lunes, 20 de febrero de 2017

Débora


Jueces 5:7

“Ya quedaba poca gente en las aldeas de Israel, hasta que Débora surgió como una madre para Israel”.

Los Israelitas se convierten en un pueblo sedentario y  comienza la acumulación de bienes.  Desde ese momento, y hasta que aparezca la monarquía, el Pueblo de Israel es gobernado por Jueces. Son líderes carismáticos, surgidos del pueblo y cuya preocupación fundamental es que no se pierdan las raíces que habían permitido que varios grupos nómadas se constituyeran en una comunidad.

Dos problemas fueron los que tuvieron que enfrentar: el ansia de poder y riqueza y los pueblos vecinos, agrícolas y ganaderos, con los que los israelitas se relacionan. Uno de esos pueblos vecinos con quien tuvo mayor influencia fue el pueblo cananeo. 

Baal era el dios de los cananeos. Los cananeos debían buscar la forma de que Baal les fuera favorable. Tenían que comprar su benevolencia, para lograrlo, su religiosidad se basaba en ofrecer sacrificios a Baal, a los cuales su dios debería responder con una generosa producción agrícola y ganadera. Yahvé era el Dios de los israelitas. Un Dios que miraba el corazón del hombre. 

La inferioridad de la mujer en el pueblo de Israel era similar a la de otros pueblos y otras épocas. Su testimonio no era válido frente a un tribunal. Su palabra no era de fiar. Yahvé hace surgir una “sorpresa” en la historia de su pueblo. Esa sorpresa se llama Débora. Una mujer que sentada bajo una palmera resolvía los pleitos que le presentaban los israelitas. Vivía en la tierra de Efraín, lejos de los centros de poder. Débora tiene una visión y llama a Barac para que dejando en ridículo a los cananeos, los israelitas vuelvan al camino de Yahvé que habían abandonado. Barac se niega a hacer nada si Débora no va con él.  

Es así como una mujer se convierte en Juez y Profetisa del pueblo de Israel, fiel a Yahvé, en contra de todas las tradiciones, en un mundo donde los varones tenían todas las responsabilidades sociales y religiosas. Ella convoca a las tribus de Israel para emprender una guerra contra Yabín, el rey cananeo, y Sísara, capitán de su poderoso ejército. La intervención de Yahvé da la victoria a las exiguas tropas que comandaban Débora y Barac. El general Sísara encuentra una violenta e impresionante muerte a manos de una mujer. Como consecuencia el país tuvo paz durante cuarenta años.

Ni antes ni después de Débora encontramos en la Biblia el caso de otra mujer a la que acudieran los hijos de Israel, reconociendo su autoridad. Y no acudían para pedir consejo, acudían para someterse a juicio. Alguien que ni siquiera podía ser testigo se convierte en Juez. Ejerce un liderazgo que no se repetirá por parte de ninguna mujer a lo largo de la historia de Israel.

(Jueces capítulos 4 y 5)


¡Gracia y Paz!


¡EMPIEZA HOY CUMPLIENDO!


¡EMPIEZA HOY CUMPLIENDO!

Mateo 5:37, Tito 2.6-8; Isaías 33:15-16; Salmos 15; 1 Timoteo 3:7; Santiago 1:22.

Ir a ver una función en el cine o en el teatro, es muy agradable. Sentir la aventura de una película de acción,  ser testigos de un logro por la televisión o simplemente   presenciar el romance de una telenovela, nos hace sentir que somos parte de la historia. Todos estos sentimientos son basados en hechos que no son reales y aunque es entretenido para nosotros, tenemos que recordar que simplemente somos observadores de esas historias que tanto disfrutamos.

No hay nada malo en disfrutar esto pero, no podemos hacer lo mismo con la vida cristiana. En Santiago 1:22 Dios nos manda a ser hacedores y no solamente ser espectadores y oidores de las maravillas de Dios.

Ir a la iglesia y oír una predicación es necesario para aprender lo que Dios espera de nosotros, pero, vivir de la libertad que tenemos en Cristo es ir caminando con Él en Su Palabra. Ser hijos de Dios nos da la oportunidad de mostrar nuestro compromiso irrefutable de ser íntegros ante Él cumpliendo Su Palabra en obediencia (Tito 2:6-8).

Al cumplir lo que Dios pide de nosotros tanto en integridad como en obediencia, podremos ser de testimonio para otros y así mostraremos a Cristo sin la necesidad de hablar, sino tan sólo con mostrar nuestras vidas (1 Timoteo 3:7).

Es necesario empezar a cumplir con nuestra función como hijos de Dios hoy, teniendo en cuenta que nuestro caminar con Cristo es evidencia de ser verdaderos discípulos de Jesús (Salmos 15).

William Carey (Misionero) dijo: “Espera grandes cosas de Dios, intenta grandes cosas para Dios”. ¿Deseas dejar de ser un espectador de las maravillas de Dios? Empieza hoy a cumplir Su Palabra y serás parte de la obra que Dios está haciendo en Su iglesia.

Sé parte de las grandezas de Dios.

Cumple con el discipulado, la oración y la lectura de Su Palabra.

¡Que tú sea !


¡Gracia y Paz!


D.Harvest