sábado, 19 de mayo de 2012


LA DESPEDIDA

Juan 16:16
“Todavía un poco, y no me veréis; y de nuevo un poco, y me veréis; porque yo voy al Padre…”

Hebreos 10:37.
“Aún un poquito, y el que ha de venir vendrá, y no tardará”.

El evangelio según Lucas termina con una escena conmovedora: Jesús se despide de sus discípulos. Después de su crucifixión, el Señor Jesús resucitado no se mostró más al mundo. Éste lo vio por última vez clavado en una cruz. Al contrario, Jesús estuvo varias veces con los suyos durante cuarenta días después de su resurrección. El final de este evangelio (cap. 24:50) evoca su último encuentro, el cual tuvo lugar en Betania, pequeño pueblo al que a Jesús le gustaba ir a casa de unos amigos.

En aquel momento los discípulos no eran numerosos, y su Maestro iba a dejarlos. No sabemos qué dijo Jesús a sus discípulos, pero hizo un gesto: ¡Alzó sus manos traspasadas! Sí, el Maestro podía bendecir a sus discípulos porque su sacrificio había logrado una salvación eterna para ellos. “Y aconteció que bendiciéndolos, se separó de ellos, y fue llevado arriba al cielo” (Lucas 24:51), cielo en el que, como escribió un poeta creyente, todavía hoy «sus manos permanecen abiertas, abiertas para bendecir». ¡Conservemos esta imagen!

Esta escena nos interpela por su simplicidad e intimidad. ¿No es un poco lo mismo que sentimos cuando el domingo, reunidos en torno al Señor para la adoración, con toda sencillez y sin pretensiones, deseamos bendecir a (hablar bien de) Aquel cuyo sacrificio recordamos?

“Gracia y Paz”
La Buena Semilla

No hay comentarios:

Publicar un comentario