viernes, 6 de marzo de 2015

¡ORA SIEMPRE!


Es tan importante la oración en la vida Cristiana que Dios nos exhorta:

a “Orar sin cesar” (1 de Tesalonicenses 5:17)
a “Ser sobrios y velad en oración” (1 de Pedro 4:7)
a “Gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración” (Romanos 12:12)
a “Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias” (Colosenses 4:2).

¡Gracia y Paz!

¡TODO LO QUE NECESITAMOS PARA ENFRENTAR NUESTRAS SITUACIONES EN LA VIDA, ESCRITO ESTÁ!



1 Juan 1:1-4
“Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida (porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó); lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo. Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido”

Existe un dicho que dice: “Ponlo en blanco y negro”, queriendo decir: “Escribe en un papel lo que estás diciendo”. O sea, cuando una promesa se escribe en un documento adquiere un valor que no tenía antes. Las palabras “se las lleva el viento” o se pueden modificar al repetirlas. Sin embargo, cuando son escritas no dependen de la memoria y no se pueden cambiar ni ignorar fácilmente.

En el Antiguo Testamento, cada vez que Dios habló al pueblo de Israel, dijo a sus profetas que escribiesen lo que él había dicho, pues no quería que sus palabras se olvidaran ni se tergiversaran. Por ejemplo, en Deuteronomio 5:22 Moisés le dice a los israelitas: “Estas palabras habló el Señor a toda vuestra congregación en el monte, de en medio del fuego, de la nube y de la oscuridad, a gran voz; y no añadió más. Y las escribió en dos tablas de piedra, las cuales me dio a mí”. También el profeta Habacuc escribió: “Y el Señor me respondió, y dijo: Escribe la visión, y declárala en tablas, para que corra el que leyere en ella” (Habacuc 2:2). En muchos otros lugares en la Biblia vemos claramente la intención de Dios de dejar plasmada su voluntad por escrito.

En el Nuevo Testamento vemos el mismo patrón de escribir para la posteridad. Los apóstoles, que fueron testigos presenciales de las obras y los milagros de Jesús y escucharon de sus labios las enseñanzas de su evangelio, las escribieron bajo la dirección del Espíritu Santo. El apóstol Juan dice en el pasaje de hoy: “Lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros”. Y después añade: “Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido”. Otros, como Pablo, Lucas y Santiago fueron también inspirados por el Espíritu Santo para plasmar en sus cartas las instrucciones para una vida de comunión con Dios. Todo lo que está escrito en la Biblia fue inspirado por Dios, “a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Timoteo 3:16-17).

Mientras se preparaba para comenzar su ministerio aquí en la tierra, Jesús se enfrentó a Satanás en el desierto, y cada vez que el diablo intentó hacerle caer en tentación, el Señor le contestó con palabras que habían sido escritas siglos antes por hombres inspirados por el Espíritu de Dios. En Mateo 4:4 le dijo a Satanás: “Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Deuteronomio 8:3). En Mateo 4:7, “Jesús le dijo: Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios” (Deuteronomio 6:16). Y por tercera vez (Mateo 4:10), Jesús le contestó: “Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás” (Deuteronomio 6:13). Y finalmente el diablo tuvo que irse sin lograr su objetivo.

Cuando leamos cada día la palabra de Dios, cuando meditemos en ella, y la apliquemos a nuestras vidas, estaremos preparados para enfrentar absolutamente todas las circunstancias que se nos presenten en la vida, por difíciles que éstas sean, y obtendremos la ayuda que necesitamos porque estas palabras son “poder de Dios” (1 Corintios 1:18). De esta manera, cuando nos encontremos ante la tentación, o en medio de una difícil prueba, o en momentos de tristeza o soledad, debemos recordar este versículo que viene bien en nuestra situación, y decir con confianza “Escrito está”, pues Dios ha provisto en su palabra desde hace mucho tiempo el poder para que salgamos triunfantes.

ORACIÓN:
Padre santo, gracias te doy por haber previsto con anticipación la solución para cada situación en la que me voy a encontrar en mi vida, y por haber escrito la fórmula del triunfo. Ayúdame a escudriñar tu santa palabra cada día de mi vida, y a recordarla en el momento en que necesite usarla. En el nombre de Jesús, Amén.

¡Gracia y Paz!

Dios te Habla