jueves, 3 de enero de 2013

¿DONDE ESTARÁS DESPUÉS DE MORIR?



Para los incrédulos o las personas que ignoran la Biblia, dicen que después de la muerte no pasa nada; porque en la tierra termina todo, y que el infierno y el cielo se viven aquí mismo en la tierra, además, que son cosa de las religiones; (por eso ellos viven como viven: en desorden, en libertinaje y con miedo a la muerte). Mas para los que conocen y creen en la Biblia… ¡Si existen estos dos lugares!, ya que el mismo Dios da testimonio de ellos.

Juan 6:40
“Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquél que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero”.

En la Biblia existen versículos contundentes sobre la existencia de estos lugares: el cielo y del infierno.

Juan 5:28-29
“No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación”.

También dijo:

Mateo 25:41, 46
“Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno  preparado para el diablo y sus ángeles. E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna”.

Además dice:

Daniel 12:2
“Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua”.


Entonces, ¡SI EXISTE! una nueva vida después de la muerte.

Si no lo sabías, La Biblia es el puente y la guía infalible en el mundo para obtener la salvación y la vida eterna, porque es el libro escrito por hombres santos inspirados y guiados por el poder del Espíritu de Dios (la Biblia representa la voz de Dios).

Salmo 78:1
“Escucha, pueblo mío, mi ley; Inclinad vuestro oído a las palabras de mi boca”.

2 Timoteo 3:16-17
“Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir  para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”.

Amado Hermano y amigo, si tu crees seriamente a estos textos bíblicos y deseas cambiar tu forma de vivir y buscar la salvación y la vida eterna; pues, Jesús te espera y esta dispuesto a concedértela.

“Gracia y Paz”

Para Meditar y Compartir

¿CREES TÚ QUE PODEMOS CONFIAR EN DIOS?



Romanos 4:16-21
“Por tanto, es por fe, para que sea por gracia, a fin de que la promesa sea firme para toda su descendencia; no solamente para la que es de la ley, sino también para la que es de la fe de Abraham, el cual es padre de todos nosotros como está escrito: Te he puesto por padre de muchas gentes delante de Dios, a quien creyó, el cual da vida a los muertos, y llama las cosas que no son, como si fuesen. El creyó en esperanza contra esperanza, para llegar a ser padre de muchas gentes, conforme a lo que se le había dicho: Así será tu descendencia. Y no se debilitó en la fe al considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto (¡siendo de casi cien años!), o la esterilidad de la matriz de Sara. Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido”.

Algunas veces la vida nos confronta con inesperadas e indeseables circunstancias, que nos dejan en estado de desánimo, desesperación, abatimiento, miedo, ansiedad o frustración. Hay ocasiones en que cuestionamos el amor de Dios hacia nosotros. ¿Realmente Dios se interesa por mí?, nos preguntamos. Si él me ama, ¿por qué permite estas cosas en mi vida? Empezamos a preocuparnos si real y ciertamente podemos confiar en él. Esto afecta nuestra salud espiritual. Para rechazar todo espíritu de duda y que nuestra confianza en Dios se mantenga firme, debemos recordar siempre cuatro verdades absolutas acerca de Dios en las que se basa su relación con nosotros:

Primera: Dios es perfecto en su amor.
La naturaleza misma de Dios es amor. Dice 1 Juan 4:8: “El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor.” El nos demostró esto en la cruz del calvario, según dice Juan 3:16: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. Por medio de su amor entregó a su hijo amado y nos adoptó en un pacto consigo mismo. Ahora somos sus hijos; él es nuestro Padre. No debe existir la más mínima duda de cuánto nos ama.

Segunda, Dios es infinito en su sabiduría.
Jeremías 10:12 nos dice que Dios “hizo la tierra con su poder, él puso en orden el mundo con su saber, y extendió los cielos con su sabiduría”. Por eso Dios sabe exactamente lo que es mejor para nuestras vidas, y a veces permite cosas que no nos agradan pero que él sabe resultarán en bendiciones para nosotros. Romanos 8:28 afirma: "Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien".

Tercera, Dios es soberano en su control.
El tiene dominio total sobre cada cosa en su creación. El pasaje de hoy dice que Dios “da vida a los muertos, y llama las cosas que no son, como si fuesen”. Por eso el salmista declaró con toda seguridad: “Pero en cuanto a mí, el acercarme a Dios es el bien; he puesto en Jehová el Señor mi esperanza, para contar todas sus obras” (Salmo 73:28).

