sábado, 2 de febrero de 2013

NOS DIO VIDA



Efesios 2:1
“Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados”.

Sin duda alguna cuando el hombre llega a Dios, llega en una condición deplorable. Cubierto de orgullo, vanidad, vana sabiduría, lleno de pecados, delitos; hasta rechazado por la sociedad, los amigos o la familia. Con una vida vacía y poco fructífera, separados de Dios, entregados a una mente reprobada que de continuo buscaba el mal.

Y esto es lo hermoso de Cristo, que sin importar la condición en que lleguemos, Él nos transforma, nos da una vida, un nuevo rumbo y sentido a nuestra desgastada vida. Toma todo eso despreciado por la sociedad y nos hace nuevas criaturas, nos hace sentar en lugares privilegiados donde jamás imaginamos estar.

Recodar de donde nos sacó Dios, nos hace ser agradecidos con Él y mantenernos firmes, para no volver atrás. Gracias Jesucristo, porque hasta aquí tu nos has sido fiel, nos has rescatado y nos has ayudado. Gracias Cristo bendito.

“Gracia y Paz”
Verdades Bíblicas

¿TIENES TÚ EL CARÁCTER DE UN SIERVO?



Filipenses 2:1-8
“Por tanto, si hay alguna consolación en Cristo, si algún consuelo de amor, si alguna comunión del Espíritu, si algún afecto entrañable, si alguna misericordia, completad mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa. Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros. Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz”.

Una de las características del ser humano que más se pone de manifiesto en el diario vivir es la falta de amor de los unos por los otros. El egoísmo controla casi todas nuestras actitudes y nuestras acciones. Lo podemos ver en la constante agresividad de los chóferes tratando de adelantarse a los demás en medio del tráfico o en el intento de posesionarse del único estacionamiento disponible en un momento determinado. Se manifiesta en la deshonesta intención de algunos de “colarse” en una fila sin importarles que quizás los que están allí llevan mucho tiempo esperando su turno. Podemos verlo en el deseo de ascender en el trabajo a cualquier costo sin importar si los demás compañeros se perjudican. Es también evidente en la falta de consideración de muchos con las personas mayores y con los incapacitados, y en tantas otras cosas que denotan falta de amor y compasión.

Nada de esto veríamos si nos amáramos los unos a los otros, pues entonces desearíamos el bien de los demás antes que nuestro propio beneficio. En el pasaje de hoy, el apóstol Pablo exhorta a la iglesia de Filipos a que vivan en amor y que no hagan nada por contienda o por vanagloria sino más bien con humildad, “estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio”. No es nada fácil considerar a alguien superior a uno mismo, pues nuestra naturaleza carnal nos impulsa a actuar de manera contraria, es decir a sobre estimarnos. Es imprescindible una gran dosis de humildad que tiene que venir de una fuente sobrenatural, no de nosotros mismos. Tiene que haber en nosotros el mismo sentir que hubo en Cristo Jesús, “el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo”, continúa diciendo Pablo.

“Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo”, escribió Pablo en su carta a los Corintios. Si nosotros imitáramos la manera en que Jesús actuó, el mundo sería totalmente diferente. Si fuésemos humildes como él fue, si tuviésemos el carácter de siervo que él tuvo, seríamos capaces de amar, de servir a los demás y sentir compasión por ellos como él lo hizo. Al pensar en lo que el Hijo de Dios dejó para venir a esta tierra, y la manera en que se humilló a sí mismo llegando a dar su vida en la cruz por nosotros, deberíamos sentir la motivación de imitarlo tratando a los demás con amor y humildad, y hasta considerarlos superiores a nosotros mismos.

Pero tenemos que entender que esto es imposible para nosotros, pero es totalmente posible para el Señor. Hagamos nuestra la declaración de Pablo en su carta a los Filipenses: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. (Filipenses 4:13), y vivamos una vida en la cual el Espíritu Santo esté controlando nuestras acciones. Entonces el carácter de Jesucristo se manifestará en nosotros y seremos capaces de imitar su comportamiento.

Esto sólo se consigue buscando el rostro del Señor en oración cada día y leyendo Su Palabra, meditando en ella y haciendo todo lo posible por aplicarla a nuestras vidas.

ORACIÓN:
Bendito Padre celestial, te ruego me ayudes a actuar con amor y compasión hacia los demás. Dame el carácter de siervo de tu Hijo para que yo pueda humillarme y estimar a otros como superiores a mí mismo, y que tu amor y tu misericordia se manifiesten a través de mí. En el nombre de Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”
Dios te Habla

OJOS NUEVOS



Efesios 1:18
“Alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis […] cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos”.

Hace poco, conocí a una estudiante universitaria que había puesto su fe en Cristo recientemente. Describió así el cambio que experimentó en un primer momento: «Cuando acepté a Cristo como Salvador, sentí como que Dios había extendido su mano desde el cielo y me había colocado un nuevo par de ojos en mis órbitas oculares. ¡Pude entender la verdad espiritual!».

