jueves, 13 de noviembre de 2014

Hoy caminamos por sendas tan peligrosas que a lo malo le llaman bueno y a lo bueno malo...

Hoy caminamos por sendas tan peligrosas que a lo malo le llaman bueno y a lo bueno malo, “mirad, guardaos de la levadura de los fariseos y de los saduceos” (Mateo 16:6), pero pocos se ponen a comparar con la Biblia lo que se dice desde los pulpitos, allí es donde radica el problema, porque creerán que lo que escuchan es de Dios.

Debemos volver a las Santas Escrituras, las únicas que nos llevaran a la verdad y nos harán libres de la ignorancia y del pecado. Que nuestra oración cotidiana sea para que el Señor nunca se aparte de nuestro lado y nuestro compromiso sea el de buscarlo y conocerlo cada día mejor.


¡Gracia y Paz!

Todo lo que se nos enseñan desde un pulpito...

Todo lo que se nos enseñan desde un pulpito debemos confrontarlo con la verdad de La Palabra de Dios, la cual es la única verdad escrita para nosotros los creyentes, lo demás… son mentiras, y fábulas de mentes distorsionadas, de lobos vestidos de ovejas que quieren desviarnos del camino angosto.

Hoy en día hay muy pocos cristianos que son como los de Berea, que “recibieron la palabra ávidamente, escudriñando cada día las Escrituras para verificar si estas cosas eran así” (Hechos 17:11). Debemos comprometernos en estudiar la Palabra de Dios cada día y dejar que nuestra experiencia de la Palabra viva venga de allí, no de las “emociones internas” que terminan cuando se concluye la predicación. Debemos ignorar los fenómenos “sobrenaturales” y las “visiones” del “profeta”, del “ungido”, o del “apóstol”; así también las “experiencias” del hermanito o de la hermanita. Debemos de confiar solo en lo que nace de la verdad divina que está en las Sagradas Escrituras e indudablemente eso nos traerá gozo y bendiciones inimaginables, porque todo lo hemos confrontado con la Santa Palabra de Dios.


¡Gracia y Paz!

¿QUE ES LA CONVERSIÓN CRISTIANA?

La Escritura describe a la conversión en términos que implican o indican un cambio de naturaleza: Nacer de nuevo, transformarse en nuevas criaturas, resucitar entre los muertos, renovarse en el espíritu de la mente, morir al pecado y vivir para la justicia, despojarse del viejo hombre y vestirse del nuevo, ser participantes de la naturaleza divina, etc.

En consecuencia, si no hay cambio real y duradero en la gente que piensa que se ha convertido, su religión no vale nada, cualesquiera sean sus experiencias. La conversión es un cambio completo de dirección del hombre desde el pecado hacía Dios. Dios puede refrenar el pecado en la persona no conversa, por supuesto, pero en la conversión Dios cambia el corazón y la naturaleza de ellos desde el pecado a la santidad. La persona conversa se transforma en enemiga del pecado.

¿Qué podemos entonces decir de la persona que declara que ha experimentado la conversión pero cuyas emociones religiosas se desvanecen con rapidez, dejándola prácticamente igual a lo que era antes? Se le ve tan egoísta, mundana, necia, perversa y no cristiana como siempre. Eso habla en su contra mucho más que lo que cualquier experiencia religiosa pueda hablar de ella.

En Cristo Jesús, ni la circuncisión ni la incircuncisión, ni la experiencia dramática, ni la silenciosa, ni un maravilloso testimonio, ni uno aburrido, cuentan para nada. Lo único que cuenta es una nueva creación.


Jonathan Edwards 

¿QUÉ CLASE DE RIQUEZAS ESTÁS ESPERANDO QUE EL SEÑOR TE DÉ?



¿QUÉ CLASE DE RIQUEZAS ESTÁS ESPERANDO QUE EL SEÑOR TE DÉ?

2 Corintios 8:9
“Ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos”.

Algunas personas sueñan con ganarse la lotería. Creen que si tuviesen mucho dinero serían felices, que su vida sería una fiesta continua. Pero la realidad es muy distinta. Para muchos esas riquezas en lugar de traer felicidad han traído desgracia. Hace unos años un hombre se ganó muchos millones de dólares en la lotería. Su vida cambió totalmente, pero lamentablemente fue en dirección negativa, pues todo empezó a andar mal para él. Tuvo problemas con los hijos, los cuales querían una gran parte del dinero. Pocos meses después se divorció de su mujer. Quiso entonces “gozar” de la vida; vivía de fiesta en fiesta y pronto malgastó su fortuna. Enfermó síquicamente producto del desorden en su vida. Finalmente fue internado en una clínica siquiátrica y allí murió en total pobreza. La “fiesta” que “disfrutó” gracias a la lotería fue de corta duración y de muy mala calidad.

