Los que tienen posición de pastor, no alimentarse de ellas, sino también dar como David lo hizo. Como Salomón lo hizo.

-Las mujeres deben dar consejos, pensar en la próxima generación ¿qué va a pasar con ella? Con esa generación? deben también ayudar al necesitado, dar al que no tiene. Hay muchas necesidades a nuestro alrededor. Necesidades materiales, espirituales y físicas, hay necesidades emocionales. Todos debemos dar de lo que tenemos.

-Debemos ser cristianos de oración. Dice el texto que el oraba siempre y por eso Dios se le reveló, debemos orar para poder escuchar la voz de Dios. Debemos orar para interceder por otros también, debemos orar por los necesitados, por los que no conocen a Dios, los que no tienen a Cristo en su corazón, por los gobiernos, los presidentes de nuestra nación y equipo de gobierno. Debemos orar, orar, orar. Orar siempre.

Que Dios les bendiga y derrame sobre cada persona su Gracia y Amor y ese deseo de vivir piadosamente, ordenadamente. Dando y sirviendo a los demás y orando siempre.

Si tienes ese deseo de tener estas cosas ora a Dios y si hay áreas desordenadas en tu vida, no temas, ven a Dios y pídele que te ayude a seguir ordenando tu vida. Dios hará. Te ayudará, te fortalecerá, en el Nombre de Jesús. No somos perfectos y siempre tenemos áreas que perfeccionar y siempre estar ordenando. Debemos orar para que Dios, Jehová de los ejércitos nos ayude a mantenernos ordenados.
  
“Gracia y Paz”

LA LEY DEL PECADO Y DE LA MUERTE




Romanos 8:2
“Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte”.




Aquí se trata de dos leyes; la primera, la ley del pecado y de la muerte, es nuestro estado natural antes de conocer a Cristo. En ese estado, pecamos tan naturalmente como los peces nadan, sin instrucción ni dificultad; y esto sucede porque en nuestro estado natural, antes de conocer a Cristo, no hay vida espiritual. Tal vez vemos lo que es nuestro deber, conocemos nuestras obligaciones, pero nuestra carrera es de pecado y desobediencia a Dios.

Ahora bien, cuando venimos a Cristo y entregamos nuestro corazón a él, nacemos la segunda vez, o sea, nacemos del Espíritu, y se introduce una nueva dinámica; la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús. Nuestros pecados son perdonados y empezamos a seguir a Cristo y obedecer a Dios. Pero todavía estamos en la carne, todavía estamos en este mundo, y a veces nos caemos, y eso muy fuerte. Pero podemos pedir perdón de Dios, y reanudar nuestro compañerismo con El. Nuestra senda es para arriba generalmente; tal vez van a haber vueltas y caídas pero nuestro camino sigue cuesta arriba hacia la Ciudad Celestial, El Nuevo Jerusalén. Si nuestra senda sigue generalmente el curso de este mundo, todavía no hemos sido librados de la ley del pecado y de la muerte.

“Gracia y Paz”