Fue conmovedor escuchar que el encuentro con el Salvador le había dado una nueva percepción espiritual. Pero su experiencia no es una excepción. Todos somos dotados de visión espiritual cuando confiamos en Cristo. No obstante, a veces nos envuelve una «neblina», y los ojos espirituales se oscurecen y se nublan. Esto ocurre cuando descuidamos nuestra comunión con Él.

La oración ferviente de Pablo por la visión espiritual de los creyentes muestra cuán importante es valorar todo lo que Dios ha hecho y hará por nosotros en Cristo. Pidió que los ojos de nuestro entendimiento se iluminaran «para que [supiéramos] cuál es la esperanza a que él [nos] ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos» (Efesios 1:18).

Cada creyente ha recibido un nuevo par de ojos para discernir la verdad espiritual. Mientras mantengamos nuestro corazón en armonía con Dios, Él nos ayudará a ver con ojos espirituales todo lo que nos ha dado en Cristo.

¡Fui ciego, mas hoy puedo ver!

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LEA: Efesios 1:15-21
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“Gracia y Paz”
Nuestro Pan Diario

CÓMO COMPRENDER EL LLAMAMIENTO DE DIOS



Lucas 9:57-62
“Yendo ellos, uno le dijo en el camino: Señor, te seguiré adondequiera que vayas. Y le dijo Jesús: Las zorras tienen guaridas, y las aves de los cielos nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza. Y dijo a otro: Sígueme. El le dijo: Señor, déjame que primero vaya y entierre a mi padre. Jesús le dijo: Deja que los muertos entierren a sus muertos; y tú ve, y anuncia el reino de Dios. Entonces también dijo otro: Te seguiré, Señor; pero déjame que me despida primero de los que están en mi casa. Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios”.

Nuestro Padre celestial tiene planes específicos para cada uno de sus hijos. Con ese objetivo, ha hecho un triple llamamiento a la vida de cada creyente:

Somos llamados a salvación en Jesús. Poner la fe en Cristo como nuestro Salvador da comienzo a una relación personal con Él por medio del Espíritu Santo que mora en nosotros. El Señor quiere que dejemos a un lado la carga de tratar de ganar la salvación por nosotros mismos. Por el contrario, Él nos invita a poner nuestra fe en Él, para que haga su obra de transformación en nosotros (Mateo 11:28, 29).

Somos llamados a permanecer en Jesús. Es decir, a escucharle cuando nos habla por medio de la Biblia; vivir en una dependencia cada vez mayor de Él; aprender a conocerlo más íntimamente; y hacer uso de su poder para tener una vida recta. Jesús nos llama a hacer que nuestra relación con Él sea lo más importante en nuestra vida, y a permanecer en Él todos los días de nuestra vida.

Somos llamados a seguir a Jesús. Seguir a alguien requiere conocer su carácter, sus planes, y cómo desea que los llevemos a cabo. La Biblia nos dice claramente todo lo que necesitamos saber para vivir bajo la dirección de Jesús. La evidencia de que lo estamos siguiendo se mostrará en la actitud, conducta, carácter, conversación y relaciones que tengamos.

Sin la presencia del Espíritu Santo, que recibimos en el momento de la salvación, no podemos permanecer en Jesús (Juan 15:4, 26). Si no permanecemos en Él, no lo conoceremos lo suficiente como para seguirlo. Si decidimos no seguirlo, perderemos el gozo que Dios ha dispuesto para nosotros.

“Gracia y Paz”
Meditación Diaria

INCLINA TU CORAZÓN A LA PRUDENCIA



Proverbios 2:2
“Haciendo estar atento tu oído á la sabiduría; Si inclinares tu corazón á la prudencia”.

En el tiempo actual vivimos la era de información. Hay libros e instrucciones sobre cualquier tema. Pero solo sirven si los usamos. Una llave no abre la puerta hasta que se usa. Hay sabiduría en la Biblia que nos enseña porque estamos en este mundo, como nos perdimos, como nos extraviamos de Dios, porque Cristo murió en la cruz, y lo que Dios espera de nosotros para que podamos ser salvos, dejar que Él cambie nuestras vidas, y tener vida eterna en la ciudad celestial con todos los redimidos.

Así es que Dios nos ha dado toda la información necesaria para tener felicidad y vida eterna. ¿Por qué entonces hay tanta confusión, y todavía vivimos en un mundo lleno de mentiras, caos, crimen y sufrimiento? ES PORQUE NO ESCUCHAMOS A DIOS. NO LEEMOS SU PALABRA. No hay peor sordo que el que no quiere oír. Dios te ofrece vida eterna. Cristo murió en la cruz por tí. ALLÍ TIENES LA LLAVE EN TU MANO, PERO HAY QUE USARLA”.

“Gracia y Paz”
Un Versículo de la Biblia cada Día