viernes, 25 de abril de 2014

¿Sabes cuál es La clave para el contentamiento?





¿Sabes cuál es La clave para el contentamiento?

Filipenses 4:6-7
“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”.

Muchos tenemos la tendencia de asociar la idea del gozo (o contentamiento) con unas vacaciones en la playa o en la montaña, pero el apóstol escribió que no debemos estar ansiosos en ninguna circunstancia, porque tenemos la paz del Señor.

El contentamiento es el patrimonio del creyente. La paz es parte del fruto espiritual que podemos gozar cuando ponemos nuestra fe en el Salvador (Gálatas 5:22). El pasaje de hoy lo describe como una paz interior que sobrepasa todo entendimiento (Filipenses 4:7). Jesús experimentó el conflicto con una sensación de paz interior; y gracias a su Espíritu que mora en nosotros, esa paz asombrosa también nos pertenece a los hijos de Dios, incluso en los momentos en que nos encontremos con problemas sin solución terrenal.

He aquí la otra cara de la moneda: “No hay paz para los malos, dice el Señor” (Isaías  48:22). La cultura moderna llama malvado a quien comete las acciones más viles, pero la definición de Dios es mucho más amplia. Malvado es también quien deliberadamente rechaza el derecho que tiene Dios de perdonar sus pecados y de tener el señorío sobre su vida. Si tú, aun y cuando digas que eres cristiano, no le has entregado completamente tu vida a Cristo, no serás capaz de experimentar el contentamiento real y duradero.

Cuando nacemos de nuevo (Juan 3:3-8), nos convertimos en hijos del Dios vivo, y herederos legítimos de todo lo bueno que nos ofrece. Esto incluye la paz interna y el gozo que pueden soportar cualquier prueba.

¿Cuántos podremos decir confiadamente?: “…El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre” (Hebreos 13:6).

“Gracia y Paz”
Meditación Diaria

¿Das gracias a Dios por los alimentos?





¿Das gracias a Dios por los alimentos?

1 Timoteo 4:1-5
“Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios; por la hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la conciencia, prohibirán casarse, y mandarán abstenerse de alimentos que Dios creó para que con acción de gracias participasen de ellos los creyentes y los que han conocido la verdad. Porque todo lo que Dios creó es bueno, y nada es de desecharse, si se toma con acción de gracias; porque por la palabra de Dios y por la oración es santificado”.

El pasaje de hoy es parte de la primera carta que el apóstol Pablo escribió a su hijo espiritual Timoteo. Aquí él envía a la Iglesia una enérgica advertencia contra falsos maestros que, “escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios”, prohibían casarse y consumir ciertos alimentos que, según ellos, satisfacían el cuerpo pero afectaban negativamente el espíritu. Pablo se muestra totalmente en contra de esta falsa doctrina, pues “todo lo que Dios creó es bueno, y nada es de desecharse, si se toma con acción de gracias”. El énfasis está precisamente en reconocer que Dios es nuestro proveedor y darle gracias a él por su provisión. Lamentablemente hay una gran cantidad de familias cristianas que se sientan a la mesa, y no dedican siquiera un minuto para darle gracias al Señor por los alimentos que están a punto de ingerir.

Una pequeña historia nos habla de un niño que un día fue invitado a cenar en casa de un amiguito. Cuando el pequeño se sentó a la mesa, como era la costumbre en su hogar, inclinó la cabeza y esperó que alguien diese gracias por los alimentos. Sin embargo, las demás personas que estaban a la mesa comenzaron a servirse la comida. El niño levantó la cabeza y, mostrando la inocencia propia de su edad, dijo: “Ustedes son iguales que mi perro. Empiezan a comer enseguida”. Resulta gracioso imaginar la cara que pusieron los presentes ante esta expresión del niño, pero es una triste realidad que está sucediendo no sólo en el mundo sino también en la Iglesia de Cristo. A la mayoría de los cristianos no les resulta fácil vivir consientes de que los alimentos y todo lo demás que tenemos son un regalo de Dios, y que a él debemos darle gracias.

Esta actitud refleja el mismo problema que Pablo destacó en su carta a los Romanos al referirse al pecado de ingratitud entre los gentiles. Dice Romanos 1:21: “Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido”. Aquellos que han conocido al Señor y saben que nuestro pan de cada día procede no del mercado, sino en realidad de la gracia y el amor de nuestro Padre y no le dan gracias están actuando de esta manera, la cual no glorifica el nombre de Dios.

Jesús nos dio un buen ejemplo mientras celebraba la última cena con sus discípulos pocas horas antes de su muerte en la cruz. El apóstol Pablo describe este momento en su primera carta a los Corintios capítulo 11, versículos 23 y 24: “Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan; y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí”. Si Jesús solía dar gracias al Padre por los alimentos, ¿no crees que nosotros debíamos seguir su ejemplo? Sin embargo, muchas veces actuamos de manera similar al pueblo de Israel a quien Dios proveyó del maná o “pan del cielo” diariamente mientras cruzaban el desierto, y no lo agradecieron sino más bien se quejaban constantemente.

En 1 Tesalonicenses 5:18 dice: “Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús”. Ciertamente debemos agradecer a Dios por todas sus bendiciones y por su amor y su misericordia. Y cuando vemos en la televisión y en los periódicos la miseria en la que viven y el hambre que están pasando millones y millones de personas alrededor del mundo, deberíamos sentir en nuestros corazones el deseo de agradecer a Dios por su provisión diaria de alimentos.

ORACION:
Padre santo, te doy gracias por tu amor y por tu provisión diaria, tanto en el área de los alimentos como en todos los demás aspectos de mi vida. Por favor, ayúdame a reconocer que todo lo que tengo lo debo a tu amor infinito, y a expresarte mi agradecimiento siempre. En el nombre de Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”
Dios te Habla


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