Cuarta, Dios es absoluta y totalmente fiel.
Podemos vivir con la plena seguridad de que Dios siempre está cerca de nosotros, listo para cumplir todas y cada una de sus promesas, Esto dice la Biblia en Hebreos 10:23: “Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió”. Y esto se cumple a pesar de nuestra propia infidelidad. Dice 2 Timoteo 2:13: "Si fuéremos infieles, él permanece fiel; él no puede negarse a sí mismo".

El resumen de esta enseñanza lo encontramos en el Salmo 91:1-2: “El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente. Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; mi Dios, en quien confiaré”. Cuando buscamos la compañía y la protección de Dios, vivimos bajo un paraguas de cuatro capas: el perfecto amor de Dios, su infinita sabiduría, su absoluto control y su eterna fidelidad. Sí, ciertamente podemos confiar en Dios.

ORACIÓN:
Padre santo, gracias por tu Palabra que refuerza las bases de mi confianza en ti. Perdona todas esas ocasiones en que he dudado de ti y ayúdame a entregarme y a confiar más en ti cada día. En el nombre de Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”
Dios te Habla

ORAR EN EL NOMBRE DE JESÚS



Juan 16:19-33
“Jesús conoció que querían preguntarle, y les dijo: ¿Preguntáis entre vosotros acerca de esto que dije: Todavía un poco y no me veréis, y de nuevo un poco y me veréis? De cierto, de cierto os digo, que vosotros lloraréis y lamentaréis, y el mundo se alegrará; pero aunque vosotros estéis tristes, vuestra tristeza se convertirá en gozo. La mujer cuando da a luz, tiene dolor, porque ha llegado su hora; pero después que ha dado a luz un niño, ya no se acuerda de la angustia, por el gozo de que haya nacido un hombre en el mundo. También vosotros ahora tenéis tristeza; pero os volveré a ver, y se gozará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestro gozo. En aquel día no me preguntaréis nada. De cierto, de cierto os digo, que todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará. Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido. Estas cosas os he hablado en alegorías; la hora viene cuando ya no os hablaré por alegorías, sino que claramente os anunciaré acerca del Padre. En aquel día pediréis en mi nombre; y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros, pues el Padre mismo os ama, porque vosotros me habéis amado, y habéis creído que yo salí de Dios. Salí del Padre, y he venido al mundo; otra vez dejo el mundo, y voy al Padre. Le dijeron sus discípulos: He aquí ahora hablas claramente, y ninguna alegoría dices. Ahora entendemos que sabes todas las cosas, y no necesitas que nadie te pregunte; por esto creemos que has salido de Dios. Jesús les respondió: ¿Ahora creéis? He aquí la hora viene, y ha venido ya, en que seréis esparcidos cada uno por su lado, y me dejaréis solo; mas no estoy solo, porque el Padre está conmigo. Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo”.

Poco antes de su crucifixión, Jesús dijo a sus seguidores que oraran en su nombre; en otras palabras, que pidieran conforme a su voluntad. Señaló que la oración hecha así tiene poder: “…para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé” (Juan 15:16). La oración en el nombre de Cristo significa que tenemos…

Asociación con el Salvador. Lo que hace posible que nos acerquemos a Dios mediante la oración, es nuestra relación con Jesús. Cuando fuimos salvos, pasamos de ser extraños y extranjeros, a hijos de Dios (Efesios 2:19). Nuestro Creador se ha convertido en nuestro Padre celestial; y Él escucha nuestras peticiones porque hemos pasado a ser miembros de su familia por la obra redentora de su Hijo. La presencia del Espíritu de Cristo demuestra que somos suyos.

Acceso al Padre celestial. La muerte de Jesús nos abrió el camino para tener entrada inmediata a la presencia del Padre. Cuando Jesús consumó su obra al hacer el sacrificio sacerdotal final (Hebreos 10:14), el velo del templo, que impedía al hombre penetrar en el Lugar Santísimo, se rasgó en dos (Marcos 15:38). Esto simbolizó la verdad espiritual de que ahora todos los que creen en Dios tienen acceso a Él. Por medio del Espíritu Santo, tenemos el derecho de hablar con Dios directamente, sin ningún intermediario humano (Efesios 2:18).

Jesucristo pagó en su totalidad el castigo por nuestros pecados al morir en la cruz. El aceptar su muerte expiatoria a favor nuestro, significa que tenemos ahora una nueva relación familiar y libre acceso al Padre celestial. ¡Detengámonos ya, y demos gracias a Dios por el increíble privilegio de la oración!

