domingo, 27 de mayo de 2012


LOS BRAZOS DE DIOS

Isaías 59:1
“He aquí que no se ha acortado la mano de Jehová para salvar, ni se ha agravado su oído para oír”

La niña de apenas 10 años, hizo lo que para ella era un lindo dibujo y se lo entrego con amor a su papá. Con rostro radiante se le entrego. Si lo describimos, diremos que en la parte superior de la hoja estaba pintada una persona y en la parte inferior había otra, y ambas estaban unidas por dos largas líneas.

El padre con mirada pensativa lo sostuvo largo rato, pero no lograba entenderlo. La decepción de la pequeña fue notoria, pero pacientemente explico a su padre:

-Papá, arriba esta nuestro amado Dios y abajo estoy yo.

-¿Y las largas líneas?, pregunto el padre.

-Son los brazos de Dios, respondió la niña.

-Pero los brazos, son demasiados largos; no corresponden al tamaño del cuerpo, de la figura que dibujaste. Dijo el papá.

La niña miro de manera incrédula a su padre y dijo.

-¿No llegan los brazos de Dios hasta mi?

Hoy, quizás muchos pueden hacerse, esta pregunta. ¿Existen esas manos que se extienden hacia mí? “He aquí que no se ha acortado la mano de Jehová para salvar, ni se ha agravado su oído para oír” es lo que nos enseña el profeta Isaías.

Dios el único y todopoderoso Dios, no se ha retirado de este mundo, ni nos ha entregado a un destino fatal. Mediante su amado Hijo Jesucristo, quien fue hecho hombre para vivir y morir aquí en la tierra por seres pecadores, Dios ha extendido sus manos hacia nosotros.

La respuesta a la pregunta anterior, podemos contestarla con otra pregunta: ¿Queremos y estamos dispuestos a confiar en esas manos? Nuestro Señor Jesucristo, está esperando El quiere otorgar, perdón, paz y seguridad. Sus manos son lo bastante fuertes y largas para sostenernos en las dificultades y tormentas de la vida, rodeándonos y levantándonos con su amor. Ya una vez lo dijo y solo debemos confiar en Él:

Juan 10:29 “Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre”.

Jesús nos abraza con la disposición de gracia y el estado de dicha de sus ovejas, las que oyen y creen su Palabra, le siguen como sus fieles discípulos, ninguna de ellas perecerá, porque el Hijo y el Padre son uno. Así, pues, con sus largos brazos puede defender a sus ovejas contra todos sus enemigos.

Salmos 41:12 “En cuanto a mí, me mantienes en mi integridad, y me afirmas en tu presencia para siempre”.

“Gracia y Paz”

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