domingo, 11 de enero de 2015

¿CÓMO ES TU VIDA DE ORACIÓN?


¿CÓMO ES TU VIDA DE ORACIÓN?

Salmo 5:1-3
“Escucha, oh Señor, mis palabras; considera mi gemir. Está atento a la voz de mi clamor, Rey mío y Dios mío, porque a ti oraré. Oh Señor, de mañana oirás mi voz; de mañana me presentaré delante de ti, y esperaré”

En toda la Biblia hay una constante exhortación a que busquemos a Dios por medio de la oración. Por ejemplo, en 2 Crónicas 7:14 Dios le dice al rey Salomón: “Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra”. Y en Jeremías 29:12 el Señor dice: “Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré”. En 1 Tesalonicenses 5:17 nos exhorta de la siguiente manera: “Orad sin cesar”. En su carta a los efesios, el apóstol Pablo los anima a leer la palabra de Dios, “orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos” (Efesios 6:18). Y a los colosenses les aconseja: “Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias” (Colosenses 4:2). Y el ejemplo supremo lo encontramos en Marcos 1:35. Allí dice: “Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, Jesús salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba”. Jesús oraba constantemente, se levantaba muy temprano a orar y muchas veces pasaba la noche en oración, como dice Lucas 6:12-13: “En aquellos días él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios”. Si Jesús, siendo Dios hecho hombre, sentía la necesidad de orar, ¡cuánto más nosotros, débiles y miserables mortales debemos orar constantemente!

La oración profundiza nuestra relación con Dios y nos ayuda a conocer su carácter y a experimentar el amor tan grande que él siente por nosotros. Entonces disfrutamos plenamente nuestro tiempo en la presencia del Señor y recibimos muchas bendiciones. Así dice el Salmo 37:4: “Deléitate asimismo en el Señor, y él te concederá las peticiones de tu corazón”. La oración también purifica nuestras vidas. Al confesar nuestros pecados y traerlos a los pies del Señor, nuestras mentes y corazones pueden ser liberados de culpas y ataduras del pasado que afectan nuestra vida presente.

La oración nos ayuda a confiar en Dios como nuestro proveedor. Al igual que sólo confiamos las cosas verdaderamente importantes a aquellos amigos con los que tenemos una relación íntima y un trato frecuente y profundo, en el aspecto espiritual mientras más conocemos a Dios más confianza tenemos en él, y más creemos en sus promesas, y más bendiciones recibimos de él, como lo dice Mateo 21:22: “Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis”.

Indudablemente, la oración constante nos llevará a crecer y a madurar espiritualmente. Mientras más tiempo estemos en comunión con Dios, más preparados estaremos para enfrentar las tormentas que azotan nuestras vidas y también para ayudar a los que no conocen la fuente de amor y de poder que es nuestro Señor.

¿Cómo te sientes sobre tu vida de oración? ¿Tienes separado un tiempo todos los días para orar? ¿Es algo que haces apresuradamente o realmente disfrutas el conversar con tu Padre celestial?

Si tú reconoces en este momento que tu vida de oración es mediocre, pídele a nuestro Abba Padre que ponga en tu corazón fervor y pasión por buscar su rostro diariamente y deleitarte en su presencia. Entonces haz tú el esfuerzo de separar un tiempo todos los días, preferiblemente temprano en la mañana, para leer la Biblia y orar. Pronto experimentarás el precioso beneficio espiritual de estar compartiendo en la intimidad con tu Padre celestial.

Oración:
Amoroso Padre, reconozco cuanta frialdad e indiferencia tengo en mantener una comunicación frecuente contigo. Te ruego pongas en mí el deseo de buscar tu rostro cada día y de disfrutar plenamente ese tiempo en tu santa presencia. En el nombre de Jesús, Amén.

¡Gracia y Paz!

Dios te Habla

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