Quizás tú dirás que si estuvieras en ese caso tú sabrías administrar mejor el dinero y que definitivamente las riquezas podrían hacerte feliz. Pero, créelo o no, no hay ninguna garantía de que esto suceda. Y aun en el caso de que lo lograras, puedes tener la seguridad de que estarías disfrutando de una felicidad incompleta y además pasajera. La Biblia nos habla de una riqueza y una felicidad mucho mejores, y garantizadas por el poder y la fidelidad de Dios. La Escritura de hoy nos dice que el Señor Jesucristo era rico, pero por amor a nosotros “se hizo pobre”, con el fin de que nosotros “fuésemos enriquecidos”. Siendo el Hijo de Dios, dueño de todas las riquezas del mundo, dejó su trono celestial, se hizo hombre y vivió en pobreza. Finalmente murió para pagar por nuestros pecados, y ahora todo aquel que reconoce sus pecados y acepta a Cristo como salvador recibe el perdón divino y la vida eterna. Él quiere darnos riquezas ilimitadas en el cielo, una herencia que no se puede perder y que nadie puede quitarnos. En verdad, esto es una gran y eterna fiesta. No hay comparación con las riquezas que ofrece el mundo. Moisés vivió muchos años bajo la protección del Faraón de Egipto, hasta que fue movido a dejar esas riquezas temporales y buscar las verdaderas riquezas del cielo. Hebreos 11:26 nos habla de él diciendo: “Teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón”. Este es el “premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”, del cual nos habla la Biblia en Filipenses 3:12-14.

Jesús habló acerca de este tema en el Sermón del Monte. Allí dijo a todos los que estaban reunidos: “No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (Mateo 6:19-21). Como hijos de Dios debemos tener la plena seguridad de que contamos con riquezas eternas e incorruptibles. En ellas debemos basar nuestra esperanza, y no en las riquezas temporales de este mundo que no garantizan la felicidad.

Definitivamente hay cosas en este mundo que necesitamos para nuestra subsistencia y la de nuestras familias, y tenemos que dedicar tiempo y esfuerzo a conseguirlas, pero no debemos hacer de ellas nuestra prioridad. Nuestro principal enfoque debe ser siempre la búsqueda de las riquezas eternas por medio de una íntima comunión con el Señor. Entonces Dios suplirá todas nuestras necesidades terrenales. Así les dijo Jesús a sus discípulos, refiriéndose a esas cosas: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:33). Hazte el propósito de buscar cada día el rostro del Señor, lee y medita en su palabra, ora, establece una íntima comunión con él y disfrutarás de las verdaderas riquezas: la paz, el gozo y todas las preciosas bendiciones que existen sólo en la presencia de Dios.

Oración:
Padre santo, dame la sabiduría para distinguir y apartar de mí todas las falsas riquezas que el mundo ofrece, y concentrarme en la búsqueda de las riquezas que tú me ofreces, que son verdaderas y eternas. En el nombre de Jesús, Amén.

¡Gracia y Paz!
Dios te Habla

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¿Obedeces lo que ya escuchaste?



¿Obedeces lo que ya escuchaste?

Eclesiastés 12:13
“El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre”.

El Predicador, el Maestro hijo de David y rey de Jerusalén, dice que las palabras de los sabios son como aguijones o clavos bien puestos (Eclesiastés 12:11), y escribe también lo siguiente: “Además de ellas, hijo mío, ten presente que el hacer muchos libros es algo interminable y que el mucho leer causa fatiga” (v. 12).  Salomón quien escribió guiado por el Espíritu Santo el Libro de Eclesiastés, enfatiza: “que ya se ha escuchado todo”; y después de eso lo que nos corresponde hacer es temer a Dios y cumplir sus mandamientos.

Temer a Dios, es el punto importante en este verso. Quien teme a Dios, lo honra cumpliendo sus mandamientos y acatando su voluntad sin reniegos ni preguntas. Lo mejor ante todo lo que ya se sabe, es retener lo bueno y obedecer a Dios.

Oración:
Amado Padre Celestial, en verdad lo que nos correspondía conocer ya lo sabemos porque tu ya nos lo revelaste, no solamente por las enseñanza impartidas a través de tu Santa Palabra, sino por la forma en que nos hablas a cada uno en particular. Gracias Señor por ser tan especial como eres; permite que lo aprendido nos sirva cono fuente colmada de ti, para enseñar a otros tú camino, en el nombre de Jesús, Amen.

¡Gracia y Paz!
Editado por Carlos Martínez M.

Dora C.