“Gracia y Paz”
Meditación Diaria

¿DESEAS MADURAR ESPIRITUALMENTE?



Efesios 4:10-15
“El que descendió, es el mismo que también subió por encima de todos los cielos para llenarlo todo. Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo”.

Cuando aceptamos a Jesucristo como Salvador el Espíritu Santo viene a morar en nosotros (2 Corintios 1:22). Somos entonces “nuevas criaturas” (2 Corintios 5:17), pues ahora somos sensibles a la voz del Espíritu, quien nos redarguye cuando pecamos y nos instruye en el camino a seguir de acuerdo a la voluntad de Dios. En este momento comienza el proceso de crecimiento espiritual o santificación, el cual es dirigido por el Espíritu Santo pero requiere nuestra activa participación. El fin de este proceso es “perfeccionar a los santos”, dice el pasaje de hoy. Sabemos que mientras estemos en este mundo no llegaremos nunca a ser perfectos, así es que aquí “perfección” significa más bien “madurez espiritual”. El hombre “perfecto” o “maduro espiritualmente” es aquel que cumple el propósito para el que Dios lo ha creado. Y esto será posible solamente cuando lleguemos “a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”.

¿Por qué quiere Dios que maduremos? Porque él quiere usarnos “para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo”. Dios quiere que seamos sus instrumentos para llevar a cabo sus propósitos en este mundo. Para ello es necesario que dejemos de ser “niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina”. En el aspecto físico dejamos de ser niños cuando crecemos al pasar los años. Nos convertimos en adolescentes y después en personas adultas. De igual manera en el aspecto espiritual existe un proceso de crecimiento, pero la diferencia estriba en que en el aspecto físico vamos a crecer de todas maneras, mientras que en el aspecto espiritual tenemos que desear crecer y para lograrlo debemos entender que es necesario seguir las instrucciones de la palabra de Dios, de manera que “siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo”.

¿Qué tenemos que hacer para crecer espiritualmente? Fundamentalmente tenemos que leer la Biblia diariamente, escudriñarla y meditar en ella, pues esta poderosa palabra es “la espada del Espíritu”, dice Efesios 6:17, es decir el instrumento fundamental con que cuenta el creyente para luchar contra todos los obstáculos que el enemigo pueda poner en nuestro crecimiento espiritual. También debemos orar “en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu” (Efesios 6:18), buscar el rostro del Señor y pasar tiempo en íntima comunión con él. Esta es la única manera de crecer o madurar espiritualmente. ¡No existe otra! La palabra de Dios es el “alimento sólido” para nuestros espíritus al que se refiere Hebreos 5:12-14, y la oración es el medio por el cual el Espíritu Santo nos da el discernimiento necesario para entender esta palabra y nos capacita para aplicarla a nuestra vida.

Cuando hacemos de esto un hábito diario, poco a poco iremos experimentando cambios en nuestro comportamiento, en nuestras reacciones ante las circunstancias, en nuestra actitud hacia los demás y se hará evidente la paz y el gozo de Dios en nuestros corazones, aun en situaciones difíciles que antes nos afectaban profundamente. Esta es la madurez espiritual.

ORACIÓN:
Padre mío, te ruego me ayudes a crecer y madurar espiritualmente. Dame fuerzas para dejar todo aquello que impide ese crecimiento y a concentrarme en adquirir conocimiento de tu palabra en el poder de tu Santo Espíritu. En el nombre de Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”
Dios te Habla

Y LOS ENTENDIDOS RESPLANDECERÁN COMO EL RESPLANDOR DEL FIRMAMENTO



Daniel 12:3
“Y los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan á justicia la multitud, como las estrellas á perpetua eternidad”.

Hay muchos que quieren ser una estrella; estrella del cine, estrella de beisbol, o estrella de Rock and Roll, etc. Si tu pudieras lograr esto, lo más que podrías gozar de esta fama sería solamente en ésta vida. ¿Pero qué tal si pudieras recibir el honor, y la fama, y el respeto para siempre? El plan de Dios es virar a la gente del pecado y la degradación a la obediencia, la justicia, y la salvación. Si tú conoces a Cristo, y ganas a otros a ÉL, este versículo nos dice que tú resplandecerás como una estrella brillante para siempre.

La mejor vida aquí en este mundo, es conocer a Cristo, y caminar con Él, y ganar otros a Él. Y luego viene la próxima vida. Ahí estará lo mejor.


“Gracia y Paz”
Un Versículo de la Biblia cada Día