martes, 19 de junio de 2012

LA MUJER BÍBLICA ES LA AYUDA IDÓNEA DEL VARÓN BÍBLICO


Una ayuda idónea significa una ayuda adecuada. La palabra “ayuda” significa exactamente lo que dice y ocurre en muchas partes del Antiguo Testamento, como por ejemplo en el nombre Eben-ezer, el cual significa Piedra de Ayuda. Pero, ¿qué significa una ayuda “idónea” o “adecuada”?

La idea fundamental es de dos cosas que corresponden una a otra. Física y mentalmente, el hombre y la mujer son partes de una misma entidad, aunque pueden existir en forma separada.

Los colores del arco iris son distintos y poseen sus cualidades individuales, pero todos ellos son necesarios para producir la perfecta luz blanca de donde proceden. Así es el matrimonio: cada cónyuge encuentra en el otro aspectos de su ser que son una fuente de maravilla y deleite. Dios nos hizo así. Estos son los ingredientes fundamentales de la forma de compañerismo que llamamos el matrimonio.

La mayoría de las parejas se casan teniendo grandes expectativas para su matrimonio. Saben que muchos matrimonios han fracasado y un buen número de los que perduran no son felices. Sin embargo, creen que su matrimonio será diferente porque se aman de verdad. De modo que comienzan su matrimonio con grandes expectativas pero a menudo, en poco tiempo, estas se tornan en frustraciones. El matrimonio que ellos estaban tan seguros había sido hecho en el cielo cae estrepitosamente a tierra; las estrellas que tenían en sus ojos se transforman en arena; el encanto es ahora desilusión.

¿Qué ocurrió?
Ninguno de los dos había aprendido a conducir sus vidas personales o su matrimonio de acuerdo a la Palabra de Dios.

Dios ha provisto información y dirección específica sobre el propósito del matrimonio y las distintas pero complementarias responsabilidades de las personas que lo componen. Dios ha dado responsabilidades tanto a la esposa como al marido. Cuando dos personas conocen, aceptan, y cumplen las diferentes pero complementarias responsabilidades, se estimula la unidad en el matrimonio. Por el contrario, cuando el marido y la mujer no comprenden o no cumplen con las responsabilidades que Dios les ha dado se produce gran confusión y frustración.

Dios creó a la mujer para ser ayuda del hombre. Sin la mujer, el hombre aun en su perfección estaba incompleto.

Dios creó a la mujer para ser una ayuda idónea. Ninguno de los animales podían proveerle al hombre la ayuda que necesitaba. Sólo la mujer podía hacer eso. “El que haya esposa halla el bien, y alcanza la benevolencia de Jehová” (Proverbios 18:22). “Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas. El corazón de su marido está en ella confiado, y no carecerá de ganancias” (Proverbios 31:10-11).

Dios creó a la mujer para corresponder al hombre. Ella es similar al hombre pero algo diferente. Es el complemento del hombre, no su copia en carbón. Es para el hombre lo que una llave para un cerrojo y lo que una película para una máquina fotográfica, indispensable “Pero en el Señor, ni el varón es sin la mujer, ni la mujer sin el varón” (1 Corintios 11:11).

De acuerdo con las Escrituras, la esposa fue creada para llenar las necesidades, las faltas, la incapacidad de su marido. Fue creada para ser la ayuda singular de su marido. Le ha de dar «bien y no mal todos los días de su vida» (Proverbios 31:12). Deberá ser como vid fructífera en la casa de su marido (Salmo 128:3). Debe ser “una carne” con su esposo y esto solo ocurrirá en la medida que acepte y cumpla con el rol que Dios dispuso para ella en el matrimonio.

“Gracia y Paz”
 (Zehny K. Pigott)

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