domingo, 27 de mayo de 2012


El Dios Verdadero Vs. el dios Riquezas

Mateo 6:19-21
“No acumulen para sí tesoros en la tierra, donde la polilla y el óxido destruyen, y donde los ladrones se meten a robar. Más bien, acumulen para sí tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el óxido carcomen, ni los ladrones se meten a robar. Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón.”

Hoy en día existe un gran afán por conseguir dinero y riquezas. Es lo que el hombre llama éxito. El hombre no se conforma con lo que tiene y siempre quiere más y más. Para el hombre, la felicidad se alcanza sólo si se tiene dinero. Un punto de vista racional y equilibrado del dinero nos dirá que es algo necesario, pero que no lo es todo.

Recientemente hemos vista noticias de artistas famosos, con un gran estatus económico, que han acabado con sus vidas suicidándose o por las drogas y el alcohol. Esto nos hace pensar que el dinero no puede llenar el vacío que ellos tienen en su corazón y que sólo puede llenar Jesús. La verdadera felicidad es aquella que sólo nos la puede dar el Rey de Reyes y Señor de Señores: Jesucristo. Él dice: "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados y yo los haré descansar […], y llevad mi yugo sobre vosotros, porque mi yugo es fácil y ligera mi carga" (Mateo 11:28-30).

Sabes amado amigo(a), hermano(a), ni Bill Gates puede decir que es feliz aunque así lo parezca, él necesita a Jesús así como tú y como yo. Recordemos al rico Zaqueo, un acaudalado recaudador de impuestos, que vivía en tiempos de Jesús (Lucas 19:1-10): este quería ver a Jesús cuando pasaba muy cerca de su casa. Sin importar el qué dirán, se subió a un árbol, pues era de poca estatura, y Jesús lo vio. Inmediatamente, le pidió que bajara y le dijo que necesitaba posar en la casa de él.

¡Qué gran privilegio el de aquel hombre!. Al llegar a casa, Zaqueo le dijo a Jesús que se arrepentía por haberle robado a la gente y que él lo recompensaría todo, devolviéndole a cada uno cuatro veces más de lo hurtado. Jesús le respondió: “Hoy ha venido la salvación a esta casa”. ¡Qué gran día fue ese en la vida de aquel hombre!.

De igual forma, te digo que en esta vida lo más importante no son las riquezas materiales sino las espirituales, las que podamos cosechar en el reino de Dios. Conclusión: ¡Amemos más a Dios que a las riquezas y él nos añadirá todas las cosas que necesitemos. Él cuida de nosotros. Amén!
  
“Gracia y Paz”
(Sixyel Castañeda)

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