jueves, 27 de marzo de 2014

¿ESTAS VIVIENDO LA VIDA ABUNDANTE QUE JESÚS NOS PROMETIÓ?


¿Estas viviendo la vida abundante que Jesús nos prometió?

Juan 10:10
"El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”.

¿Qué quiso decir Jesús cuando prometió una vida abundante?

A diferencia de un ladrón, el Señor Jesús no viene por razones egoístas. Viene a dar, no a recibir. Viene para que las personas puedan tener vida en Él que es significativa, útil, alegre y eterna. Recibimos esta vida abundante el momento que lo aceptamos como nuestro Salvador.

Esta palabra "abundante" en griego es perisson, significando "excesivamente, altamente, más allá de la medida, más, superfluo, una cantidad tan abundante como para ser considerablemente más de lo que uno esperaría o anticiparía". En definitiva, Jesús nos promete una vida mucho mejor de la que nos podríamos imaginar, un concepto que nos recuerda de 1 Corintios 2:9: "Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que Dios ha preparado para los que le aman". El apóstol Pablo nos dice que Dios es capaz de “hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos”, y lo hace por Su poder, un poder que está obrando dentro de nosotros si le pertenecemos a Él (Efesios 3:20).

Una vida abundante no consiste de la abundancia de cosas materiales. Si ese fuera el caso, Jesús habría sido el más rico de los hombres (Mateo 8:20).

¿Qué es la vida abundante?  La vida abundante es la vida eterna, una vida que comienza en el momento que venimos a Cristo y lo recibimos como Salvador, y continúa a lo largo de toda la eternidad. La definición bíblica de la vida — específicamente la vida eterna — es proporcionada por Jesús mismo: "Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado" (Juan 17:3). Esta definición no hace mención de la longitud de los días, la salud, la prosperidad, la familia o la carrera. De hecho, lo único que menciona es el conocimiento de Dios, que es la clave para una vida verdaderamente abundante.

La abundancia de la que Dios nos habla es abundancia espiritual, no material. Por otro lado, la vida eterna, la vida por la cual un cristiano se preocupa, no se determinada por la duración, sino por una relación con Dios. Esto es por qué, una vez que Dios nos ha llamado, recibimos el regalo del Espíritu Santo, la vida eterna (1 Juan 5:11-13).

La vida de un cristiano gira alrededor del principio de crecer “en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y el Salvador Jesucristo” (2 Pedro 3:18). Esto nos enseña que la vida abundante es un proceso continuo de aprendizaje, práctica, y maduración.

Aunque, cómo seres humanos, somos naturalmente deseosos de cosas materiales, como cristianos nuestra perspectiva de la vida debe ser revolucionada (Romanos 12:2). Así como nos convertimos en nuevas criaturas cuando venimos a Cristo (2 Corintios 5:17), así debe ser transformada nuestra comprensión de la "abundancia". La verdadera vida abundante consiste en una abundancia de amor, gozo, paz y el resto del fruto del Espíritu (Gálatas 5:22-23), no una abundancia de "cosas". Consiste en una vida que es eterna, y por lo tanto, nuestro interés está en El Eterno y lo eterno, no el temporal. Pablo nos amonesta, "Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios" (Colosenses 3:2-3).


“Gracia y Paz”


¿TE ABRUMAN TUS CIRCUNSTANCIAS, NO SABES CÓMO TENER PAZ?


¿Te abruman tus circunstancias, no sabes cómo tener paz?

Lucas 24:36-43
"Mientras ellos aún hablaban de estas cosas, Jesús se puso en medio de ellos, y les dijo: Paz a vosotros. Entonces, espantados y atemorizados, pensaban que veían espíritu. Pero él les dijo: ¿Por qué estáis turbados, y vienen a vuestro corazón estos pensamientos? Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad, y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo. Y diciendo esto, les mostró las manos y los pies. Y como todavía ellos, de gozo, no lo creían, y estaban maravillados, les dijo: ¿Tenéis aquí algo de comer? Entonces le dieron parte de un pez asado, y un panal de miel. Y él lo tomó, y comió delante de ellos".

Los discípulos habían sido testigos de la muerte de su Maestro unos días antes. Ahora, al ver la persona de Jesús frente a ellos se espantaron llenos de temor. Esto no obstante de que ya habían sido informados que Jesús había resucitado. Pero verlo allí frente a ellos fue algo muy superior a sus fuerzas. Jesús, comprendiéndolos, los calmó diciéndoles: “Paz a vosotros”. Esta paz sobrenatural, indescriptible, incomprensible, que proviene de Dios, la describe la Biblia como “la paz que sobrepasa todo entendimiento” (Filipenses 4:7). Es una paz que llega en momentos en que las circunstancias que nos rodean amenazan con hundirnos en una total desesperación. Entonces empezamos a calmarnos y poco a poco entramos en un estado de sosiego tan profundo que no podemos entender, sobretodo porque las circunstancias por regla general permanecen sin cambiar al menos por un tiempo. Esto es lo que sobrepasa todo entendimiento humano. Claro que más importante que entender esa paz es sentirla. Y esto lo podemos experimentar todos los que ponemos nuestra confianza en el Señor.

El profeta Isaías confió plenamente en Dios y experimentó esa paz. Por eso pudo afirmar: “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado” (Isaías 26:3). La paz de Dios es completa y profunda, no depende de las circunstancias, sino que viene de adentro hacia afuera. Para sentirla debemos creer de todo corazón que Dios es más grande que cualquier problema, que su poder es sobre todo poder, que si él es por nosotros, “¿quién contra nosotros?” (Romanos 8:31).

¿Has sentido alguna vez el toque maravilloso y sobrenatural del Señor, en medio de circunstancias difíciles? Si nunca lo has sentido y estás en medio de una prueba, puedes experimentarlo ahora. La palabra de Dios nos da la clave para ello: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4:6-7). Cuando el apóstol Pablo escribió esta carta a los cristianos de Filipos estaba en una cárcel romana, rodeado de incomodidades, pasando hambre, siendo humillado y torturado, y esperando ser ejecutado de un momento a otro. Considerando el consejo que nos da, debemos estar seguros de que, aun en medio de esas terribles circunstancias, él estaba disfrutando de la maravillosa paz de Dios.

En medio de los problemas y adversidades por los que a diario pasaban, Jesús les dijo a sus discípulos: “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo” (Juan 16:33). Echa a un lado el temor, la angustia y el afán y arrodíllate buscando el rostro del Señor en oración. Clama a él por su ayuda, confía en él de todo corazón e inmediatamente la paz de su santa presencia te envolverá.

ORACIÓN:
Padre santo, necesito de ti, de tu poder, de tu maravillosa paz. Por favor, echa fuera de mí todo espíritu de temor e incertidumbre, y lléname de esa paz que sobrepasa todo entendimiento. Te lo pido en el nombre de Jesús, Amén.

“Gracia y Paz”

Dios te Habla